Niños pequeños

Fuente: https://kaleidoskopiodegabalaui.com/2020/03/01/ninos-pequenos/

Antiguas escuelas de Porto de Sanabria. Foto de @gabalaui.
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El pasado 27 de diciembre el Ayuntamiento de León aprobó una moción que reclamaba constituirse como una nueva comunidad, junto con las provincias de Zamora y Salamanca. Semanas después el alcalde leonés se sentía muy satisfecho y orgulloso de que por fin se hablara de León en todas partes. Nadie preguntó a las zamoranas y salmantinas. Tampoco se consultó a las leonesas aunque la idea sea del agrado de una parte de ellas. Si una comunidad social y política decide por consenso formar una comunidad autónoma, no hay constitución que pueda negar esta voluntad. Ninguna constitución democrática, claro. De esta manera, si las leonesas quieren formar parte de una comunidad propia deberían poder hacerlo sin impedimento alguno. Pero lo que se aprobó en el Ayuntamiento de León no tiene que ver con una comunidad de personas que deciden de forma consensuada ser autónomas o independientes. Fue una iniciativa política de naturaleza publicitaria detrás de la cual se encuentran los problemas reales que sufre no solo la provincia leonesa sino todas las provincias que constituyen Castilla y León.

En el verano del año 2018 Porto, un pueblo de la comarca de Sanabria en Zamora, votó en una consulta simbólica abandonar Castilla y León y adherirse a la comunidad gallega. Porto, un pueblo fronterizo con una cultura híbrida, tiene los mismos problemas que gran parte de los pueblos del estado, de eso que han llamado la España vaciada. A la despoblación, el envejecimiento y la falta de empleo se une una carretera estrecha, sinuosa y, generalmente, en mal estado que dificulta el acceso de, por ejemplo, los servicios de salud. Pradorramisquedo, un pueblo a pocos kilómetros, que pertenece a Galicia, convocó una consulta en el año 2005 para adherirse a Castilla y Léon al considerar que la comunidad gallega les tenía abandonados. Sus reivindicaciones eran muy básicas. Un autobús de línea, que les permitiera bajar a Viana para realizar gestiones y acudir al centro de salud, y un médico que pasara consulta algunos días a la semana. Problemas parecidos con perpetradores diferentes. Hace unas semanas la cadena de televisión Cuatro realizó un reportaje sobre la España vaciada en el que se habló de las dificultades de varios pueblos, entre los cuales se encontraba Porto. Apenas hablaron de su problemas reales. Se centraron en lo anecdótico. Porto quiere ser independiente.

A veces es necesario llamar la atención para que se den cuenta de que estamos aquí. Los niños pequeños lo hacen en muchas ocasiones. Hacen cosas singulares, que sus padres no entienden, porque no han podido o sabido transmitir qué es lo que les pasa. La sociedad convierte a las personas en niños que tienen que llamar la atención de sus papás, o políticos o instituciones, para que les reconozcan como sujetos con necesidades varias. Buscamos su mirada y deseamos que nos protejan y satisfagan nuestras necesidades. Esta inmadurez es un rasgo definitorio de las sociedades jerarquizadas, necesaria para que los que se encuentran en la cúspide tengan el poder y el control de los que se encuentran en posiciones de inferioridad. Las sociedades maduras no son jerárquicas. La sociedades maduras están compuestas por personas que son capaces de abordar sus problemas y encontrar soluciones de forma consensuada y solidaria en un plano de igualdad. Las sociedades inmaduras abordan los problemas desde la división, el enfrentamiento y la desigualdad.

Los problemas de la provincia de León son los mismos problemas que en el resto de Castilla y León. Ciudades de servicio, con poca industria, emigración, despoblación del mundo rural, identidad difusa e invisibilidad. Probablemente el más grave tiene que ver con la invisibilidad. No es que no existan, sino que no se les ve. Esta invisibilidad está relacionada con el conservadurismo, la introversión y la resistencia al cambio social. Estas características han convertido a la sociedad castellana y leonesa en algo imperceptible. A esto se une la ausencia de una identidad colectiva, de tal manera que muy pocas personas se consideran castellanas y leonesas. Son abulenses, zamoranos, leoneses, salmantinos, sorianos, segovianos, palentinos, vallisoletanos o burgaleses. La carencia de una identidad colectiva provoca que los problemas se intenten resolver desde ámbitos estrictamente regionales, como pretende hacer León, y no colectivo o comunitario. La mirada simplista y pueril convierte un problema colectivo en una oposición de intereses entre regiones heridas de muerte. Es decir, se construye una rivalidad entre regiones, que compiten en ver quién está más despoblada, quién tiene menos recursos o quién está más abandonada. Una contienda artificial entre necesitados.

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