Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Palestina-genocidio-complicidades-y-heroica-Resistencia-20231103-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=33 Carlos Aznarez 3 noviembre 2023
Siguen pasando los días y el Holocausto palestino cobra cada vez mayor magnitud. Los relatos, las fotos y los videos que nos llegan desde Gaza, pero también desde la Cisjordania ocupada, no solo estremecen sino que desde cualquier grado de sensibilidad que pueda tener un ser humano, generan dolor y rabia, que son las antesalas peligrosas del odio. Si esto nos ocurre a tanta distancia de esos hechos, imaginemos por un instante cómo estarán digiriendo tales tragedias, sin final a la vista, los principales protagonistas de una, diez y hasta mil masacres, ocurridas en menos de un mes de ataques bélicos sionistas.
Allí están los rostros de esos niños y niñas preguntando a cámara: “¿Cuándo se van a decidir a hacer algo para que no nos sigan asesinando”?, pero también allí están los jóvenes y adolescentes, que con toda lógica y decisión, juran que si tuvieran un arma se alistarán con la Resistencia. Y seguramente ya lo estarán haciendo. Es bueno preguntarnos cuánto nos interpela el hecho que una mafia poderosa y violenta que gobierna esa entidad usurpadora a la que llaman “Israel” está cometiendo un crimen tras otro, bombardeando sin piedad hospitales, escuelas, campamentos de refugiados. Asesinando a voluntarios de instituciones humanitarias por tratar de ayudar en medio del horror, a periodistas, para evitar que muestren al mundo lo que es la esencia criminal del sionismo, a médicos heroicos que no duermen para tratar de aliviar -sin ningún tipo de insumos- los dolores de miles de heridos o desesperarse al tener que realizar cesáreas sin anestesia, en un último esfuerzo para que la vida que nazca le gane a la muerte que se ha naturalizado como tal. Y repreguntarnos: cuánto nos moviliza que los aviones de la ocupación continúen arrojando bombas de fósforo para terminar quemando los cuerpos de inocentes pobladores del campo de refugiados de Jabalia o Khan Yunis. ¿Han visto alguna vez cómo quedan esos cuerpos? Solo basta recoger el testimonio de uno de los enfermeros de la Media Luna Roja Palestina que ayudó a remover los escombros en uno de los barrios atacados: “Hasta los huesos estaban quemados, no pude soportarlo y lloré como nunca lo había hecho”.
Sin embargo, a pesar de todo el tiempo transcurrido desde el 7 de octubre, cuando Palestina entera se rebeló contra 75 años de ocupación, nada ni nadie parece poder frenar a los criminales seriales que anidan en Tel Aviv y en Washington. Esos, que a la luz del día y contando con la complicidad y el apoyo de los medios hegemónicos, siguen en su lúgubre tarea de convertir a Gaza en un cementerio. Un “territorio sin gente” como imaginaban los fundadores del sionismo y luego intentaron ejecutar las Golda Meir, los Sharon, y ahora los Netanyahu. Un territorio que en sus entrañas, aparte de la dignidad de palestinos y palestinas, contiene importantes yacimientos gasíferos, que es lo que la codicia de la entidad sionista y sus pares yanquis tanto ambicionan. El quid de la cuestión, que le dicen, aparte de dosis inmensas de racismo e islamofobia.
Dan nauseas las declaraciones de las sacrosantas instituciones internacionales y todos sus cómplices en cualquier continente, que aplauden a “Israel” por ejercer su “derecho a la autodefensa”. Derecho que le otorga, al parecer, luz verde para borrar de la existencia a miles de personas. No se diferencia en nada con el pensamiento nazi, fascista, franquista. Tampoco hay diferencias entre los que en otro momento mataban con gas en los campos de concentración nazis y los que ahora apelan al fósforo o napalm cuando bombardean hospitales atiborrados por civiles mutilados. Habitantes de Gaza que apelando a la mayor de las resiliencias se aferran a las tierra o a los escombros, pero no se marchan de allí como quisiera el invasor. O los que se desplazan buscando huir de las bombas, pero juran que no van a cruzar la frontera porque “aquí nacimos y aquí moriremos”.
Dan ánimo, y seguramente eso es lo que llegará a los luchadores palestinos de la Resistencia, que millones de hombres y mujeres del mundo ganen las calles para condenar los crímenes de lesa humanidad del sionismo, y apoyar la causa del pueblo palestino. También gratifica que algunos gobiernos latinoamericanos hayan entendido que en este escenario de Holocausto, al igual de lo que ocurrió contra Hitler o contra el apartheid de los racistas sudafricanos, no hay calle del medio. O se está con los agredidos, masacrados, quemados vivos por anhelar una libertad e independencia que se les niega, o se está con los agresores, constituyéndose en cómplices de quienes tarde o temprano deberán ser juzgados por sus crímenes. De allí que el mensaje de la calle de las y los solidarios con Palestina, debe ser la exigencia de que cada gobierno rompan relaciones con los ejecutores de un genocidio que ya ha provocado casi 10 mil muertxs y 25 mil asesinadxs.
Párrafo aparte, merece la posición reaccionaria de gran parte de la clase política argentina, de sus jueces y representantes mediáticos, que encabezados por los representantes de los dos partidos que aspiran a gobernar después de las elecciones del 19 de noviembre, acudieron días atrás a la cita de la entidad que representa al sionismo en nuestro país. Todos ellos, aparte de pasar por el besamanos, hicieron declaraciones de solidaridad con los genocidas israelíes, aplaudieron como hizo el candidato Sergio Massa, que “Israel” hace bien en defenderse para “aplastar el terrorismo” representado por todo aquel palestino que se rebele contras sus opresores. El peaje pagado por todos ellos y en especial por el fascista Javier Milei o la Bullrich, es ponerse de rodillas con quienes, en nombre del gobierno sionista, están robando el petróleo argentino de Malvinas o invaden el país -gracias a las gestiones del actual gobierno- con la empresa estatal de agua Mekorot. Son hechos que no sorprenden, forman parte de un proceso de derechización compulsiva que abarca a todo el planeta. Y es precisamente por eso que los ejecutores de dicho plan de dominación y recolonización mundial, necesiten sostener dos macro-acontecimientos bélicos a la vez: por un lado, intentar acabar con el Eje de la Resistencia en Medio Oriente, y por el otro acosar a la Federación Rusa, amparando al devaluado enclave títere ucraniano. La buena noticia es que, a pesar de los pesares, en ambos escenarios, y en otros que no son bélicos, comienzan a ser derrotados.
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