Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/05/10/pers-m10.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Andrea Lobo 1
Aumentaron las tensiones la semana pasada entre los Gobiernos de EE.UU. y México cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) condenó las amenazas estadounidenses contra su Gobierno y disminuyó su cooperación en los ataques dirigidos por EE.UU. contra los migrantes.
El mandatario mexicano publicó una carta abierta al presidente Joe Biden y presentó una protesta diplomática formal por el patrocinio estadounidense de ONG vinculadas a la oposición política mexicana. “Cómo le va a estar dando dinero a una organización que abiertamente está en contra de un gobierno legal y legítimo democrático!”, reclamó AMLO durante su anuncio el miércoles. “Eso es violatorio de nuestra soberanía, es intervencionismo”.
En medio de otras declaraciones similares, AMLO dijo el jueves que México está siendo “agarrado de piñata para sacar raja politiquera”, añadiendo que las acusaciones de EE.UU. de que el fentanilo que cruza la frontera está siendo producido en México “son casi todo mentira”.
Pero, el viernes, AMLO respaldó el elemento principal del relato de Washington sobre el fentanilo: culpar a China. Si bien las agencias de inteligencia estadounidense insisten en que China está enviando los principales precursores de la droga, AMLO alegó el viernes que la Marina mexicana descubrió un contenedor proveniente de China con 600 bultos de fentanilo acabado y metanfetamina.
AMLO envió una carta al presidente chino Xi Jinping solicitando que les informe a las autoridades mexicanas sobre los futuros envíos de fentanilo, efectivamente respaldando la propaganda estadounidense de que el Gobierno chino está inundando deliberadamente EE.UU. con dicha substancia y es responsable de las muertes por sobredosis. Este episodio confirma que AMLO agacha la cabeza, en última instancia, ante la campaña militar estadounidense contra China, que impulsa el traslado de la producción de Asia hacia América del Norte.
Con respecto a la migración, AMLO apoyó e incluso alabó la implementación de la nueva política de Biden para rechazar a los migrantes en la frontera con México y negarles el derecho a solicitar asilo. Esta política reemplazará el Título 42, que utilizaba hipócritamente la pandemia de COVID-19 como pretexto para el mismo fin y que expirará el 11 de mayo.
Sin embargo, el jueves, el canciller mexicano Marcelo Ebrard dijo que el país no está dispuesto a aceptar los 100.000 migrantes centroamericanos que EE.UU. espera expulsar. Además, el 29 de abril, las autoridades migratorias mexicanas acordaron con aproximadamente 3.000 migrantes que marchaban juntos en el sur de México permitirles llegar a la frontera estadounidense sin impedimentos si se disolvían en grupos más pequeños, molestando a Washington.
Esta decisión siguió a la publicación de nuevas grabaciones del incendio del 27 de marzo en un centro de detención para migrantes en Ciudad Juárez, demostrando que varios funcionarios y soldados mexicanos se rehusaron a dejar salir a los migrantes por varios minutos mientras las llamas y el humo se propagaban, matando a 40 de ellos.
El Gobierno de Biden envió a 1.500 tropas estadounidenses adicionales a la frontera, cuando se espera que miles de migrantes intentarán cruzar después del 11 de mayo. La militarización de la frontera por parte de EE.UU. también es una amenaza contra AMLO, quien ha denunciado las demandas de varios líderes republicanos de invadir México, supuestamente para combatir los cárteles.
Estas declaraciones de AMLO son las más recientes de una larga serie de llamados nacionalistas, que ostensiblemente dirige contra el carácter predatorio e imperialista de la política estadounidense hacia su vecino, que ha oprimido históricamente, y su principal socio comercial. En febrero, denunció al Gobierno de Biden de “injerencismo” por respaldar las protestas organizadas por la oposición de derecha contra cambios al Instituto Nacional Electoral. En marzo, propuso en una llamada con el presidente brasileño Lula crear acuerdos comerciales regionales que no requieran el dólar.
A mediados de abril, acusó al Pentágono y la DEA de espiar y hackear al ejército mexicano y filtrar la información a la prensa mexicana. “Quieren mandar, violar nuestra soberanía”, dijo.
AMLO ha denunciado repetidamente a EE.UU. y la OTAN por prolongar y parcialmente causar la guerra en Ucrania y ha pedido una resolución pacífica, desafiando la propaganda falsa sobre una “guerra no provocada” de Putin. También ha pedido la liberación de Julian Assange y le ha ofrecido asilo.
Los partidarios pseudoizquierdistas de AMLO están promoviendo con entusiasmo su demagogia nacionalista. La revista Jacobin insistió recientemente que “AMLO no está socavando la democracia mexicana”, ya que su Gobierno “se rehúsa a obedecer completamente a EE.UU.” y está asumiendo un “papel de liderazgo regional en América Latina”. El año pasado, un artículo incluso llevaba el título, “AMLO está intentando liberar a México y América Latina del yugo imperialista estadounidense”.
Pero las bravuconerías nacionalistas de AMLO solo buscan encubrir la subordinación de su Gobierno al imperialismo estadounidense en todas las cuestiones fundamentales y, como toda demagogia, está dirigido principalmente contra la clase trabajadora.
Bajo la consigna de la “Cuarta Transformación”, AMLO prometió alejarse radicalmente de sus predecesores, que querían “entregar los bienes nacionales” y convertir México en “una verdadera fábrica de pobres”. Por el contrario, prometió colocar a los “pobres primero” y garantizar “una vida digna” a todos los mexicanos.
