Cambio climático en Canarias: el precio de un sistema insostenible
Canarias enfrenta una creciente amenaza climática, pero la crisis ambiental va más allá de fenómenos meteorológicos extremos: está arraigada en un modelo económico insostenible. ¿Es posible abordar el cambio climático sin cuestionar el capitalismo?
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Canarias, tradicionalmente conocida por su clima templado y estable, enfrenta también la amenaza del cambio climático. Aunque actualmente el archipiélago está protegido de fenómenos extremos como los huracanes, expertos como el meteorólogo Mario Picazo advierten que esta situación podría cambiar en las próximas décadas.
La combinación de fenómenos meteorológicos extremos, el riesgo de huracanes y la desertificación hace urgente la adopción de medidas que mitiguen el impacto del cambio climático en las islas.
Eventos como episodios intensos de calima, lluvias torrenciales y temperaturas extremas podría ser cada vez más frecuentes.
Mario Picazo lo advierte con claridad:
«Canarias está protegida de huracanes, pero eso puede cambiar en unos años. El cambio climático está generando más episodios de fenómenos meteorológicos extremos».
Este tipo de fenómenos no solo afecta la calidad de vida de los habitantes, sino que representa un riesgo para sectores clave de la economía insular, como el turismo y la agricultura.
Uno de los mayores temores es el posible cambio en la trayectoria de los huracanes, que tradicionalmente han evitado el Archipiélago.
Según Picazo, las alteraciones en las corrientes oceánicas y atmosféricas podrían exponer a las islas a estos eventos destructivos en un plazo de 20 a 30 años.
Cambio climático: un resultado inevitable del sistema económico dominante
Pero el cambio climático no es un accidente ni una consecuencia inesperada, sino un efecto directo del funcionamiento del capitalismo. Este sistema, basado en el crecimiento infinito, no solo contribuye a la degradación ambiental, sino que instrumentaliza las posibles soluciones a esta crisis para perpetuar la acumulación de capital.
Como ya señalara Karl Marx, este modelo económico tiende a destruir sus dos principales fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano.
En su búsqueda constante de beneficios, el capitalismo sobreexplota los ecosistemas, generando emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero, deforestación masiva y contaminación de los recursos hídricos y del suelo.
En el caso de Canarias, los efectos de este modelo son claros: fenómenos como la intensificación de la calima, el riesgo de desertificación y la posibilidad de que huracanes modifiquen sus trayectorias están directamente relacionados con el avance de la crisis climática.
El mito del «capitalismo verde»
La promoción de tecnologías limpias y energías renovables por parte de las grandes corporaciones a menudo se presenta como la clave para resolver la crisis ambiental. Pero esta narrativa, lejos de ser una solución, consolida el problema. Las mismas empresas responsables de la destrucción ambiental controlan los mercados de estas «soluciones sostenibles», garantizando que el ciclo de acumulación no se detenga.
Ejemplos de ello son las inversiones en energías renovables realizadas por gigantes de la industria fósil, que adaptan sus modelos de negocio sin reducir su impacto global. Mientras tanto, los recursos naturales continúan siendo explotados en países del Sur Global, ahora en nombre de la sostenibilidad.
En Canarias, medidas como el «céntimo forestal» —un recargo en los combustibles destinado a financiar la lucha contra el cambio climático— pueden parecer un paso en la dirección correcta, pero no dejan de ser paliativos en el marco de un sistema que exige un crecimiento constante. Si bien esta medida podría recaudar hasta 40 millones de euros al año para prevenir incendios y combatir la desertificación, no cambia el modelo extractivista que continúa agotando los recursos del archipiélago.
Canarias: un microcosmos de la crisis global
El Archipiélago canario, por su ubicación geográfica y su dependencia del turismo, puede considerarse un reflejo a pequeña escala de cómo el capitalismo exacerba la crisis climática. El modelo turístico de masas, que requiere grandes infraestructuras, transporte masivo y consumo intensivo de recursos, ha aumentado la huella ambiental de las islas.
En este contexto, la transición hacia un modelo sostenible requiere algo más que medidas tecnológicas o ajustes en el mercado.
Como advierte el geógrafo Abel López:
“la crisis ambiental no se puede resolver desde el mismo sistema que la generó. Hace falta una transformación social profunda”.
Esto significa una ruptura radical con un sistema que prioriza la acumulación de capital sobre el bienestar humano y ambiental.
Es imprescindible que los recursos naturales y los medios de producción sean gestionados de forma democrática, orientados al bien común y no al beneficio de unos pocos.
En Canarias, esta transformación implicaría repensar el modelo turístico, garantizar la soberanía energética mediante energías limpias gestionadas de forma pública y comunitaria, y promover políticas de conservación ecológica que no dependan del mercado.
Sin embargo, enfrentar esta crisis requiere más que medidas paliativas o soluciones tecnológicas. Requiere cuestionar y transformar un sistema económico que, por su propia naturaleza, es incompatible con los límites del planeta.