El discurso de Sánchez esconde las dinámicas económicas y políticas que perpetúan la explotación de África
La reciente gira de Pedro Sánchez por África Occidental busca frenar la migración irregular hacia España, pero detrás de esta iniciativa se esconden dinámicas neocoloniales que perpetúan la explotación y el subdesarrollo en la región. El presente artículo, de nuestro colaborador Cristóbal García Vera – examina críticamente la estrategia migratoria de Sánchez, desvelando su auténtico significado (…).
El pasado miércoles, 28 de agosto, la prensa canaria se hacía eco de la gira realizada por el presidente del Gobierno español por Mauritania, Senegal y Gambia, con el objetivo declarado de “reducir las llegadas de migrantes al Archipiélago”, mediante la “creación de programas de migración circular”.
Como parte de estos “programas”, Pedro Sánchez se refirió a su intención de abrir “cauces de migración legal”, permitiendo la contratación en su país de origen de un número determinado de ciudadanos para trabajar durante unos meses en España en sectores como la agricultura o la construcción.
“Para nosotros, el fenómeno migratorio es una cuestión de principios morales, de solidaridad y de dignidad. Pero también de racionalidad”, aseguró el presidente español.
El discurso de “cooperación y solidaridad” de Pedro Sánchez, sin embargo, esconde bajo la alfombra de la diplomacia las dinámicas económicas y políticas que han generado y perpetúan hoy la explotación y el subdesarrollo en África, consolidando un neocolonialismo que sigue favoreciendo a las potencias occidentales y a sus élites empresariales.
La explotación de los recursos africanos y el intercambio desigual
En África Occidental, las potencias europeas, incluida España, han mantenido durante décadas un sistema de saqueo de los recursos naturales.
Empresas multinacionales, con la complicidad de las élites locales, explotan recursos como el petróleo, el gas, los minerales y la pesca, dejando a los países africanos con poco o ningún beneficio.
Mauritania, por ejemplo, es rica en recursos pesqueros y minerales, pero estos sectores son dominados por empresas foráneas que extraen riquezas sin que estas se traduzcan en mejoras significativas para la población local.
La idea de Sánchez de “promover la migración legal”, obviamente, no aborda esta realidad, sino que contribuye a ocultar unas relaciones en la que los países africanos siguen siendo condenados a ser eternos proveedores de materias primas y mano de obra barata para el desarrollo de Europa y, en los últimos tiempos, de otras potencias como China.
La extracción de recursos por parte de empresas foráneas ha dejado a muchos países africanos empobrecidos y dependientes de la ayuda extranjera. Esta ayuda, a su vez, suele estar condicionada a la implementación de políticas neoliberales que solo agravan la situación, como la privatización de servicios públicos, la liberalización del comercio y la reducción del gasto social.
Estas políticas, impuestas por instituciones occidentales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, han tenido efectos devastadores en las economías africanas, contribuyendo a provocar un desempleo masivo y al desmantelamiento de sus ya escasos y deficientes servicios de Sanidad y Seguridad Social.
En este contexto global, la migración no es ninguna elección, ni un“derecho”del que hacen uso quienes se suben a los cayucos que llegan a las costas de Canarias, sino un último recurso desesperado al que son empujados millones de africanos.
“Migración circular”: Mano de obra barata y superexplotación
El concepto de“migración circular” que promueve Pedro Sánchez tampoco es novedoso. Este tipo de programas que propone el presidente español, como supuesta “alternativa”a la migración irregular, ya se han implementado, con planes como los que permiten a las temporeras marroquíes trabajar en la recolección de fresas en España. Se trata de programas diseñados para satisfacer las necesidades temporales de mano de obra en sectores como la agricultura, donde los trabajadores migrantes son contratados para realizar trabajos duros y mal remunerados, en condiciones de superexplotación que en ocasiones les llevan hasta la muerte, y de abusos que incluyen las agresiones sexuales a las que han sido sometidas muchas de estas temporeras. Cuando sus servicios ya nos son requeridos, los “migrantes circulares” son nuevamente enviados a sus países de origen sin que su situación vital haya mejorado.
Se trata, por tanto, de una forma de superexplotación laboral que beneficia principalmente a los empresarios europeos, en este caso españoles, que reclaman insistentemente este tipo de iniciativas “progresistas”. La idea de utilizar a estos migrantes como una fuente de mano de obra barata no es, en definitiva, más que una continuación de las mismas prácticas neocoloniales que han caracterizado históricamente las relaciones entre Europa y África.
Guerras y migración: El papel de las grandes potencias
Otro aspecto crucial que Sánchez oculta deliberadamente en su “estrategia migratoria” es el papel que las potencias europeas, junto a los Estados Unidos, han jugado en la desestabilización, manu militari, de muchos países africanos, contribuyendo significativamente a la crisis migratoria actual.
Las guerras en Mali y Libia son ejemplos claros de cómo la intervención extranjera ha disparado los conflictos y provocando desplazamientos masivos de población.
En el caso de Mali, el conflicto armado, que comenzó en 2012, ha sido en gran parte resultado de la intervención de fuerzas foráneas y las potencias occidentales que han apoyado a diferentes facciones en el conflicto. Esta guerra ha provocado un éxodo masivo de refugiados hacia países vecinos como Mauritania, que ahora se encuentra sobrecargada con la llegada de miles de desplazados malienses. La guerra ha destruido infraestructuras, ha colapsado la economía y ha dejado a millones de personas sin hogar ni acceso a servicios básicos, creando un caldo de cultivo para la migración masiva.
