Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL
La historia enseña que los cambios reales no los firman los palacios del poder, sino las calles, las universidades, los sindicatos y las manos que se niegan a seguir comprando la mentira.
Hoy, frente al aparato militar y político que protege la colonización y la limpieza sistemática del pueblo palestino, la única fuerza capaz de quebrar —de verdad— el poder del sionismo macabro son los pueblos libres del mundo. Los gobiernos, en su mayoría, se arrodillan; la esperanza está en la conciencia de las masas y en la movilización de quienes aún creen en la justicia.
Desde América Latina hasta Europa, desde África hasta Asia, las manifestaciones populares en defensa de Palestina demuestran que la verdad ya no puede silenciarse. Los pueblos del mundo se han convertido en la voz de los sin voz, mientras los poderosos guardan un silencio cómplice.
Los pueblos entienden lo que los gobiernos niegan: que la lucha contra el sionismo no es una lucha contra un pueblo, sino contra un sistema de opresión, apartheid y exterminio.
Mientras las potencias occidentales suministran armas al ocupante y cierran los ojos ante los crímenes diarios en Gaza y Cisjordania, miles de ciudadanos comunes salen a las calles, boicotean productos, exigen sanciones y levantan la bandera palestina como símbolo universal de resistencia.
Esa presión ciudadana ha demostrado que puede hacer tambalear gobiernos, romper contratos de complicidad y cambiar narrativas que durante décadas fueron dominadas por la propaganda.
El movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) es una de las expresiones más claras de esta fuerza popular. Sin ejército, sin armas, sin presupuesto estatal, ha logrado poner en jaque a grandes corporaciones cómplices del apartheid israelí y exponer ante el mundo las raíces económicas del crimen.
Cuando los pueblos actúan de forma coordinada, los imperios tiemblan.
Pero la lucha no será corta. El sionismo, sostenido por poderosos intereses financieros y militares, sólo caerá cuando la presión de los pueblos sea más fuerte que la sumisión de los gobiernos. No se trata de discursos, sino de acciones concretas:
Boicot político, económico y cultural a todo actor que financie la ocupación.
Denuncia permanente ante los tribunales internacionales.
Solidaridad activa con la resistencia palestina en todas sus formas legítimas.
El deber moral de nuestro tiempo es claro: no guardar silencio. Cada pueblo libre del planeta debe decidir si estará del lado de la justicia o del lado de la barbarie. No hay neutralidad posible ante el genocidio y la ocupación.
Desde la Unión Palestina de América Latina (UPAL), hacemos un llamado a todas las organizaciones sociales, culturales y políticas del mundo a multiplicar las acciones de solidaridad con Palestina. Los pueblos unidos tienen más poder que todos los gobiernos serviles juntos.
El sionismo caerá, no por voluntad de quienes lo financian, sino por la fuerza moral y la conciencia de quienes lo enfrentan.
Porque cuando los pueblos deciden, los imperios se derrumban.
Unión Palestina de América Latina — UPAL
26 de octubre de 2025