El Sudamericano
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El libro n.° 325 de nuestra Colección Socialismo y Libertad
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«Se ha demostrado que no sólo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba. Y la mejor prueba es el Pelotón Mariana Grajales, que tanto se distinguió en numerosos combates. Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados hombres. Y yo quería demostrar que las mujeres pueden ser buenos soldados.
Al principio la idea me costó mucho trabajo, porque tenían muchos prejuicios. Porque había hombres que decían que cómo se le iba a dar un rifle a una mujer mientras quedara un hombre. Porque la mujer en nuestro frente es un sector que necesita ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros aspectos de la vida.
Y organizamos las unidades de mujeres, que demostraron que las mujeres pueden pelear. Y cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, estos son pueblos invencibles. Y la mujer de este pueblo es invencible. Tendremos organizadas las milicias o combatientes femeninos, y las mantendremos entrenadas, todas voluntarias. Y estas jóvenes que ahí veo con los vestidos negros y rojos del 26 de Julio, yo pido también que aprendan a manejar las armas.»
Fidel Castro, Santiago de Cuba, 2 de Enero de 1959.
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El 8 de enero de 1959, cuando nos íbamos a nuestras casas pensando tomar un descanso, me dijo el comandante: “Tú vas a atender la provincia oriental, a dirigir el Departamento de Asistencia a las Víctimas de la Guerra y sus Familiares”, el cual estaba subordinado al Ejército Rebelde en ese territorio. Teníamos que atender a los afectados por todos los crímenes que había cometido la dictadura: las casas quemadas, las ofensivas mayores desatadas en la provincia de Oriente. Ese departamento tenía como consigna: “Ante el dolor, la patria no distingue. Salvar un niño es hacer patria”.
Cuidar de las víctimas de guerra es una tradición de nuestro pueblo que se remonta a los días de la Sierra Maestra. Ahí tienen el ejemplo de Eutimio Guerra, uno de los campesinos que se incorporó a la lucha y que ayudó en los primeros días. Pero que traiciona y se vende a los guardias de la dictadura por dinero. Su misión era matar a Fidel. Sin embargo, se le descubre y es fusilado. Pero después atendimos a su familia. Se le daba 50 pesos mensuales, sin tener nuestra guerrilla dinero.
Se les entregó una vaca para que alimentaran a sus muchachos.
Sus cuatro hijos, al igual que su viuda, se incorporaron plenamente al proceso revolucionario. Entonces en Oriente empezamos por atender a todas las víctimas de la guerra. Todo lo que destruyó la dictadura de Batista. En aquellos momentos cuidábamos a un niño campesino, a quien le habían matado al padre y a la madre, le habían quemado su casa. Y como el ejército nuestro es un ejército del pueblo, nos dedicamos también a reconstruir todas esas casas que había quemado el ejército de Batista. Recogimos a todas esas familias porque les habían quitado las tierras, los habían sacado de los trabajos, les habían hecho barbaridades.
Los masferreristas de los que hablaba ahorita, que metían a la gente en un saco, les echaban gasolina y los quemaban, esos asesinos perversos estaban en todas esas zonas orientales y también asolaban pueblos. Pero también las familias de esos asesinos fueron atendidas.
A sus hijos se les dio la misma atención que a los hijos de los rebeldes. Por eso, con toda honestidad, podemos hablar de lo grande y humana que es nuestra revolución. Que sin dinero, a sus hijos se les dio la misma atención y la misma escuela que a los hijos de un rebelde. Los hijos, las madres y las viudas no tenían la culpa de los asesinatos que el ejército de la dictadura había cometido. Entonces se les dio la misma atención. A las escuelas de adultos asistían viudas de soldados de Batista y de combatientes rebeldes.
¿Hubo quienes no querían hacer eso?
PUEBLA: Todos aceptamos esa indicación…
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CONTENIDO
Presentación por Juan Almeida Bosque
Teté Puebla
Introducción por Mary-Alice Waters
ENTREVISTA CON TETÉ PUEBLA
De la clandestinidad a la Sierra
El Pelotón Femenino Mariana Grajales
Solidaridad social: la base moral de la revolución
Abriendo la puerta a la igualdad social de la mujer
‘La revolución es nuestra razón de ser’
GLOSARIO
