La respuesta de Venezuela a la pandemia COVID19

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La respuesta de Venezuela a la pandemia COVID19 — Leonardo Flores

CodePink – 25/03/2020
Traducción del inglés: Arrezafe
¿Por qué a Venezuela le va mucho mejor que a sus vecinos en la región?
Médicos venezolanos realizando una visita a domicilio COVID-19.
(Foto: cortesía de @OrlenysOV)
A las pocas horas de su anuncio, más de 800 venezolanos residentes en EEUU se registraron para un vuelo de emergencia Miami-Caracas a través de un sitio web administrado por el gobierno venezolano. Dicho vuelo, ofrecido sin costo, fue propuesto por el presidente Nicolás Maduro cuando supo que 200 venezolanos estaban atrapados tras la decisión del gobierno de Estados Unidos de cancelar los vuelos comerciales como medida preventiva ante el coronavirus. La oferta de uno se amplió a dos o más vuelos, ya que se hizo patente el deseo de muchos venezolanos de regresar a Venezuela. Sin embargo, la situación sigue sin resolverse debido a la prohibición de dichos vuelos por parte de EEUU hacia y desde el país.
Quienes confían únicamente en los medios de comunicación hegemónicos podrían preguntarse quién en su sano juicio,querría abandonar Estados Unidos para ir a Venezuela. Numerosos medios, incluyendo la revista TIME, el Washington PostThe Hill, el Miami Herald, entre otros, publicaron opiniones la semana pasada describiendo a Venezuela como una pesadilla caótica. Estos medios de comunicación proyectaron una imagen de desastre ante el coronavirus, de la incompetencia del gobierno y de una nación al borde del colapso. La realidad de la respuesta de Venezuela al Covid-19 no está cubierta en absoluto por los medios de comunicación hegemonicos.
Además, dichos ocultan deliveradamente el daño causado por las sanciones de la administración Trump, que devastó la economía y el sistema de salud mucho antes de la pandemia. Estas sanciones han empobrecido a millones de venezolanos e impactan negativamente en la infraestructura vital, como la generación de electricidad. Venezuela no puede importar repuestos para sus centrales eléctricas y los apagones resultantes interrumpen los servicios de agua que dependen de bombas eléctricas. Estos, junto con docenas de otras implicaciones de la guerra híbrida contra Venezuela, han causado una disminución en los índices de salud que ha propiciado 100.000 muertes a consecuencia de las sanciones.
Concretamente, respecto al coronavirus, las sanciones aumentan los costos de los kits de prueba y los suministros médicos, y prohíben al gobierno de Venezuela comprar equipos médicos en los EEUU. Supuestamente, estos obstáculos situarían a Venezuela en la senda de un desastre similar a Irán (también golpeado por sanciones) o Italia (golpeada por la austeridad y el neoliberalismo). A diferencia de esos dos países, Venezuela tomó medidas decisivas desde el principio para afrontar la pandemia.
Como resultado de ello y de otros factores, Venezuela se encuentra actualmente en mejor situación que los países de su entorno. En el momento de escribir este artículo, 11 días después del primer caso confirmado de coronavirus, el país tiene 86 personas infectadas, con 0 muertes. A sus vecinos no les ha ido tan bien: Brasil tiene 1.924 casos con 34 muertes; Ecuador 981 y 18; Chile 746 y 2; Perú 395 y 5; México 367 y 4; Colombia 306 y 3. (Con la excepción de México, todos esos gobiernos, liderados por Estados Unidos, han participado activamente y contribuido a los esfuerzos de cambio de régimen en Venezuela). ¿Por qué Venezuela lo está haciendo mucho mejor que otros países de la región?
Los escépticos afirmarán que el gobierno de Maduro está ocultando cifras y muertes, que no hay suficientes pruebas, ni suficientes medicamentos, ni suficiente talento para enfrentar adecuadamente una pandemia. Pero aquí están los hechos:
Primero, la solidaridad internacional ha jugado un papel decisivo, permitiendo al gobierno estar a la altura del desafío. China envió kits de diagnóstico de coronavirus que permitirán diagnosticar a 320.000 venezolanos, además de un equipo de expertos y toneladas de suministros. Cuba envió 130 médicos y 10,000 dosis de interferón alfa-2b, un medicamento con un historial comprobado de ayuda a la recuperación de pacientes con COVID-19. Rusia ha enviado el primero de varios envíos de equipos y equipos médicos. Estos tres países, habitualmente caracterizados por la política exterior de los Estados Unidos como malvados, ofrecen solidaridad y apoyo material. Estados Unidos ofrece más sanciones y el FMI, sobradamente conocido por estar bajo el control de Estados Unidos, negó una solicitud venezolana de $ 5 mil millones en fondos de emergencia que incluso la Unión Europea apoya.
