Los EEUU contra Venezuela: las expresiones de una decadencia hollywoodense

Ramón Grosfoguel                                                                                                                   Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad                           18 de diciembre de 2025 Hora: 11:21

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Estados Unidos ha generado una «pared invisible de ruido electromagnético» extendida sobre el Caribe, como parte de la guerra psicológica contra Venezuela. Foto: EFE


La historia que nos cuentan es la narrativa de las películas de Hollywood.

No puede haber descolonización sin antimperialismo.

Ha sido una discusión muy rica la de este Encuentro internacional «Soberanía, imperialismo y pensamiento crítico en nuestra América». Yo quisiera comenzar mi intervención tratando de ubicarnos en el momento histórico en el que estamos; pensando en las estrategias, en el qué debemos hacer, el qué hacer, como diría Lenin.

Existe un debate acerca de cuándo se inicia este sistema civilizatorio que es la modernidad capitalista occidental, pero acá en la América Latina situamos el año 1492 como un punto de partida. No obstante, yo siempre recuerdo que antes de venir para acá conquistaron Al-Ándalus –que es esa parte de la civilización musulmana que estaba en la península Ibérica–, y que los métodos de conquista que se aplicaron allá se los trajeron. Nosotros muchas veces no hacemos esas conexiones, y considero que son importantes de cara a la unidad de los pueblos del Sur. Esa expansión colonial, el primer momento de la expansión colonial europea moderna, comenzó con la colonización de una parte de la civilización musulmana. Luego siguieron para acá, con nuestros pueblos originarios, pero se trajeron los métodos utilizados allá.

Eso nos conecta en la historia. En el trabajo con la Memoria tenemos que hacer esas conexiones, porque si no, somos presas fáciles de los discursos racistas e islamófobos de los imperios, que nos hacen creer que los peores enemigos son los musulmanes. La propaganda contra los musulmanes ha sido brutal en los últimos veinticinco, treinta años. ¿Se acuerdan de la «guerra contra el terrorismo»? Ahora la guerra, fíjense, es «contra el narcoterrorismo». En un momento fue contra el comunismo, después contra el terrorismo islámico y, ahora, contra el narcoterrorismo. Hay que prestar atención a todo esto, porque cuando el Imperio usa la palabra«terrorismo» tiene connotaciones que no son accidentales. En el lenguaje imperialista de hoy, el empleo de la palabra «terrorismo» tiene unas connotaciones muy concretas. En otros términos: es mejor ser juzgado como narcotraficante en una corte en los Estados Unidos o en el mundo de hoy, porque vas a tener más derechos que como terrorista. Al acusado de «terrorismo» –y por eso se ha utilizado «narcoterrorismo»– se le aplica una batería de leyes que ya las tienen aprobadas desde el 11 de septiembre de 2001. Se aplica una serie de leyes que va desde la suspensión del habeas corpus hasta las intervenciones de la guerra preventiva. En otras palabras: yo te declaro terrorista, yo tengo el derecho a invadirte, aunque tú no me hayas atacado. Todo eso está jurídicamente aprobado en las leyes del Imperio, desde el 11 de septiembre. A ese empleo de las palabras hay que prestarle atención, porque tiene connotaciones materiales brutales. Donde ponen «narcotráfico» ponen «terrorismo», las dos juntas, porque es una nueva justificación para invadir a nuestros países. Es una nueva justificación para destruir a los países que tienen Gobiernos que defienden la soberanía de sus pueblos. Ahí tienen los pretextos que ya están fabricando desde el lenguaje. Esa es la doctrina Rubio. Hay que prestarle atención a la doctrina Rubio.

Acabo de leerme el Foreign Affairs, una revista de la geopolítica imperialista, de los imperialistas, donde discuten sus ideas; y en el número más reciente hay un artículo sobre Rubio. Y Rubio es de los que está diciendo hace rato que hay que enfocarse en el hemisferio occidental. ¿Qué quiere decir eso? Hay que enfocarse en la América Latina. ¿En qué punto? En la América Latina y en el Caribe. Y, en primer lugar, en Cuba y Venezuela. Eso es lo primero en la lista: Cuba y Venezuela.

