Andrea Lobo, Lawrence Porter, Barry GreyEl jueves 17 de octubre, Nikole Hannah-Jones, autora principal del “Proyecto 1619” del New York Times, apareció en la Universidad de Michigan en Ann Arbor en un evento titulado “Realizar la justicia y la equidad en el largo arco de la historia”.
Hannah-Jones respondió preguntas de dos moderadores durante más de una hora, dando una presentación apenas coherente de su concepción racialista de la historia estadounidense y la sociedad contemporánea. No respondió preguntas de la audiencia de varios cientos de personas, en línea y en persona.
A pesar de su carácter fracturado e intelectualmente empobrecido, su presentación tenía un propósito claro: emplear las falsificaciones racialistas de la historia difundidas por el Proyecto 1619 para promover la campaña presidencial de la candidata demócrata Kamala Harris.
Más fundamentalmente aún, Hannah-Jones buscó, en respuesta a la creciente resistencia de la clase trabajadora en Estados Unidos a la guerra, el genocidio y la explotación capitalista, insistir en que la raza, no la clase, es la fuerza impulsora del desarrollo social y político, y que los trabajadores blancos son parte del legado continuo de la supremacía blanca arraigada en la historia de la esclavitud en el sur de Estados Unidos.
Hannah-Jones comenzó con una defensa del Proyecto 1619 como el marco básico para comprender la política estadounidense y la elección de crisis de 2024. Dijo:
Desde que salió el Proyecto, siento que, podría decirse, el Proyecto ha sido claramente confirmado. Si quieren entender lo del 6 de enero, si quieren entender cómo es posible que ahora haya un partido político (…) que tenga a alguien diciendo abiertamente “No creemos en la democracia, que si la democracia es multirracial, eso no es lo que queremos”, (…) que podrían apoderarse del país y anular las elecciones. Todo eso (…) no se explica con 1776, no se explica con estas ideas de libertad. Sin embargo, se explica con 1619.
Hannah-Jones argumentó en el Proyecto 1619, que se publicó por primera vez en agosto de 2019 en la revista New York Times, que la “verdadera” fundación de los Estados Unidos no fue la Declaración de Independencia de 1776, sino la llegada y venta de los primeros esclavos africanos a Virginia en 1619. Como resultado de este “pecado original”, escribió, “el racismo anti negro corre por el ADN mismo de este país”.
El Proyecto 1619 ha sido intensamente promovido por la oligarquía empresarial y financiera, y en particular por el Partido Demócrata, que promueve sin descanso la política de la identidad racial y de género. Se distribuyeron cientos de miles de ejemplares de la revista en las escuelas y se utilizaron como base para nuevos planes de estudio, mientras que una edición en formato libro y un libro para niños fueron los más vendidos del New York Times. El año pasado, Hulu lanzó una serie documental de seis episodios, con la multimillonaria presentadora de televisión Oprah Winfrey como productora ejecutiva.
El World Socialist Web Site, que identificó el Proyecto 1619 como un ataque importante al contenido democrático de la Revolución estadounidense y la Guerra Civil, publicó una serie de refutaciones devastadoras de las falsificaciones de la historia del Proyecto, que incluían entrevistas con historiadores destacados.
Hannah-Jones ha empleado nuevos giros lingüísticos en lugar de un análisis histórico serio – por ejemplo, llamando a la esclavitud una “píldora venenosa” – , pero no ha ofrecido ninguna respuesta al WSWS.
En la Universidad de Michigan, sostuvo que lo que “permitió que ocurriera 1776 es que la idea misma del republicanismo surgió en Virginia de hombres blancos que tienen poder y riqueza porque participaron en la esclavitud y que pueden creer en la idea de dejar que la gente decida porque, de hecho, el 40 por ciento de la población no tiene voz ni voto en la democracia porque está esclavizada. Tenemos que entender eso si queremos entender nuestra sociedad”.
En otras palabras, la crisis política en los EE.UU., la evolución del Partido Republicano bajo Trump en un partido fascista y la violencia política en torno a las próximas elecciones son la confirmación de que la Revolución estadounidense no fue progresista, sino que fue en realidad una revuelta de los esclavistas del Sur impulsada por el miedo a un creciente movimiento antiesclavista en Gran Bretaña. Hannah-Jones repitió esta falsificación de la Revolución estadounidense a partir del Proyecto 1619 en sus comentarios en Ann Arbor.
