Fuente: Iniciativa Debate/ Domingo Sanz
Una movida que en tiempos normales habría sido calificada de populista ha conseguido esta vez que los medios se hagan eco y los políticos reaccionen, aunque sea decepcionando. De hecho, y especialmente desde la crisis de 2008, casi cada día se han movido por las redes quejas contra sus privilegios con más pena que gloria. Pero esta vez han llegado al Congreso.
Lo que se ha reclama desde mediados de marzo es que, mientras dure el paro general, los políticos se recorten sus sueldos y emolumentos.
Paralelamente a esta propuesta, desde las asociaciones de autónomos y pequeños empresarios se demanda no pagar, o aplazar, impuestos vinculados a una actividad económica que ahora no pueden realizar porque está prohibida, y para la que el teletrabajo no sirve de nada. Por decirlo de otra forma, proponen que se reduzcan unos ingresos de administraciones públicas que, entre otras cosas, sirven para pagar retribuciones que desde las redes se quieren recortar temporalmente. Esta ecuación cuadra bastante.
UP se hizo eco y presentó una propuesta en el Congreso. También el grupo de Teresa Rodríguez en Andalucía. En ambos casos, el resto de partidos se negaron a legislar contra el interés privado de sus diputados y salieron con que ya haría cada uno la caridad que considerara oportuna, por decirlo aquí con tanto respeto a la verdad como ánimo de molestar. Por el contrario, creo que en el Parlamento Autonómico que más molesta han dejado de pagarse las dietas.
De repente, y como si se hubiera disparado un resorte, al PP y a Vox les dio por reclamar que la pandemia no confinara la democracia, algo que reducen a volver a la actividad parlamentaria como si casi nada pasara, hasta el punto de que amenazaron con sentar a varias decenas de sus diputados en la sesión del Jueves Santo. Una bravuconada que no se han atrevido a consumar, cosa que les ha servido para que todo el mundo se enterara de su fracaso. Era un poema el gesto de Casado cada vez que le restregaban el fiasco por la cara.
La reunión había sido convocada para debatir la nueva prórroga del Estado de Alarma, cosa que se podía haber resuelto con una votación telemática, tal como pudieron hacer más de 300 diputados, pero Sánchez quiso aprovechar la ocasión para presionar con unos nuevos Pactos de la Moncloa, a sabiendas de que no conseguiría nada, pero contribuyendo, eso sí, a transmitir la misma sensación de que los políticos trabajan, que era lo que PP y Vox pretendían con su chulería. De hecho, la reunión se prolongó durante todo el día.
Además, y también tras plantearse la petición del recorte de retribuciones, entre todos han decidido que vuelvan los controles semanales al gobierno, como si alguna vez hubieran servido para algo que no fuera piropearse a sí mismos o insultar a los contrarios.
Pero, regresando a un patio de butacas, digo hemiciclo, que ayer jueves volvía a estar lleno de tantos huecos como asientos habitualmente ocupados por diputados que solo aplauden o silban, ninguno de los portavoces de los grupos presentes, ni tampoco Sánchez, se dignaron responder a la propuesta que Bal, de Cs, dijo que habían realizado cuando se convocó: que se celebrara telemáticamente, tal como Casado hace cada día con los periodistas, Sánchez cada semana con los presidentes autonómicos y el resto lo mismo, o nada. Quizás si Edmundo les hubiera propuesto la recreación, para las pantallas, de un hemiciclo virtual, habría convencido a los demás porque, a menos diputados, o más imaginación o fracaso.
Tampoco los periodistas, para vergüenza de la profesión, se han hecho eco de lo de Bal, con lo que demuestran que están tan divididos en dos bloques como los políticos, sin conceder la menor portada a propuestas que puedan molestar al nuevo bipartidismo imperfecto y de dos contra dos que se está construyendo.
Por tanto, los dos partidos menos atrapados por su pasado, UP y Cs, porque Vox siempre fue y será PP hasta que lo fagocite o regrese a sus entrañas, han fracasado en sus respectivas propuestas en medio de una movida que reclama que los políticos se humanicen un poco y decidan compartir los sacrificios a los que están sometidas las personas, millones, que dirigen.
Pero creo que ni siquiera Cs y UP ponen toda la carne que hay que poner en el asador, teniendo en cuenta que atravesamos una situación desesperada.
Lo que Edmundo Bal debería haber hecho es no acudir al Congreso el Jueves Santo y exponer que el motivo era el rechazo a su propuesta. Por ejemplo, la Borrás de Catalunya tampoco estuvo presente y no pasó nada. Y Bal se habría llevado el aplauso general si hubiera añadido el argumento, fácil pero certero, de que lo que iban a hacer los políticos en el hemiciclo y no lo pudieran hacer “teletrabajando” no merecía, ni de lejos, el riesgo que corre Valentina Cepeda, cada vez que tiene que limpiar el atril porque un político ha subido a hablar allí.
Parece mentira que ni siquiera hayan tenido el detalle de hablar solo desde sus escaños, como tantas veces hacen en tiempos normales. Quizás esos señores y señoras salen a aplaudir cada noche desde sus ventanales, pero solo por la falta de respeto que demuestran hacia la vida de quien más les cuida en el Congreso, las manos se les deberían quedar pegadas hasta que se pueda levantar el Estado de Alarma.
UP también tiene la oportunidad de demostrar hasta donde están dispuestos a llegar con su propuesta. Solo con que aparezca Iglesias por la tele, o Echenique para conceder al vicepresidente margen de maniobra, y declare que solo apoyará esos Pactos de la Moncloa si el PSOE promueve o apoya el recorte de retribuciones de todos los representantes políticos en las instituciones importantes: Congreso, Senado, parlamentos autonómicos y grandes ayuntamientos.
Y si los de UP necesitan un argumento potente, pueden recordarles a PP y PSOE que durante cuatro décadas nunca fallaron a la hora de ponerse de acuerdo en lo de subirse los sueldos. Y también en otra cosa, ésta con los agravantes de nocturnidad, estío y alevosía: modificar el artículo 135 de la Constitución para colocar a los bancos por delante de las personas.
También hay otro argumento, aunque este también les afecta a ellos por compartir gobierno. Por mucho que a todos nos haya sorprendido, ¿acaso se consideran menos responsables de los efectos del Coronavirus que cualquiera de los 47 millones de personas de habitan España?
Pues asuman responsabilidades y sacrificios, pero sigan gobernando.
Abundando en la política, los de Pablo Iglesias pueden proponerle a los de Edmundo Bal un acuerdo ganador con sus respectivas propuestas rompedoras: UP apoyaría lo de las reuniones telemáticas a cambio de que los de Cs voten a favor de los recortes de las retribuciones.
Y para el tiempo libre que ahora tienen miles de políticos, que son los únicos que saben con seguridad que cobrarán cada fin de mes muera quien muera, terminaré esto de hoy con una propuesta que tampoco será aceptada: Con su mascarilla y sus guantes puestos pueden dedicar unas horas cada día a ayudar en las ONG’s, en los centros sanitarios o en los geriátricos, a las órdenes de los responsables de todas esas barricadas contra la pandemia.
Y para los políticos que prefieran ayudar con los números, pueden ir a las funerarias a contar cadáveres. Quizás consigan cuadrar los de tantos muertos que aún nos están mirando.