En el eufemismo de ese lenguaje, de eso se trata. La doctrina Rubio, como dijo el presidente Maduro, es la miamización de las políticas imperiales. Viene con esquemas y estrategias mediocres, muy mediocres. Por ejemplo, esa construcción con Inteligencia Artificial de un barco que, supuestamente, está llevando drogas desde Venezuela a los Estados Unidos. No sé cuántos miles de kilómetros hay de aquí a allá. Ese barco era una «yola», una «yolita», supuestamente con once personas a bordo; en rigor, nada más que la gasolina que necesita para llegar a la Florida hunde el barco. El barco no llega, no sale ni de la orilla. O sea, es tan absurda la narrativa, tan mentirosa, que si se usa un poquito de lógica te das cuenta de que se trata de una construcción que no tiene sentido. Y, por otra parte, lo que ellos siempre hacen es detener las embarcaciones, confiscar la droga, arrestar a las personas que están en el barco. No, aquí hundieron la evidencia al fondo del mar, supuestamente, porque esto es un constructo de Inteligencia Artificial. La evidencia la han hundido en el fondo del mar. Ya no se sabe ni de dónde venían, ni quiénes eran, ni qué tenían, nada. Ellos se inventan cualquier cosa: viene de Venezuela, es del Cartel de los Soles encabezado por Nicolás Maduro… Y, claro, cuando en el mundo empezó una reacción, incluso de otros países imperialistas –porque, la verdad que la narrativa era insostenible–, vienen con una nueva fake news para que la gente se olvide de lo que dijeron el día anterior. Vienen con una nueva: que dos aviones venezolanos sobrevolaron uno de los barcos navales de los Estados Unidos en aguas territoriales del sur del Caribe, aquí, al norte de Venezuela. Entonces, esa es otra fake news, porque sabemos muy bien que lo último que haría el Gobierno bolivariano, que es un Gobierno que quiere la paz, es pasarle dos aviones militares por encima a cualquiera de esos barcos. Aquí en Venezuela nadie quiere guerra. Este es un país de paz. En cambio, te lo venden como «narcoterrorista».

La construcción es, como dijo ayer Abel Prieto, de una decadencia hollywoodense, porque ya no pueden, ni Hollywood puede, hacer las películas que hacían antes con mucha sofisticación. Hollywood ya no da para eso. Están en una decadencia tan grande que ya lo que presentan son películas de amateur.

Quiero recordar algo que considero importante para entender bien el momento. Las fake news, las mentiras de los imperios, tienen siglos, eso viene desde hace siglos. Basta con mirar a los cronistas de la conquista: llenos de fake news. Ustedes saben lo que pasa con eso: que estamos leyendo la historia de nuestros pueblos originarios desde el punto de vista de los curas –que eran los que documentaban la conquista– y son las «autoridades» que nos dicen que eran caníbales, que eran violentos, que eran… La palabra terrorismo les faltó, pero está allí, la construcción del «terrorismo» está allí, en los cronistas de la conquista.

Comparto algunos ejemplos para exponer con mayor claridad lo que significan estos procesos: es como si nosotros fuéramos a estudiar la Revolución bolivariana de aquí a doscientos años y hubieran quemado las bibliotecas, quemado los videos, todo lo que quedó, y, entonces, de aquí a doscientos años estudiemos la Revolución bolivariana con lo que dicen Fox News y CNN. Eso es lo que está ocurriendo cuando estudiamos la historia de nuestros pueblos. Leemos a los CNN y los Fox News del siglo XVI, que, para rematar, eran curas de la cristiandad. No digo cristianismo, digo «la cristiandad» como teología de dominación –no como teología de liberación–,­ que son los que están escribiendo todas estas fake news. Y luego las repetimos como sentido común. Nosotros mismos, hasta desde la izquierda, caemos en esas trampas. Y ahí venimos con toda una serie de historias: que si el canibalismo, que si la gente bárbara, violenta, etcétera. Todo esto tiene que ver con las películas de Hollywood, porque la historia que nos cuentan es la narrativa de las películas de Hollywood. ¿Cuáles son las películas de Hollywood? Ustedes ven las películas de vaqueros, si se acuerdan, los indios están con las escopetas defendiéndose del genocidio. Por eso están con las escopetas. Y los cowboys, los vaqueros, aparecen como los buenos de la película, y como los que tienen el derecho a defenderse. Y los indígenas son los violentos, los terroristas. ¿Les parece familiar con lo que se está diciendo hoy sobre Palestina? Es que resulta de una coincidencia impresionante. En Palestina, los terroristas son los palestinos que se están defendiendo de un genocidio. Y se dice que los verdaderos genocidas, los sionistas, tienen el derecho a defenderse. Viene de las películas de vaqueros. Esas estructuras, esos relatos que aparecen ahí, están metidos en la historia, en las narrativas sobre lo que pasa en el mundo. Están metidos por todos lados. Donde ellos son un poder inocente y los demás son un poder destructivo, violento, criminal. Por eso la palabra «terrorismo» está ahí muy bien marcada.

