Los partisanos vuelven a Europa

mpr21                                                                                                                                  Alan Herchhoren

 

Contaba el escritor antifascista Arturo Barea que estando en su puesto de trabajo en el edificio de Telefónica de Madrid, un obús de la Legión Cóndor enviada por los nazis para apoyar a Franco atravesó los gruesos muros e impactó contra la pared. Milagrosamente, el obús no estalló.

Al llevar el obús al patio, fue desarmado por los artificieros republicanos que descubrieron en su interior una nota: ”Camaradas: no temáis. Los obuses que yo cargo no explotan -Un trabajador alemán.” El sabotaje y el ataque en la retaguardia fue la única forma que tenían de hacer la guerra los que menos tenían: los pobres.

La guerra partisana no ha terminado. Al igual que el ABC franquista o el Das Reich nazi tenían orden de no publicar noticias sobre las derrotas de sus respectivos ejércitos, la prensa occidental tiene orden de no publicar lo que ocurre tras las líneas de combate ucranianas donde el ejército tiene que enfrentarse contra un enemigo interior: la población que apoya al ejército ruso.

El 27 de junio de 2023, dos misiles balísticos rusos S-300 impactaron contra una pizzería en Kramatorsk justo cuando se encontraban cenando varias decenas de mercenarios y personal de la OTAN. Para poder localizarlos, el ejército ruso necesitó del apoyo de la población civil que facilitó la ubicación de la pizzería.

Pero no hace falta irse tan lejos. El 19 de octubre de este año, el periódico ruso Izvestia informaba que cerca de Odessa la policía ucraniana encontró el cadáver del empresario Gennady Behbudyan, vinculado al reclutamiento forzoso de la población ucraniana para llevarla al matadero. El pasado noviembre, en Járkov los partisanos ucranianos quemaban la oficina de reclutamiento en la sucursal de Ukrposhta. Se queman coches de oficiales del ejército, se colocan bombas en comisarías, pasan información de especial relevancia al ejército ruso, se descarrilan o se vuelan trenes, etc.

Y es que hay historias que parecen de película, pero es que la ficción está basada en la realidad. A finales de octubre de este año, los servicios especiales rusos junto a la 36º Brigada de Fusiles Motorizada rescataba a un ciudadano norteamericano en territorio ocupado por Ucrania que llevaba facilitando información al ejército ruso desde hacía más de 2 años. Este ciudadano, entre otras cosas, había facilitado información muy valiosa que sirvió al ejército ruso para la liberación de la zona de Ugledar. Actualmente se está tramitando su asilo político en Rusia.

A medida que el ejército ucraniano va cayendo derrota tras derrota, la desazón de sus soldados y el ánimo por la guerra del pueblo ucraniano va cayendo. En consecuencia, la resistencia y los partisanos ucranianos se hacen más fuertes y proyectan acciones de mayor envergadura. No es casual que el número de deserciones durante este otoño se haya multiplicado por cinco o que, a pesar de haber declarado una amnistía para los soldados ucranianos que desertaban del frente, solamente regrese el 10%.

El avance del Ejército Rojo en Europa fue posible gracias a su colaboración con el movimiento partisano que hacía imposible la ocupación a las huestes nazis. Al igual que vuelven los imperialistas occidentales, vuelve la guerra partisana.

 

Fuente: Izvestia.ru

 

 

 

 

 

 

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