Las cárceles secretas de Erdogan en Siria

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Las cárceles secretas de Erdogan en Siria

Miembros del Ejército Sirio Libre respaldados por Turquía derriban una estatua kurda en el centro de Afrin, Siria, en 2018.
(Crédito de la foto: Khalil Ashawi/Reuters)

The Jerusalem Post – Jonathan Spyer – 14 abril 2022 – Actualizado: 15 abril 2022 – Traducido por Rojava Azadi Madrid

DETRÁS DE LAS LÍNEAS [DEL FRENTE MILITAR]: Sin que se presentaran cargos contra ella ni se iniciara un proceso judicial, Nadia fue encarcelada en una serie de prisiones no oficiales en el noroeste de Siria.

Nadia Hassan Suleiman recuerda bien el día en que fue detenida. Fue en la ciudad de Afrin, al noroeste de Siria, en junio de 2018. Su marido, Ahmed Rashid, había desaparecido dos meses antes. Ella había recibido un mensaje de voz de él. Los hombres que se detuvieron en un coche junto a ella dijeron que tenían el detalle de llevarla a visitar a su marido. En cambio, Nadia, ciudadana siria procedente de Afrin, fue detenida. Había comenzado una pesadilla de dos años.

Sin que se presentaran cargos contra ella ni se iniciara un proceso judicial, Nadia fue encarcelada en una serie de prisiones no oficiales en el noroeste de Siria. Durante cuatro meses estuvo retenida en una instalación que, según ella, está a cargo de la Inteligencia Militar turca, y fue interrogada por agentes que hablaban turco.

Después, como parte de un grupo de otras 11 mujeres, igualmente detenidas sin cargos, fue trasladada a una cárcel de la División Hamzat, islamista suní y apoyada por Turquía. En los frecuentes interrogatorios a los que fue sometida, Nadia fue acusada de asociación con el régimen de Assad y el PKK kurdo.

A lo largo de su cautiverio, Nadia fue torturada repetidamente y, en varias ocasiones, violada. Como ella misma describe en su testimonio grabado «Cada una de las detenidas fue sometida a diversas formas de tortura y violación. Las torturas eran diarias, individuales o colectivas, y nos violaban repetidamente. Nos daban pastillas narcóticas y a veces nos echaban agua fría a todas en el duro frío del invierno. Ni siquiera los niños pequeños estaban exentos de la tortura».

Liberada después de dos años, Nadia consiguió, con la ayuda de contrabandistas, escapar de la zona de Siria controlada por Turquía. Nunca volvió a saber de su marido, y ahora cree que está muerto.

El presidente turco Tayyip Erdogan se dirige a los miembros del parlamento de su gobernante Partido AK (AKP) durante una reunión en el parlamento turco en Ankara, Turquía, 27 de noviembre de 2018. (Crédito: REUTERS/UMIT BEKTAS)

La historia de NADIA HASSAN Suleiman es sólo una de muchas. Están apareciendo pruebas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos llevadas a cabo por las milicias islamistas apoyadas por Turquía en el noroeste de Siria.
Los testimonios de los supervivientes revelan una pauta de encarcelamientos ilegales sin proceso judicial ni supervisión, así como graves abusos contra los detenidos, incluidos abusos sexuales, violaciones, torturas y casos de asesinato.

Un dossier recibido por este autor, y que actualmente también está en manos del Departamento de Estado de Estados Unidos, contiene amplios testimonios y pruebas detalladas. El dossier fue recopilado por activistas sirios no afiliados a ningún organismo político. Los expertos sirios independientes que han examinado las pruebas las consideran creíbles.
Según dos organismos de derechos humanos, el Centro de Documentación de Violaciones y el Proyecto Zaytouna, 8.590 personas han sido retenidas en este sistema de prisiones fuera de la red desde 2018. De ellas, 1.500 han desaparecido por completo, sin dejar constancia.

Para entender lo que está pasando, es necesario un poco de antecedentes. En enero de 2018, en la irónicamente llamada Operación Rama de Olivo, las fuerzas armadas turcas destruyeron el cantón de Afrin, controlado por los kurdos, en el noroeste de Siria.

