Maduro declarado ganador, mientras Washington intensifica intento de cambio de régimen en Venezuela

Andrea Lobo

El Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano declaró en la madrugada del lunes que el presidente Nicolás Maduro fue reelegido con 51,2 por ciento del voto contra 44,2 por ciento para su opositor de derecha, Edmundo González.

Tropas venezolanas cargan cajas para papeletas antes de los comicios presidenciales, 24 de julio [Photo: @cneesvzla]

El organismo electoral culpó a un ciberataque por retrasos, pero dijo que logró escrutar el 80 por ciento de las mesas y que la victoria de Maduro es “irreversible”. Al momento de escribir este artículo, el sitio web del CNE sigue caído y no se han publicado más resultados.

Como era de esperar, el Gobierno de Biden, sus regímenes títeres en la región y la oposición financiada por Estados Unidos se han negado a reconocer los resultados. En una respuesta claramente coordinada de antemano, el imperialismo estadounidense está utilizando las elecciones para intensificar su intento de cambio de régimen.

Washington ha empleado repetidamente intentos fallidos de secuestrar y matar a la cúpula venezolana, sanciones brutales para someter a la población y amenazas de una invasión militar, todo ello con el objetivo de presionar a sectores del ejército venezolano y a los círculos gobernantes para que expulsen al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

A pesar de que funcionarios de la oposición concluyeron antes que las irregularidades en el proceso de votación habían sido pocas e insignificantes, la líder opositora María Corina Machado afirmó de inmediato que los resultados anunciados por el CNE eran producto de un fraude masivo. La Plataforma Unitaria que lidera tuvo acceso al 40 por ciento de las actas electorales, dijo, dándole a Gonzáles el 70 por ciento de los votos.

Pese a exigir que el CNE publique todas las actas, Machado dejó en claro que los resultados exactos son realmente irrelevantes. Su principal objetivo es convencer a los oficiales militares que el gran voto de la oposición deja en claro que Maduro ya no puede asegurar sus intereses ni el régimen capitalista.

Machado declaró: “Hoy los derrotamos con los votos en toda Venezuela, pero además lo saben los miembros del Plan República [la supervisión militar de los comicios], los ciudadanos militares, ellos estuvieron allí en primera fila, vieron la gente con alegría y esperanza, organizados de forma cívica, pacífica. Ellos lo saben y el deber de las Fuerzas Armadas es hacer respetar la soberanía popular expresada en el voto”.

Concluyó advirtiendo de futuras acciones “en los próximos días”.

La clave para entender la crisis política en Venezuela es que ni al régimen del PSUV ni al imperialismo estadounidense o sus representantes les importa la voluntad democrática del pueblo venezolano ni la resolución de la catástrofe humanitaria.

Todos los contendientes en las elecciones representan facciones de la clase capitalista, vinculadas con potencias extranjeras que están disputando el acceso a las ganancias de la explotación de los trabajadores venezolanos y las reservas de petróleo más grandes del mundo.

La estrategia general de Washington fue resumida en términos sencillos por Geoff Ramsey del Atlantic Council, un centro de análisis cercano a las agencias de inteligencia estadounidenses. “Esto no ha terminado”, escribió, “Maduro tiene que convencer a la élite gobernante de que puede mantener las cosas bajo control, pero tanto él como los militares saben que no puede gobernar un país en llamas. Enfrenta efectivamente la prueba de lealtad más grande en años. Dudo que las élites venezolanas estén ansiosas por seis años más de represión, sanciones y catástrofe económica”.

Poco después de los resultados preliminares, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, manifestó predeciblemente, “serias preocupaciones de que los resultados anunciados no reflejen la voluntad ni los votos del pueblo venezolano”.

Representando a una potencia que ha instalado más dictadores que cualquier otra, desde Pinochet y Videla hasta Suharto e innumerables otros, y que emplea guerras por delegación e invasiones como políticas preferidas para defender sus intereses geopolíticos y corporativos en todo el mundo, Blinken dijo en un tono amenazador: “La comunidad internacional está observando esto muy de cerca y responderá en consecuencia”.

Más temprano durante el día, la vicepresidenta y candidata presidencial de los Estados Unidos, Kamala Harris, escribió en X: “La voluntad del pueblo venezolano debe ser respetada”.

Blinken y Harris tendrían dificultades para encontrar una sociedad menos democrática que Estados Unidos, donde un grupo de multimillonarios ha comprado el control de todas las instituciones y medios de comunicación y hace valer sus intereses a través de la tiranía bipartidista. Con la aquiescencia del Partido Demócrata, la Corte Suprema de los Estados Unidos no solo robó las elecciones en 2000, sino que ahora ha convertido al presidente en un rey por encima de la ley.