En el segundo momento de la expansión colonial europea, cuando vienen a las Américas o a Abya Yala, que era el nombre dado por los pueblos originarios, ¿qué se traen ellos?. Se traen un sistema civilizatorio y la consigna era «cristianízate o te mato». Y eso también está en el primer momento de la expansión colonia europea contra musulmanes y judíos en la conquista de Al-Ándalus, esa parte de la civilización musulmana en lo que se conoce hoy como la península Ibérica, en el sur de España y Portugal. En el caso de Al-Ándalus, los cristianos del norte de la península Ibérica van con sus familias y practican una forma de colonialismo en el que llegaban a las casas de la gente y las sacaban por la fuerza, las masacraban y ocupaban las viviendas. Eso hoy se conoce en la literatura en inglés como settler colonialism (colonialismo de población), que está fuertemente asociado con «genocidio». En el colonialismo de explotación a los colonizadores les interesa esclavizar, explotar, etcétera, es una forma de genocidio más lenta; pero les interesa explotar la mano de obra de los pueblos que colonizan. En cambio, en el colonialismo de población, el interés del colonizador no es explotar la mano de obra, es sacar a la gente del territorio por la fuerza. Y por eso hay una fuerte correlación entre colonialismo de población y genocidio. No hay colonialismo de población sin genocidio. Y eso empieza, el colonialismo de población moderno, con la conquista de Al-Ándalus contra musulmanes y judíos. Esa forma de colonialismo se expandió a diferentes lugares del mundo. Lo podemos ver en la República Argentina en el siglo XIX, en Chile, etcétera. ¿Cómo se reprodujo bajo la República?, vale recordar lo que decía Martí: «la colonia siguió viviendo en la República». Y exterminaron a los pueblos originarios en la República Argentina, en la República chilena. Tenemos también ejemplos en Australia, Nueva Zelandia, en América del Norte, me refiero a los Estados Unidos y Canadá. Se practica este tipo de colonialismo hasta el día de hoy en Palestina.

Lo que estamos viendo en Palestina viene de la nakba, recuerden el término palestino, que se dio en Al-Ándalus en el siglo XV. La primera nakba fue allí. Hoy tenemos esta otra nakba, que es como la llaman los palestinos, en lo que ocurre a partir de 1948 con la fundación de esa entidad genocida, racista, genocida, brutal, que es Israel. Entonces, todas las cosas que estamos viendo hoy tienen un rastreo al pasado que no podemos olvidar. No son cosas que de momento aparecieron, sino que se han estado haciendo por siglos.

Hoy, con los medios de comunicación que existen, nos enteramos de manera inmediata, y lo estamos viendo en vivo y a todo color: un genocidio. Antes, en muchos lugares ocurrían estas cosas y no estaba a la mano de la gente la información, mucha gente reaccionaba y decía: «yo no sabía que esto estaba pasando». Ahora todos lo sabemos. Ahora la responsabilidad es de la humanidad entera. Ya nadie puede decir: «yo no sabía que esto estaba pasando». Estamos hablando de un momento mesiánico, mesiánico en el sentido teológico de que tenemos enfrente de nosotros una realidad que pone al mundo entero ante la responsabilidad de plantearse: ¿de qué lado tú estás en la historia? ¿De qué lado tú estás? Ya no hay manera de escapar y decir: «yo no sabía». Está todo el mundo enterado, y ahora toca tomar acción en lo que está pasando.

Decía antes que en esa expansión colonial trajeron la consigna «cristianízate o te mato». Así conquistan Al-Ándalus y conquistan nuestros pueblos originarios. Nótese que según las fake news ellos venían a evangelizar, venían a convertir a la gente al llamado de Dios. En todo esto siempre hay un discurso de salvación y un discurso, digamos, «inocente», de que vienen a hacer algo altruista. Esas son las primeras fake news, porque te están diciendo «venimos a traer el cristianismo». Mentira, vienen a saquear y usan el argumento de la cristianización como excusa para camuflajear lo que verdaderamente están haciendo.

Después, en el siglo XIX, «civilízate o te mato», «venimos a civilizar, venimos a traer progreso». Fíjense que con el «cristianízate o te mato» asesinaron a millones de seres humanos. En el siglo XIX mataron a millones de seres humanos, sobre todo pueblos originarios del planeta entero. Llegan con el discurso de que van a hacer algo bonito, algo positivo y, en realidad, vienen a saquear. Un discurso «humanitario». Ese es el humanismo capitalista occidentalocéntrico, que es racista, inherentemente racista; y es muy diferente al humanismo del que se está hablando aquí, que es ese humanismo donde se extiende la humanidad a todos los pueblos. Ellos no, porque vienen fundamentalmente con una noción muy racista de los superiores e inferiores, que atraviesa su «humanismo». Su «humanismo» es solamente para los humanos humanos, aquellos que no son considerados «humanos» quedan fuera y están sometidos a la violencia perpetua.

