Medicina Democrática y lucha de clases

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La ciencia no es más que una forma de ser del poder o, mejor dicho, sólo es comprensible y legible desde la perspectiva de la dialéctica de los poderes. En cierto momento de su nacimiento, la burguesía fundó una nueva ciencia para derrocar el poder feudal y la ciencia era entonces liberadora en la medida que planteaba un desafío a una potencia hegemónica (en aquel momento histórico era el poder feudal), la exigencia de poder de otro componente social que estaba surgiendo y que era la burguesía.

La burguesía, naturalmente, utilizó entonces y sigue utilizando la ciencia más que nunca como instrumento de su conservación; lo mismo ocurre con todo poder que tiende a preservarse. Ahora bien, si esta es la operación que realizó la burguesía, esta es la operación que tendrá que realizar el proletariado y que a su vez el proletariado tendrá que fundar una nueva ciencia para derrocar el poder burgués”
Giulio Alfredo Maccacaro, L’uso di classe della medicina, Módena, 25 de febrero de 1972

En enero de 2021 escribí un artículo cuyo título era “Maccacaro, Paccino, Giacomini. In memoriam” (1) coincidiendo con el 44 aniversario del fallecimiento de Giulio Maccacaro y el 40 aniversario también del fallecimiento de Valerio Giacomini, al mismo tiempo que rendía homenaje a Darío Paccino, los cuales imprimieron una huella imborrable en el pensamiento ecológico no instrumental ni neutro, sino estrechamente relacionado con la necesaria lucha de clases para hacer frente a la depredación del medio ambiente por parte del capitalismo, ya fuera éste de corte occidental o de la deriva pro capitalista de los llamados socialismos, y su relación con las diversas patologías y las prácticas médicas utilizadas a mayor gloria del capital.

En dicho artículo resaltaba una entrevista realizada a Darío Paccino en Lotta Continua núm. 9 del 4 de enero de 1978 en la que afirmaba: “Con mis libros intento dar voz a los desposeídos por el monopolio de la información y de la llamada cultura” (2).

Y la referencia al libro que escribió en 1972 “L’Imbroglio ecológico” (Ed. Giulio Einaudi. Torino 1972) en el cual realiza una crítica a los ecologistas del capital que los caracteriza como los que desean la vida dulce de la sociedad capitalista occidental  sin los desastres ocasionados por la depredación del medio ambiente, deseosos de una sociedad sin destruir al capitalismo que vive de la depredación.

En dicho artículo resaltaba también algunos párrafos de la carta que Maccacaro escribió al Presidente del Colegio de Médicos de Milán, de la cual tan sólo apunto aquí un pequeño fragmento “Naturalmente la medicina del capital no podría  dirigir las enfermedades, si no dirigiera también al enfermo, al médico y a la relación existente entre ellos, de acuerdo a una coherente lógica de clase”. Carta que para no extenderme más de lo necesario se puede leer íntegra en castellano (3).

Medicina Democrática

Medicina Democrática fue (*) como movimiento, nació en el año 1968 a través de un llamamiento de médicos, investigadores y delegados de consejos obreros. En el discurso fundacional del Movimiento, Maccacaro habló de la enfermedad como una pérdida de participación y analizaba la historia de la medicina desde la perspectiva de la clase obrera.

Habló de la necesidad de aprender a identificar “las causas de las enfermedades”, tarea no incluida en la formación del médico a quien se le enseña que la tuberculosis no surge de la desnutrición, la insalubridad, el hacinamiento en las viviendas sino de la desgracia, del encuentro con la micobacteria de Koch; se enseña que el cáncer no surge de un modo de producción que distribuye el riesgo para centralizar las ganancias, sino de la elección imprevista de un comportamiento individual inapropiado (4).

Maccacaro presentó acusaciones documentadas contra el sistema de poder de la salud y la ciencia, refiriéndose a “la servidumbre de la medicina en la sociedad del capital” y las consiguientes deformaciones en la relación médico-paciente y en la exactitud de la información sanitaria derivada del conflicto de intereses con las grandes corporaciones farmacéuticas. La renovación de la ciencia y la medicina requería una nueva alianza, una democratización de la investigación, una formación diferente de los médicos y trabajadores de la salud.

Como asevera Piergiorgio Duca (“Intervento al convegno Luigi Mara e Medicina Democratica: la stagione del modello operaio di lotta alle nocività”), se trata de un compromiso cultural y político de la medicina como investigación y asistencia que requiere tanto de rigor científico como de rigor ético (5).

Asimismo Archibald Cochrane en el prefacio de “Effectiveness & Efficiency: Random Reflections on Health Services”, advertía que las desigualdades sociales son fuentes de error difíciles de resaltar en las evaluaciones estadísticas. Cualquier ensayo clínico, cualquier índice de eficacia para evaluar un tratamiento curativo pierde su rigor y proporciona resultados falsos, si no va acompañado de un índice de equidad socioeconómica (6).

