Fuente: https://literafrica.wordpress.com/2020/04/22/momentos-historicos-desde-los-libros-1974-el-ano-en-el-que-etiopia-quiso-cambiar/ sfqu 22 abril, 2020
Momentos históricos desde los libros: 1974, el año en el que Etiopía quiso cambiar
En febrero de 1962, el CNA (Congreso Nacional Africano) fue invitado por el “Movimiento Panafricano de Liberación para el África Oriental, Central y Meridional”, a asistir a una conferencia en Addis Abeba. Nelson Mandela recogió sus impresiones sobre la visita en su libro de memorias El largo camino hacia la libertad. Rememoró, en especial, el hecho de ver la corte de Haile Selassie, compuesta solamente por personas negras. Pero también anotó la falta de democracia y libertades de aquel país gobernado por un único líder: El Emperador.
Los claroscuros de la vida del que fue conocido como El León de Judá, Rey de Reyes, o Descendiente del Rey Salomón, han sido plasmados en multitud de libros escritos tanto por escritores y académicos como por viajeros o periodistas. En este último ámbito dos obras han alcanzado un papel preponderante, la una escrita por un británico y la otra por un polaco.
La primera fue la de Evelyn Waugh quien escribió Gente remota (Ediciones del Viento, 2003) tras su viaje a Abisinia en 1930 por la coronación del Ras Tafari. La segunda fue la semblanza que hizo Ryszard Kapuscinski en El emperador (Anagrama, 2005). En aquel libro, el también autor de Ébano, enseñó cómo habían sido los últimos días de Haile Selassie hasta la revolución de 1974 que acabó por desterrarle del poder.
El del periodista polaco era un reportaje periodístico. Para realizar el cual Kapucinski afirmaba haber entrevistado a numerosas personas del entorno del Negus. ¿Se puede tomar, entonces, este texto como un documento veraz? Tras el fallecimiento del autor de El emperador, han sido muchos los que han criticado su obra y su método: parece que fabuló en numerosas ocasiones. En concreto, en la obra sobre Selassie se le echa en cara que cargó demasiado las tintas a la hora de dibujar la personalidad del monarca autoritario. Así, abundan los que mantienen sentimientos encontrados hacia la obra de Kapucinski, un estupendo prosista, subrayando el engaño subyacente de hacer pasar por verdad- un reportaje periodístico basado en hechos reales- lo que era mentira.
¿Cómo es la imagen del estadista etíope que llega a trasladar en El emperador e importa cuál es? Es curioso que cuando se pregunta en relación a este tema solo se interrogue a personas europeas, occidentales. Sin embargo, queda una arista sin cubrir: la opinión de los propios etíopes.
La diferencia es importante.
La escritora Maaza Mengiste siente predilección por el género histórico. Hasta el momento ha publicado dos obras, la última The Shadow King se localiza en la década de los años 30 con la ocupación fascista del país por Mussolini. Pero en 2010 publicó su primera novela, Beneath the Lion´s Gaze (Vintage books, 2010) sobre un periodo más cercano. La acción se sitúa en 1974, el año de la revolución etíope. A través de su ópera prima, muestra un Rey perdido entre las neblinas del recuerdo, rodeado de sus leones-mascotas, y un pueblo que quería acabar con el sistema feudal de privilegios. Son muchos los factores que la novela recoge y que fraguaron el descontento de los etíopes hacia el monarca: la hambruna, el desempleo, la subida del precio del petróleo… Selassie intentó sortear los escollos pero no pudo: fue su fin. Tras él, llegó el que se ha conocido por el Terror Rojo, el DERG, de Mengistu Haile Mariam.
Mengiste intenta mostrar un Emperador diferente al que dibujó Kapucinski: “(Este) Hace afirmaciones sobre el Emperador que muchos han demostrado como falsas. Los académicos etíopes han estado hablando sobre las falsedades de El Emperador desde que fue traducido al inglés. No puedo excusar a Kapucinski por eso y por las otras maneras en las que contribuyó a estereotipar la comprensión que se tiene de la gente de África. Demasiadas personas murieron durante la revolución”, argumentó en entrevista con su traductora a castellano en México.
Otro escritor, Hama Tuma, había escrito años antes dos colecciones de relatos The Case of Socialist Witch Doctor, publicado dentro de African Writers Series por Heinneman (1993), con prólogo elogioso de Ngugi wa Thiong´o, y The Case of the Criminal Walk and other stories (Canongate, 2006). Esta última es un conjunto de cuadros en los que aparece la historia reciente del país a través de una disección crítica de la sociedad etíope. Estamos en los sucesos posteriores a la revolución del 74, Tuma dibuja la necesidad de venganza, la hipocresía de una sociedad muy puritana y conformista- a través de la historia de un hermafrodita-, el surgimiento de una etnicidad que subraya el lema “Define y vencerás”, la dureza de la vida en la calle, las secuelas de la brutal represión o la nueva burguesía parasitaria plasmada en el “Club del Sheraton” espejo de la que surgió en los 70 bajo el nombre de la “Tribu del Mercedes Benz”.
Tuma amplía el fresco para escribir sobre lo que ocurrió después de la Revolución del 74 y del “Terror rojo” y también cuando el régimen de Mengistu Mariam terminó. Junto a él, Camilla Gibbs ha querido fabular sobre aquel año tan importante en la historia etíope con Sweetness in the belly (Vintage, 2005) en el que nos muestra las secuelas de la violencia que vino con posterioridad: todas esas vidas refugiadas sin hogar y con decenas de traumas. Algo que nos estremeció al igual en El lugar del aire (Lumen, 2012) de Dinaw Mengestu, al recrear su atormentado protagonista las vicisitudes de su progenitor cuando huyó de Etiopía, de la violación de derechos humanos y de la masacre sangrienta.
Si las obras de no ficción parecen detenerse en hechos y fechas de manera concienzuda e imperfecta, también es complicado adentrarse en un momento histórico a través de libros de ficción. Las vertientes para mostrarlo son diversas, contrapuestas… complementarias hasta formar una red de hilos por los que ir tirando.
Las voces que ha querido captar un escritor no son las voces que capta otro. Tampoco la intención, el deseo o la manera. Mengiste destaca en su novela la violencia atroz y devastadora que ejercieron los militares. Tuma va a lo más pequeño, muestra las vivencias individuales y plantea preguntas, algunas sin respuesta.
Ambos hablan de un régimen que acabó en 1974. Haile Selassie fue una figura poliédrica. También los acontecimientos de aquel año se mezclan y no se explican con un solo trazado.
La revolución de febrero (Yekatiit66) la promovieron los estudiantes, fue una revolución popular ante el descontento bajo el gobierno de Haile Selassie, escribe Tuma. La violencia no la promovió el pueblo, añade, fueron los militares quienes secuestraron aquella revolución. En este sentido la obra autobiográfica Tower in the Sky (Addis Ababa Universtiy Press, 2012) de Hiwot Teffera nos muestra esos sentimientos de cambio verdaderos que empujaron a muchos jóvenes a coincidir en el camino con aquellos que creían compañeros con los mismos ideales y que sembrarían el terror, incluso contra ellos mismos.
No hay que confundir la revolución con su secuela, la contrarevolución que vino después con el DERG, aclara Tuma. Una vez más las ansias de una transformación de la sociedad y el empoderamiento de un pueblo volvieron a tornarse en desilusión y tristeza, en devastación y sufrimiento. 1974. Queda la historia.