
Reparar en los seis muertos que dejó el tiroteo de Trípoli el pasado martes, frente al contexto de violencia que se vive en amplias franjas del continente africano, parecería trivial. Más si se tiene en cuenta que en el Sahel, esa amplia franja que corre al sur del Magreb desde el Mar Rojo al océano Atlántico, los ataques terroristas golpean indiscriminadamente tanto a civiles como a militares, concentrando todo su poder de fuego en Burkina Faso, Mali y Níger, donde ya han generado miles de los muertos y millones de desplazados. Mientras que esta ola de terror, irremediablemente, se extiende hacia el golfo de Guinea.