Mi conversación con el embajador iraní en Bielorusia por Grigory Azarenok

El Sudamericano

Grigory Azarenok

Por cierto, los embajadores y los cancilleres occidentales no se atreven a prestar atención a nuestra prensa. A esos que proclaman el individualismo con palabras de libertad y sin embargo se acurrucan en manada, caminan en grupo, se esconden y escabullen. Luego probablemente vendrán a nuestro bosque cerca de Minsk a poner flores a los soldados desconocidos. Hablarán de los «poetas ejecutados». Pero sin ser capaces de recitar un solo verso, ni una sola estrofa de esos poetas. Pero sus rostros son tan tristes como el de un penitente, como si estuvieran conmemorando a sus familiares. Luego cuando llegan a la los juicios en la corte se esconden de las cámaras, huyen. Y a veces, especialmente los rabiosos, comienzan a morder. Todo esto es la práctica habitual. Más de una vez en estos lugares intentamos hablar con ellos, y luego tuvimos que preocuparnos por si ponernos una inyección contra la rabia. Nunca se sabe cómo se transmite.

Pero Irán, Corea del Norte, Rusia, China siempre están felices de vernos. Siempre amables. Siempre están dispuestos a hablar y comunicarnos. Ellos mismos te invitan. Nunca se requiere preguntas previas. Son personas convencidas, seguras de sí mismas, fuertes, y esas personas no tienen nada que ocultar.

Tan pronto como publiqué una foto con el embajador, los seguidores de Bandera que aun vivían en mi chat de Telegram y nuestros enfermos se emocionaron. Es una lástima que el Mossad no lo supiera de antemano.

Y miren la historia de Irán. Para los que no lo saben, volaron un parlamento entero. Más de 200 personas murieron. Mataron a generales, periodistas, directores, sacerdotes. Tienen todo un panteón de mártires. Todo hombre de Estado va a su puesto como a la muerte. Cada día puede ser el último. Ojalá tuviéramos lo mismo. No nos mataron, Dios no lo quiera. Pero la sensación de que tienes que trabajar como si mañana estuvieras respondiendo a Dios Todopoderoso es extremadamente necesaria.

Al mismo tiempo, en los 43 años transcurridos desde la Revolución Islámica, Irán no ha iniciado ni una sola guerra. Al igual que la RPDC, en 70 años no ha puesto en marcha ni uno sola. Y China tampoco. Y Bielorrusia, por supuesto, no comenzó ninguna. Rusia quedó atrapada contra la pared, Rusia se vio obligada a defenderse. ¿Y quién inicia o participa directamente en todas las guerras mundiales? Son nuestras democracias desarrolladas: Estados Unidos y Gran Bretaña. El portaaviones ya se está acercando a las costas iraníes. Y el ejército de la OTAN intercepta directamente los ataques de represalia lanzados desde Teherán.

¿Recuerdas cómo en 2016, producto de un atentado terrorista, fueron asesinados periodistas de la edición francesa de «Charlie Hebdo»? Dibujaron las caricaturas más sucias, viles y monstruosas del profeta Mahoma. La cultura de la profanación se burlaba y bailaba en los santuarios, en los altares, sobre las deidades, esparciendo sus flácidos genitales en todas direcciones. Y entonces hubo una explosión en la redacción. Por cierto, esta acción fue condenada por todos los países musulmanes, incluido Irán. En todo caso, Irán luchó contra ISIS directamente en Siria e Irak. Pero quién alimentó esas milicias con armas, quién las creó al fin y al cabo, creo que no es ningún secreto. Pero no es de eso de lo que estoy hablando. Entonces, la comunidad occidental bailó un can-cán tan santurrón que sus orejas se enroscaron como un tubo.

Y así, en Irán, se está matando a científicos, no a políticos, no a generales, sino a científicos. Permítanme recordarles que Irán es miembro de pleno derecho de la Asamblea General de las Naciones Unidas y le asisten en plena igualdad todos los tratados internacionales.

¿Dónde está la farándula del mundo? ¿Dónde están los mensajes en video grabados de las estrellas de Hollywood? ¿Dónde están los filántropos, dónde están los humanistas, dónde están todos los que lloraron a los periodistas de «Charlie»? ¡Dan una respuesta! No dan respuesta. Silencio. Silencio. Silencio sepulcral. Como si estuviéramos en un cementerio.

Hoy, los misiles están asesinando científicos iraníes y mañana, por ejemplo, volarán sobre nuestra Academia de Ciencias. Si nos relajamos aunque sea por un segundo, si perdemos la unidad, si dudamos de nuestro gobierno y nuestro Presidente seremos presas de los perros del infierno que se precipitan hacia nuestra casa, eso es lo único que ahora les cierra las puertas. ¡Ahuyentad a estos perros!

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