Por Iñaki AlRui*
El próximo miércoles volveremos a gritar ¡Pablo González Libertad!, siempre con la esperanza de que alguien se haga eco de esa petición. Lo haremos frente al consulado de Polonia, el país de la Unión Europea que detuvo arbitrariamente a Pablo y le mantiene encerrado en la prisión de Radom, en régimen de aislamiento, desde el 28 de febrero de 2022
Este miércoles se cumplen 850 días de detención de Pablo, 850 días reclamando su libertad y la espera, muy larga ya, de que la fiscalía polaca efectué una acusación formal y fije fecha de un juicio. A día de hoy esa solo se conoce una acusación genérica de espionaje pero ningún cargo concreto, y ni si quiera los abogados pueden trabajar en su derecho a la defensa.
850 días de espera para que el gobierno español se digne a prestar la atención que merece al caso de este periodista español, el único periodista encarcelado en la UE por ejercer su profesión.
850 días, que como mínimo podría estar pasando en prisión provisional en el estado español. Bastaría con que nuestro Ministerio de Justicia se ofreciese a colaborar con al mismo estamento de Polonia, leyes europeas dixit, y que el mismísimo comisario de Justicia de la UE recomendó en su día.
850 días, aislado en el módulo de máxima seguridad de la prisión de Radom, una cárcel dentro de la cárcel, recluido durante 23 horas al día en una miserable celda sin ver el exterior, con una hora de paseo en minúsculo patio donde solo ve un trozo de cielo, en total soledad, 850 días sin poder hablar por teléfono o videoconferencia con sus hijos, mujer, familia. Solo tres visitas en estos años, marcadas por el tiempo y la presencia de guardianes con ametralladoras.
850 días de violación de los Derechos Humanos, de las leyes garantistas europeas. 850 días de Injusticia…
Sin lugar a dudas hay 850 motivos, y alguno más, para solidarizarse con Pablo González, para salir a la calle y gritar ¡Pablo González Libertad!, para exigir al gobierno polaco que respete sus derechos fundamentales. Polonia está violando los derechos humanos y la libertad de prensa en el corazón de la Unión Europea. ¡Vergüenza!
Hay que exigir igualmente al gobierno español que rompa su inacción en este caso y defienda el cumplimiento de las leyes europeas ante el estado polaco. El Sr. Albares, aunque mienta descaradamente siempre que habla de Pablo, es perfectamente consciente de que su desidia e inmovilismo permite que este periodista siga encarcelado, sin derechos y sin juicio, dentro de la Unión Europea.
Esta concentración parte de la iniciativa acordada en el pleno de la Federación Europea de Periodistas (EFJ, por sus siglas en inglés), celebrado el pasado mes de mayo en la capital de Kosovo, en la que no se dudó en criticar duramente a las autoridades judiciales y políticas de Polonia, así como la casi inacción de las españolas, ante la “incalificable opacidad del caso contra un periodista prisionero en un país de la Unión Europea en situación de aislamiento, lo que supone una permanente tortura personal y psicológica”, como afirmó Luís Menéndez, delegado internacional de la FAPE.
La concentración cuenta con el apoyo de diversas organizaciones del mundo de la información y varios sindicatos de prensa, muchos más de los que figuran en el cartel, y por supuesto por el colectivo de amigos y familiares de Free Pablo.
Todas las veces que se narra esta historia, que se denuncia esta situación, seguirán siendo pocas hasta que consigamos la liberación de Pablo, e insisto en que el gobierno español se tiene que implicar en este caso y hacer uso de las relaciones diplomáticas con otro Estado miembro de la UE como es Polonia, para conseguir:
— Que se fije fecha de juicio cuanto antes, que los abogados puedan acceder a la acusación y preparar la defensa, y que sea juzgado lo antes posible y con todas las garantías procesales.
— A la espera de juicio, pedimos que salga en libertad condicional, libertad vigilada. Pero si a esta libertad condicional nos dicen que NO, bla, bla, bla… pues que pueda pasar la prisión preventiva aquí (es ciudadano europeo, es legislación europea), cerca de su familia, en España.
— Y si esto último tampoco fuera posible pues, al menos, que le saquen de la incomunicación y el aislamiento, que la familia le pueda visitar con la regularidad posible teniendo en cuenta el viaje a Polonia y que pueda hablar por teléfono o telemáticamente con su familia, sobre todo con sus hijos.
Todo lo anterior sabemos que está en manos del gobierno español, son gestiones burocráticas y voluntad política, y a día de hoy más fáciles que al inicio de todas estas peticiones, gracias al cambio de gobierno en Polonia.
El miércoles gritaremos muy alto, muy claro, sobran los motivos ¿Nos acompañas?
Seguimos!
* Miembro del Colectivo LoQueSomos. Otras notas del autor
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