En estrecha colaboración con las milicias islamistas suníes aliadas de Ankara, Turquía tomó el control de la zona. Unos 300.000 residentes, principalmente kurdos y yazidíes, huyeron a otras partes de Siria.
Desde entonces, el autodenominado «Gobierno Provisional Sirio», con sede en Turquía y apoyado por Ankara, es la autoridad gobernante ostensible en esta zona. El control diario está en manos de las milicias islamistas que conforman el llamado «Ejército Nacional Sirio».
La verdadera potencia que apoya y entrena a estas milicias y mantiene el control final en la zona es Turquía. El sistema penitenciario no oficial en el que estuvo encarcelada Nadia Suleiman es producto de este acuerdo.

Los nombres y las ubicaciones de los lugares de encarcelamiento que componen esta red de centros de reclusión no declarados son conocidos y pueden verificarse. La red se extiende desde Idlib y Afrin en el oeste, pasando por Azaz, Marea y al-Rai, hasta Jarabulus y al-Bab en el este.

Las instalaciones que forman parte de este archipiélago incluyen la prisión de la oficina de seguridad de la División Hamzah del SNA, en Afrin; la prisión de Mazraa, en el distrito de Maarata de Afrin, en manos de la Brigada Al-Ghab de la División Hamza; el campo de prisioneros de Kafr Jannah, controlado por la Jabha al-Shamiya (Frente de Levante); la prisión de la oficina de seguridad del Frente de Levante, en la zona de Souq al-Hal en Afrin; la prisión de al-Barad, bajo el control de la «Tanzim al-Ustaz» (más información sobre esta organización más adelante); la prisión de al-Masara, en la zona de al-Ra’I, controlada por la División Sultán Murad de Turkmenistán -de la que nunca se ha liberado a ningún detenido- y la prisión de la oficina de seguridad de la División al-Mutasim, en la zona de Marea.

En estos lugares, ciudadanos sirios como Nadia Hassan Suleiman son encarcelados durante largos periodos sin ningún tipo de supervisión legal. Las condiciones, descritas al autor por antiguos detenidos, son extremadamente primitivas. Los prisioneros son mantenidos en celdas llenas de suciedad, sin acceso a la luz natural.
La tortura mediante descargas eléctricas, la inanición sistemática y las palizas se aplican a todos. Los abusos sexuales contra los detenidos, tanto hombres como mujeres, son habituales. El autor ha visto pruebas fotográficas de estas condiciones, tomadas con gran riesgo por los detenidos.

¿QUIÉN es el responsable de este sistema? ¿Cuál es la estructura general de mando? Según el testimonio de «Yusuf», un reciente desertor de las milicias, existe un órgano central de coordinación de las distintas estructuras de seguridad que mantienen estas instalaciones. Se conoce como «Tanzim al-Ustaz» (Organización del maestro/profesor), o más formalmente como «Mukhabarat al-Sari» (Inteligencia secreta).
Esta estructura es responsable de la coordinación, supervisión y gestión generales de la red de prisiones secretas descrita anteriormente. Es la autoridad suprema de los diversos equipos de seguridad e inteligencia que mantienen las facciones.

El individuo que se encuentra en la cúspide de esta estructura, el «profesor» del título de la organización, es Kamal Ghazwan Kamal, también conocido como Abu al-Hassan, iraquí de nacimiento, con esposa turca. Ex alto cargo de seguridad del ISIS en Mosul, Kamal fue detenido por las autoridades turcas en 2017.

A continuación, colaboró en la aprehensión y detención de miembros del ISIS y entabló relaciones con altos cargos de la oposición siria vinculada a Turquía. Como resultado de esta colaboración, surgió como una figura de confianza con habilidades aparentemente relevantes.

Actualmente no hay ninguna investigación oficial en curso sobre alguna de estas acusaciones. Las milicias islamistas que controlan el terreno en esta zona hacen imposible la realización normal de una investigación periodística o de otro tipo.
Pero el noroeste de Siria no es un territorio abandonado. Por el contrario, está bajo el control de facto de Turquía, un Estado miembro de la OTAN en buena posición. Existen pruebas sólidas que sugieren que se están cometiendo crímenes terribles, como los infligidos a Nadia Hassan Suleiman, de forma sistemática y continua en el noroeste de Siria controlado por Turquía. Es necesario presionar, y pronto, para que se investiguen estas múltiples acusaciones.

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