Fuente: Portal Libertario OACA https://kcl.edicionesanarquistas.n 15 Jul 2020 10:16 AM PDT
[Libro] Cuba, el socialismo y la libertad: Una visión desde el anarquismo – Daniel Barret
Los pueblos no rompen relaciones y los gobiernos pueden hacerlo todas las veces que lo deseen; siempre y cuando sea en nombre propio, sin más invocaciones que sus ocasionales y mezquinos intereses, no mediando argumentos y «representaciones» que pretendan cubrir un radio más amplio que el de sus dominantes caprichos y en cada circunstancia que ello no involucre, directa o indirectamente, perjuicio alguno para la gente común y corriente: he aquí una máxima probable, a partir de la cual evaluar desde un punto de vista anarquista las escaramuzas verbales de los meses de abril y mayo de 2002 entre las cancillerías de Uruguay y Cuba y la consiguiente ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países o cualquier otra situación de idéntico o aproximado tenor.
Máxima que, sin embargo, quizás debamos desechar parcial o totalmente en el momento mismo de formularla, en tanto cualquier escarceo teórico -por ingenuo que sea- nos informará inmediatamente que es imposible separar o poner a buen resguardo a la gente indefensa de las acciones en las que sus gobiernos pretenden preservar, en el plano de las relaciones internacionales como en cualquier otro, sus insignificantes y arrogantes dignidades; algo de lo cual toda guerra convencional constituye un ejemplo magnífico y extremista.
Pero, no interesa demasiado en este momento abundar en el asunto y -a efectos de ahorrarnos la exposición detenida de reflexiones varias sobre el punto- bien podemos nosotros ahora plegarnos a pies juntillas a buena parte de las posiciones sostenidas por la izquierda uruguaya en torno al tema. Por lo pronto, nos resulta enteramente condenable y digna del mayor de los desprecios esa conducta propia de los anélidos que consiste en barrer la tierra con el pecho y transformarse en el oscuro y genuflexo brazo ejecutor de los antojos destemplados, las arbitrariedades sin cuento y los desplantes inmisericordes del más poderoso de los Estados contemporáneos. Estamos dispuestos, por lo tanto, a sostener en forma convencida y convincente que el gobierno uruguayo fue estimulado por los Estados Unidos – vaya uno a saber cómo y exactamente a cambio de qué-2 para adoptar la conducta diplomática que finalmente adoptó: proponer, en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la realización de una visita inspectiva del organismo a efectos de registrar la situación por la que atraviesa tal problemática en la Cuba actual…/…