Fuente: https://literafricas.com/2023/06/21/los-maquis-de-hemley-bloom-una-lectura-inaplazable/
En 2019 el cantante camerunés Blick Bassy dedicó su álbum musical “1958” al líder de la lucha anticolonial de su país Ruben Um Nyobé, asesinado por las fuerzas francesas ese mismo año. Un claro homenaje a un hombre que abogó por realizar una oposición no violenta y por la reunificación del Camerún francés y británico, pero que fue una figura silenciada durante décadas en su propio país y, por extensión, en occidente.
Antes, la literatura ya había decidido colocar al líder camerunés, que pidió ante Naciones Unidas la independencia de su país, en el lugar que le correspondía. Mongo Beti en 1974 escribió Remenber Ruben que apareció en la African Writers Series, Hemley Boum publicó Los maquis que vio la luz en 2015 y que ahora se ha traducido al castellano y Max Lombe hacía lo propio con Confidences en 2017. En el campo de la no ficción, Achille Mbembe le ha dedicado varias obras.
Pero, ¿quién fue Ruben Um Nyobé?
Al que se le conoce como “el padre olvidado de Camerún” nació en la región de bassa, estudió en escuelas presbiterianas y ejerció de funcionario. A pesar de ser un líder anticolonial, su figura no ha recibido el reconocimiento debido. Durante años esta lucha fue un tema tabú, desde instancias superiores, por miedo o dolor se mantuvo en secreto. No fue hasta la década de los años 90 cuando se oficializó su memoria y cuando se pudo comenzar a hablar de lo que significó la lucha y la vida de Ruben para el país. Aunque todo parece indicar que esta recuperación ha sido insuficiente, las nuevas generaciones han emprendido el camino de su rehabilitación.
Era políglota y un intelectual que dejó numerosos escritos y que, tal y como señala Mbembe, inauguró el camino para el resto de pensadores camerunenses que vinieron detrás.
Le apodaron Mpodol, el portavoz en lengua bassa, y Hemley Boum recrea, en un ejercicio que combina la Historia con la ficción, sus últimos días.
La otra historia ocultada
Sin embargo, Los maquis, con un gran trabajo documental detrás, no tiene su centro en el líder anticolonial. Es, ante todo, un ejercicio de reconstrucción de unos momentos históricos que fueron deliberadamente ocultados propiciando que esta forma de prohibición, secreto o silencio haya ido pasando de generación en generación. Y, sobre todo, es una apasionante muestra de los hombres y mujeres que acompañaron a Ruben en su lucha por la libertad y el alto precio que pagaron por ello.
A través de un estilo fragmentado, con abundantes flash back, que propicia que el lector se enfrente a una variedad de puntos de observación, como si la lente se posara y luego elevara otra vez el vuelo, la historia fluye gracias al talento de Blom para mantener la atención en todo momento.
Fueron ante todo ellos, nos dice Blom, la gente campesina, apenas sin formación, la que lo hizo, la que se levantó. Entre ellos, las mujeres fuertes en todos los ámbitos y que participaron intensamente en la lucha por la liberación de un colonialismo que se filtra a cada momento mostrando su rostro aniquilador. Personificado en un personaje investido de colono frente al que he llegado a pensar que estaba demasiado prototípicamente caracterizado. Sin embargo, debo añadir que creo que Blom se queda corta y que su colono tiene en su sangre lo que muchos como él demostraron en una réplica casi constante país tras país.
La violencia que produjo la maquinaria colonial fue enorme, sobre todo hacia las mujeres que sufrieron en sus cuerpos la deleznable necesidad de poder de estos hombres sin escrúpulos que propiciaron generaciones de mestizos fruto de violaciones.
La complejidad de los bassa
Todo es confuso para los bassa que viven como les dejan enraizados en sus hitos. Blom nos muestra el corazón del Ko´ô – la cámara de las mujeres – y sus reglas basadas en la tradición.
El discurrir cotidiano de estas gentes se desgrana de manera intensa con filiaciones que se entremezclan hasta el punto de perdernos en el amplio árbol genealógico que nos presenta la escritora, un acierto más. Donde todos conocen quién es su madre, no así el padre. Dice Boom en entrevista que “en la organización social tradicional, el parentesco es social antes que biológico”.
Y, ante todo, el bosque, intrincado y caótico, que es el cobijo que da la protección necesaria a su resistencia. A través de él se mueven aireando sus pasiones, su rebeldía y sus odios.
Hay muchas tonalidades dentro del grupo humano que nos recrea Blom que muestra una paleta de sentimientos y emociones que están en el centro de todo ser humano: el amor, la lealtad y la traición, la confianza y la pérdida de aquellos que más amamos. La Gran Historia oculta siempre a aquellos de los que ni siquiera se supo de sus acciones heroicas.
Una narración dolorosa, elogiada por la experta en literaturas africanas Lilyan Kesteloot, que une el drama que supone el intentar desmontar estas estructuras de poder con el drama íntimo y personal para culminar un resultado que, a imagen de las tragedias griegas, nos muestra la dignidad y el arrojo de aquellos que lucharon por lo que sabían justo, ante un oponente depredador y criminal, anteponiendo el bien colectivo al suyo personal.
Gente corriente, soñando un futuro mejor. “No éramos nada en manos del destino, solo granos de arena que intentaban valientemente torcer la maquinaria”. Inexorables e insoslayables las perversas dinámicas coloniales e imperialistas que se cernían sobre ellos, dispuestas a desterrar para siempre lo mejor del ser humano, fueron imparables.
Puedo decir, tras su lectura poderosa. «Mé nok a” que significa en lengua bassa “comprendí”. Quizás algo más de lo que había comprendido hasta ahora. Pero sigo sin entender.
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«Los maquis» (Les maquisards, 2015) de Hemley Boum. Ed. Casa África y Baile del Sol. Trad. Pilar Altinier
Grand Prix littéraire de l’Afrique noire/
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