Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/03/18/53e6-m18.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Nick Beams 18.03.23
Las declaraciones de las autoridades financieras y de los grandes bancos para tratar de atajar la creciente crisis del sistema financiero, plagadas de contradicciones, adquieren un carácter cada vez más extraño.
Por un lado, anuncian medidas de emergencia, citando peligros crecientes, mientras insisten al mismo tiempo en que todo va bien.
Como señalaba un comentario en el Australian Financial Review a principios de esta semana: ‘Es una de esas grandes reglas no escritas de la vida: cuando alguien te dice que todo va bien y que no hay por qué preocuparse, puedes estar bastante seguro de que es todo lo contrario’.
Cuando la Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), respaldadas por la administración Biden, lanzaron la operación de rescate de los ricos depositantes no asegurados que poseían más de $250.000 en Silicon Valley Bank y Signature Bank, lo hicieron invocando la amenaza del ‘riesgo sistémico’.
Y, cuando, a primera hora de la mañana, el Banco Nacional Suizo y el regulador financiero del país, FINMA, anunciaron la ampliación de la liquidez a Credit Suisse, insistieron en que no había amenaza de contagio de la crisis cada vez más profunda del sistema bancario estadounidense. Credit Suisse se apresuró a aceptar la oferta y obtuvo un préstamo de $54.000 millones del banco central suizo.
Ayer se produjo una importante intervención de los mayores bancos estadounidenses para depositar un total de $30.000 millones en el First Republic Bank, que se ha visto sometido a una considerable presión tras la desaparición del SVB.
En total de 11 bancos participan en la operación, encabezados por JPMorgan Chase, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo, que pondrán $5.000 millones cada uno, y otros, entre ellos Goldman Sachs y Morgan Stanley, que aportarán cantidades menores.
Una vez más, la contradicción entre las medidas adoptadas y las palabras de tranquilidad que las acompañaron fue flagrante.
En una declaración conjunta, los bancos afirmaron que sus acciones reflejaban ‘su confianza en el sistema bancario del país’ y que estaban desplegando su ‘fortaleza financiera y liquidez en el sistema más amplio, donde más se necesita’.
Si tienen tanta confianza, ¿por qué es necesario actuar?
El movimiento de Jamie Dimon, el consejero delegado de JPMorgan, y de otros ejecutivos bancarios, poco dados a derrochar miles de millones de dólares al menos donde no ven perspectivas de rentabilidad, indica que existen temores reales sobre la estabilidad de todo el sistema financiero.
En la crisis de 2008, Dimon desempeñó un papel clave en la compra de Bear Stearns y luego de Washington Mutual. Desde entonces ha dicho que no volvería a participar en una operación de rescate dirigida por el Gobierno. Pero el rescate del First Republic Bank fue en gran medida eso.
Aunque no es lo mismo que las quitas de 2008, se organizó tras intensas discusiones con la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, funcionarios del Tesoro y reguladores financieros durante los últimos días.
En un comunicado conjunto emitido por Yellen, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y los reguladores financieros se afirma que la ‘muestra de apoyo de un grupo de grandes bancos es muy bienvenida y demuestra la resistencia del sistema bancario.’
En realidad, demuestra todo lo contrario y que la crisis desatada por la quiebra de SVB se está agravando, y había crecientes temores de que First Republic pudiera ser el siguiente en hundirse.
First Republic ha insistido en que es estable —difícilmente podrían decir lo contrario— y que sus pérdidas no son abrumadoras.
Esta opinión no es compartida por los mercados financieros. El miércoles, S&P Global Ratings rebajó la calificación de los bonos de la empresa a la categoría de ‘basura’, y el precio de sus acciones ha caído cerca de un 60% esta semana. Desde el 8 de marzo, cuando SVB empezó a desmoronarse, la capitalización bursátil del banco se ha desplomado de $21.000 millones a unos $5.000 millones.
Un informe del Wall Street Journal indicaba que se le consideraba una entidad de altos vuelos. Su negocio y su valoración bursátil fueron durante mucho tiempo la envidia del sector bancario’. Sus clientes eran principalmente particulares y empresas adinerados, y su actividad crediticia consistía en ‘conceder enormes hipotecas’ a clientes como Mark Zuckerberg, jefe de Facebook.