Libia constituye otro vergonzoso ejemplo de cómo la intervención militar extranjera puede destruir un país entero y provocar una crisis humanitaria de dimensiones colosales. La intervención de la OTAN en 2011, en la que España participó activamente, que llevó a la caída del gobierno de Muamar Gadafi, convirtió a una nación con un nivel de vida equiparable al de un país desarrollado europeo, y que era receptora de migrantes, en un estado fallido, dividido entre diferentes milicias y grupos armados, y en un punto de tránsito clave para migrantes que buscan llegar a Europa. La destrucción de Libia tuvo un efecto dominó en toda la región, siendo un factor clave de su inestabilidad y de la migración masiva.
La responsabilidad directa de Europa en estas crisis es incontestable, aunque sea sistemáticamente ocultada por los medios de comunicación corporativos del autoproclamado “Mundo Libre”.
Las multinacionales que expolian África y provocan el éxodo migratorio
En Mauritania, Senegal y Gambia, las multinacionales extranjeras están activamente involucradas en el expolio de recursos naturales que, si fueran utilizados para el desarrollo local y el beneficio de la población, bastarían para acabar con el éxodo migratorio hacia Europa.
– La explotación de Mauritania por parte de las potencias extranjeras
En Mauritania, el sector de la extracción de gas y petróleo cuenta con una fuerte presencia de compañías multinacionales.
Uno de los proyectos más destacados es el inmenso complejo gasístico de Tortue, ubicado en la frontera marítima entre Mauritania y Senegal. Este proyecto es operado principalmente por BP (British Petroleum), en colaboración con Kosmos Energy, una empresa estadounidense. Estas grandes empresas extraen millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) que se exporta principalmente a Europa y otras regiones.
Francia, con la empresa TotalEnergies, o China, con China National Petroleum Corporation (CNPC), participan también, ampliamente, en la explotación de petróleo y gas de Mauritania.
Algunas empresas españolas están igualmente involucradas en el sector de la minería en Mauritania, aunque su presencia es menos destacada en comparación con la de las compañías francesas y chinas o británicas o de los Estados Unidos.
La industria pesquera de Mauritania está, asimismo, dominada por compañías extranjeras, particularmente del sector de la producción de harina de pescado.
Empresas como Hong Dong Group, de origen chino, controlan una gran parte de esta industria. Estas fábricas han sido justamente criticadas por su impacto negativo en el medio ambiente y en las economías locales, ya que la sobrepesca amenaza con agotar los recursos marinos esenciales para la subsistencia de las comunidades costeras del país africano.
Empresas españolas también participan en la explotación del sector pesquero. Una de las más importantes es Pescanova, una empresa que ha estado activa en la región durante años. Pescanova opera en aguas mauritanas principalmente a través de acuerdos de pesca que le permiten capturar especies como el pulpo, calamar y merluza, que luego son procesadas y exportadas a Europa.
El impacto de las operaciones pesqueras es significativo, ya que contribuyen decisivamente a la sobreexplotación de los recursos marinos, afectando tanto al medioambiente como a las economías locales.
– Senegal: El expolio del recurso pesquero en el origen de la migración
Senegal también ha atraído a varias multinacionales, especialmente en el sector energético. El campo de Sangomar, uno de los más grandes descubrimientos de petróleo en Senegal, está operado por un consorcio que incluye a Cairn Energy (Reino Unido), Woodside Energy (Australia) y la estadounidense ConocoPhillips. Este proyecto tiene el potencial de extraer millones de barriles de petróleo, con gran parte de la producción destinada a la exportación.
El Grupo Freiremar, español, ha tenido una fuerte presencia en la pesca en las costas senegalesas. Freiremar ha estado involucrada en la pesca de especies como el pulpo y otros cefalópodos, que son exportados principalmente a mercados europeos.
Pescanova, una de las mayores empresas pesqueras de España, también ha operado en Senegal, aunque su enfoque ha sido más amplio en la región del África Occidental.
Todas estas empresas extranjeras han provocado una sobreexplotación de los recursos pesqueros que en muchos casos ha dejado a las poblaciones locales sin el único recurso del que disponían para sobrevivir, provocando con ello la migración masiva de los senegaleses.
– Gambia
Gambia, aunque es un país pequeño, también ha experimentado la presencia de multinacionales en la explotación de sus recursos. El sector energético ha visto la participación de compañías como Cairn Energy y FAR Ltd. en la exploración de petróleo offshore.
En el sector pesquero, la Golden Lead Fishmeal Company, de origen chino, ha sido especialmente polémica en Gambia, y ha provocado protestas debido a sus prácticas contaminantes y el impacto negativo sobre los recursos marinos locales, que son fundamentales para la economía del país.
Las causas del éxodo masivo
Todas estas dinámicas de explotación neocolonial impuestas en África, impulsadas tanto por las viejas potencias coloniales europeas y los Estados Unidos, como por potencias capitalistas emergentes como China, son la causa fundamental del éxodo masivo de personas que buscan escapar de la pobreza, la violencia y la desesperanza en sus países de origen.
Las multinacionales continúan extrayendo recursos naturales y mano de obra barata de países como Mauritania, Senegal y Gambia, perpetuando un ciclo interminable subdesarrollo en África.
Pero la superexplotación no es una anomalía, ni un defecto accidental del capitalismo, sino una característica intrínseca del funcionamiento de un sistema cuya dinámica de acumulación creciente y continua solo se puede sostener mediante este expolio ejercido a gran escala en la mayor parte del planeta.
Es por ello que, cualquier intento de controlar el éxodo masivo de las poblaciones africanas, ya sea con políticas represivas o con planes pretendidamente “solidarios”, seguirá siendo absolutamente inútil mientras estas relaciones explotación permanezcan intactas.