A veces uno sabe de qué lado estar,
simplemente viendo quiénes están del otro lado.
Leonard Cohen
Entre la bulocracia y las tonteorías es un no parar de leer exclusivas, noticias o trabajos de investigación (¿?) en los que se sigue acusando sin pruebas a Pablo González.
El infame rotativo El Mundo sacó en portada el domingo el siguiente titular: “El espía ruso español Pablo González siguió a Navalny y elaboró un informe de las clínicas donde le trataban”, en el que se mezcla el nombre de Navalny con el de Pablo González, un cóctel explosivo de desinformación: el disidente ruso muerto en prisión y un periodista espía que “algo habrá hecho”. El artículo no viene solo, ha salido en una cadena de tres o cuatro sobre el mismo tema, aunque ninguno aporta nada nuevo. No sé cuánta gente, cuántos lectores de esta prensa llegaran a creerse las historias que les cuenta este artículo, una sopa demasiado recocida.
No vamos a ponernos a desmentir punto por punto lo que dicen estos artículos inmundos, pero al menos comentaremos un par aspectos que muestran bien el tipo de “periodismo” de El Mundo (¡por si alguien no lo sabía ya!).
Pablo, llamado en esta propaganda de la desacreditación “alias Pavel Rubtsov” (no es ningún alias, es su nombre legal en su pasaporte ruso,) es presentado como sospechoso de todo lo que se les ocurra a los narradores… incluso de conocer las direcciones de las clínicas donde fue operado Navalny. ¡Vaya, qué descubrimiento!
Dice El Mundo que cuando Navalny vino a Barcelona a operarse del ojo, “Pablo González informó al servicio de inteligencia militar ruso GRU sobre ese viaje e incluso facilitó el nombre y la dirección de la clínica, el Instituto de Microcirugía Ocular”. Menos mal que tenemos la hemeroteca. Esos supuestos datos “sensibles”, resulta que todo el mundo lo sabía, véase el titular de La Vanguardia del 12 de mayo de 2017:
Como se ve, ese viaje no era ningún secreto, ni para el GRU ni para nadie: el propio Navalny lo iba contando a través de Instagram y Twitter: https://es.euronews.com/2017/05/09/el-opositor-ruso-alexei-navalny-operado-en-barcelona-recuperara-la-vision
Nos presentan una foto de Pablo González con Navalny como si eso demostrase algo. ¿Es que todos los periodistas occidentales que pudieron no entrevistaron a Navalny? ¿Es que Stephen Sackur, que entrevistó en su programa en la BBC a Navalny, es por ello un espía? Toda la prensa occidental se vuelca desde hace años en dar voz a la disidencia rusa, y para ello les entrevistan, les localizan, recaban información sobre ellos, se van a los sitios donde estén con su cámara. Es lo más normal del mundo, se llama periodismo.
El periódico cita haber “tenido acceso en exclusiva a través de diversas fuentes de Inteligencia españolas y extranjeras a decenas de informes y documentos sobre el hispanorruso que ejerció como periodista freelance al estallar la guerra de Ucrania”. Tenemos nuestras dudas que de las citadas agencias de inteligencia hayan abierto sus supuestos archivos TOP SECRET para que unos periodistas lo cuenten tal cual. Pero desde luego, si esto fuera así, se ve que no se lo curran mucho. ¿De verdad lo más grave que pueden decir de Pablo González es que recabó información sobre disidentes rusos, cosa que hacía (y hace) toda la prensa occidental? Muchas “inteligencias” para nada de información.
Por cierto, que en todo este batiburrillo de acusaciones contra Pablo González que viene publicando El Mundo desde hace unos meses, no aparece ningún aspecto que pueda ni remotamente comprometer la seguridad nacional de Polonia, que era la acusación principal por la que Pablo estuvo detenido.
Desgraciadamente, un periódico que miente y manipula desde que estrenaron su cabecera, sigue siendo uno de los más leídos. Se han constatado y demostrado sus filfas en los temas más diversos, pero ahí siguen. Antonio García Ferreras, ahí sigue, el “Vamos con ello” finalmente no acabó con su carrera, como ocurriría en cualquier democracia que se precie. Y así. En las grandes corporaciones mediáticas triunfa la propaganda y la basura, no la información. Los tenderos de la comunicación, mucho dinero y escasa moral, con descarado ánimo de lucro y encargados NO de informar, sino de contar historias de ficción, nos llevan a un analfabetismo funcional. Y es que quien más vocifera en sus titulares, en la pantalla o en las redes sociales es quien logra más cuota de audiencia, al precio que sea, incluida la verdad a la que no importa dejar afónica e invisible. Nunca ha sido fácil estar informado, puede que ahora sea peor.
Opiniones disfrazadas de investigación, construidas conscientemente para manipular, que buscan generar marcos interpretativos y argumentarios para vituperar a un periodista del que sí sabemos una cosa a ciencia cierta: que estuvo recluido 886 días en régimen de semiaislamiento, privado de todos los derechos jurídicos y humanos en el “jardín europeo”.
886 días preso SIN CARGOS… Se ve que no les basta con lo sufrido por Pablo González con tal de complacer al amo y a sus propios egos. Hacia Pablo, sigue habiendo una clara criminalización mediática, que sesga a la opinión pública y también a muchos periodistas que se pasan a ejercer como fiscales acusatorios.
Parece que El Mundo ha visto que lo de Zhanna Nemtsova no conmovía lo bastante a la gente y ha decidido intentarlo de nuevo tratando de involucrar a Pablo González con Navalny, mucho más mediático. Pero no cuela, porque por mucho lenguaje burocrático que le metan, mencionando supuestos “documentos oficiales”, NO HAY NADA, no aportan ni un solo dato que pueda considerarse prueba de ninguna actividad que no sea la periodística.
No nos cuenten más patrañas. Si la justicia polaca tuviera realmente pruebas de actividades de espionaje, ya las hubieran puesto sobre la mesa hace dos años, hubieran juzgado a Pablo González y le hubieran condenado. Como no las tenían, no pudieron ni siquiera armar una acusación formal, le retuvieron dos años y medio en una situación de prisión provisional que más parecía un secuestro, sin presentar ni un solo cargo concreto. Y a estas alturas de la película, nos vienen a contar milongas. ¡Anda ya!
Cerramos con el comentario de Carlos Sánchez Mato en una red social, gracias!
“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que nadie crea en nada. Un pueblo que ya no distingue entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal: un pueblo privado del poder de pensar”. Hannah Arendt
* Miembros del Colectivo LoQueSomos. Activistas en la iniciativa #FreePabloGonzalez
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