La guerra revolucionaria, sostuvo, no se libró para poner fin a la subyugación por parte de la principal potencia colonial del mundo en ese momento, ni por cuestiones como “No hay impuestos sin representación”, sino para defender la institución de la esclavitud. Ignoró el papel revolucionario de actores en las colonias del norte como los Hijos de la Libertad de Boston y Sam Adams, entre otros.
Hannah-Jones trazó una línea directa entre los orígenes supuestamente reaccionarios de los Estados Unidos y la creciente crisis social y política en la América contemporánea. Sostuvo que la ira de la clase trabajadora por el empeoramiento de las condiciones sociales y la creciente desigualdad económica es en realidad una expresión de racismo. “Lo que nos han enseñado es sobre la ‘ansiedad económica’”, declaró, “de hecho, se trata de ansiedad demográfica. Se trata de una mayoría [blanca] aquí que está perdiendo su supremacía demográfica, pero también el poder político que surge de eso”.
Una defensa de la acción afirmativa y la financiación de los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI)
El principal foco de la presentación de Hannah-Jones fue la preocupación de que la “mayoría blanca” (a través de Trump y los republicanos) esté tratando de hacer retroceder los programas de acción afirmativa y “diversidad, equidad e inclusión” (DEI) que han elevado a una fina capa de afroamericanos a posiciones lucrativas en los medios de comunicación, la política, la academia, el establishment corporativo y el estado. Esto es, sobre todo, lo que ella quiere decir con “salvar nuestra democracia”.
La oficina de DEI de la universidad copatrocinó su charla, y su directora de diversidad, la Dra. Tabbye Chavous, presentó el evento advirtiendo sobre un movimiento “anti-DEI”. El mismo día del evento, los colegas de Hannah-Jones en la revista New York Times Magazine publicaron un artículo titulado “What to know about the University of Michigan’s D.E.I. Experiment” (“Lo que hay que saber sobre el experimento D.E.I. de la Universidad de Michigan”), que defendía la asignación de 250 millones de dólares para estos programas desde 2016.
Hannah-Jones argumentó que “los ataques a lo que llaman teoría crítica de la raza, lo que llaman DEI, lo que llaman conciencia son en realidad ataques a nuestra capacidad de comprender el país que tenemos para poder abordar la cuestión de la raza, que debería salvar nuestra democracia”.
Se refirió al fallo de la Corte Suprema en junio de 2023 de poner fin a la acción afirmativa y al compromiso de la campaña de Trump de recortar la financiación y los puestos para la acción afirmativa y los programas DEI. Ella afirmó que esto era el resultado de una “amnesia histórica” sobre las raíces del país en la esclavitud y el racismo blanco.
De hecho, estos programas no tienen nada que ver con la defensa de la democracia o los intereses de la gran mayoría de los afroamericanos, cuya posición social ha seguido deteriorándose junto con la del resto de la clase trabajadora. En las últimas décadas, la desigualdad económica dentro de la población afroamericana ha crecido más rápidamente y de manera más marcada que dentro de la población estadounidense en su conjunto. Un estudio de 2016 de los datos del censo concluyó: “Una familia negra en el 1 por ciento más rico tiene un patrimonio asombroso 200 veces mayor que una familia negra promedio. Si los negros de Estados Unidos fueran un país, estaríamos entre los más estratificados en términos de riqueza del mundo”.
Desde que el presidente republicano Richard Nixon promovió el “capitalismo negro” tras las rebeliones urbanas de los años 60, la clase dominante ha utilizado la asignación de privilegios en función de la raza en las admisiones universitarias, los programas de formación de oficiales militares y los puestos corporativos para promover la ilusión de movilidad social y apuntalar la legitimidad de las fuerzas armadas, el Estado y el sistema capitalista en su conjunto, aunque abandonó cualquier atisbo de reforma social.
La continuación de este sistema de asignación de privilegios requiere la mentira de que el racismo es una característica inerradicable de la sociedad estadounidense, una mentira que se ha arraigado en la política del Partido Demócrata.
La falsificación racialista de la historia y la sociedad contemporánea ha permitido a Trump explotar la debilidad del apoyo popular a la política de identidades en la clase trabajadora, incluidos los trabajadores negros. La explicación del trumpismo estrictamente como una cuestión de raza en realidad ayuda a los fascistas a encubrir su agenda de establecer una dictadura brutal para aplastar la oposición de todos los trabajadores a las guerras y la austeridad que exige la clase dominante capitalista.
