Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/04/15/pandemia-desigualdad-social-y-educacion-o-de-las-otras-miserias-que-acompanan-los-formatos-digitales/ abril 15, 2020
Pandemia, desigualdad social y educación: o de las otras miserias que acompañan los formatos digitales
Un mes haciendo malabares, adaptándonos a diversos formatos pues cada institución un mundo distinto – un recurso distinto-. Un mes adaptando contenidos, revisando actividades, pensando cómo no saturar, que se entienda, que tenga sentido pero que además acompañe. Un mes preguntando con insistencia en todos los formatos, “¿chicxs cómo están?” – whatapp, fan page, facebook, aula virtual, mails-. Un mes intentando leer fotos borrosas, letras ilegibles y diminutas, viendo como crece el número de mensajes recibidos en todos los dispositivos pero haciéndolo con la convicción de que ese esfuerzo pedagógico -de todxs- vale la pena acompañar. Un mes mandandonos stickers y chistes para habilitar la risa, una bocanada de aire, una caricia virtual.
Por otro lado, un mes soportando que algunxs- muchxs- directivxs manden mensajes y órdenes a cualquier hora. Un mes soportando que muchxs ni un “buenas noches….”, “disculpen la hora….las molestias”. Un mes de colapsos de audios con reproches, “quiero informes día por día….”, “se requieren informes de lxs alumnxs que NO están entregando tareas”, “profesores no se cuántas veces les dije que envíen los archivos en formato pdf, ya no usaremos el word en la página”, “profesores NO SON VACACIONES”. Un mes de automatismos y aprietes institucionales, grupos de whatsapp saturando con (des) información, consejos para cuidarse del corona virus con jengibre, tráfico de pánicos, grupos cerrados donde solo administradores -directivxs- podían escribir mandando archivos, declaraciones, audios sin un mensaje explicativo…. Send…send…send.
Y la moneda tiene más de una cara. Un mes tejiendo las pocas redes que a veces se puede entre colegas, algunxs directivxs que no olvidan la función humana de la educación , tramando acompañamientos colectivos con lxs chicxs. Un mes que cada semana traía un miedo distinto, un dolor nuevo, una preocupación novedosa.
Primero arrasó con todo la desesperación de continuar cómo sea (si se hunde el barco que nadie se de cuenta) de saturar las redes y los teléfonos. Después, el pánico decantando trajo la posibilidad de darnos un espacio para detenernos y mirar para afuera y ver cómo miles de personas están hambrientas, angustiadas, sin recursos, desamparadas. Luego, la angustia hecha carne y la rabia operando trajo el “amable” pedido de “ profesores no abrumen con las tareas” -como si nosotrxs hubiéramos inventado la locura de atosigar(nos) a lxs estudiantes. Resulta que ahora éramos lxs profesorxs malditxs que, para demostrar que no estábamos de vacaciones, minábamos a lxs chicxs con tareas y actividades, generábamos stress familiar, aumentábamos con nuestras exigencias las diferencias sociales y económicas que niegan el acceso a las plataformas virtuales a lxs estudiantes con derechos más vulnerados. -Ja, sí, seguramente éramos y seremos nosotrxs pues siempre la culpa es nuestra-
Un silencio de factores operando me llamó la atención estos últimos días, y hoy volví al ruedo , mando un audio a todos los grupos: “ hola chicxs, cómo están?” empiezo…
M. 17 años: “Hola profe….Estoy internada. Entre mañana y pasado me dan el alta. ¿Puedo mandarle mi tarea cuando vuelva a mi casa?”
¿Puedo mandarle mi tarea cuando vuelva a casa?….¿Puedo mandarle mi tarea….? No paré de pensar media hora en esto. ¿Cómo M me va a preguntar si puede mandarme la tarea cuando vuelva a casa? Esta in ter na da. Obvio que podés mandarme la tarea cuando vuelvas a casa y te sientas bien para hacerla, ¿qué te pasó? Cada vez que hago éstas preguntas me digo a mi misma ¿ estás en condiciones de saber las respuestas? No, nunca estoy en condiciones, pero necesito saber. Estuve embarazada, empecé con pérdidas, cuando venga una psicóloga a verme me dan el alta pero estoy bien.
