Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/02/22/pers-f22.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws
El lunes, el presidente estadounidense Joe Biden llegó a Kiev, la capital de Ucrania, para comprometer a EE.UU. a la guerra con Rusia “por el tiempo necesario”. La visita del “comandante en jefe” al frente no solo afianza el conflicto como una guerra estadounidense sino como el foco definitivo y preeminente del Gobierno de Biden.
Pocos días tras el primer aniversario de la guerra y en vísperas de un importante discurso del presidente ruso Vladímir Putin, la visita de Biden busca comunicar que EE.UU. está completamente comprometido.
La visita de Biden a esta zona de guerra activa fue, según la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, Kate Bedingfield, “arriesgada” y “sin precedentes”, pero “este era un riesgo que Biden quería asumir”.
Si bien la visita de Biden pudo haber sido “arriesgada” pero no fue “sin precedentes”. En julio de 1944, el presidente estadounidense Franklin Roosevelt reunió a todos sus principales comandantes del Pacífico en Pearl Harbor, Hawái, para discutir la conquista final de Japón. En cuestión de 13 meses, Estados Unidos arrojaría dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, asesinando a un cuarto de millón de personas.
Al final de 1966, el presidente Lyndon B. Johnson visitó Vietnam del Sur, iniciando una importante escalada de la participación estadounidense en la guerra de Vietnam. A lo largo del año siguiente, más de 11.000 soldados estadounidenses morirían, comparado a 6.000 en el año anterior.
En su visita a Kiev, Biden está intentando volver irreversible el compromiso de EE.UU. y la OTAN con al intensificación del conflicto.
Está aumentando la oposición a la guerra en la población, mientras que los llamados constantes de Biden a la “unidad” en la OTAN reflejan su grave inquietud sobre la disposición de los aliados de EE.UU. en la OTAN a seguirse acercando a una guerra directa con Rusia.
En un comentario publicado el lunes, el columnista Gideon Rachman del Financial Times señaló: “Llega un momento en cada guerra en la que los distintos bandos se preguntan en qué lío se metieron”. Rusia alcanzó esta etapa en septiembre, dijo, pero ahora está emprendiendo una ofensiva. “En el primer aniversario de la invasión Rusia esta semana, es el turno de la alianza occidental que respalda Ucrania para los debates políticos difíciles”.
La visita de Biden a Kiev se produce en medio de importantes reveses para las fuerzas patrocinadas por EE.UU. en Ucrania, que han recibido más de $100 mil millones en armas y equipos. Rachman añade: “La economía ucraniana sufre problemas serios y depende de la ayuda occidental. Por esta razón, varios analistas occidentales influyentes argumentan que prolongar el conflicto no favorece a Ucrania y que, si Kiev ha de ganar, debe hacerlo pronto”.
Detrás de las declaraciones públicas optimistas en la Conferencia de Seguridad de Múnich este fin de semana, los oficiales de la OTAN advirtieron sutilmente de la situación sombría que enfrentan las Fuerzas Armadas ucranianas. “Estamos en un estado de guerra urgente”, dijo Josep Borrell, el jefe diplomático de la Unión Europea. “La escasez de municiones debe resolverse pronto; en cuestión de semanas”, dijo. De lo contrario, Ucrania se enfrenta a la posibilidad de una derrota militar.
Como lo demuestran estas declaraciones, se reconoce cada vez más que las tropas ucranianas están sufriendo bajas masivas y podrían colapsar sin refuerzos urgentes.
La guerra tiene una lógica propia y, en esta coyuntura, se vuelve en un factor agravante del conflicto por sí sola. Hace un año, Estados Unidos y las potencias de la OTAN instigaron la reaccionaria invasión rusa de Ucrania, y esto fue seguido por el despliegue de sumas cada vez mayores de dinero y material de guerra en el campo de batalla.
Cualquier retirada en este momento significaría una derrota devastadora para la OTAN y un colapso de la influencia estadounidense en Europa. Toda la credibilidad de la OTAN y, particularmente, del imperialismo estadounidense está en juego. Esto vuelve una victoria completa en la guerra en una cuestión existencial para el imperialismo estadounidense.
