Líder del Ejército de Liberación de Kosovo, Hashim Thaçi en juicio por crímenes de guerra

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/04/08/pers-a08.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws                 Peter Schwarz                                                                    08.04.23   

Del 24 de marzo al 9 de junio de 1999, la OTAN bombardeó Serbia por 77 días. Fue la primera gran guerra en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, se oculta y niega incluso este hecho ante la guerra en Ucrania.

La propaganda de guerra operaba a toda marcha: la OTAN estaba devastando ciudades serbias para defender los “derechos humanos” y para detener la “limpieza étnica” en Kosovo de la que acusaban a Serbia. Los Verdes, los liberales y los grupos pseudoizquierdistas, que habían adoptado una posición pacifista apenas unas semanas antes, abrazaron ansiosamente esta propaganda y se pasaron sin contratiempos al campo de la guerra. En Alemania, Los Verdes y socialdemócratas organizaron la primera misión de combate involucrando al ejército alemán desde la derrota de Hitler en 1945.

El presidente de Kosovo Hashim Thaçi sacude la mano del vicepresidente estadounidense Joe Biden durante una rueda de prensa en la capital de Kosovo, Pristina, 17 de agosto de 2016 (Visar Kryeziu) [AP Photo]

Ahora, el hombre al que Joe Biden abrazó en 2009 y llamó el “George Washington de Kosovo” se enfrenta a un tribunal especial como criminal de guerra. El lunes comenzó en La Haya el juicio contra Hashim Thaçi, cofundador y portavoz del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK, Ushtria Çlirimtare e Kosovës) y posteriormente ministro de Asuntos Exteriores, jefe de Gobierno y presidente de Kosovo.

La acusación de 70 páginas señala a Thaçi y a otros tres miembros de alto rango del UÇK –Kadri Veseli, Rexhep Selimi y Jakup Krasniqi— como responsables de más de cien asesinatos y muchos crímenes de guerra más en 1998 y 1999. Los cuatro están acusados de haber participado personalmente en amenazas o malos tratos a prisioneros. La fiscalía ha entregado a los abogados defensores de Thaçi más de 56.000 documentos que prueban estas acusaciones.

La acusación describe con detalle la brutalidad con la que actuó el UÇK contra los serbios, los romaníes y otros no albaneses. Los albanokosovares que se oponían a su política y apoyaban al rival de Thaçi, Ibrahim Rugova, que abogaba por una solución pacífica al conflicto con Serbia, fueron perseguidos sin piedad. El UÇK dirigía numerosos centros de detención con centenares de reclusos y, según testigos, se abusaba de ellos con torturas, simulacros de ejecución y amenazas de muerte.

Las víctimas eran golpeadas con pistolas, bates de béisbol, herramientas metálicas y palos de madera, y torturadas mediante descargas eléctricas o simulando ahogamientos. Otros presos y familiares tenían que presenciar las torturas o eran obligados a abusar unos de otros. A otros los fusilaron por docenas.

Las matanzas continuaron incluso después de que la OTAN obligó a Kosovo a separarse de Serbia y desplegó allí sus 50.000 efectivos de la Fuerza para Kosovo (KFOR). El UÇK se vengó de los serbios, los romaníes y los partidarios de Rugova, decenas de los cuales fueron asesinados. Thaçi, cuyo nombre de guerra era “La Serpiente”, era considerado su caudillo.

El juicio de Thaçi es una lección objetiva de la propaganda de guerra imperialista, que no escatima mentiras para camuflar sus objetivos depredadores y criminales. Esto se aplica no solo a la guerra en Yugoslavia en aquel momento, sino también a la guerra actual en Ucrania.

Aquí también se celebra a los criminales como luchadores por la libertad, que, como los miembros del Batallón Azov, llevan insignias nazis y durante ocho años persiguieron a todos los que en el este de Ucrania hablaban ruso o simpatizaban con Rusia. También en este caso, los políticos al servicio de los oligarcas y los titiriteros occidentales, como el presidente ucraniano Zelenski que envía sin escrúpulos a decenas de miles de soldados jóvenes a la muerte por los objetivos de la OTAN, son glorificados como demócratas y luchadores por la libertad.

Los signos positivos y negativos simplemente se invierten. Por ejemplo, durante nueve años no ha pasado un día sin que los medios de comunicación proclamaran que la anexión rusa de Crimea fue una violación de la integridad territorial de Ucrania, inaceptable según el derecho internacional y sin precedentes históricos. Pero el objetivo inmediato de la guerra de la OTAN de 1999 era forzar la secesión de Kosovo, que indiscutiblemente formaba parte del territorio serbio según el derecho internacional. Tras la guerra, el territorio quedó bajo administración internacional, y en 2008, en contra de la voluntad declarada de Serbia, proclamó su independencia estatal, que fue reconocida inmediatamente por Estados Unidos y la mayoría de los Estados europeos.

Con la secesión de Kosovo, una provincia empobrecida de 1,8 millones de habitantes, las potencias imperialistas completaron la división de Yugoslavia en siete pequeños Estados impotentes y completamente dependientes de ellas. Sobre todo, Serbia, que tradicionalmente había estado vinculada política y culturalmente a Rusia, iba a quedar aislada y debilitada.

Hashim Thaçi desempeñó un papel clave en esta empresa criminal. En 1999, Madeleine Albright y Joschka Fischer, los cancilleres de EE.UU. y Alemania, invitaron al portavoz del UÇK a la Conferencia de Rambouillet, donde proporcionó a la OTAN la coartada para bombardear Yugoslavia.

