Un ethos fedayín inquebrantable —donde la resistencia no es meramente táctica sino sacrificial, arraigada en la voluntad inquebrantable de dar la vida por una causa justa— no sólo ha mantenido vivo al movimiento, sino que ha hecho de su resistencia un testimonio.
El enfoque innovador y valiente de Hamás en la guerra de guerrillas se ha mantenido firme, contra todo pronóstico, bajo el poderío militar conjunto de Israel y Estados Unidos. Mediante la evolución táctica, emboscadas a corta distancia, armamento de fabricación local y una férrea ética fedayín , la resistencia no solo ha sobrevivido, sino que ha mantenido el control sobre territorios clave, ha moldeado las negociaciones de alto el fuego y ha frustrado los objetivos estratégicos de Israel.
Esta resistencia en el campo de batalla marcó un punto de inflexión estratégico en octubre de 2023, cuando Hamás recalibra sus tácticas hacia una resistencia más descentralizada y guerrillera. Su capacidad para regenerar fuerzas, adaptarse rápidamente a las condiciones del campo de batalla e imponer costos a las unidades de élite de las FDI demuestra un nivel de resiliencia operativa que pocos anticiparon. Lo que se esperaba que fuera una rápida erradicación se ha convertido en una confrontación prolongada, donde la resistencia de Hamás en el campo de batalla ahora resuena como influencia política.
Al principio de su evolución militar, Hamás se basó en la resistencia simbólica: ataques con cohetes y declaraciones que indicaban desafío más que efectividad en el campo de batalla, especialmente durante conflictos como la «Operación Plomo Fundido» y «Margen Protector». Estos gestos buscaban resistir, afirmar su presencia y mantener la legitimidad política bajo asedio.
Pero desde la ofensiva de octubre de 2023, ese paradigma ha cambiado. Hamás ha adoptado el desgaste táctico, desplegando artefactos explosivos improvisados (IED) avanzados, ataques antitanque a corta distancia y maniobras de guerrilla adaptativas para infligir daños mensurables y disputar territorio. Su estrategia ahora busca no solo sobrevivir, sino frustrar las operaciones israelíes y alcanzar objetivos militares concretos, incluso a un coste extraordinario.
El arsenal de Hamás —cohetes de producción local como el Qassam y el Sejjil, misiles antitanque Yassin-105, morteros, armas pequeñas y artefactos explosivos improvisados— refleja el ingenio táctico forjado bajo asedio. Talleres ocultos por toda Gaza siguen produciendo armas en masa a pesar de los incesantes ataques aéreos israelíes contra sus plantas de fabricación. Los diseños se adaptan rápidamente a las necesidades del campo de batalla, una resiliencia que se ha convertido en un elemento central de la estrategia de la resistencia.
Las municiones de corto alcance y alta movilidad dominan ahora la estrategia táctica de Hamás. En el denso terreno urbano de Gaza, estas permiten emboscadas y ataques rápidos contra vehículos blindados e infantería. Los artefactos explosivos improvisados (IED) han evolucionado con cargas huecas para perforar los blindados israelíes, mientras que los informes de combate sugieren técnicas tomadas de Hezbolá, como explosiones secundarias retardadas dirigidas a los equipos de rescate.
El cambio del desafío simbólico al desgaste táctico ha transformado profundamente el panorama del alto el fuego. Hamás ya no negocia desde la desesperación o la mera supervivencia, sino que aprovecha la resiliencia en el campo de batalla como capital político.
A pesar de las catastróficas pérdidas, Hamás ha demostrado una capacidad operativa sostenida: ha tendido emboscadas a las fuerzas israelíes, ha reocupado zonas despejadas y ha mantenido la producción de armas bajo asedio. Esto ha obligado a Israel a revisar sus objetivos bélicos. Si bien el primer ministro Netanyahu prometió inicialmente «eliminar a Hamás», declaraciones recientes priorizan la recuperación de rehenes e insinúan flexibilidad diplomática.
El contraste en el alcance del combate entre Israel y Hamás y sus facciones aliadas es marcado. Las armas de Hamás solo son efectivas de cerca: los combatientes deben arrastrarse entre las ruinas, acercarse a los tanques y colocar explosivos manualmente, a menudo bajo fuego directo. Estos actos no son meras maniobras tácticas; son ejemplos de valentía, de una resistencia dispuesta a arriesgarlo todo por cada metro de terreno.
En contraste, las fuerzas israelíes siguen siendo mayoritariamente aéreas. Aviones, drones y proyectiles de artillería a distancia, aislados del terreno. Donde Hamás se enfrenta al poder cara a cara, Israel ejerce la dominación desde arriba. Los fedayines luchan no solo con presencia física, sino con las convicciones que llevan grabadas en sus cuerpos: su resistencia, memoria y negativa a ceder se convierten en armas en sí mismas en una guerra de aniquilación asimétrica.