Luego, en el siglo XX, era otro discurso bonito: «Desarróllate o te mato», «venimos a ayudarte para que te desarrolles. Tú eres un subdesarrollado». Por supuesto, tú estás en la pobreza porque te han saqueado por cuatrocientos años de expansión colonial y dominación imperialista del mundo. Pero no, ahora vienen y te dicen: «No, no, es que tú tienes un problema de subdesarrollo. Tú eres un subdesarrollado», como si fuera algo inherente a los pueblos del Sur, que tuviéramos un gen de subdesarrollo o algo así. La historia colonial se la cargan completa, la borran, y entonces nos hacen creer que es un problema de nosotros que somos subdesarrollados. Vienen con las recetas del desarrollo: «Abre las compuertas a la explotación de la mano de obra», «abre las compuertas a la explotación de los recursos de tu país y algún día serás como nosotros, serás rico como nosotros». Estos eran los discursos del desarrollismo. Al que se oponían sus prácticas. «Desarróllate o te mato». «Te mato». Ahí vienen las dictaduras militares desarrollistas que pusieron por todo el planeta con golpes de Estado de la CIA, por todo el planeta, y digo, insisto en eso, porque muchas veces nosotros nos enfocamos en la América Latina y nos olvidamos de Asia, de África, donde hicieron lo mismo. En Indonesia, en el primer mes de golpes de Estado de la CIA en Indonesia, en los primeros treinta días, en el año 1965, mataron a más de un millón de personas; solamente en el primer mes. Para que tengamos una idea, estamos hablando de un sistema civilizatorio de muerte, que lleva la muerte al planeta entero. Y está haciendo eso desde hace quinientos años.

Llega el siglo XXI: «Democratízate o te mato». «Tú eres autoritario. Entonces, yo te voy a enseñar democracia. Entonces, yo te voy a enseñar democracia trayendo tanques de guerra, bombardeando con la aviación tu país, y te voy a enseñar democracia». Ahí tú ves el desfase entre el discurso que siempre traen: «cristianízate», «civilízate», «desarróllate», «democratízate», y sus prácticas. ¿Qué están haciendo en la práctica? Hay un desfase enorme. Y ahí vienen las fake news. Ellos tienen siempre que ocultar, ocultar con estos discursos embellecidos de que vienen a traer algo bonito y bueno a tu país lo que realmente están haciendo. En realidad, lo que traen es muerte. Por eso el Che Guevara decía: «En el imperialismo no se puede confiar ni un tantito así», ¿se acuerdan?. El Che decía esto porque vienen a traer muerte. No van a traer otra cosa. No nos hagamos ilusiones. Después de quinientos años no vamos a volver a caer en, ¿cómo diría?, en ingenuidades.

Miren dónde estamos ahora. En Gaza es: «Suicídate o te mato». Ya no traen un discurso embellecido. Ahora es: «Mira, o te suicidas, o igual te voy a matar». La cronología ha sido: en el siglo XVI, «venimos a cristianizar»; en el siglo XIX, «a traer ciencia, a traer civilización y progreso»; en el siglo XX, «desarrollo, riqueza, salir de la pobreza»; y en el siglo XXI, «democratizar, traer estructuras democráticas». Esto último a pesar de que muchos de los dictadores que ellos llamaban autoritarios habían sido puestos en esos Estados por golpes de la CIA, empezando por Saddam Hussein. Muchos de esos dictadores eran personajes de la CIA.

Estamos en un momento de decadencia imperial. Ya no hay «cristianízate», «civilízate», «desarróllate», «democratízate». Eso se acabó. Ahora es: «suicídate o te mato», y todo porque yo necesito un resort turístico en las orillas de Gaza. La decadencia imperial es brutal: ya ni siquiera esconden, ya ni siquiera intentan camuflajear a qué van.

Ese sistema civilizatorio hay que entenderlo de una manera, creo yo, apropiada. Mucha gente, hoy en día, ha asumido la crítica al sistema civilizatorio de la modernidad capitalista occidental, pero sin el Imperialismo. Entonces, hay crítica a la civilización destructiva de la vida, pero sin el Imperialismo. Si no está presente el Imperialismo, ¿cómo vas a construir política que transforme el mundo? Te quedas en una crítica moralista: te paras en un pedestal y criticas a todo el mundo, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, y quedas impecable porque nunca te embarras las manos con la política. Eso le pasa a ciertas pseudoizquierdas que son «antitodos», y sí, hay que ser «antitodos» con respecto a este sistema civilizatorio, pero el «antitodismo» tiene que ubicarse en una lucha antimperialista. No puede desvincularse de la política y de la lucha antimperialista.