Votar “es la mínima porquería que podemos hacer”
En su aparición en la UM, Hannah-Jones dijo que votar “es la mínima porquería que podemos hacer” para salvar la democracia. Sin embargo, a pesar de todo lo que habló sobre la democracia, no mencionó que la administración Biden-Harris anunció el despliegue de “soldados sobre el terreno” en Israel el domingo anterior, implicándose aún más directamente en el genocidio en Gaza y la expansión de la guerra en Oriente Medio. Hannah-Jones también guardó silencio sobre la escalada del apoyo de Estados Unidos y la OTAN a un régimen ucraniano dominado por neonazis en una guerra contra Rusia que amenaza con desencadenar un holocausto nuclear.
También decidió guardar silencio sobre la represión de los manifestantes contra el genocidio de Gaza en la Universidad de Michigan y en los campus de todo Estados Unidos. La universidad envió a la policía a arrestar a cuatro manifestantes pacíficos en agosto, presentó cargos por delitos graves contra 11 estudiantes y llevó a cabo un brutal asalto policial contra una protesta pacífica el 7 de octubre. Dos días antes de la conferencia, la policía de Ann Arbor anuló una prohibición que impedía a los miembros del Partido Socialista por la Igualdad entrar en el campus. La prohibición se había emitido en represalia por su “delito” de distribuir folletos para una reunión pública en la universidad en la que participaba el candidato presidencial del PSI, Joseph Kishore, que promueve una perspectiva socialista contra la guerra, el genocidio, la crisis social y la creciente amenaza de la dictadura y el fascismo.
Un periodista del World Socialist Web Site se acercó a Hannah-Jones después del evento y le preguntó sobre su postura sobre el genocidio de Gaza y la campaña de Harris, señalando que la vicepresidenta demócrata y actual candidata presidencial se había reunido con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y había declarado su apoyo a la guerra genocida contra los palestinos. Ella respondió que, como periodista del New York Times, “no puedo hablar de política”.
El cinismo y la deshonestidad de esta respuesta son obvios. Hannah-Jones estuvo presente en la Convención Nacional Demócrata en agosto, donde Kamala Harris y Tim Walz fueron confirmados como la candidatura presidencial del partido. Allí llevaba un pin en el pecho que mostraba a Harriet Tubman, una destacada abolicionista que escapó de la esclavitud.
En la Convención Nacional Demócrata, explicó a AURN News: “Tengo a Harriet Tubman porque este es un momento por el que las mujeres negras hemos estado luchando desde que nos trajeron a este país y ver que ese techo de cristal finalmente puede romperse, pero roto por aquellas de nosotras que estábamos en el fondo de la sociedad, es simplemente muy poderoso”.
La asociación de Tubman con un criminal de guerra imperialista como Harris hace estallar las pretensiones democráticas de Hannah-Jones, el Proyecto 1619 y su política racialista.
Hannah-Jones se ha convertido en multimillonaria como resultado del Proyecto 1619, recaudando lucrativos honorarios por conferencias en eventos como el celebrado la semana pasada en Ann Arbor, así como subvenciones, incluida una subvención de 2019 del gigante petrolero Shell, que tiene una importante presencia en Oriente Medio. En su alma mater, la Universidad Howard, dirige el Centro para la Democracia y el Periodismo, que cuenta con un respaldo de 20 millones de dólares en financiación.
El mito del “capitalismo racial”
La moderadora principal del evento de la semana pasada fue la profesora de la UM Terri Friedline, quien introdujo el concepto de “capitalismo racial” en la discusión, mencionándolo como uno de los temas que enseña en el campus. Su pregunta se refería a un episodio de la serie documental de Hulu que presenta el fallido intento de sindicalización en el almacén de Amazon en Bessemer, Alabama, como un supuesto estudio de caso de “capitalismo racial”.
El término fue popularizado por el profesor Cedric Robinson, exdirector del Centro de Investigación de Estudios Negros de la Universidad de California en Santa Bárbara, en su libro Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition – Marxismo negro: la creación de la tradición radical negra –, publicado en 1983 y reeditado en 2020 tras las protestas contra el asesinato policial de George Floyd.
Robinson escribió que el racismo tiene su génesis en las relaciones “internas” de los pueblos europeos y es parte del “inventario de la civilización occidental”. Él argumentó:
Como fuerza material, entonces, podría esperarse que el racismo inevitablemente permeara las estructuras sociales emergentes del capitalismo. He usado el término “capitalismo racial” para referirme a este desarrollo y a la estructura subsiguiente como una agencia histórica.
Respaldando esta noción, Hannah-Jones respondió a Friedline diciendo: “Todo el capitalismo en Estados Unidos es capitalismo racial… nuestro sistema de capitalismo fue moldeado a través de la esclavitud racializada”.