En segundo lugar, el gobierno llevó a cabo rápidamente un plan para contener la propagación de la enfermedad. El 12 de marzo, un día antes de los primeros casos confirmados, el presidente Maduro decretó una emergencia de salud, prohibió la reunión de multitudes y canceló vuelos desde Europa y Colombia. El 13 de marzo, primer día, dos venezolanos dieron positivo; el gobierno canceló las clases, comenzó a exigir máscaras faciales en el metro y en la frontera, cerró teatros, bares y discotecas, y limitó los restaurantes a llevar o entregar comida a domicilio. Vale la pena insistir en que esto tuvo lugar el primer día de un caso confirmado; muchos estados de EE. UU. aún tienen que dar estos pasos. Para el cuarto día, se puso en práctica una cuarentena nacional (equivalente a la reclusión domiciliaria) y se reutilizó un portal en línea llamado Sistema Patria para estudiar posibles casos de COVID-19. Para el octavo día, el 90% de la población estaba atendiendo a la cuarentena. Para el día 11, más de 12.2 millones de personas habían completado la encuesta, más de 20.000 personas que informaron estar enfermas fueron visitadas en sus hogares por profesionales médicos y 145 personas fueron derivadas para pruebas de coronavirus. El gobierno estima que sin estas medidas, Venezuela tendría 3.000 personas infectadas y un alto número de muertes.
Tercero, el pueblo venezolano estaba en posición de manejar una crisis. En los últimos 7 años, Venezuela ha vivido la muerte de un líder muy popular, violentas protestas de la ultra derecha, una guerra económica caracterizada por la escasez y la hiperinflación, sanciones que han destruido la economía, un golpe de estado en curso, intentos de insurrecciones militares, ataques contra servicios públicos, apagones, migración masiva y amenazas de intervención militar estadounidense. El coronavirus plantea un desafío diferente, pero las crisis anteriores han potenciado la resistencia del pueblo venezolano y fortalecido la solidaridad dentro de las comunidades. No hay pánico en las calles, por el contrario, las personas están tranquilas y siguen los protocolos de salud.
Cuarto, organización masiva y prioridad a las personas por encima de todo. Las comunas y las comunidades organizadas han tomado la delantera, produciendo máscaras faciales, manteniendo el sistema de suministro de alimentos CLAP en funcionamiento (paquete de alimentos que llega mensualmente a 7 millones de familias), facilitando visitas de médicos casa por casa y fomentando el uso de máscaras faciales en público. Más de 12.000 estudiantes de medicina en su último o segundo año de estudios solicitaron ser capacitados para visitas domiciliarias. Por su parte, la administración de Maduro suspendió el pago de alquileres, decretó el congelamiento del despido en todo el país, bonificó a los trabajadores/as, prohibió que las teleoperadoras cortaran los teléfonos o internet a los usuarios, llegó a un acuerdo con las cadenas hoteleras para proporcionar 4.000 camas en caso de que la crisis se intensifique, y se comprometió a pagar los salarios de los empleados de pequeñas y medianas empresas empresas En medio de una crisis de salud pública, agravada por una crisis económica y las sanciones, la respuesta de Venezuela ha sido garantizar alimentos, brindar atención médica gratuita y pruebas generalizadas, y evitar una mayor presión económica sobre la clase trabajadora.
El gobierno de Estados Unidos no ha respondido a la solicitud de la administración de Maduro de hacer una excepción para que Conviasa Airlines, la aerolínea nacional sancionada por dicho gobierno, lleve a los venezolanos varados en los Estados Unidos de regreso a Caracas. Dado cuanto sucede en los Estados Unidos, donde el tratamiento del COVID-19 puede costar casi $ 35,000 y cuyo gobierno está sopesando la opción de priorizar la economía sobre la vida de las personas, tal vez estos venezolanos que esperan volver a casa entiendan que sus posibilidades de sobrevivir al coronavirus, tanto física como económicamente, son mucho mejores en un país que valora la salud sobre las ganancias.

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