Si nos quedamos en la lucha contra el patriarcado, en el feminismo, sin antimperialismo; si nos quedamos en la lucha antirracista, sin antimperialismo; si nos quedamos en la lucha ecologista, sin antimperialismo; en la lucha, incluso, anticapitalista, sin antimperialismo: ¿dónde termina eso?. Termina en el imperialismo interseccional. Es el discurso del Imperio hoy. Se han apropiado de todo este lenguaje de la interseccionalidad, las múltiples opresiones, pero sin imperialismo, sin antimperialismo.

El sistema es tan perverso que financia la oposición que ellos necesitan, contra las mismas patologías y opresiones que el sistema genera, múltiples, que hemos mencionado. Es así de sofisticada la cosa. Financia la oposición que ellos necesitan. ¿Para qué? Precisamente para reproducir el sistema y que no haya en ningún momento una unidad antisistémica, antimperialista, de todos los oprimidos, sino que yo, mujer, feminista, voy a luchar por mis reivindicaciones en esta esquina dentro del sistema. Yo, antirracista, voy a luchar por las migajas en esta esquina, dentro del sistema. Yo, incluso, anticapitalista, voy a luchar por mejorar mis salarios, mis condiciones, pero dentro del sistema. Nunca en unidad. Siempre cada cual viéndose como competidores por las migajas que el Imperio otorga a través de las ONGs, de las fundaciones alemanas vendidas. Eso hay que decirlo porque esto no es nuevo. Esto que está pasando aquí en Venezuela no es nuevo. Viene desde los años cincuenta: que la CIA canaliza fondos a través de fundaciones alemanas con rostro de izquierda.

No nos olvidemos de la Fundación Willy Brandt, que fue fundamental en apoyar al gobierno del PSOE de Felipe González. Las fundaciones de aquel momento eran la Willy Brandt, vienen con rostro de izquierda y no te imaginas lo que hay detrás de eso. Esa tradición se ha ido actualizando. No sé si existe la Fundación Willy Brandt, yo creo que eso desapareció, pero pasaron fondos por todos lados a través de sus herederos. La Fundación Konrad Adenauer pasó dinero para el presidente de ustedes, de la Cuarta República, Rafael Caldera, toda esa gente que eran copellanos. Hay que mirar de dónde viene el dinero. La diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros luchamos por ideales, por ideas, no por dinero. Ellos lo que buscan es dinero, viven de eso, viven del cuento. Esa pseudoizquierda que ahora aparece y es financiada por nuevas fundaciones, en particular la Rosa Luxemburgo, que hace tiempo yo vengo anunciando el problema con esa fundación, porque si tú miras los trabajos que están produciendo, sobre todo en América del Sur, son trabajos fundamentalmente enfocados en el ataque a la Revolución bolivariana, a la Revolución en Bolivia. Cuando el golpe de Estado contra Evo estaban de cabeza, tres meses antes del golpe estaban ahí diciendo que Evo Morales había quemado el Amazonas. Cuando yo vi eso, vi a la fundación Rosa Luxemburgo pagando este tipo de propaganda, no solamente dentro de Bolivia, sino en las plazas por Europa, yo dije: «esta gente está preparando a la opinión pública mundial para un golpe de Estado». Llamé a mis amigos bolivianos y les dije: «oye, prepárense, porque eso suena a golpe de Estado». Y el golpe de Estado llegó tres meses después, en noviembre. Y ahí salieron todos los oenegistas: las feministas ONGs, los antirracistas ONGs, los ecologistas ONGs y la Usaid. Esa gente sale en medio del golpe a blanquear el golpe. Y tenemos pseudointelectuales de la pseudoizquierda, a los que yo llamo «los decoloniales coloniales», que aparecieron ahí blanqueando el golpe, diciendo: «esto no es un golpe de Estado, esto es una rebelión popular». Y aparecieron todos los oenegismos justificando que ese golpe era una revolución popular, porque ese era un mal Gobierno. ¿Se acuerdan de cómo fue ese golpe? Fue la señora que llegó con la Biblia y las pistolas, con Camacho, al palacio presidencial. Yo vi eso y dije: «¡Estamos en 1492!». Y diciendo que los indígenas tienen ritos paganos y satánicos. Decían: «los indígenas tienen ritos paganos y satánicos, hay que acabar con eso».

Este sistema civilizatorio no se entiende sin comprender que está encarnado en un sistema imperialista mundial. El sistema civilizatorio moderno del capitalismo, el capitalismo moderno occidental o la modernidad capitalista occidental, es el sistema imperialista mundial. No puede haber civilización moderna sin imperialismo, como tampoco puede haber descolonización sin antimperialismo.

