¡No puedo respirar! El racismo es el principal virus en EEUU

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/no-puedo-respirar-el-racismo-es-el-principal-virus-en-eeuu                                                     Ramón Górriz                                                                                                                  Ana Fernández Asperilla                                                                                 06/06/2020

¡No puedo respirar! fue de las últimas frases que pronunció George Floyd, el hombre negro brutalmente asesinado por la policía en Minneapolis el 25 de mayo pasado. ¡No puedo respirar! es el grito de indignación en las protestas que recorren las ciudades del país. ¡No puedo respirar! es la síntesis de la intimidación y del acoso que la población afroamericana soporta en los Estados Unidos y que se ha agravado desde que Trump llegó a la Casa Blanca en 2016.

No es un hecho aislado sino un elemento estructural de los códigos informales de comportamiento de la policía estadounidense que pone en peligro la vida y la integridad de la población negra. Hasta el punto de que hay una inversión de valores para la ciudadanía negra en América, de manera que la presencia policial no se percibe como un factor de seguridad sino como una amenaza para la propia vida.

No es un fallo del Estado americano sino el síntoma de una crisis profunda: miles de manifestantes negros y blancos han salido a las calles porque no reconocen la legitimidad de la violencia física, que en nombre del Estado ejerce la policía. Es decir están denunciando la esencia misma del Estado como entidad que en un territorio determinado reclama con éxito el monopolio de la violencia física legítima. La ciudadanía ha salido a manifestarse indignada por la brutalidad policial contra los afroamericanos que la muerte de Floyd ha sacado a la luz. Una violencia interiorizada que se ejerce cotidianamente, como bien ilustra el cine norteamericano, una de las expresiones más genuinas de su cultura.

Desde la Casa Blanca Donald Trump ha amparado actos de los supremacistas que le apoyaron en la carrera frente a Hillary Clinton. Dos ejemplos: el 12 de agosto de 2017, un supremacista atropelló premeditadamente a una mujer que participaba en una manifestación de protesta contra la ultraderecha en Charlestonville. Los supremacistas habían convocado una marcha bajo la consigna de «unir a la derecha» y contra la decisión de retirar la estatua del general sudista Robert E. Lee. La mujer murió y Davis Duke, antiguo líder del Ku Klux Klan afirmó, antes de estos acontecimientos: “vamos a cumplir con las promesas del presidente Donald Trump y retomar el país”. La condescendencia de Trump ante la agresión contrastó con su actitud frente a los deportistas negros que rechazaron lo ocurrido arrodillándose mientras sonaba el himno nacional. Era su forma de denunciar la violencia contra los negros. Trump les insultó y pidió su despido a los equipos. Los periódicos lo recrean ahora. Sin embargo, no se recuerda otro suceso al inicio del mandato presidencial, premonitorio de la violencia estructural que se avecinaba contra la población negra. En 2017 la camarera negra Kelly Carter trabajaba en un restaurante de Virginia, donde sirvió a dos jóvenes blancos que le dejaron un mensaje en la factura: «el servicio recibido fue excelente pero no damos propinas a los negros». Habitualmente los clientes abonan las propinas en bares y restaurantes americanos ya que forman parte de la remuneración de los trabajadores de la hostelería. El mensaje daba a entender a la trabajadora negra la existencia de una jerarquía racial. Los autores de la nota se hicieron eco de los objetivos de la extrema derecha americana y del KKK para que las personas negras interioricen esa jerarquía racial perpetuándose como un grupo étnico subalterno. Para conseguir el acatamiento de esa condición subordinada se emplea la violencia como medio de intimidación. La muerte de Floyd a manos a de un policía blanco que acumula 17 denuncias por abusos, sin que se le hubiese apartado del cuerpo policial lo pone de manifiesto.

Floyd no es la única víctima mortal afroamericana. El actor Georges Clooney ha recordado recientemente en un artículo los asesinatos a manos de la policía de Rodney King y de Eric Garner en 1992 y 2014. Colgar a un negro era un crimen que salía gratis a los racistas todavía en 1940. La probabilidad de que una persona negra muera a manos de la policía es el doble que para una blanca. La violencia racista es estructural. La pobreza de los hogares negros dobla a la de las blancos, que, de ordinario son diez veces más ricos. La brecha salarial entre unos y otros es de 26 puntos.

En 2019 los reclusos afronorteamericanos representaba el 38 % mientras que la gente negra suponen el 12% en la sociedad. Ahora bien, ¿por qué esta vez la protesta recorre todo el país? no ocurría desde los 60 con el movimiento por los derechos civiles. La crisis del coronavirus suministra algunas claves: las poblaciones negra y latina son las más afectadas por la enfermedad en ciudades como Nueva York o Chicago. En esta última las muertes de afroamericanos representaban en abril el 72%, siendo sólo el 30% de la población. Sus peores condiciones de salud y las patologías previas son las razones, según el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU. Sus empleos mal pagados y su escasa cualificación no les permiten acceder a pólizas de seguro médico decentes ni al teletrabajo. Además están más expuestos a la pandemia, porque en sus empleos están en contacto permanente con gente. En abril, 36’5 millones de personas solicitaron el subsidio de desempleo y el paro alcanzó el 14’7% – una tasa inédita desde la Gran Depresión-. Mientras el desempleo de los blancos fue del 14’2 %, el de afronorteamericanos e hispanos alcanzó el 16,7% y 18’9% respectivamente.

Lo que estos datos vienen a indicar es que la segmentación étnica y la jerarquía racial, que dan lugar a una de las líneas principales de fragmentación de la mano de obra, constituyen un elemento clave de la gestión de la fuerza de trabajo en el capitalismo norteamericano. Esto es así desde el colapso del esclavismo tras la Guerra Civil y la asalarización masiva de la población afroamericana.

presidente de la Fundación 1º de Mayo de CCOO.
directora del Centro de Documentación de las Migraciones de la Fundación 1º de Mayo de CCOO.

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