Estuve embarazada….Pero estoy bien… ¿Cómo puede M decirme esto? ¿Qué clase de grandeza la ayuda a sobrevivir? Y me desarmé, obvio, como cada vez que escucho estos relatos hace casi 10 años en las aulas, porque son cotidianos pero me niego rotundamente a naturalizarlos. Me pregunto lo de siempre. ¿Qué clase de vida tiene M para qué le pasen estas cosas? Porque, a ver, embarazarse puede cualquiera con capacidad de gestar , por varias razones, y de diversas edades, pero yo conozco a M y se que su internación y el trato que reciba y cómo va a procesar este momento no es la misma, jamás será, la que pueda transitar una adolescente con familia pudiente o con recursos que tal vez la hayan ayudado a no llegar a estar internada.
Ahora, un mes después del colapso pandémico del ministerio de educación nos bombardeen con plataformas ordenadas, clasrooms para unificar tareas, mil tutoriales para lxs analfabetxs digitales, mil recursos digitales para acompañar a lxs profes que ya nos volvimos “expertos” en adaptación de contenidos a plataformas antes desconocidas, regalos de paquetes de datos para las periferias, etc.
Pero seguimos usando whatsapp, la fan page, ese mail -seguramente nos acusarán ooootra vez de arcaicxs y vagxs porque ante tanta novedad digital y trabajo incansable de “expertos” y “técnicos”, porque además lxs docentes nunca sabemos nada y no producimos porque no nos da, porque no somos especialistas, deberíamos estar más tranquilxs, y contentxs, trabajo casi servido, cuchame-. Seguimos utilizando los otros medios porque la realidad de miles de chicxs y sus familias son incompatibles con todos estos recursos y esfuerzos desarrollados, porque hay un solo teléfono en la casa que se van repartiendo entre hermanxs, porque no hay computadoras, ni datos disponibles para navegar por la web libremente entrar a aulas virtuales hermosas y ordenadas, ni hablar de servicio wi-fi, y en los casos más favorables un desconocimiento grandísimo de cómo utilizar las plataformas que genera ansiedad y frustración cuando, además de una tarea , les mandás un tutorial de cómo intentar durante cinco horas subir un archivo.
Y ahí es donde de nuevo me pregunto, ¿qué clase de vida tienen todxs estas personas que no pueden aprovechar los maravillosos recursos desarrollados por los técnicos y expertos en educación? ¿Qué clase de vida tienen todxs lxs estudiantes que no pueden acceder a el link gratuito de la Biblioteca de La nación con taaaantos saberes ahí archivados a un solo click?
Profe S. -colegas de lxs que sí!- “Belén, la alumna C. no tiene teléfono usa el de la mamá cuando viene de trabajar y de ahí manda. A mi me está mandando de mi materia”.
- 16 años: “ Profe, C no tiene teléfono solo usa facebook yo por ahí le mando y ella después manda”.
Me responden lxs dos, a los minutos que mandé el audio/mensaje preguntando. Gracias profe ya le pido a algunx del grupo del curso que le avise a C le den mi número y se pueda poner al día. Pero no hizo falta porque A me contesta eso, y se encarga de ayudar a la compañera. #DesobedienciaEsSolidaridad….Vengo pensando hace un mes sin parar todos los días. Como C, tengo muchxs estudiantes, muchísimxs, y eso que soy una. Hay cerca de 40 mil docentes sólo en Tucumán -una de las provincias con mayor índice de pobreza y desocupación del país, antes de la pandemia, imagite ahora. Imaginate y decime si no te duele- Hay miles de recursos digitales, ahora, un mes después de la locura dando vueltas, ellxs no los van a ver.
A muchxs de mis estudiantes no lxs conozco, tuvimos dos clases y comenzó “el apocalipsis”. Pero seguimos ahí, por los medios de la periferia.
Otra M, 16 años : “Buenas tardes profe”.
Aviso que no estoy entregando lo que me falta porque está cuarentena me provoca surmergirme en mis pensamientos, y al pensar me acuerdo de cosas feas, y el pensar cosas feas me hace llorar, y llorar me hace doler la cabeza y sentirme mal conmigo misma por errores que cometí y termino haciendo nada por estar triste. No me estoy sintiendo bien.
