La Unión Europea esconde su mala conciencia poniendo un tapón en el norte de África para impedir la llegada de emigrantes. Es una forma hipócrita de lavarse las manos, transfiriendo a países africanos en crisis, como Libia, una responsabilidad que no están en condiciones de asumir.

En 2017 Bruselas ha llegado a acuerdos con el gobierno libio para interceptar a estos inmigrantes a cambio de dinero y ahora los libios quieren más. El precio sube con cada emigrante que llega a las costas del Mediterráneo, que son muchos.

En tiempos de Gadafi, hasta que en 2011 la OTAN destrozó Libia, la emigración estaba controlada. Al país llegaban numerosos emigrantes para trabajar, mientras que actualmente la mayoría están en tránsito hacia Europa porque en Libia ya no pueden vivir ni los libios a causa de la guerra.

La semana que viene está convocado en Trípoli un Foro Internacional sobre las Migraciones en el Mediterráneo y el miércoles, durante una rueda de prensa, el ministro de Interior del Gobierno de Unidad Nacional dirigido por Abdelhamid Dbeibah habló de la migración.

Libia tiene 7 millones de habitantes y 2,5 millones de inmigrantes, de los cuales entre el 70 y el 80 por cien se encuentran en situación irregular. Miles de personas, especialmente africanos subsaharianos, se encuentran varadas en Libia. Miles más también mueren cruzando el Mediterráneo. Procedentes de Chad, Sudán, Níger o Egipto, Libia es un importante destino para los inmigrantes que intentan cruzar el Mediterráneo.

Desde el acuerdo sobre emigración alcanzado con la Unión Europea, la guardia costera libia intercepta inmigrantes en el mar y los encierra en campos de concentración, donde son víctimas de toda clase de agresiones y abusos.

Imad Trabelsi, ministro libio de Interior, dio la voz de alarma al reafirmar que el asentamiento permanente de los emigrantes en Libia es inaceptable. Si Europa no quiere a los emigranes, ¿por qué Libia debe admitirlos? O mejor dicho: ¿a cambio de qué debe admitirlos?