Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/12/09/d5ac-d09.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Santiago Guillen 09.12.23
La semana pasada, la multinacional española de telecomunicaciones Telefónica anunció su intención de despedir a más de 5.000 trabajadores en toda España. Esta cifra representa un tercio de sus 16.000 empleados.
Estos despidos se producen después de que 11.300 trabajadores fueran despedidos en 2015, 2019 y 2021, además de otros 6.830 entre los años 2011 y 2013. En 12 años, Telefónica se ha deshecho de más de la mitad de su plantilla. En 1992, 74.437 personas trabajaban en Telefónica, 60.000 más que las empleadas tres décadas después.
Telefónica es la quinta compañía de telecomunicaciones del mundo y la segunda de Europa, solo por detrás de Vodafone, operando en Europa y América Latina. En España, es la cuarta corporación por ingresos y presencia en el mercado, por detrás de la textil Inditex (Zara, Bershka, Massimo Dutti, Pull&Bear y Lefties) liderada por el multimillonario Amancio Ortega, y los bancos Santander y BBVA.
A diferencia de las tres últimas rondas de despidos de 2015, 2019 y 2021, implementadas a través de las llamadas bajas voluntarias y prejubilaciones, Telefónica volverá al sistema de despidos que utilizó en 2011 a través de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Esto permite a las empresas llevar a cabo despidos colectivos basados en las llamadas razones ‘objetivas’, como una recesión económica, las innovaciones técnicas, los cambios organizativos o el aumento de la productividad.
Les permite también recortar las indemnizaciones por despido y les ahorra dinero al no tener que seguir pagando los seguros médicos y los planes de pensiones. Y, a diferencia de las bajas voluntarias, los trabajadores no pueden negarse a su despido.
La anunciada destrucción de empleo poco tiene que ver con los resultados económicos de la empresa que a lo largo del periodo que va del año 2013 al 2022 ha logrado unos beneficios de 32.000 millones de euros. Mientras, el salario medio por empleado ha disminuido en este mismo periodo en 2.000 euros.
En junio pasado, Telefónica anunció un crecimiento acelerado durante el segundo trimestre del año, alcanzando un ingreso neto de €462 millones, lo que representa un aumento del 44.5 por ciento en comparación con el mismo período en 2022. Este ERE permitirá a Telefónica ahorrar entre 200 y 400 millones de euros en salarios en función del número final de trabajadores despedidos.
Telefónica afirma que el ERE busca resolver un “excedente funcional” de trabajadores que no son ya necesarios bien sea por mejoras técnicas o por la desaparición de servicios como las redes de cobre. Sin embargo, este proceso debe situarse en el contexto de la búsqueda de beneficios de las empresas de telecomunicaciones en toda Europa, donde se esperan hasta 100.000 despidos en los próximos años.
Se trata de un sector con una brutal competencia entre empresas, sobre todo por la aparición de los operadores de bajo coste. Competencia que se plasma en una guerra feroz por bajar cada vez más los precios que se ofertan a los clientes. A ello se debe sumar las inversiones multimillonarias que las compañías deben realizar en fibra óptica y 5G.
Los despidos anunciados buscan cargar todos estos costes sobre las espaldas de los trabajadores, reduciendo la plantilla y los salarios, y aumentando la precariedad en las condiciones de trabajo. Esta es la razón por la que Telefónica prefiere realizar despidos en lugar de reciclar a los trabajadores en otros puestos, y también es esta la manera en que empresas como Telefónica esperan poder ampliar sus beneficios.
El anuncio de Telefónica forma parte de una ofensiva global contra los trabajadores del sector de las telecomunicaciones. La empresa británica BT Group (la antigua British Telecom) ya ha anunciado que recortará a lo largo de esta década su plantilla entre 40.000 y 55.000 empleados, lo cual significa entre el 30% y el 42% de sus trabajadores. La finlandesa Nokia prescindirá de 14.000 personas y la británica Vodafone hará 11.000 despidos, un 10% de su plantilla. La sueca Ericsson despedirá a 8.5000, Virgin Media 02 la filial de Telefónica en Reino Unido ejecutará 2.000, mientras la alemana Deutsche Telekom y la sueca Telia han anunciado que prescindirán de 1.650 y 1.500 trabajadores respectivamente.