Entonces, ¿qué ocurre con ciertas pseudoizquierdas y con estos «decoloniales coloniales»?. Que, en su concepción, el imperialismo no existe: el imperialismo es para ellos una cosa externa, medio nebulosa. Lo fundamental para ellos es lo que ocurre dentro de las fronteras de un Estado-Nación. Como si lo que ocurre dentro de Venezuela no tuviera nada que ver con el imperialismo. Como si lo que ocurre dentro de nuestros países, cualquiera, en el Caribe o en la América Latina, no tuviera nada que ver con el imperialismo. Como si el imperialismo no fuera constitutivo de la economía política de nuestros países. Una cosa que se cae de la mata. Pero bueno, ellos, metodológicamente, manejan el argumento de que no, de que lo que pasa internamente en un Estado-Nación es porque hay un mal Gobierno. Entonces, el imperialismo no existe. Y eso está justificado por las teorías de Negri y Hardt, en particular por su libro Imperio. Presten atención, porque uno al principio, por el título, dice «mira, qué interesante: el Imperio». Pues no: ellos lo que están diciendo es que el Imperialismo dejó de existir, esa es su conclusión. Ese libro ha sido muy influyente entre toda esa red de pseudointelectuales, pseudoizquierdas, etcétera. Por eso la categoría «Imperialismo» –que está puesta como título–, debemos retomarla con fuerza. Tenemos que trabajar sobre esa categoría, porque es central para entender lo que estamos haciendo y para dónde vamos.

Frente a todas esas ambigüedades de las pseudoizquierdas y de los «decoloniales coloniales», compañeros y compañeras, hay que tirar la línea roja. La línea roja tiene que estar ahí. No podemos convivir con ambigüedades: que venimos a Venezuela, nos hacemos un paseíto pagado por la Revolución bolivariana, y luego nos vamos a Argentina o nos vamos a México y nos codeamos con esa pseudoizquierda. Y cuando ocurre un problema serio aquí, nadie saca la cara. Pero vengo cuando me invitan al hotel cinco estrellas a comer bien. ¿Dónde está el compromiso político antimperialista? Te estás robando el dinero. Es lo que estás haciendo. Porque no estás comprometido realmente con la Revolución bolivariana. Y si no estás comprometido, no vengas aquí a recibir un premio ni a estar por ahí discursando. No vengas aquí, quédate en tu casa. Perdonen que sea tan directo, pero es que me indignan fuertemente este tipo de personajes que yo veo pajarearse por aquí y luego, cuando ocurren crisis de verdad, no sacan la cara. No hacen nada.

Debemos tener, Miguel [Ángel Pérez Pirela], criterios de con quién trabajamos y con quién no trabajamos. Yo creo que es fundamental, porque si no, vamos a estar perdiendo el tiempo. Y, además, consideremos el esfuerzo y los recursos que pone la Revolución bolivariana en función de que se conozca su realidad y en extender la solidaridad. ¿Por qué no hay una movilización a escala continental latinoamericana hoy, ante lo que vive Venezuela, de cientos de miles de personas frente a las embajadas americanas? ¿Qué está pasando? ¿Cómo eso no sucede?

Yo recuerdo que cuando la guerra de Vietnam había movilizaciones por todos lados; recuerdo en los ochenta, cuando «la contra» en Nicaragua, que había movilizaciones por todos lados en solidaridad con Nicaragua; recuerdo, incluso, hasta la guerra de Irak, cuando se realizaban movilizaciones contra la guerra. Ahora, por Venezuela, nadie mueve un dedo. No quiero decir que nadie, porque siempre hay gente honesta que lo hace, pero no existe la movilización multitudinaria que se ha visto en otros momentos históricos. Hoy día, Venezuela está prácticamente sola en ese sentido. ¿Dónde está esa izquierda? ¿Dónde? Para mí, esa es una pseudoizquierda que se ha tragado los cuentos del Imperio, de las fake news, se los han tragado. Tú los oyes y repiten las tesis de Imperio, las anuncian por todos lados y por eso justifican no mover un dedo. Si fueran más serios, al menos pueden decir: «Oye, yo discrepo de esto y de aquello, pero viene el Imperialismo, ahí vamos a estar apoyando a Venezuela», eso yo lo respeto. Yo discrepo, pero ahí estamos. Por el contrario, la mayoría de esta gente están calladitos; y no solamente calladitos, sino que hacen propaganda también, ellos mismos, en muchos países. Paula [Klachko], no te tengo que explicar eso porque tú lo conoces muy bien en Argentina.

