Fuente: Instituto Tricontinental de Investigación Social 12/04/24
Afshin Pirhashemi (Irán), Sin título, 2017.
Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Vivimos tiempos deshonestos, en los que las certezas se han desmoronado y la maldad acecha. Está Gaza, por supuesto. Gaza, por encima de todo, está en nuestras mentes. Más de 33.000 personas palestinas han sido asesinadas por Israel desde el 7 de octubre, y más de 7.000 están desaparecidas (5.000 de ellas niños y niñas). El gobierno israelí ha desdeñado brutalmente a la opinión pública mundial que se ha levantado en su contra. Miles de millones de personas están indignadas por la crudeza de su violencia y, sin embargo, somos incapaces de obligar a un alto al fuego a un ejército que ha decidido arrasar a todo un pueblo. Los gobiernos del Norte Global hablan con dos caras: frases cliché de preocupación para aliviar a sus propias poblaciones descorazonadas, y luego vetos en la ONU y transferencias de armas al ejército israelí. Este doble estándar es el que refuerza la confianza de personas como el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y permite su impunidad.
Esa misma impunidad permitió a Israel violar la Carta de la ONU (1945) y la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961) el 1 de abril de 2024, cuando bombardeó la embajada iraní en Damasco (Siria), matando a 16 personas, entre ellas altos mandos militares iraníes. Esta impunidad es contagiosa y se extiende entre los dirigentes que se sienten envalentonados por la arrogancia de Washington. Entre ellos figura el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, que el 5 de abril envió a sus fuerzas paramilitares a la embajada de México en Quito para apresar al ex vicepresidente del país, Jorge Glas, a quien las autoridades mexicanas habían concedido asilo político. El gobierno de Noboa, al igual que el de Netanyahu, dejó de lado la larga historia de respeto internacional a las relaciones diplomáticas sin reparar en las peligrosas implicaciones de este tipo de acciones. Entre líderes como Netanyahu y Noboa existe la sensación de que pueden salirse con la suya en cualquier cosa porque están protegidos por el Norte Global, que de todos modos se sale con la suya en todo.
Lucía Chiriboga (Ecuador), Sin título de la serie “Del fondo de la memoria, vengo”, 1993.
Las costumbres diplomáticas se remontan a cientos de años y atraviesan culturas y continentes. Los textos antiguos escritos por Zhuang Zhou en China y su contemporáneo en la India, Kautilya, en el siglo IV a.C., establecen los términos de las relaciones honorables entre los Estados a través de sus emisarios. Estos términos aparecen en casi todas las regiones del mundo, con pruebas de conflictos que dan lugar a acuerdos que incluyen el intercambio de emisarios para mantener la paz. Estas ideas del mundo antiguo, incluido el derecho romano, influyeron en los primeros escritores europeos de derecho internacional consuetudinario: Hugo Grotius (1583-1645), Cornelis van Bijnkershoek (1673-1743) y Emer de Vattel (1714-1767). Fue esta concepción global de la necesidad de la cortesía diplomática la que dio forma a la idea de la inmunidad diplomática.
En 1952, el gobierno de Yugoslavia propuso que la Comisión de Derecho Internacional (CDI), creada por la ONU, codificara las relaciones diplomáticas. Para ayudar a la CDI, la ONU nombró relator especial a Emil Sandström, abogado sueco que había presidido el Comité Especial de la ONU sobre Palestina (1947). La CDI, con la ayuda de Sandström, redactó artículos sobre las relaciones diplomáticas, que fueron estudiados y modificados por los 81 Estados miembros de la ONU. En una reunión de un mes celebrada en Viena en 1961, todos los Estados miembros participaron en la Convención sobre Relaciones Diplomáticas. Entre los 61 Estados que se convirtieron en signatarios se encontraban Ecuador e Israel, así como Estados Unidos. Los tres países figuran, por tanto, entre los Estados fundadores de la Convención de Viena de 1961.
El artículo 22.1 de la Convención de Viena dice: “Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión”.
Safwan Dahoul (Siria), Sueño 77, 2014.