El carácter global de la ofensiva capitalista contra los trabajadores muestra que los empleos y las condiciones de vida sólo pueden defenderse a través de una lucha coordinada internacionalmente de los trabajadores de las telecomunicaciones en todas las empresas para oponerse a esta carrera hacia el abismo. Pero los sindicatos procapitalistas se oponen a cualquier lucha global de este tipo.
En España, en las últimas décadas, se han negado a organizar cualquier lucha contra los despidos masivos en Telefónica o contra los más de 4.000 puestos de trabajo destruidos por Vodafone y Orange, las otras dos grandes operadoras españolas.
Los dos principales sindicatos españoles, Comisiones Obreras (CCOO) sindicato vinculado a Sumar y el socialdemócrata Unión General de Trabajadores (UGT), han dejado claro que no tienen intención de desafiar el ERE de Telefónica. Al momento de escribir este artículo, no han convocado protestas ni ninguna otra acción significativa. En cambio, han dejado claro que aceptan el salvaje plan de despidos.
UGT, el mayor sindicato de Telefónica, ha afirmado que “cualquier plan de salidas estará ligado a la firma de un nuevo Convenio…con una duración mínima de 3 años que blinde a la plantilla y sus condiciones laborales y económicas’. Es decir, UGT acepta el ERE a cambio de algunas concesiones simbólicas que no impedirán que se repitan nuevos despidos en el futuro.
Desde CCOO, la responsable de Acción Sindical en el sector de las telecomunicaciones, Ramona Piñeros, valoró positivamente los despidos. Estuvo de acuerdo con las afirmaciones de la empresa al señalar que: “es cierto que…hay un montón de puestos de trabajo que han dejado de tener actividad”.
Rechazando cualquier alternativa o protesta, resumió a la perfección el papel de los sindicatos. Su papel no es defender los puestos de trabajo, sino trabajar con las empresas para recortarlos. Ella dijo que “nuestro trabajo, en este caso, será lograr las mejores condiciones para las personas que se acojan al despido.”
Los sindicatos también han desatado un frenesí nacionalista, tratando de minimizar los ataques contra “sus propios” trabajadores, favoreciendo los ataques contra los de otros países. Esta perspectiva condenada al fracaso sirve para dividir a los trabajadores a lo largo de líneas nacionales, dejando a las compañías las manos libres para implementar su agenda corporativa.
Cuando Vodafone anunció 11.000 despidos en mayo, la citada Ramona Piñero, de CCOO, calificó la noticia como una “globo sonda” diciendo que “la explicación que dan ha dado cierta tranquilidad.” Los sindicatos españoles aseguraron haber recibido garantías de que no se realizarían despidos en España de entre esos 11.000 que la empresa pretende realizar en todo el mundo, asegurando que estos se impondrían en Reino Unido, Italia, Alemania, India, Egipto y Hungría.
Si los sindicatos actúan en la práctica como una suerte de subdepartamento de gestión de recursos humanos, especializado en la vigilancia de los trabajadores, el papel del pseudoizquierdista Sumar encarnado por su líder y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no es muy diferente.
En una entrevista con La Sexta el lunes, Díaz dijo, “Cuando tenga el ERE encima de mi mesa lo voy a evaluar y me reuniré con las partes para conocerlo, tengo que estudiar la propuesta que se hace”. Díaz sabe muy bien que su ministerio no tiene poder de veto sobre un ERE, gracias a la reforma laboral del año 2012 que llevo a cabo el derechista Partido Popular y que ella misma amplió el año pasado. Este año se han producido 25.000 despidos colectivos a través de los ERE frente a los 24.215 del año pasado, sin que ni Díaz ni Sumar se opongan a estas medidas.
Para salir de la impotencia impuesta por los sindicatos, los trabajadores deben movilizarse independientemente de las burocracias sindicales y de Sumar. La bancarrota de los sindicatos y la crueldad de la clase dominante contra los trabajadores de las telecomunicaciones demuestra la necesidad de que estos se unan internacionalmente. La alternativa, como ha explicado el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, es la construcción de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base, movilizándose en una lucha por políticas socialistas contra la explotación y la guerra imperialista.
(Publicadfo originalmente en inglés el 7 de diciembre de 2023)