La amenaza de ir más allá de las sanciones, que ya han devastado la economía venezolana, plantea una amenaza real de que estalle un nuevo frente latinoamericano de la emergente tercera guerra mundial. Para el imperialismo de Estados Unidos y la OTAN, Venezuela ya es un campo de batalla clave en sus esfuerzos por socavar a Rusia, China e Irán, cuyos Gobiernos mantienen lazos económicos y políticos con Caracas y ya han felicitado a Maduro.

Al régimen del presidente argentino Javier Milei, defensor de la dictadura militar fascista del general Jorge Rafael Videla, se le ha asignado el papel de encabezar la respuesta de las fuerzas proestadounidenses. Esta operación se produce tras numerosas reuniones entre Milei y otros funcionarios argentinos con la dirección de la CIA y el Pentágono.

Nada podría poner más en evidencia el carácter depredador y antidemocrático de los intereses estadounidenses en la región que su asociación con estas fuerzas.

El lunes, Argentina encabezó una reunión y declaración conjunta con ocho países (Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay) haciéndose eco de la “profunda preocupación por el desarrollo de las elecciones presidenciales” en Venezuela. El documento exige una “revisión completa de los resultados”.

Vale la pena mencionar que el multimillonario fascistizante Elon Musk retuiteó una declaración de Milei denunciando un “fraude” en Venezuela. Musk añadió patéticamente: “Vergüenza para el dictador Maduro”.

En una señal de lo que está por venir, la ministra de Seguridad de Milei, Patricia Bullrich, reunió a miles de partidarios de la oposición venezolana para asediar la Embajada venezolana en Buenos Aires el domingo.

Si bien no firmaron la declaración argentina, los presidentes pseudoizquierdistas Gustavo Petro de Colombia y Gabriel Boric de Chile, así como el presidente brasileño Lula da Silva, hicieron llamados similares, arrojando dudas sobre los resultados y uniéndose servilmente al impulso liderado por Estados Unidos para un cambio de régimen.

Por su parte, el PSUV ha buscado adelantarse a cualquier intento desde fuera o dentro del aparato estatal para llevar a cabo un golpe de Estado. Los colectivos, bandas simpatizantes que andan en motocicletas, y otros partidarios fueron convocados para proteger el palacio presidencial de Miraflores en Caracas, el domingo por la noche, y celebrar una victoria horas antes de que se anunciaran los resultados.

Habiendo advertido previamente de una guerra civil y un baño de sangre, Maduro dijo en una reunión con observadores internacionales el sábado por la noche que “la Milicia es el arma secreta de la doctrina de defensa nacional, de la guerra de todo el pueblo”. Este fue un llamado a las fuerzas progubernamentales armadas y entrenadas que actúan como una unidad extraconstitucional del ejército para que se mantengan preparados para intervenir en caso de que secciones del ejército se vuelvan contra su régimen.

A esto le siguió una declaración del ministro de Defensa, Vladimir Padrino: “¡Cuente con la Milicia Bolivariana para todas las batallas que tengamos que dar!”

A pesar de insistir en que los militares no serán un “árbitro” de las elecciones, Padrino ordenó el despliegue de 388.000 militares, policías y otros funcionarios de seguridad para patrullar los colegios electorales, vigilar y transportar todo el material electoral y “garantizar el orden a toda costa”.

Esto envió el mensaje de que, después de todo, los militares intervendrán para proteger el régimen burgués, incluso si eso significa resolver los resultados electorales.

En Táchira, un estado históricamente favorable a la oposición que limita con Colombia, hombres enmascarados se muestran en varios videos usando granadas de aturdimiento y municiones reales contra las multitudes. Hay informes confirmados de la muerte de un hombre, Julio Valerio García, y varios heridos.

Venezuela está al borde de una guerra civil, de una miseria económica aún más profunda y de convertirse en un frente activo en una guerra mundial imperialista. Ya es hora de que los trabajadores saquen conclusiones de largo alcance.

El hecho de que un sustituto desconocido de Machado, una criatura de la CIA, una ultraderechista y defensora de las sanciones e incluso de una invasión estadounidense, podría haber derrotado a Maduro demuestra el callejón sin salida de todo el proyecto bolivariano y la marea rosa regionalmente.

Los chavistas han sido incapaces de responder a la agresión imperialista estadounidense y a la crisis del capitalismo fuera de desplazarse agresivamente hacia la derecha, apoyándose cada vez más en una represión de Estado policial y convirtiéndose en siervos de las compañías petroleras y de Wall Street.

