Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/no-tirar-cohetes-antes-de-tiempo Francisco Louça 04/07/2020
Nadie se atreve a predecir el tamaño de la ola de quiebras hasta el final de 2020. Será la que determinará el nivel de desempleo en 2020 y 2021.
A pesar de que la pandemia continúa progresando (más de nueve millones de personas infectadas), en una primera ola que aún no ha disminuido pero que se extiende por todo el planeta, algunos titulares sugieren una buena noticia: la economía mundial se está recuperando. Pero más vale no tirar cohetes antes de tiempo.
El reverso de la medalla
China ha exportado, en mayo, solo un 3% menos que en el mismo mes de 2019. En EE UU, cuando se esperaba que el desempleo en mayo alcanzara el 20%, cayó del 14.7% al 13.3%, con más 2,7 millones de nuevos empleos. Amazon contrató a 175.000 trabajadores en marzo y abril. En España, la viceprimer ministra Calviño, candidata a la presidencia del Eurogrupo, anunció que la recuperación ya ha comenzado. Todo esto parece impresionante, pero es un espejismo.
China expandió la producción y las exportaciones de algunos sectores industriales con la nueva demanda durante la pandemia. En los Estados Unidos, el efecto de la ayuda familiar de emergencia ha respaldado la demanda interna y las estadísticas de desempleo están maquilladas por la cantidad de personas que ahora se consideran fuera de la población activa. Y todavía no tenemos los números para la recesión entre abril y finales de junio, que serán peores que las estimaciones iniciales.
Lo que, por otro lado, ya se sabe es que hasta mediados de abril los cuatro bancos más grandes del mundo en carteras de crédito constituyeron nuevas provisiones por un monto de 24 mil millones de dólares (en la recesión de 2009 la cantidad fue de cinco mil millones). Temen un efecto de arrastre de las bancarrotas de empresas y familias a lo largo de 2021. En Alemania, el subsidio de paro cubrió a 7.3 millones de trabajadores, en 2009 habían sido 1.5 millones. Y es proporcionalmente menor que en Portugal, 1.3 millones de personas en abril, 800.000 en mayo. La ayuda social de emergencia es mayor en toda Europa que durante la crisis de hace una década, y tanto en Alemania como en Portugal se espera un menor recorte de salarios, pero aún así habrá pérdida de ingresos. La demanda interna está comprimida. Y nadie se atreve a prever el tamaño de la ola de quiebras hasta finales de 2020.
Lo malo empeora
Será esta ola de quiebras, que es inevitable, lo que determinará el nivel de desempleo en 2020 y 2021. En Alemania, el aumento fue solo del 5,8% en abril al 6,3% en mayo, pero en Austria alcanzó el 12.8% en abril, 5.5% más que en 2019, y en Portugal hay más de 100.000 nuevos desempleados en un mes. Además, varios factores pueden agravar este efecto recesivo. Uno de ellos, al que se le ha prestado poca atención, es el fraude en el despido. Hubo indicios de esto en Portugal, con la lista de empresas que recibirían pagos de la Seguridad Social para los trabajadores que, incluso con un salario reducido, continuan trabajando. En Francia, un estudio indica que alrededor del 10% del presupuesto total gastado en despidos no debería haberse pagado. El fraude ciertamente indica avaricia, pero en algunos casos también es un presagio del cierre de las empresas. Algunos estudios, como un artículo publicado el mes pasado por economistas de las universidades de Chicago, Stanford e ITAM, México, anticipa que el 42% de los despidos serán permanentes. Este impacto puede ser devastador, sobre todo porque mientras tanto las ayudas de emergencia garantizadas por los Estados se agotarán.
Hay que recordar que el año no se preveía bueno. En noviembre pasado, la OCDE anticipó que «la perspectiva global es frágil, con signos crecientes de que se está consolidando una recesión cíclica». El FMI predijo «el crecimiento más lento desde la crisis financiera mundial». Esta desaceleración se vio naturalmente agravada por la conmoción de la pandemia, con la caída de la producción y el comercio mundial, y esta semana el pronóstico del FMI es de una recesión global del 4.9% del PIB, peor que en 2009. Para Europa, pronostica una caída del 10,2%, pero de más del 12% en los casos de Francia, Italia y España. Algo nunca visto. Mejor guardar para otra ocasión los cohetes.
Lo peor sería volver a la normalidad
Mientras tanto, las deudas soberanas se dispararon con déficits causados por las ayudas sociales y a las empresas, lo que no podía ser de otra manera. Los nuevos cálculos oficiales para las relaciones deuda pública / PIB son de 131% para Portugal, 115% para España, 116% para Francia, 159% para Grecia, 160% para Italia. Por lo tanto, la perspectiva de recuperación en 2021, que las autoridades europeas continúan celebrando, depende en gran medida de lo que sucederá con estas deudas. Si se restablecen las reglas del Pacto de Estabilidad, los países deberán aplicar políticas fiscales recesivas de inmediato, con un efecto de contaminación peligrosa. Volver a esa normalidad sería la peor amenaza.
Esta decisión, como siempre, depende de Alemania. Es de prever que Merkel logrará un cierto compromiso con el bloque holandés con respecto al programa de recuperación europeo, sus condiciones concretas serán decisivas para los países del Sur. El problema es que la tentación es grande: 10 años después del gran rescate bancario como consecuencia de la crisis financiera de 2008, esta recesión está generando una nueva división del trabajo en la Unión Europea, en la que las economías excedentes pueden reforzar a sus campeones industriales y reconstruir sus bancos, concentrando una mayor capacidad productiva y financiera, y marginando a la periferia a las economías española e italiana. Estos no son días de unión y es de quienes la proclaman de lo que deberíamos desconfiar más.
Fuente:
«Expresso», 27 de junio 2020
Traducción:G. Buster