
Los menores, son nuestras hijas e hijos y son responsabilidad de los adultos, así lo dicen nuestros Derechos y leyes Humanas.
No eligen donde nacen, ni quienes son sus progenitores, ni de dónde vienen, ni si tienen posibles económicos o son más pobres que las ratas. Aunque hoy, la sociedad de la opulencia y de la virtualidad en Marte ya cría “niños ratas” aquellos que se meten dentro de sus pantallas y no quieren salir porque al girar la cabeza se encuentran con limites espaciales y educativos que resuenan a lo lejos como gritos ansiosos y discontinuos.
No podemos mandarlos a Marte, cuando el gran jefe consiga el cohete que los lleve como mano de obra barata y extasiada, ellos y ellas ya serán adultos y responsables ante las leyes de los mayores.
Somos responsables de nuestros menores, de los que nos salen bien o nos salen con la furia descontrolada, del abandono, de la hiperactividad del consumo y la falta de limites educativos.
Hoy olvidamos la importancia y el mimo de estar cerca de la infancia y la adolescencia, de la necesidad educativa del cariño, la atención, de la frustración del “NO, ¡ESO NO!” porque atenta contra la propia corporalidad de las personas y puede hacer que tu pierdas la vida y no te convertirás en zombi babeante, ni podrás coleccionar vidas, ni vencerás en Tic-Toc. Desaparecerás de la tierra y el hombre que expone la motosierra ante su pequeña cría, sin el cuidado de protegerla y enseñarle que el respeto al otro, a nosotras, incluye el más valioso tesoro educativo para ti. No te salvara, no es un super-héroe de verdad.
Los Centros donde se trabaja con nuestros “menores en furia” deben ser los adecuados, no macrocentros, no contenedores de infancias, contenedores de nuestras deficiencias, responsabilidades… deben dotarse de recursos económicos suficientes como para “evitar guerras”, no podemos especular en bolsa, no hay compras, ni ventas, ni aranceles, los intereses se reparten entre toda la población.
A los menores furiosos y ansiosos, no podemos expulsarlos de nuestras vidas, ni podemos borrarlos de nuestra existencia. Debemos volver a intentar enseñarles que la violencia no es el camino y poner todos los medios y recursos educativos y técnicos especializados. No podemos privatizar el derecho a la educación y debemos pensar en las confianzas que ejerce la cercanía, la escucha, el cariño, el estoy a tu lado, pero eso no puedo dártelo, porque atenta contra los demás, los otros, contra ti, que eres un otro para nosotras.
Debemos cuidar a las y los profesionales de lo social, a las educadoras sociales, auxiliares, a las trabajadoras sociales, psicólogas y equipos de cuidado, limpieza, administración, que desarrollan su labor cuando nosotros tiramos las toallas y no sabemos qué hacer con nuestros menores, vengan de donde vengan. Son nuestro último recurso educativo, no podemos dejarlas solas. El personal de seguridad en estos centros de menores tendría que estar especializado, las pistolas no curan.
Los menores no son una excusa política para abandonarlos a su suerte, ni un foco de atención rápido y mediático en el que nos entretenemos hasta la siguiente noticia o fake news.
No podemos desprendernos de ellas y ellos, no podemos mandarlos a Marte (todavía no).
Comunicado:
Colegios de Educadoras y Educadores Sociales
Colegio Profesional de Educadores/as Sociales de Extremadura
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