En el discurso fundacional de Medicina Democrática se señalaba que “Estamos aquí también para los demás -para los amigos que nos observan, para los enemigos que nos temen pero no nos desafían y queremos aclarar las cosas para todos y con todos […] Queremos decir, en primer lugar, ‘por qué ahora’ y ‘por qué así’ se abre la conferencia fundacional de Medicina Democrática. Estamos en un momento de profunda crisis en nuestro país: crisis económica, política e institucional. Una crisis que no es nada oscura en sus causas y muy clara en sus efectos”.

Dentro del discurso fundacional del movimiento Medicina Democrática se puso énfasis en que lo primero que debemos hacer es reflexionar sobre el concepto de salud, al tiempo que interrelacionar e incorporar la lucha por la salud en la lucha de clases. Y se reflexionó sobre el papel de la sociología médica vigente que define la enfermedad como una pérdida de participación, pero que nosotros debemos afirmar la pérdida de participación como la sustancia de la enfermedad.

¿Quiénes son nuestros enemigos? Los que investidos con manto científico se consideran poseedores de una única verdad y con capacidad para vaticinar una elaborada y mediàtica “demanda social de salud” ante cualquier experimento de control social, de presentarlo antes de que se ponga en circulación (véase el Event 201), y de imponer la inoculación de compuestos químicos de los cuales no se sabe las consecuencias adversas de los mismos, al mismo tiempo que impiden el libre debate sobre las mismas y excluyen cualquier remedio que no entre en los planes de la Big Pharma.

Todo ello engalanado con una supuesta “objetividad” de una ciencia que como afirma Maccacaro, está prenyada de un contenido de clase. De clase dominante, por supuesto.

De ahí deriva la función represiva de la medicina basada en los fundamentos de la ciencia burguesa, que entre otras cosas se demuestra por la tecnificación avanzada del acto médico y la casi extinción de la relación interpersonal. Así lo hemos podido comprobar durante la declaración pandémica con las consultas telemáticas, las recetas telemáticas alejadas de cualquier relación humana con las personas.

En “Medicina Democrática. Movimiento de lucha por la salud”, Maccacaro planteaba que el derecho a la salud, como “bien individual fundamental e interés colectivo”, que en la década de los años 60 del siglo XX, unió las luchas estudiantiles con el movimiento de demandas y elaboración cultural de trabajadores, investigadores y promotores de la salud, que cuestionaron la responsabilidad de la ciencia y la investigación en perpetuar las injusticias de una sociedad clasista.

Como apunta Maria Luisa Clementi, “es difícil encontrar el nombre de Giulio Maccacaro siguiendo los caminos formativos convencionales. Es poco probable que los datos que revelan sufrimientos evitables reciban atención, especialmente si no se limitan a establecer los hechos, sino que buscan y denuncian a los culpables. Esto es lo que Giulio Maccacaro hizo en voz alta, aparentemente sin ser escuchado. De hecho, para algunos parece que esos años pasaron en vano.

El Occidente industrializado, que en la época de Maccacaro tenía un poder que parecía estar en constante ascenso, está a punto de ser superado por un Oriente igualmente industrializado y decidido a ocupar su lugar. Quizás sea precisamente en los momentos en que el significado de la medicina está más olvidado cuando tiene más sentido que nunca proponer nuevamente el camino de la prevención y la participación” (7).

Tomemos buena nota de todo ello y seamos capaces de reorganizar de nuevo la alianza entre una parte importante del proletariado con otra parte de los trabajadores de la salud y de la investigación para ir sentando las bases de una nueva cultura y ciencia proletaria. Tal vez sea el momento de intentar la formació de un movimiento parecido al de Medicina Democrática de los años 60 en Italia.

(1) https://www.universitat.cat/ucpc/?p=5655
(2) https://web.archive.org/web/20160917014445/http://fondazionerrideluca.com/download/1978/01_1978/LOTTA-CONTINUA_1978_01_04_002_0009.pdf
(3) https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5367435
(4) G.A. Maccacaro, Medicina Democratica – movimento di lotta per la salute, in Per una medicina da rinnovare, Feltrinelli, Milano 1979 (https://fondazionefeltrinelli.it/medicina-democratica-movimento-di-lotta-per-la-salute-1976/)
(5) https://fondazionefeltrinelli.it/medicina-democratica-movimento-di-lotta-per-la-salute-1976/
(6) https://www.nuffieldtrust.org.uk/research/effectiveness-and-efficiency-random-reflections-on-health-services
(7) https://epiprev.it/page/giulio-a.maccacaro-la-scienza
(*) Hoy en dia se mantiene como cooperativa fundada en 2003 y reorganizada este año (https://www.medicinademocratica.org/wp/?p=51). Con grandes diferencias respecto a sus orígenes.

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