En una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el reciente ataque de Israel a la embajada iraní en Siria, el embajador adjunto de China, Geng Shuang, recordó a sus colegas que hace 25 años, el bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN liderada por EE. UU. se saldó con un ataque a la embajada china en Belgrado. En aquel momento, el presidente estadounidense Bill Clinton se disculpó por el ataque, calificándolo de “hecho aislado y trágico”. Ni Israel ni Ecuador se han disculpado por las violaciones de las embajadas de Irán y México. Geng Shuang declaró ante la cámara: “La línea roja del derecho internacional y las normas básicas de las relaciones internacionales se han quebrantado una y otra vez. Y la línea moral de fondo de la conciencia humana también ha sido aplastada una y otra vez”. En esa sesión informativa, el embajador de Ecuador, José De la Gasca, condenó el ataque a la embajada iraní en Damasco. “Nada justifica este tipo de ataques”, dijo. Pocos días después, su gobierno violó la Convención de Viena de 1961 y la Convención sobre Asilo Diplomático de la Organización de Estados Americanos de 1954 al detener a Jorge Glas en la embajada de México, acto que fue rápidamente condenado por el secretario general de la ONU.
Estas violaciones de la protección de las embajadas no son nuevas. Hay muchos ejemplos de grupos radicales —tanto de izquierda como de derecha— que han atacado embajadas con fines políticos. Por ejemplo, la toma de la embajada estadounidense en Teherán en 1979, cuando unos estudiantes mantuvieron secuestrados a 53 empleados durante 444 días. Pero también hay varios ejemplos de gobiernos que entraron por la fuerza en los locales de embajadas extranjeras, como en 1985, cuando el régimen sudafricano del apartheid envió sus fuerzas a la embajada holandesa para detener a un ciudadano holandés que había ayudado al Congreso Nacional Africano, y en 1989, cuando el ejército invasor estadounidense registró la residencia del embajador nicaragüense en Ciudad de Panamá. Ninguna de estas intervenciones pasó sin sanción y exigencia de disculpas. Sin embargo, ni Israel ni Ecuador —ambos signatarios de la Convención de Viena de 1961— han hecho gesto alguno de disculpa. Ni Irán ni Siria mantienen relaciones diplomáticas con Israel, y México rompió sus lazos diplomáticos con Ecuador a raíz de los recientes acontecimientos.
Graciela Iturbide (México), Mujer Ángel, Desierto de Sonora, México, 1979.
La violencia recorre el mundo como una nueva pandemia, no solo en Gaza, sino extendiéndose hacia el exterior con este conflicto en ciernes en torno a Ecuador y el horror de las guerras en el este de la República Democrática del Congo, Sudán y el continuo estancamiento en Ucrania. La guerra quiebra el espíritu humano, pero también invoca un enorme instinto para salir a las calles e impedir que se apriete el gatillo. Una y otra vez, este gran sentimiento antibélico se topa con la ira de los poderes que detienen a las y los defensores de la paz y los tratan —y no a los mercaderes de la muerte— como a criminales.
Parviz Tanavoli (Irán), Last Poet of Iran [El último poeta de Irán], 1968.
Irán posee una gloriosa tradición poética que se remonta a Abu Abdallah Rudaki (858-941) y brilla después en el Diwan de Khwaja Shams al-Din Muhammad Hafiz Shirazi (1320-1390), que nos regaló este amargo pensamiento: “en el mundo de polvo no brilla ningún ser humano; es necesario construir otro mundo, hacer un nuevo Adán”.
En esta tradición de la poesía farsi se inscribe Garous Abdolmalekian (nacido en 1980), cuyos poemas están saturados de guerras y sus repercusiones. Pero, incluso en medio de las balas y los tanques, se encuentra el poderoso deseo de paz y amor, como en su Poema para la quietud (2020):
Él revuelve su té con un cañón de pistola
Él arma rompecabezas con un cañón de pistola
Él rasca sus pensamientos con un cañón de pistola
Y a veces
se sienta frente a sí mismo
y saca balas-recuerdos
de su cerebro
Ha luchado en muchas guerras
pero no es rival para su propia desesperación
Estas pastillas blancas
lo han dejado tan lívido
que su sombra debe levantarse
para traerle agua
Deberíamos aceptar
que ningún soldado
ha regresado jamás
de la guerra
vivo
Cordialmente,
Vijay