Ante un imperialismo estadounidense debilitado y desacreditado como nunca antes y un conflicto enconado entre facciones de la clase dominante, cualquier movimiento revolucionario que representara los intereses de la clase obrera utilizaría esta coyuntura para luchar por el poder y promover la revolución socialista a nivel internacional.

Pero no hay una alternativa revolucionaria ni auténticamente de izquierda en Venezuela. En cambio, en un momento u otro, todas las organizaciones que afirman luchar por los trabajadores canalizaron la oposición popular detrás del chavismo, cuyo papel principal siempre ha sido prevenir cualquier intervención política independiente de la clase trabajadora.

Hugo Chávez, un teniente coronel, ganó prominencia en 1992 después de liderar un golpe fallido contra la impopular presidencia de Carlos Andrés Pérez. Dos años más tarde, en medio de una crisis financiera y bajos precios del petróleo, el presidente Rafael Caldera liberó a Chávez de la cárcel, viéndolo como una figura útil para contener la oposición masiva contra los dictados de austeridad del FMI, las privatizaciones, la alta inflación y el odiado sistema bipartidista del Pacto de Puntofijo, que Caldera mismo había diseñado en 1958. Chávez ganaría las elecciones en 1998 después de haber hecho campaña durante años en todo el país por una asamblea constituyente y reformas democráticas y sociales.

Después de la muerte de Chávez por cáncer en 2013, el World Socialist Web Site señaló el hecho de que el desvío de parte de la bonanza petrolera de Venezuela por parte de su Gobierno hacia programas sociales y nacionalizaciones parciales no “representó un camino hacia el socialismo… ni afectó seriamente las ganancias empresariales”. En cambio, Chávez desperdició la mayor parte del boom petrolero pagando a los acreedores extranjeros, aumentando las ganancias para las transnacionales y cultivando una facción en la clase dominante y la cúpula militar, llamada la boliburguesía, que se enriqueció mediante corrupción y contratos gubernamentales . A pesar de que el PIB se multiplicó 4,5 veces en la década anterior a su muerte, no se produjo un gran desarrollo industrial ni agrícola, lo que preparó una fuerte contracción una vez que los precios cayeron.

La catástrofe social actual, el crecimiento de la extrema derecha y el peligro de una guerra civil son principalmente responsabilidad de las tendencias pseudoizquierdistas que brindaron apoyo político a Chávez y bloquearon una alternativa genuinamente revolucionaria. Esto es cierto para una miríada de tendencias pablistas que habían abandonado durante mucho tiempo los principios del trotskismo en el período de posguerra, abogando en cambio por una liquidación de las fuerzas nacionalistas burguesas.

Desde el general argentino Juan Domingo Perón, hasta Fidel Castro en Cuba, Salvador Allende en Chile, el general J.J. Torres en Bolivia, el general Velasco Alvarado en Perú y el general Omar Torrijos en Panamá, estas fuerzas buscaron repetidamente subordinar a los trabajadores a fuerzas reformistas burguesas que en muchos casos terminaron facilitando el surgimiento de dictadores fascistas-militares respaldados por Estados Unidos.

Como escribió el WSWS en 2013, estas fuerzas:

… se sintieron atraídas por el “socialismo del siglo XXI” de Chávez precisamente por su hostilidad a la concepción marxista de que una transformación socialista solo puede llevarse a cabo a través de la lucha independiente y consciente de la clase trabajadora para poner fin al capitalismo y tomar el poder en sus propias manos. Estos elementos políticos pequeñoburgueses se sienten atraídos por una política diseñada para salvar al capitalismo de la revolución, impuesta desde arriba por un comandante carismático. Estas capas se han desplazado aún más hacia la derecha desde el apogeo de su adaptación al castrismo en los años sesenta y setenta.

Los desarrollos objetivos en los últimos 40 años, incluida la disolución de la URSS y el proceso de globalización capitalista, han hecho inviables todos los programas reformistas nacionales. Además, el crecimiento de las clases trabajadoras urbanas masivas en toda América Latina ha hecho que las élites gobernantes estén aún más subordinadas al imperialismo y sean hostiles a cualquier reforma democrática seria.

Contra la creciente amenaza de la dictadura y la guerra, los trabajadores y la juventud en Venezuela y en toda la región deben luchar por construir el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, la dirección del movimiento trotskista mundial. Como lo demuestra la trágica historia de traiciones en América Latina, el primer paso debe ser un estudio cuidadoso de las lecciones programáticas de la lucha de décadas del CICI contra el pablismo y todas las demás agencias pseudoizquierdistas de las burguesías locales y el imperialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de julio de 2024)

https://www.wsws.org/es/articles/2024/07/31/ejfc-j31.html?pk_campaign=wsws-newsletter&pk_kwd=wsws-daily-newsletter

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