Las circunstancias individuales de los bancos que han quebrado hasta ahora, y de otros con problemas crecientes, no son exactamente las mismas. Pero tienen un denominador común. El valor de los bonos del Tesoro y de los valores respaldados por hipotecas, adquiridos durante el periodo de dinero esencialmente gratis bajo el programa de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal y mantenidos en sus libros, ha caído ahora debido a las subidas de los tipos de interés del año pasado.
Esta divergencia entre el valor de mercado de los activos financieros y su valor contable no es un problema mientras siga entrando dinero en las arcas de los bancos. Pero se convierte en uno si hay una salida de efectivo y los activos financieros devaluados deben venderse, realizando las pérdidas de papel incurridas, para satisfacer las demandas de los clientes.
Y si se produce una retirada masiva de depósitos, como en el caso de SVB y Signature, el banco se enfrenta a la insolvencia.
La actuación de la FDIC al garantizar los depósitos de empresas y particulares adinerados en SVB y Signature, aquellos con más de $250.000, ha provocado la ira de los reguladores financieros en otros lugares, especialmente en Europa.
A principios de esta semana, el Financial Times informaba de que los reguladores financieros europeos estaban ‘furiosos’ por la gestión del SVB, afirmando que las autoridades estadounidenses habían destrozado el libro de normas, que ellos habían ayudado a redactar.
‘Un alto funcionario de la eurozona describió su conmoción por la ‘total y absoluta incompetencia’ de las autoridades estadounidenses, sobre todo después de década y media de ‘largas y aburridas reuniones’ con los norteamericanos abogando por el fin de los rescates’, informó el FT.
Otro regulador europeo, citado por el FT, dijo que al fin y al cabo el SVB era ‘un rescate pagado por la gente corriente y es un rescate de los ricos capitalistas de riesgo, lo que está realmente mal’. Un ejemplo es el caso de Peter Thiel, capitalista de riesgo de Silicon Valley, que tenía depositados $50 millones en el SVB cuando éste quebró.
Un antiguo funcionario del Tesoro estadounidense afirmó que el episodio del SVB reforzó las sospechas de que ‘cuando los tiempos se ponen difíciles, Estados Unidos no se adhiere a las reformas acordadas a nivel mundial’.
El Banco Central Europeo celebró ayer su reunión de política monetaria y decidió seguir adelante con la subida de medio punto porcentual de su tipo de interés básico a pesar de las turbulencias financieras de la semana pasada.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, dijo que algunos miembros del consejo de gobierno del banco querían detener las subidas de tipos para ver cómo evoluciona la situación, pero la ‘gran mayoría’ quería seguir adelante con la subida para mostrar confianza en el sistema bancario de la eurozona.
No obstante, el BCE indicó que podría detener las subidas en el futuro, eliminando de su comunicado un compromiso anterior según el cual seguiría ‘subiendo los tipos de interés de forma significativa a un ritmo constante’.
La cuestión de hacia dónde ir en política monetaria se planteará de forma aún más tajante en la reunión del órgano rector de la Fed de la semana que viene. Deberá decidir si continúa con las subidas de tipos a la vista de los trastornos financieros que están provocando y que bien podrían agravarse.
La Fed comenzó sus subidas hace un año, cuando quedó claro que la inflación no era ‘transitoria’ y estaba produciendo un auge de la clase trabajadora en apoyo de las luchas salariales. El objetivo del endurecimiento nunca fue ‘luchar contra la inflación’, sino ralentizar la economía, aumentar el desempleo e inducir la recesión necesaria para suprimir este movimiento.
La Fed era muy consciente de que las subidas de tipos podían provocar problemas en los mercados financieros, pero reconocía que el mayor peligro de todos para el castillo de naipes financiero era una clase obrera resurgente.
En el año transcurrido desde entonces, la situación se ha vuelto más compleja para la Fed y todos los mecanismos estatales encargados de defender los intereses de la oligarquía financiera.
Por un lado, el movimiento de la clase obrera ha seguido desarrollándose, presentando el mayor peligro de todos para la dominación del capital financiero. Por lo que respecta a la Fed, esto plantea la necesidad de seguir subiendo los tipos, pero, por otro lado, podrían intensificar la crisis financiera subyacente que ha salido a la superficie esta semana.
(Publicado originalmente en inglés el 16 de marzo de 2023)