Es verdad que usted no envía tareas tremendas y le agradezco por eso y brindar contenido interesante. Voy a hacer lo posible para mandarle lo faltante”
Me responde el audio/mensaje que envíe. Y me vuelvo a romper, obvio. No sé qué me conmueve más si su tristeza o que me agradezca reconociendo que yo estoy ahí, pensando en ellxs también. Le respondo con la misma sinceridad y sensibilidad que ella. A mi también me pasa M, a mí también. La animo a intentar distraerse con las tareas, a que apostemos a charlar también aunque sea por audios con las personas que más queremos, que confiamos, que a mi me sirve. Me pregunto, ¿qué clase de vida tendrá M para mandarme semejante mensaje humanizado? ¿Quién la acompañará con todo esto que siente? ¿Qué círculo de contención tendrá? ¿Qué adultxs la estarán registrando? Porque hay que mandar semejante mensaje, con total apertura a una desconocida: yo no hago la tarea porque no me siento bien.
Un mes sin hablar casi de lo que sentimos, por los medios institucionales hablo, claro. Porque nosotrxs, muchxs, estamos armando redes de contención, de comunicación, de “aguante” y resistencia. “Perdón profe por no enviar la tarea”. “Gracias profe por mandar cosas más entretenidas”. “Gracias profe por saludar”. “Gracias chicxs por recibir con cariño”. “Gracias chicxs por tener paciencia”. “Gracias chicxs por realizar la tarea se que es un gran esfuerzo”.
Un mes que nosotrxs sí habilitamos que los sentimientos estallen -un mes también perdiendo la paciencia, claramente y aun así lo entienden-. Un mes preguntándonos, ¿qué clase de vida tenemos que tenemos que esconder lo que sentimos, funcionar como máquinas, producir a contratiempo, sin mirarnos a la cara? Porque claramente, no podemos vernos/encontrarnos.
Un mes reafirmando que tenemos una vida que no merecemos, porque vivimos en un mundo que se basa en la desigualdad y funciona gracias a ella. Porque aun ante una emergencia sanitaria nacional en el marco de una pandemia mundial, que se está llevando miles de vidas -vidas de lxs que no importan para el capital- nosotrxs tenemos que pensar en las aulas virtuales y los recursos digitales que, un mes después nos van “acercando” para sostener la continuidad pedagógica.
¡No queremos continuidad pedagógica, queremos continuidad humanitaria! No queremos sus recursos para calmarnos un mes después, queremos que ningún pibx más quede excluido de su derecho a ser educadx, de aprender, de acceder a los recursos educativos y económicos necesarios para una vida digna. Si no hubiera semejante desigualdad y miseria para muchxs seguramente, me la juego, que ningúnx M estaría internadx o hubiera pasado su embarazo en las condiciones que lo hizo – es más, no sabemos ni siquiera si quiso sostener ese embarazo- Ni ningún C tendría que esperar que le presten el teléfono o esperar que haya datos para avanzar, ni ningunx M tendría esa angustia paralizante que no deja avanzar.
Lo que intento decir es que hace un mes no hacemos más que transparentar las miserias del capitalismo, que no son novedades , que no se exacerban con la pandemia sino que se hacen más visibles que nunca y que profundizan los malestares, las desigualdades, el hambre, la tristeza, la angustia. Decime, ¿de qué nos vale festejar el desarrollo de recursos digitales para la continuidad pedagógica cuando el hambre azota? No se puede enfrentar y pretender sobrevivir a una pandemia con parches si no denunciamos que el capitalismo es lo que mata. Que si hay desigualdad es porque vivimos en una sociedad que naturaliza la pobreza, la miseria, la falta de recursos y la hipocresía -porque seguramente si tuvieran lxs villerxs los recursos en casa generaría polémica, ¿cómo unx pobre y excluido se atreve a gozar de la dignidad de tener una computadora en casa?
Si vamos a impregnar de progresismo nuestros discursos no nos estanquemos en las miserias del asistencialismo. Los parches nunca fueron soluciones a largo plazo. Es casi un imperativo ético -y mirá que odio los imperativos- que como docentes denunciemos el verdadero problema. ¡Tantos Freires dando vueltas y no podemos politizar la demanda!
Vivimos una vida que no merecemos porque naturalizamos y sostenemos un sistema económico y social depredador, generador de muerte y explotación, que chorrea ahora por todos lados, y que sigue sosteniendo que prefiere más pobres que muertos y entonces nos preguntamos ¿ qué vida vale “la muerte” vivir? No importa cuántas adaptaciones digitales hagamos, la miseria es estructural. No es nuestra tarea taparla.
Un mes resistiendo y conteniendo desde las pasiones alegres sin dejar de denunciar que el problema no es el acceso a los recursos, sino la forma en la que se distribuyen.
Bello Abril
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