La visita de Biden a Kiev también echa por tierra cualquier pretensión de que EE.UU. y la OTAN no son participantes directos del conflicto con Rusia. Pero, si es una guerra de la OTAN, exigirá tropas de la OTAN.
La visita de Biden fue precedida por un giro coordinado de los funcionarios estadounidenses y ucranianos y la prensa estadounidense en busca de expandir públicamente el alcance de la participación de EE.UU. e introducir el concepto de “botas en el terreno”.
El viernes, la subsecretaria de Estado estadounidense para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, respaldó abiertamente, por primera vez, los ataques ucranianos dentro de Crimea. “Son objetivos legítimos”, dijo Nuland. “Ucrania los está atacando. Nosotros lo apoyamos”.
Durante el fin de semana, el exfuncionario del Consejo de Seguridad Nacional, Alexander Vindman, declaró en una entrevista con Associated Press que se están abandonando todas las restricciones a la intervención estadounidense en Ucrania. “Me siento cada vez más seguro de que [la Casa Blanca] proporcionará todo y cualquier cosa que los ucranianos necesiten”, dijo. “Solo será cuestión de tiempo”.
Durante el fin de semana, los medios de comunicación estadounidenses empezaron a barajar la posibilidad de desplegar tropas terrestres en Ucrania. El sábado, el Washington Post pidió que la OTAN desplegara “un conjunto convincente de músculo militar sobre el terreno”. Chuck Todd, el presentador de “Meet the Press”, el principal programa político de entrevistas de Estados Unidos, preguntó: “¿Podrán Estados Unidos y sus aliados derrotar a Putin sin poner botas de la OTAN o de Estados Unidos sobre el terreno?”.
Por su parte, los funcionarios ucranianos son cada vez más explícitos a la hora de articular los objetivos de sus patrones en Washington. El domingo, Oleksiy Danilov, jefe del Consejo de Seguridad de Ucrania, declaró al Sun: “Nuestros tanques estarán en la Plaza Roja [en Moscú, la capital rusa] y eso será justicia”.
El lunes, el día que Biden llegó a Kiev, el New York Times publicó un artículo de opinión en el que abogaba por la destrucción de Rusia como Estado nación, declarando: “Rusia no será una democracia hasta que se desmorone”.
Sin embargo, la expansión de los objetivos bélicos estadounidenses se enfrenta a la realidad de que la política oficial declarada de Rusia es utilizar armas nucleares para defender su territorio, incluyendo Crimea.
En respuesta a esta realidad, los funcionarios estadounidenses están dejando claro que aceptan plenamente la posibilidad de una guerra nuclear. Como declaró Eliot Cohen, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, en una entrevista reciente, que los funcionarios estadounidenses acepten que se verán limitados por la amenaza de represalias nucleares rusas significaría que “nos hemos estado disuadiendo a nosotros mismos”.
EE.UU. necesita “una verdadera movilización industrial de defensa”, afirmó Cohen. Esto debe ir acompañado de “un esfuerzo concertado para explicarle al pueblo estadounidense por qué esta guerra es realmente fundamental para nuestros intereses”.
¿Exactamente, cómo pretende “explicarle” la clase dominante al pueblo estadounidense que “nuestro interés” es arriesgarnos a una guerra nuclear por Ucrania? Cabe recordar las declaraciones de Zbigniew Brzezinski, quien en los años anteriores a los atentados terroristas del 11 de septiembre escribió que “la búsqueda del poder [es decir, la hegemonía global de EE.UU.] no es un objetivo que despierte la pasión popular, excepto en condiciones de una amenaza repentina o un desafío al sentido de bienestar interno del público”.
Al público no se le ha contado ni una fracción de lo que Biden, después de viajar durante 20 horas en tren, discutió mientras estuvo en Kiev, tanto con las fuerzas patrocinadas por Washington como con el personal de la CIA y el ejército estadounidense, que ya están sobre el terreno en Ucrania.
La visita de Biden deja en claro que Estados Unidos está comprometido con una intensificación masiva de la guerra, cuyas consecuencias serían incalculables para la población de Ucrania, Rusia y el mundo entero.
(Publicado originalmente en inglés el 20 de febrero de 2023)