Fuente: La Jornada/Maciek Wisniewski 20.03.2020
plan de paz para Medio Oriente, yo me imaginé al viejo Uri Avnery (1923-2018), el decano del periodismo israelí, saltando en la silla, agarrándose la cabeza y gritando: “¡ Chutzpa, chutzpa…!” (
descaro/insolencia, del hebreo/yiddish, un vocablo que se pasó al polaco, inglés y como una de las pocas palabras judías también al alemán). Avnery –que hasta el final de sus días contrario p.ej. a E. W. Said o I. Pappe creía en la
solución de dos estados, que el Acuerdo desnudó demostrando que la imparable colonización israelí lo volvió imposible− se deleitaba de describir y/o caricaturizar los múltiples
descarosdel
eterno líder de Israel(bit.ly/38C8JQo).
esta vieja cualidad judía− de tintes emancipatorias que Michael Löwy identificaba en las palabras de Ernst Bloch, el gran filósofo de la esperanza y uno de los más eminentes representantes de la
simbiosis judeo-alemana−otra vez de vuelta a Avnery, al cual siempre le gustaba recordar que nació como
Helmut Ostermann− cuando con una característica mezcla de mística cristiana, mesianismo judío y política revolucionaria aseguraba que “este mundo no es ‘verdadero’, en sentido que va más allá de la facticidad… Y si algo no corresponde a los hechos −y para nosotros, los marxistas, los hechos son sólo momentos reificados de un proceso y nada más−, pues tanto peor para los hechos ( umso schlimmer für die Tatsachen), como decía el viejo Hegel” ( Judíos heterodoxos. Romanticismo, mesianismo, utopía, Siglo XXI/UAM, 2015, p. 165-166).
La chutzpa de Israel −el truco
que este tradicionalmente empleó no sólo hacia los palestinos, sino también a sus aliados estadunidenses, en un intento de sincronizar
(¿ Gleichschaltung?) las políticas de Washington con las de Tel Aviv hasta el punto desesperar una vez al pobre Bill Clinton: ¡¿Quién carajos es la superpotencia aquí…?!
(bit.ly/2TCn0Z4)– es la chutzpa desde el punto de vista del poder y de la fuerza nuda bien encarnada en el propio Acuerdo que con su unilateralismo (Oslo al menos creaba una ilusión de negociaciones
y diálogo
) está basado en la realidad ya existente forjada por la ocupación –una palabra que desapareció por completo del documento (¡sic!)− buscando codificar
únicamente la realidad cruel de los hechos ( facts on the ground) y transformando en efecto todo el lenguaje, términos y reglas de la solución de conflictos: aquí sólo la parte dominante moldea a la otra a su antojo y de acuerdo con sus intereses (bit.ly/2PZOwxi). Es una “ chutzpa de hierro” –tratar con los árabes solamente desde la posición de la fuerza
, como insistía Jabotinsky− en la que los israelíes, bien apunta J. Ofir, acostumbran gritar ¡me pegan, me pegan!
mientras pegan y castigan a los palestinos (bit.ly/3aGuuQn).
Una vez Netanyahu –estableciendo una suerte de “récord Guinness de la chutzpa” (bit.ly/3aLGksi)− después de batallar por años al término limpieza étnica
evocado a menudo por los críticos de Israel (véase: I. Pappe, The ethnic cleansing of Palestine, Oxford 2006) de repente lo abrazó tildando a los llamados de retirar los asentamientos ilegales israelíes de las tierras palestinas… una limpieza étnica
(¡sic!) acusándolos a los palestinos –¡el mundo patas arriba!− de perseguir este tipo de políticas y querer su futuro Estado limpio de los judíos
, siendo más bien Israel fundado en ella y determinado siempre con quedarse con la mayor cantidad de tierra palestina con la menor cantidad de los palestinos posible (e idealmente libre de los árabes
( Arabrein). El ladrón denunciando el robo. Así no era una casualidad que N. Finkelstein titulase: Más allá de la chutzpa uno de sus libros iconoclastas que apuntaba a aquellas infames raíces de Israel y criticaba la “corrupta manera en que se habla del ‘conflicto israelí-palestino’” junto con el abuso de la acusación de (nuevo) antisemitismo
hacia los críticos de Israel ( Beyond chutzpah, California 2005). Respecto al Acuerdo, en otro lugar, Finkelstein subrayaba: “hay que poner la atención a su lenguaje. Ellos lo llaman The Deal of the Century. Trump, Jared e Ivanka son empresarios y la política no les importa, excepto cuando es vía al enriquecimiento personal (bit.ly/2xkTIVY). Bueno, Netanyahu está interesado en los dos.
Sea como fuere, frente a esta chutzpa −“Este Acuerdo no es ‘verdadero’…”, diría uno siguiendo a Bloch: aquí sólo una parte desde la posición de la fuerza demanda la incondicional rendición de la otra– lo único que les queda a los palestinos es “ sumud” (firmeza/resistencia
, del árabe).
Y si bien ya hace un par de décadas E. W. Said apuntaba que la esperanza ha sido eliminada del vocabulario palestino
(bit.ly/3ck4pZ7), en un buen estilo mesiánico blochiano o benjaminiano y en un espíritu de esta ya extinta cepa del pensamiento mitteleuropeo (nyti.ms/3aUOEX3) dejaba una puerta abierta para que esta pudiera regresar en forma de la visión de un sólo Estado binacional
basado en derechos iguales y sufragio universal (nyti.ms/2TYYznG). ¿Utopía? Bloch estaría encantado.