Hoy, o acabamos con la modernidad capitalista occidental o la modernidad capitalista occidental va a acabar con nosotros. En eso estamos. Hemos llegado a un momento en la historia donde es vida o muerte. Esto es vida o muerte. Esto no se trata de: «pues mira, me gusta esto, me gusta aquello». Esto dejó de ser un asunto de si te gusta o no. Por eso yo siempre digo que lo decolonial no es una opción –como dicen algunos de estos decoloniales–: es una necesidad. Si no nos descompensamos de este mundo y de esta civilización de muerte, van a acabar con la humanidad entera y con la ecología planetaria, ¿quién sabe cuántas otras especies se llevarán de por medio?. Estamos en un momento realmente peligroso, porque hay élites de Davos –que no tengo el tiempo de explicar aquí, pero ustedes me han escuchado en otros lugares hablando sobre el tema–, élites de Davos frente a las élites de los fascismos tradicionales que vienen del siglo XX. Ambos son fascistas, pero los fascistas de Davos se están planteando un proyecto bastante perverso.

No voy a explicarlo todo, voy a tomar un solo punto: el ecológico. Ellos dicen que la crisis ecológica planetaria no es consecuencia de que hay un sistema civilizatorio o económico capitalista de muerte. No, se debe a que hay demasiados seres humanos. Son neomalthusianos. ¿Se acuerdan del señor aquel, Malthus, que decía que la pobreza y el desempleo se debían no al sistema capitalista, sino a que hay demasiados seres humanos? ¿Se acuerdan de eso? A finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Hoy están diciendo lo mismo. Yo los llamo «ecomalthusianos» porque, en nombre de lo ecológico, a ellos ya no les importa la pobreza ni el desempleo. Ahora te vienen con el cuento de que hay una crisis civilizatoria ecológica y que necesitamos reducir el número de seres humanos. Y se están planteando que hay seis mil millones de seres humanos de más. Seis mil millones están de más para ellos. Lo cual significa que el genocidio, eso que estamos viendo en Palestina, es un laboratorio. No es solamente un proyecto colonialista. Es un laboratorio para el mundo, porque están experimentando con formas de genocidio utilizando la Inteligencia Artificial. El genocidio en Gaza se está haciendo con Inteligencia Artificial. Los de Davos están observando esto, apoyándolo a más no poder. Ellos ven ahí el potencial de la nueva tecnología que los va a ayudar a llevar a cabo ese proyecto de exterminación en muchas partes del mundo. Y luego, ¿qué van a hacer con los dos mil millones que queden?: ahí viene el transhumanismo. ¿Qué es eso? La robotización de los seres humanos. Hacer de los seres humanos robots: ponerte un chip en la cabeza, conectarte a la nube y ya controlar todo, todo. Te van a controlar todo: los gustos, los deseos, todo. Conectándote a la nube, pero en nombre –y aquí viene la fake news– en nombre de que van a mejorar tu inteligencia, de que vas a tener más memoria, de que pasas a ser un superhumano. Ellos, en nombre de eso, van a robotizar el planeta. No es solamente que los robots van a reemplazar a los seres humanos: es que a los dos mil millones que ellos prevén que sobrevivan los van a robotizar con las nuevas tecnologías.

Eso es lo que alguna gente llama el «tecnofeudalismo». Yo no sé si es un término feliz, eso habría que debatirlo y discutirlo, pero hay algo ahí que se está nombrando de un nuevo sistema, peor que lo que hemos conocido hasta ahora como capitalismo histórico, que se está inventando mientras hablamos. Y la cosa está más cerca de lo que imaginamos, porque han salido varios ejecutivos, altos ejecutivos de Google, de todas estas plataformas digitales, que han renunciado a sus trabajos y han hecho una denuncia –no sé si ustedes han visto eso–, una denuncia mundial de lo que se está tramando y de cuán cerca estamos de ahí. Han renunciado al trabajo porque no pueden hacer la denuncia si mantienen el vínculo, porque tienen restricciones legales, pero ellos han renunciado y han salido públicamente –en los Estados Unidos hay varios– a denunciar lo que se está tramando, que es esta historia del transhumanismo.

Martí expresó, como decía aquí la compañera Francisca [López Civeira]: «La colonia siguió viviendo en la república». Esto ya es un pensamiento decolonial. El fin de las administraciones coloniales no terminó con las relaciones de dominación colonial, siguieron allí, vivitas, hasta el día de hoy. Por eso Martí es el primero que llama la atención, en la segunda mitad del siglo XIX, sobre la necesidad de una segunda independencia de la América Latina. O sea, que nosotros, como Red En Defensa de la Humanidad, debemos tener también en la mira el proyecto de la nueva, de la segunda independencia, es decir, de una independencia que de verdad supere los lastres del colonialismo que se mantienen hasta el día de hoy en esa república donde la colonia siguió viviendo de múltiples formas.