Pero, no bien llegó al poder, creó una zona libre en toda la frontera norte con masivos recortes a los impuestos empresariales, antepuso los pagos de intereses a los dueños de la deuda por delante del gasto social y sacrificó las vidas de más de 600.000 personas durante la pandemia de COVID-19 para garantizar el flujo de ganancias.
Sus aumentos al salario mínimo han sido insuficientes, dejando a cuatro de cada diez trabajadores formales son ingresos menores al nivel de pobreza. Y seis de cada diez trabajadores pertenece al sector informal, privándolos en gran medida del salario mínimo, un seguro médico y otras prestaciones. Mientras tanto, muchos economistas han concluido que sus programas de asistencia social han sido inadecuados y realmente no están diseñados para los pobres.
Como lo resumió un estudio reciente: “La población en el ámbito urbano y rural que recibe ingresos inferiores a las líneas de pobreza (y que en el medio rural no posee 2,5 hectáreas) no tiene opciones de programas sociales para mitigar su situación vulnerable” (Martínez Espinoza, UNAM, 2023).
Según cifras oficiales, hay aproximadamente 4 millones de pobres más hoy que cuando AMLO asumió el cargo en 2018 y los analistas esperan que la inflación disparada aumente aún más la pobreza.
En resumen, AMLO está haciendo exactamente lo contrario a enfrentar el imperialismo estadounidense para defender los intereses de los trabajadores.
Mientras supervisa la aplicación del nuevo pacto comercial de Estados Unidos, México y Canadá, ha mantenido altos índices de pobreza y servicios sociales subfinanciados como ariete para mantener bajos los salarios, ha recortado los impuestos y ha ofrecido otros incentivos para prostituir a los trabajadores y los recursos naturales de México a las corporaciones estadounidenses y canadienses más que cualquier otro presidente desde la Revolución mexicana. Este es el verdadero contenido de su “Cuarta Transformación”.
En febrero, llegó personalmente a un acuerdo con Elon Musk para construir una enorme fábrica de Tesla en Monterrey, poco después de oponerse a la ubicación porque “no hay agua”. Y hay conversaciones en curso para construir microprocesadores avanzados en México en el marco de la “Ley Chips” de Biden, destinada a reducir la dependencia estadounidense de los microprocesadores producidos en Asia.
Al profundizar el papel ya fundamental de México en la plataforma económica norteamericana utilizada por el imperialismo estadounidense y canadiense para enfrentarse a China, Rusia y sus supuestos aliados en Europa, AMLO espera ganar peso para negociar una mayor tajada de las ganancias para sus patrocinadores en la oligarquía mexicana, incluidos sus partidarios Carlos Slim y Germán Larrea, los dos hombres más ricos de México.
El apoyo al traslado de la producción fuera de China representó la base de los lazos entre AMLO y su “amigo” Donald Trump. AMLO respaldó el intento de golpe de Trump legitimando sus falsas alegaciones de fraude electoral, negándose a reconocer la clara victoria electoral de Biden durante seis semanas mientras Trump seguía presionando para anular los resultados, y condenando la suspensión de Trump en las redes sociales.
Trump pretendía establecer una dictadura arraigada en su política imperialista de “Estados Unidos primero”, lo que implicó repetidas amenazas de invadir México y el uso de un violento patrioterismo antimexicano para movilizar a milicias fascistas y sectores del propio Estado como su principal base de apoyo.
Una parte de la burguesía nacional teme que las declaraciones confrontativas de AMLO puedan costarles inversiones estadounidenses. Estos elementos también tratan de socavar los intentos de AMLO para obtener un mayor control sobre el Estado haciéndose del apoyo de la cúpula militar.
La retórica antiestadounidense de AMLO sirve tanto para promover las demandas comerciales y de inversión de la élite gobernante mexicana como para proteger a su camarilla en el ejército y la policía de las acusaciones de corrupción, utilizadas a su vez por Estados Unidos y la oposición mexicana como capital político.
Lo más fundamental, sin embargo, más allá de los cálculos electorales, es que las ilusiones populares en AMLO han desempeñado un papel crucial desde fines de los noventa para adormecer la lucha de clases y ocultar el carácter de clase del Estado. Este es el servicio primordial que él presta a la clase gobernante y la carta más fuerte que tiene en la mano. Pero el miedo a despertar a la gigantesca fuerza laboral industrial al sur del río Bravo en una lucha conjunta con los trabajadores estadounidenses también explica por qué el Gobierno de Biden y los medios corporativos estadounidenses limitan la agresividad de sus críticas a AMLO.
De hecho, el partido Morena de AMLO y la Casa Blanca han colaborado muy estrechamente para desviar una rebelión en curso entre los trabajadores de base contra la odiada burocracia sindical detrás de los llamados “sindicatos independientes”, que han sido entrenados como lacayos de la patronal y patrocinados por el Departamento de Estado de EE.UU. a través del Solidarity Center, que es un brazo de la AFL-CIO financiado por el Gobierno estadounidense.
Pero a medida que el abismo entre las promesas de AMLO y la realidad se vuelva cada vez más evidente y la oposición desde abajo crezca inevitablemente, el imperialismo estadounidense actuará más agresivamente en contra suya y de su partido Morena.
(Publicado originalmente en inglés el 8 de mayo de 2023)