Reiteró:
Todo el capitalismo en Estados Unidos es capitalismo racial… Hay mejores formas de capitalismo. No está diciendo que hay que renunciar al capitalismo. Está diciendo que tenemos en Estados Unidos, debido a nuestra historia, una forma muy explotadora de capitalismo.
Las conclusiones políticas que se desprenden de este pseudoanálisis son bastante obvias. El problema en Estados Unidos no es el capitalismo y la explotación de clase, la dominación de la sociedad por una clase parásita de oligarcas multimillonarios. Por el contrario, todos los males sociales y políticos se derivan del racismo blanco, que está arraigado en los orígenes de Estados Unidos y que debe abordarse elevando a una capa estrecha de negros a posiciones de riqueza y poder para que compartan los frutos de la explotación de clase.
Al igual que Robinson, Hannah-Jones rechaza las raíces del racismo como algo que reside en formas específicas de producción como la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo, y las ideologías resultantes empleadas por la clase dominante para defender su dominación. En cambio, como oponentes del materialismo histórico, ven el racismo como algo intrínsecamente arraigado en la psique de la “gente blanca”.
El intento fallido del sindicato de minoristas, mayoristas y grandes almacenes (RWDSU, por sus siglas en inglés) de establecerse en la planta de Amazon de Bessemer en dos votaciones de sindicalización separadas supuestamente ejemplifica el “capitalismo racial”, porque demuestra la continuidad de la “supremacía blanca”, según Hannah-Jones. Ella afirmó en la UM que el intento de sindicalización fracasó porque “los trabajadores blancos votaron por sus intereses raciales” al oponerse al sindicato.
Este argumento es falso. En primer lugar, ignora “las décadas de traiciones a todos los trabajadores a manos de la misma burocracia sindical por la que ahora se espera que voten”, como se explica en una reseña de la serie de Hulu realizada por el WSWS.
En 2021, el RWDSU solo obtuvo 738 votos de un total de 5.800 trabajadores (13 por ciento), y 1.798 votaron en contra. Un recurso legal por prácticas laborales injustas dio lugar a una segunda votación en 2022, que dio como resultado 875 votos a favor del RWDSU y 993 votos en contra, de nuevo con solo un pequeño porcentaje de la fuerza laboral votando. Dado que el 85 por ciento de los trabajadores de la planta son negros, la gran mayoría de los trabajadores negros de la planta no apoyaron la creación del sindicato.
El presidente del sindicato, Stuart Appelbaum, intentó utilizar la política racial para vender el esfuerzo de sindicalización, calificándolo de ‘ajuste de cuentas racial’ y continuación del movimiento Black Lives Matter (BLM) — Las vidas de los negros importan. Desplegó activistas y simpatizantes de BLM para hacer campaña en el almacén. No se puede culpar a los trabajadores de la planta por oponerse a los esfuerzos para dividirlos en líneas raciales, o por encontrar sospechoso el hecho de que el año anterior, su jefe multimillonario, Jeff Bezos, había donado 18,5 millones de dólares a ‘organizaciones centradas en la lucha contra el racismo sistémico’, incluido BLM.
El apoyo de Hannah-Jones a la burocracia sindical como expresión de “democracia” refleja el creciente temor en los círculos gobernantes y la clase media alta al surgimiento de un movimiento de clase contra la guerra y el capitalismo que se libere del yugo y el aislamiento impuestos por el aparato sindical. En respuesta, Hannah-Jones está inyectando deliberadamente el tema de la raza para apuntalar a la burocracia, dividir a los trabajadores y reprimir ese movimiento.
El World Socialist Web Site identificó hace mucho tiempo los intereses de clase de quienes promueven la política racialista como totalmente antagónicos a los de la clase trabajadora. Cinco años antes de que apareciera el Proyecto 1619, el WSWS escribió en “Raza, clase y violencia policial en Estados Unidos”:
Estas personas tienen una agenda. Es alentar divisiones a lo largo de líneas raciales dentro de la clase trabajadora. Según ellos, el problema básico no es el capitalismo, un sistema basado en la explotación y la opresión de clase, del cual la discriminación racial es una expresión, sino más bien un odio a los negros que de alguna manera está incorporado en el código genético de los blancos. Sobre esta base, es una progresión natural e inevitable apoyar a los demócratas negros y sus aliados burgueses y oponerse a un movimiento independiente y unido de la clase trabajadora contra todo el establishment político.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de octubre de 2024)