Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2020/02/02/utopia-por-tomas-moro/ Tomás Moro
UTOPÍA por Tomás Moro
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LEER Y DESCARGAR: “UTOPÍA” por Tomás Moro (1516)
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El libro n° 194 de nuestra Colección Socialismo y Libertad
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La isla de los utopianos tiene en su parte central, que es la más ancha, una extensión de doscientas millas. Esta anchura se mantiene casi a lo largo de toda ella, y se va estrechando poco a poco hacia sus extremos. Estos se cierran formando un arco de quinientas millas, dando a toda la isla el aspecto de luna creciente. El mar se adentra por entre los cuernos de ésta, separados por unas once millas, hasta formar una inmensa bahía, rodeada por todas partes de colinas que le ponen al resguardo de los vientos. Se diría un inmenso y tranquilo lago, nunca alterado por la tempestad. Casi todo su literal es como un solo y ancho puerto accesible a los navíos en todas las direcciones. La entrada a la bahía es peligrosa, tanto por los bajíos como por los arrecifes. Una gran roca, emerge en el centro de la bocana, que por su visibilidad no la hace peligrosa. Sobre ella se levanta una fortaleza defendida por una guarnición. Los otros arrecifes son peligrosos, pues se ocultan bajos las aguas. Sólo los utopianos conocen los pasos navegables. Por eso ningún extranjero se atreve a entrar en la ensenada sin un práctico utopiano. Para los mismos habitantes de la isla, la entrada sería peligrosa, si su entrada no fuera dirigida desde la costa con señales. El simple desplazamiento de estas señales bastaría para echar a pique una flota enemiga, por numerosa que fuera.
Tampoco son raros los puertos en la costa exterior de la isla. Pero, cualquier desembarco está tan impedido por defensas tanto naturales como artificiales, que un puñado de combatientes podría rechazar fácilmente a un numeroso ejército.
Se dice, y así lo demuestra la configuración del terreno, que en otro tiempo aquella tierra no estaba completamente rodeada por el mar. Fue Utopo quien se apoderó de la isla y le dio su nombre, pues anteriormente se llamaba Abraxa. Llevó a este pueblo tan inculto y salvaje a ese grado de civilización y cultura que le pone por encima de casi todos los demás pueblos. Conseguida la victoria, hizo cortar un istmo de quince millas que unía la isla al continente. Con ello logró que el mar rodease totalmente la tierra.
Para la realización de esta obra gigantesca no sólo echó mano de los habitantes de la isla –se lo hubieran tomado como una humillación– sino de todos sus soldados. La tarea, compartida entre tantos brazos, fue rematada con inusitada celeridad. Tanta que los pueblos vecinos –que en principio se habían reído de la vanidad del empeño– quedaron admirados y aterrorizados por el éxito…