Termino con esto: ¿cómo nosotros podemos saber si estamos del lado correcto de la historia? Ahí viene lo que decía Fidel, ¿cómo sabemos si estamos del lado correcto de la historia o si estamos del lado equivocado?. Muy sencillo, él decía: «Tú te paras, y si tienes al Imperialismo de frente, tú estás en el lado correcto de la historia; pero si tú tienes al Imperialismo al lado tuyo, o detrás de ti, tú estás en el lado equivocado de la historia, tú estás con el Imperialismo, tú estás con esa civilización de muerte». Para ciertas pseudoizquierdas y para los «decoloniales coloniales» el Imperialismo es una cosa amorfa; a ellos no les importan estas cartografías, estas orientaciones de «para dónde caminamos», andan muy confundidos, por eso disparan para todos lados, indiscriminadamente, y por eso funcionan como tontos útiles del sistema imperialista en esta región y repiten las narrativas que el Imperio produce por todos lados.

No es que no se hagan críticas, compañeros y compañeras, esto hay que recordarlo todo el tiempo, hay que hacer críticas. No somos perfectos. Los procesos revolucionarios necesitan de la crítica, del debate. Lo necesitamos. Pero, Fidel decía, en aquel famoso discurso que citó Abel [Prieto], las palabras a los intelectuales, en el año 1961: «Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada». Nada. En otras palabras, las críticas dentro de la revolución, para ayudar a avanzar a la revolución, para mejorar los errores, los problemas. Pero, críticas para destruirla, eso ya no puede ser tolerado. Porque si tienes una guerra imperialista en tus hombros y, encima de eso, vas a tener a gente que va a venir en nombre de una crítica para destruir lo que está pasando, entonces tenemos un problema. Y eso lo digo al mismo tiempo en que señalo: debemos tener cuidado también con el hecho de que, en ese proceso de no permitir la crítica contra la revolución, caigamos en errores políticos, como en los que se cayó en el socialismo del siglo XX, donde muchas veces camaradas, compañeros y compañeras, los acusábamos de agentes de la CIA, etcétera. Y entonces teníamos, como en El Salvador, un tipo de la CIA, el comandante este del Ejército Revolucionario del Pueblo, Joaquín Villalobos, que terminó en los brazos de la CIA, que fusila a Roque Dalton y a otros luchadores y luchadoras salvadoreñas, acusándolos de agentes de la CIA. El de la CIA acusando a los revolucionarios de agentes de la CIA, y fusilándolos. Este señor, una vez acabaron las negociaciones de paz en El Salvador, apareció en los salones de Inglaterra y de los Estados Unidos, y de asesor de Uribe. Era más genocida que Uribe, porque le decía a Uribe: «Mátalos a todos, a toda la población que esté allí, no solamente a los guerrilleros, a todo el mundo hay que matarlos». Esas eran las recomendaciones que este hombre hacía. Y digo eso porque existen críticas que hay que escuchar, que son correctas, y que hay que asumirlas.

Cuidado en que también cometamos el error de estar confundiendo amigos con enemigos, porque, entonces, terminamos en una lucha fratricida, como pasó en la revolución de Granada, que, ante el asedio imperialista, la amenaza de que vienen, de que vienen, de que vienen, de que van a invadir, van a invadir, terminaron acusándose unos a los otros de agentes de la CIA, y matándose unos a los otros. Y enseguida entró el Imperialismo.

Mira en Bolivia, lo que acaba de pasar en Bolivia. Sin unidad no vamos para ningún lado. En Bolivia hubo una lucha fratricida, que fue por errores y problemas de nosotros mismos, la izquierda, pero no perdamos de vista que lo que llamamos «la izquierda boliviana» estaba infiltrada por gente que trabaja para el Imperio, que se puso a regar rumores de un lado para otro.

Yo vengo de Puerto Rico. En Puerto Rico fuimos el laboratorio de todas esas estrategias de dividir a la izquierda. Empezaron ahí en Puerto Rico. Y nosotros aprendimos todo eso. Los Black Panthers fue otro laboratorio de cómo dividir y destruir un movimiento de izquierda. Hay muchas cosas que no puedo abordar, pero hay una que es clave: y es que los infiltrados son los primeros que están acusando a los otros de agentes de la CIA. Los mismos de la CIA o los mismos del FBI eran los primeros que estaban produciendo estos rumores para generar una guerra fratricida al interior de los movimientos.

Llamo la atención sobre eso, compañeros y compañeras, porque la Revolución bolivariana se ha sostenido gracias al liderazgo de Nicolás Maduro, que ha mantenido en pie la unidad de este pueblo, la unidad del movimiento bolivariano; y porque, compañeros y compañeras, ¡cuidado, cuidado!, el enemigo no solamente opera desde las aguas del Caribe, opera aquí adentro, y, entonces, ojo al ladrón.

Así que, ¡viva Venezuela!, ¡viva la Revolución bolivariana!, que ¡viva Nicolás Maduro!

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