Panegírico a un escalador matemático: la muerte de Fndo Sánchez Grassa

Fuente: https://info.nodo50.org/Panegirico-a-un-escalador-matematico-la-muerte-de-Fernando-Sanchez-Grassa.html  Alasbarricadas                                                                                                     Acratosaurio Rex                                                                                                        Martes 28 de enero de 2020.

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 Estoy leyendo sobre la muerte Fernando Sánchez Grassa, de 44 años de edad. No, no le conocía de nada, lo que pasa es que estudiando su trayectoria me llamó la atención, porque su persona deja a la altura del betún a políticos, millonarios y famosos. Así que os voy a ir contando, como homenaje a su recuerdo, lo que he ido aprendiendo de él.

Fernando era un tipo –por lo que leo en redes sociales–, de carácter pacífico, muy tranquilo, de voz suave, sonriente. Las palabras que le dedican sus conocidos, afirman que irradiaba amor y cariño a cualquiera que se le acercase. Que era una persona comprometida, solidaria, entrañable, y que nunca dijo «no» a quien necesitase o pidiese su ayuda. Nacido en Zaragoza, residía en Aragües del Puerto, Huesca.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estudió Derecho e Historia del Arte (y muchas otras cosas) y al parecer era un fiera con las cuentas. Es algo muy importante esto, porque las matemáticas superiores no las entiende cualquiera. Implican una vocación y una predisposición peculiar. Estudiar matracas te educa el cerebro para que se vuelque en la lógica y la abstracción mental. Cuando la cabeza se te ha hecho para las mates, navega entre planos infinitos y múltiples curvas, razona sin piedad entre límites inalcanzables, y si esa persona ve que algo es lógico, lo mismo va y lo hace.

Esta manera lógica de pensar de Fernando se mezclaba con un carácter muy aragonés, muy maño. Era pacífico, amable, atento, pero si se iba a por él por las malas, plantaba cara con decisión. Hay un vídeo por ahí del desalojo de la ocupación de la cárcel de Torrero (Centro Social llamado Kike Mur), en el que aparece. Resulta que la policía a la hora de actuar, se dedicó –como no podía ser de otro modo– a pegar de hostias a un señor de sesenta años, tío de Fernando para más señas. Entonces, sin saber cómo, surge de la nada Fernando y se interpone a una pila de policías bien armados, echando fuego por los ojos. Evidentemente, le dieron y le detuvieron, consiguiendo con ello que acabara el castigo para con su tío.

 

 

 

 

De pinta fuerte, porque era experto en escalada. Como montañero y guía, se pateó el Techo del Mundo, y según cuenta su amigo Javier, viajaron a Morata, a Riglos, a los Alpes, a los Andes, a mil sitios tremendos de piedra e hielo, y abrió vías de escalada a las que puso nombres sugerentes: «A esta la llamaremos Ángel Fuertes Vidosa, en recuerdo del maestro y guerrillero antifranquista de Agüero, a esta la llamaremos Arista Diljin Ararat, en recuerdo de una compañera caída en Kobane»

De estética abertzale, como muchos en su juventud: chandal adidas, sudadera con capucha y forro polar, muy propio de la izquierda radical (la que va a la raíz), hizo la mili como insumiso, es decir, que no la hizo. Fue en esos años de los noventa, en las que el Partido Socialista llenó las cárceles con miles de jóvenes (miles, sí) que se negaban a cumplir con la defensa de la Patria, que como bien sabemos, no es más que el banco donde guardan los ricos sus caudales.

Fernando era, por si fuera poco, una persona comprometida con su entorno, con la ecología, con la Asociación Vecinal de su barrio de Torrero, con asociaciones de apoyo a personas marginadas y excluidas o en riesgo de pobreza…, y también con la cultura popular ya que poseía amplios conocimientos de antropología, pues estaba preparando un proyecto etnológico en La Muela. Voy flipando más y más, a medida de que leo: que impulsaba un proyecto de Editorial; que había escrito una biografía de Clara Thalmann (Clara Ensner), una revolucionaria que luchó en la Columna Durruti y con los Amigos de Durruti; que estaba muy implicado en la Asociación de Defensa de los Valles Occidentales, en un cine club, en un club de lectura, colaborador habitual de revistas de montaña, monitor de escalada, estudió también Bellas Artes…

Y he aquí que en 2017 sufre una nueva detención… En Irak. Estaba intentando volver a su hogar tras haber pasado una temporada alistado en la milicia de liberación YPG (Unidades de Protección Popular). Fue a Siria a oponerse al ISIS, esa versión fascista del llamado Estado Islámico, y a defender la experiencia política de un Kurdistán multiétnico, libre de la opresión de diversos Estados que históricamente les han perseguido. Fue detenido y encarcelado por la Asayish (Seguridad en Kurdo) de los Barzani (por resumir, una facción dictatorial kurda). Posteriormente liberado por la intervención de la Embajada española de Bagdag con otros milicianos, volviendo a la brecha, e intentando visibilizar el problema kurdo y dar apoyo al único pueblo de la zona que defiende principios socialistas, laicos y de defensa de los derechos de la mujer.

Y le sorprendió la muerte, joven y fuerte, escalando en Nepal el Himlung, un pico de siete mil cien metros de altura. Fernando se había propuesto coronar la cima y desplegar una bandera del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Este partido de origen marxista leninista, y cuyo presidente Abdullah «Apo» Öcalan pena en una cárcel turca la perpetua, ha ido –desde el año 2000– adoptando un proceso de transformación ideológica, incorporando ideas ecoanarquistas, municipalistas, libertarias, que se resumen en la teoría Municipalista Libertaria del anarquista norteamericano Murray Bookchin y el pensamiento del Sistema-Mundo de Immanuel Wallerstein, y que se suele llamar Confederalismo Democrático. Fernando consiguió su objetivo, y su fotografía en la cima desplegando la bandera del PKK, fue compartida por las redes sociales turcas y kurdas.

Pero, ay, Fernando iba a emprender su último viaje. En el descenso avisó que estaba teniendo problemas de visión por causa de la nieve, y no pudo proseguir por ceguera. Sus compañeros intentaron pedir ayuda, pero antes de que llegase el rescate, falleció de agotamiento.

 

 

 

Así que vamos a resumir. Ahí va, eso es: tenemos a un vasco de nacimiento, aragonés, buena persona, inteligente, deportista, destacado escalador y guía de montaña. Persona de fuertes convicciones sociales, que plantaba cara a la violencia y la injusticia, antimilitarista, e implicado en la defensa y protección de su entorno. Capaz –llegado el momento– de meterse en un conflicto bélico para defender la libertad. Con una amplia cultura que iba mucho más allá de su licenciatura en matemáticas, y que compartía a través de múltiples proyectos culturales. Una persona madura, formada, optimista, valiente, que podría haber empleado sus dones para enriquecerse, pero que vivió y amó dejándonos esta enseñanza propia de escalador: no se trata sólo de coronar la cima, porque si marcamos bien la subida, y fijamos correctamente seguros y anclajes, se abre la ruta. Y aunque nos parezca muy difícil y a veces nos queden muy grandes sus proezas, las huellas que dejó Fernando nos permitirán recorrer a quienes sigamos sus pasos, el camino con mayor seguridad.

Mis condolencias. Fernando Sánchez Grassa. Le apodaban Típex, Nano y Nanuk sus amigos de por aquí, y Ciya en el Kurdistán… Nacido en Zaragoza, aproximadamente en 1975. Fallecido en Nepal, el Techo del Mundo, en 2019.

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