En mayo de 2025, Israel optó por operaciones estáticas con artillería pesada en una campaña que denomina «Carros de Gedeón», que finalmente hundió a sus fuerzas en los escombros de Gaza. Pero las tácticas de proximidad de Hamás siguen causando pérdidas, aprovechando la resistencia física (sus cuerpos son sus carros) para convertir el coraje y el terreno en activos estratégicos. Así, la lucha se convirtió en una prueba de resistencia política, donde la mera supervivencia de Hamás se convirtió en su moneda de cambio más fuerte.
La asombrosa resistencia de Hamás en el campo de batalla ha facilitado las negociaciones de alto el fuego, pero también las ha complicado. Al sobrevivir, y en ciertos aspectos, superar en maniobras a un adversario con una gran superioridad militar, Hamás entra en las negociaciones no como un actor derrotado, sino como alguien con influencia. Esta inversión alimenta una paradoja: la resiliencia del grupo, que antaño justificaba su contención, ahora exige concesiones políticas. Por lo tanto, las actuales propuestas de alto el fuego abarcan retiradas israelíes graduales, intercambio de rehenes e incluso marcos para la gobernanza posbélica.
El cambio de Hamás hacia el desgaste táctico ha transformado su papel en las negociaciones de alto el fuego y en los cálculos políticos más amplios. Tras sobrevivir meses de intensa guerra y demostrar resiliencia operativa, ahora negocia desde una posición de fuerza: exige la retirada total de Israel, rechaza el desarme y se afirma como un actor legítimo.
Esta influencia desafía directamente la pretensión de la Autoridad Palestina de un gobierno único, ya que la credibilidad de Hamás en el campo de batalla supera la relevancia diplomática de la AP en Gaza. Los mediadores internacionales se ven cada vez más obligados a considerar la influencia de Hamás, y las propuestas de modelos de gobernanza híbridos o supervisión tecnocrática sugieren que podría buscar el control político indirecto manteniendo su postura militar.
En el plano regional, esta resistencia ha perturbado los planes israelíes y estadounidenses para una Gaza posterior a Hamás, al tiempo que ha fortalecido la posición de Hamás entre segmentos de la población palestina y los públicos árabes simpatizantes.
Los mediadores se ven cada vez más obligados a considerar la influencia de Hamás, ya que el grupo sigue siendo un actor central tanto en la dinámica del campo de batalla como en los resultados de las negociaciones. He aquí una prueba concreta:
- Interacción directa de los mediadores: Hamás ha presentado una «respuesta positiva» a las propuestas de alto el fuego de Qatar y Egipto, lo que indica su disposición a negociar términos que incluyan la retirada de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y garantías humanitarias. Los mediadores han reconocido el papel de Hamás al continuar las conversaciones indirectas en Doha, con Israel enviando una delegación a pesar de rechazar públicamente las enmiendas propuestas por Hamás.
- Reconocimiento estadounidense del papel de Hamás: El presidente Trump declaró que «Hamás desea ese alto el fuego» y enfatizó que el acuerdo no mejoraría si Hamás lo rechazaba. Según informes, Estados Unidos también ha ofrecido garantías a Hamás, a través de mediadores cataríes, de que la guerra no se reanudará tras una tregua de 60 días, un reconocimiento tácito del poder negociador de Hamás.
- Influencia de rehenes: El control continuo de Hamás sobre los rehenes ha obligado a Israel y a actores internacionales a dialogar directamente con él. El grupo ha utilizado propuestas de liberación escalonada de rehenes para definir las condiciones del alto el fuego, incluyendo demandas de intercambio de prisioneros y retirada territorial.
- Control territorial: A pesar de las prolongadas operaciones israelíes, Hamás mantiene el control sobre el centro de Gaza, incluyendo zonas estratégicas como Nuseirat y Deir el-Balah. Este control le permite reafirmar su dominio táctico e influir en la distribución de la ayuda, consolidando aún más su papel en las negociaciones.
La evolución de Hamás, de la resistencia simbólica al desgaste táctico, ha trastocado la dinámica de poder tradicional. Al obligar a Israel a un conflicto prolongado sin una salida clara, el grupo se ha asegurado un papel en la configuración del futuro de Gaza, lo reconozcan o no sus adversarios. La pregunta ahora no es si Hamás participará en las negociaciones posbélicas, sino en qué términos.
En última instancia, la evolución de Hamás se enfrenta no solo a paradigmas militares, sino también a certezas políticas. Su lugar en el futuro de Gaza ya no es hipotético; está arraigado en los escombros, la resistencia y las negociaciones que le siguen.
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Rima Najjar es palestina. Su familia paterna proviene de Lifta, una aldea despoblada a la fuerza, en las afueras occidentales de Jerusalén, y su familia materna es de Ijzim, al sur de Haifa. Es activista, investigadora y profesora jubilada de literatura inglesa en la Universidad Al-Quds, Cisjordania ocupada. Visite el blog de la autora .
Es colaboradora habitual de Global Research.
Imagen destacada: La proximidad como poder: “Desde cero”. “من مسافة صفر” se ha convertido tanto en una descripción táctica como en un recurso retórico para afirmar que la resistencia no es abstracta ni remota, sino visceral, encarnada e inquebrantable. (Fuente: Rima Najjar)
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