Ya se sabía entonces que el UÇK de Thaçi llevaba a cabo atentados terroristas contra objetivos serbios y opositores políticos y se financiaba mediante empresas criminales, como el tráfico de drogas, mujeres y órganos humanos. La CIA incluso había clasificado al UÇK como organización terrorista antes de que la OTAN reclutara sus servicios y lo reclasificara como “movimiento de liberación”.

Después de que la OTAN forzara la secesión de Kosovo, confió en Thaçi y en el UÇK para mantener allí “la paz y el orden”. Tras la independencia, Thaçi se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores, primer ministro y finalmente presidente del nuevo país, estableciendo un régimen oligárquico corrupto y criminal.

Mientras muchos políticos serbios eran detenidos y llevados ante el Tribunal de Crímenes de Guerra de La Haya, Thaçi y los líderes del UÇK estaban bajo protección estadounidense y europea. En el propio Kosovo, sembraron un clima de miedo.

“Casi nadie se atrevía a testificar contra los veteranos del UÇK”, así describió el Frankfurter Allgemeine la situación en Kosovo tras la guerra yugoslava. “Y a los que se arriesgaron les fue mal: posibles accidentes de coche inexplicables con desenlaces mortales, ‘suicidios’ y ataques de francotiradores”.

La jefa del Tribunal de La Haya para la antigua Yugoslavia, Carla del Ponte, también denunció intimidación y terror en sus memorias publicadas en 2009: “Los testigos estaban tan atemorizados e intimidados que tenían miedo incluso de hablar de la presencia del UÇK en algunas zonas, por no hablar de los crímenes reales”.

Los que hablaron de todos modos pusieron sus vidas en peligro y tuvieron que ser llevados a otros países con sus familias, informa Del Ponte. Incluso los miembros de las fuerzas de la KFOR y algunos jueces del Tribunal de La Haya temían ser atacados.

La situación solo cambió cuando el abogado suizo Dick Marty presentó en 2011 un informe exhaustivo sobre los crímenes del UÇK. Marty lo hizo en nombre del Consejo de Europa, al que pertenecen 47 Estados y que es independiente de la Unión Europea.

La UE nombró entonces a su propio investigador especial. Eligió al abogado estadounidense John Clint Williamson, considerado “creíble” por haber sido coautor de la acusación contra el líder serbio Slobodan Milošević. Tras más de dos años, Williamson concluyó que las acusaciones de Marty estaban sólidamente fundamentadas.

Ahora la UE se sintió obligada a crear un tribunal especial en La Haya, que estuviera adscrito formalmente al sistema judicial de Kosovo, pero dotado de jueces y fiscales extranjeros y financiado con fondos europeos.

El tribunal especial investigó durante más de cinco años sin presentar cargos. Es de suponer que todo el asunto se habría esfumado de no ser por los conflictos entre Estados Unidos y la UE.

Richard Grenell, nombrado por el presidente Donald Trump en 2019 como enviado especial para las negociaciones entre Serbia y Kosovo, colaboró estrechamente con el presidente Thaçi, mientras que la UE se apoyó en su rival, el jefe de Gobierno Albin Kurti. Cuando Thaçi estaba a punto de partir para una cumbre con el presidente serbio Aleksandar Vučić en la Casa Blanca en Washington en junio de 2020, el Tribunal Especial publicó la acusación. Thaçi tuvo que cancelar el viaje y dimitir.

El hecho de que el juicio se abriera finalmente dos años y medio después de que se publicara la acusación no significa en absoluto que Thaçi vaya a ser finalmente condenado. Según el presidente del tribunal, se espera que el juicio dure varios años. Los acusados están siendo defendidos por importantes bufetes de abogados estadounidenses. Y se espera que varias personalidades, entre ellas el comandante supremo de la OTAN en la guerra de Yugoslavia, Wesley Clark, y el excanciller francés Bernard Kouchner, testifiquen en apoyo de Thaçi.

Pero ni siquiera los abogados de Thaçi niegan que los crímenes descritos en la acusación tuvieran lugar. Siguen una estrategia de defensa conocida de los juicios de Nuremberg contra los criminales de guerra nazis: las unidades del UÇK sí habían cometido crímenes, pero Thaçi, miembro fundador, comandante y portavoz oficial del UÇK, ¡no sabía nada!

En cualquier caso, el juicio a Thaçi ya ha echado por tierra las mentiras con las que se justificó la guerra de Yugoslavia. El WSWS ya había rechazado categóricamente esta “torpe y cínica campaña de propaganda”, señalando las verdaderas razones de la guerra, e hizo campaña por la construcción de un movimiento internacional de la clase obrera contra la guerra, basado en un programa socialista.

Un artículo publicado en el WSWS el 24 de mayo de 1999 titulado “¿Por qué la OTAN está en guerra con Yugoslavia? Poder mundial, petróleo y oro” [1], afirmaba: “Tras prescindir de las mentiras de los voceros de la OTAN y las falsificaciones de la prensa, ¿qué queda? Una agresión descarada por parte de los países imperialistas contra una federación pequeña, donde las razones oficiales de la matanza sirven de distracción”.

El artículo vinculó la guerra en Yugoslavia con los planes estadounidenses de controlar toda Eurasia y advirtió: “Ya debería ser evidente que la probabilidad de un conflicto con Rusia, de hecho, ha aumentado durante los últimos 10 años”. Esta advertencia se confirmó de manera dramática.

[1] David North, A Quarter Century of War: The US Drive for Global Hegemony 1990-2016, Oak Park, MI: Mehring Books, 2016, p. 123

(Publicado originalmente en inglés el 6 de abril de 2023)

 

 

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