
«La Corte Suprema británica determina que una mujer se define por su sexo biológico.”
No quiero quedarme con la rabia contenida de no opinar acerca de esta infame sentencia y me niego a mantener “ese hondo silencio engendrado por la resignación y la aceptación de lo que el mundo nos tenía reservado a las que se nos lee en los márgenes de la historia». La sentencia es nefasta para las mujeres trans y para los grupos minorizados por el sistema.
Con esta decisión de la Corte Suprema del Reino Unido, algunos sectores del «feminismo blanco» están de celebración, felices por alinearse con el poder. Como dijo Foucault, “es ese conjunto de dispositivos que hay que analizar para ver cómo funcionan, qué produce, cuáles son sus discursos y sus prácticas.”
Sujetas a la falacia del borrado, sabemos perfectamente que no existe ningún lugar en estos tiempos de la socialización histórica en los que un grupo minorizado haya intentado borrar a uno mayoritario. Al revés, quienes siempre han oprimido a otras, son aquellas y aquellos acostumbrados a revictimizarse inventando hechos que no son constatables a la experiencia. Cuando se llegaron a los consensos para animalizar a personas no blancas, se justificaba a través del proyecto ilustrado de la modernidad colonial de occidente. En ese momento, también se aplaudió, como lo han hecho las feministas blancas.
«El sexo binario y la relación cis-heterosexual que lo alimenta se constituyen completamente dentro de una matriz de opresión/de dominación producida por el proyecto moderno colonial.» Espero que tengamos bien abiertos los ojos aquellas personas que corremos peligro con el proyecto de las élites para enriquecerse a costa de la destrucción de la vida de las personas. Se trata de ese 1% de la sociedad, arquitectos del sistema que están permitiendo la destrucción de las solidaridades y que solo conciben la vida violentando al 99%. La designación de la sociabilidad de otros seres humanos, fuera de los cánones del sistema mundo civilizatorio, fue una imposición del poder “occidental,” que opera en nombre de un derecho aplicado solo a algunos cuerpos. En este caso, la representación de un tipo de «feminismo blanco“ con poder hegemónico se cumple con creces.
Llegadas a este punto, es necesario cuestionarse de qué derechos se trata y a qué mujeres se refieren. Estamos observando, pues, que la única manera de entender la entronización de esta sentencia es analizando los patrones de extrema violencia sistémica que ejercen las instituciones sobre las personas trans con la idea de estigmatizarlas socialmente.
Es importante señalar que, en los tiempos que corren, por la materialización del discurso de odio, muchas de nosotras estamos en peligro. El poder de las “instituciones blancas” está arriesgando nuestras vidas, porque las élites de extrema derecha, tránsfobas, machistas, sexistas, fascistas y racistas ponen en duda continuamente la humanidad de las minorías sociales.
El feminismo que está celebrando este triunfo manda un mensaje a través de la jurisprudencia que construye un derecho para unas, dejando sin protección a las mujeres trans. No podemos olvidar que la transfobia es herencia del colonialismo y todas las realidades que impactan en la sociedad conectan el mundo. No es razonable separar esta sentencia del genocidio palestino o de la deportación de personas migrantes en Estados Unidos y en España. Existe una relación directa de estos hechos con el feminismo que acepta la violencia sistémica que se ejerce sobre los cuerpos trans como minorías vulnerabilizadas.
Las “feministas blancas” que han celebrado este triunfo del determinismo biológico se colocan en las mismas posturas que defienden personajes de la talla de Trump. Que no lo olvide nadie, es una sentencia con consecuencias particularmente duras para las mujeres trans porque las sitúa en una posición de conflicto con su humanidad.
Una ley de igualdad que delimita los campos de protección para unos grupos, ahondando en la marginalidad, opresión y desigualdad de otros, no es ley y no protege a quienes más lo necesitan.
No, con esta sentencia nadie gana y perdemos todas. Se trata de derechos humanos. Las identidades de los seres humanos deben ser respetadas por encima de cualquier construcción social. Somos más complejas que un pene o una vulva.

Rita Bosaho
Activista afrofeminista y defensora de DDHH.
Primera diputada negra en el parlamento español y Ex-Directora General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.
