Liderazgos alfa en América Latina

Aldemaro Barrios Romero

Fidel Castro levantó la bandera del socialismo cubano desde 1959 hasta más allá de su muerte, como respuesta a la hegemonía imperialista norteamericana en América Latina y el Caribe. Foto: EFE/Archivo


En el alba del siglo XXI, el liderazgo del venezolano Hugo Chávez Frías abrió de nuevo las expectativas de renovadas fuerzas progresistas sociales para los pueblos de América Latina y el Caribe.

Los escenarios geopolíticos en el siglo XXI están cambiado de manera drástica y acelerada dado las circunstancias en el campo de la comunicaciones políticas, así con el protagonismo de Internet y sus mecanismos de intermediación, interdicción o influencia, la Inteligencia Artificial, que no es ni inteligente ni artificial como lo señaló la investigadora en comunicación Kate Crawford en su libro Atlas de la Inteligencia Artificial´, no determinan finalmente las orientaciones políticas ni los liderazgos en América Latina y el Caribe como conglomerado de países con similares componentes culturales.

En los últimos 60 años del siglo XX, los ensayos de posicionamiento de liderazgos políticos para enrumbar a este continente hacia destinos geopolíticos acordes con los intereses de las grandes transnacionales de poder económico en el occidente lo han mantenido los supermonopolios de Estados Unidos y el aparato diplomático político militar de un estado imperialista.

Así desde los años 50, Estados Unidos a través de una oficina de asuntos estratégicos del Departamento de Estado, una suerte de agencia paralela clandestina, conducida por Nelson Rockefeller en contradicción con los hermanos Dulles, bajo el aval de Eisenhower, Kennedy y Johnson, diseñó para América Latina un plan que debía reconocer a Víctor Halla de la Torre (1895- 1979) y Rómulo Betancourt (1908-1981) como influyentes lideres socialdemócratas que durante cuatro décadas lideraron, bien en vida o muertos, los procesos doctrinarios de la política exterior de Estados Unidos para América Latina.

En contrafuerza, Fidel Castro Ruz levantó la bandera del socialismo cubano desde 1959 hasta más allá de su muerte, como respuesta a la hegemonía imperialista norteamericana en América Latina y el Caribe, un liderazgo alfa que agitó cuatro generaciones de jóvenes que consecuentemente se opusieron a la imposiciones de la cultura de dominación estadounidense y los latigazos de la dominación neocolonial.

Durante ese periodo hubo liderazgos latinoamericanos que en algunos casos representaban las identidades nacionales antíneocoloniales como en el caso de Omar Torrijos en Panamá, extrañamente muerto o el venezolano Carlos Andrés Pérez que con la fuerza de las reservas petroleras intentó hacerse de un liderazgo más allá de las fronteras de Venezuela pero atado a negocios con los norteamericanos no levantó su contaminada levadura demagógica.

En el alba del siglo XXI, el liderazgo del venezolano Hugo Chávez Frías abrió de nuevo las expectativas de renovadas fuerzas progresistas sociales para los pueblos de América Latina y el Caribe, todas las fuerzas del imperialismo norteamericano apuntaron a ese líder radical, no pudieron dadas las destrezas de su equipo de trabajo y las solidaridades mundiales que le apoyaron entre otros el mismo Fidel Castro que con su sapiencia universal y referencia ética fue una llave solidaria para permitir que el Chavismo tuviera aceptación popular en América.

En 2002 Luis Ignacio Lula Da Silva, un obrero metalúrgico y sindicalista logró una coalición desde la Partido de los Trabajadores para asumir la presidencia de Brasil, luego de traspases y el debilitamiento de la base social que lo apoyó, recuperó la presidencia pero con el plomo de la diplomacia estadounidense en una de sus alas, ha mostrado una narrativa ambigua y acomodaticia en su segundo gobierno.

Desde que en 1948, cuando fue asesinado el líder izquierdista Eliezer Gaitán, Colombia no había alcanzado la salida de un gobierno progresista y las fuerzas populares impulsaron a la presidencia a Gustavo Petro, venido desde la militancia del grupo guerrillero M19 pero con la debilidad de una administración variopinta y frágil en política exterior donde al parecer el gobierno de Estados Unidos tienen la última palabra. Lo que le generó a Petro una percepción blanda para un liderazgo continental que pone en dudas la confianza de los pueblos de América Latina y el Caribe. En el Cono Sur las esperanzas perdidas ante la recuperación del neofascismo es un hecho trágico para los pueblos de América Latina

México con la electa Claudia Sheinbaum como presidenta, representa la nueva esperanza para un país con notable influencia en América Latina y el Caribe que por lo señalado por presidente saliente López Obrador una alianza con Venezuela pueden significar una llave para el progresismo en el continente.

En el espectro político del continente el liderazgo de Nicolás Maduro, heredero del Chavismo como cuerpo político ideológico de la izquierda radical de este lado del mundo y la potencialidad productiva y energética de Venezuela, aparece como una gran amenaza para los oscuros intereses de Estados Unidos. Así para el Estado profundo y la derecha extrema internacional, donde no hay medias tintas, se les hace obligante la neutralización de este liderazgo ante el inminente ingreso de Venezuela como enclave latinoamericano del nuevo orden mundial con los BRICS y la orientación social que Maduro pudiera aplicar para favorecer los pueblos de América Latina según la visión de los líderes de Rusia y China hacia este lado del mundo, una vez que en Kazán se convierta Maduro en vocero certificado de los sectores populares hispanohablantes de América ante los BRICS.

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