Sin duda uno de los libros más importantes que el filósofo escribió, La gran perturbación da cuenta de la evolución de Bartolomé de las Casas, la polémica que desató en su época su defensa de la humanidad del indio, así como el proceso inquisitorial que tuvo que afrontar su amigo –y en este asunto cómplice– Bartolomé de Carranza. Un texto imprescindible que nos sitúa en un momento crucial para entender la encrucijada moral que se abría ante el imperio español, donde luteranismo, erasmismo y la parte más conservadora de la Iglesia libraron una lucha intelectual y política que daría como fruto la contrarreforma.
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¿Puede alguna de las versiones del relativismo cultural esbozadas en el siglo XVI valer todavía para entender comportamientos culturalmente contradictorios en esta época de la mundialización del mercado, mercantilización universal, grandes migraciones y crisis del estado-nación? ¿Es posible derivar del debate europeo sobre los indios americanos un concepto de tolerancia todavía aceptable en estos tiempos de xenofobia y de reafirmación del racismo en Europa?
Tales son las preguntas que pretende contestar este libro. El él se recupera el discurso lascasiano, mostrando la fecundidad de la “variante latina” del concepto de tolerancia.
Así, la obra de Bartolomé de las Casas aparece aquí como un empirismo herético en el que tradición y renovación se articulan en pensamiento capaz de comprender la cultura del otro…
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¿Qué llevó a Paco Fernández Buey a interesarse por Bartolomé de las Casas, un personaje del que el 70% de los españoles ni siquiera saben quién fue, a pesar de su importancia y trascendencia en lo que sería la conformación de una nueva conciencia en España en los siglos posteriores?
La respuesta es evidente: Paco siempre consideró la defensa de los oprimidos, de los castigados por leyes injustas, de los marginados sociales como un objetivo fundamental, el principal objetivo de las izquierdas.
Y los indios fueron objeto de violencias sin fin, expoliados, sometidos por los conquistadores que usurparon sus tierras, obligados a trabajar en minas y tierras, tratados como siervos en el mejor de los casos, entregados a los encomenderos como semi-esclavos.
Se nos dirá que no fue siempre así, ni en todas las haciendas, que hay que tener en cuenta el contexto de la época, y que, a fin de cuentas, fueron españoles los personajes que como fray Antonio de Montesinos (¿cuántos españoles habrán oído hoy algo sobre su grito?), Bartolomé de las Casas o Bartolomé Carranza los que alzaron su voz contra aquellas injusticias, afrontando incluso algunos de ellos los tribunales de la Inquisición.
Así es. Pero no es menos cierto que los que se pronunciaron en favor de los indios fueron los menos, y que la reacción contra la “herejía” luterana y el erasmismo que acabaría por fijar a España en el dogma alejándola de la modernidad metió a todos los disidentes en el mismo saco, y el discurso del indio metropolitano no fue recuperado, y mínimamente, hasta muchas décadas después.
La gran perturbación describe aquel conflicto moral desde sus inicios, incluida la evolución del propio Las Casas, escandalizado al principio por las reconvenciones de Montesinos a los conquistadores, distinguiendo entre indios y negros después, para finalmente entender que la humanidad es una y que todos gozamos de los mismos derechos. Y también cómo ese conflicto se superpone y enreda en lo que siempre está en la trastienda de cualquier episodio de la historia humana: la ambición de riquezas y la lucha por el poder.
En conversación con Victor Lenore, Eddy Sánchez nos indica…
¿Cuál es la aportación del Viejo Topo a la izquierda española?
“Diría que tres: primero haber mantenido una revista de izquierda transformadora en momentos de apología de la globalización, del neoliberalismo, del felipismo y el zapaterismo.
Segundo: mantener un pensamiento diferenciado del posmodernismo: defensores de las teorías del imperialismo frente al concepto de Imperio de Toni Negri.
Por último, El Viejo Topo ha defendido un proyecto nacional en España frente a la visión más favorable al independentismo, mayoritaria en la izquierda española”
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