La psicología de la libertad de Lev Vigotski por Andrey D. Maidansk

El Sudamericano                                                                                                                    18/11/25

RESUMEN

El autor sostiene que la idea de libertad guio la investigación de Vigotski desde sus primeros pasos en psicología, cuando reflexionaba sobre el «superhombre» y sobre el «dominio de la propia conducta» por medio de los signos. La libertad de las acciones e intenciones, y no la superioridad intelectual, es la distinción más esencial del «hombre culturizado» respecto a sus parientes del reino animal. La persona es libre en la medida en que actúa como humano, acorde con la cultura y no situacionalmente, bajo la presión de fuerzas naturales externas. En la psicología «de las alturas/cumbres» o «acmeísta» de sus últimos años, Vigotski define la libertad como «el afecto en el concepto», en el espíritu de la Ética de Spinoza. Desde este punto de vista, este artículo estudia la génesis de los «sistemas psicológicos», los cambios específicos relacionados con la edad y las variedades sociales de la relación afecto-concepto, así como la alteración/disrupción de esta relación típica de la esquizofrenia.

El problema central de toda la psicología es la libertad.

L. S. Vigotski

Prólogo

El problema de la libertad y el libre albedrío siempre ha ocupado la mente de los filósofos. Vigotski quería más: se propuso hacer del concepto de libertad la piedra angular de la psicología científica. Cuando empezó a trabajar en esta rama del conocimiento, tenía ya una sólida formación filosófica y reverencia por el filósofo que cantó «el poder del intelecto, o la libertad humana» (la ecuación del título de la parte final de la Ética de Spinoza). Es desde este ángulo –atípico de un psicólogo del siglo XX– desde el que Vigotski comenzó a analizar los fenómenos y procesos psíquicos. En sus obras, vuelve a las raíces «metafísicas» de la ciencia de la psique para resolver los problemas actuales de la psicología utilizando sus logros más recientes.

Este es un pasaje representativo del libro inacabado de Vigotski sobre las emociones: «La enseñanza científica contemporánea sobre las pasiones sólo puede salir de su callejón sin salida histórico con la ayuda de una gran idea filosófica».1 Vigotski encuentra esa idea en la obra de Spinoza. Sin embargo, nadie puede limitarse a tomar prestada una gran idea «tal cual»; es necesario considerarla críticamente y enmendarla «a la luz del conocimiento científico contemporáneo»; entonces podremos descubrir la verdad que «atravesará, firme y tajantemente, un amplio espectro de problemas básicos de toda la psicología humana, y los resolverá como el diamante corta vidrio», afirma Vigotski.

Spinoza asociaba la libertad humana con la superación consciente y activa de los afectos pasivos, las «pasiones». Durante los últimos años de su vida, cuando había llegado al punto de abordar seriamente la correlación entre pensamiento y habla, entre conceptos y afectos, el pensamiento de Vigotski siguió la misma trayectoria. Se refirió al conjunto de problemas relacionados con esos aspectos como «psicología de las cumbres». Ese término nunca aparece en las obras publicadas de Vigotski. Sólo lo utilizó en sus Cuadernos que fueron publicados tras la «revolución archivística» de 2006 gracias a los esfuerzos de Ekaterina Yu. Zavershneva y sus colaboradores.

Intentaremos hacernos una idea del diseño de la «psicología acmeísta» de Vigotski a partir de sus registros personales y de la idea de libertad humana que había tomado prestada de Spinoza.

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Revolución y «remodelación del hombre»

«Hablo en nombre de la Revolución», escribe Vigotski en su cuaderno de notas durante su único viaje al extranjero, a Londres, para asistir a una conferencia sobre la educación de las personas ciegas, en el verano de 1925.3 El joven científico está cautivado por la idea de una remodelación/reestructuración revolucionaria de la naturaleza humana. Todo lo natural y elemental debe someterse a la voluntad consciente del hombre. El ser humano mutilado por la división del trabajo, el «profesional idiota»,4 necesita ser transformado en un individuo armoniosamente desarrollado, compuesto por múltiples partes. Siguiendo a León Trotsky, Vigotski llama a esa persona un «superhombre» (en ruso, sverkhchelovek), pero en un sentido opuesto al Übermensch nietzscheano. Se trata de un humano que se controla a sí mismo, que ha sometido el juego de sus instintos y pasiones naturales a los ideales y objetivos superiores de la cultura.

Un actor de teatro podría servir como prototipo del superhumano. El teatro cultiva la universalidad y la predilección por la armonía, el libre dominio del cuerpo y los sentimientos, no sólo los propios, sino también los del público. Vigotski considera que el teatro es el primer compendio de psicología.5

El superhombre de Vigotski no es más que un individuo libre, que produce su propia vida de forma independiente y consciente. O, en palabras de su admirado Hamlet, «un hombre, tomado como todo en su totalidad».

Para Vigotski el desarrollo de este tipo de personalidad se convierte en la máxima prioridad en la sociedad creada por la revolución. Al mismo tiempo, la psicología educativa pasa a un primer plano.

«En la nueva sociedad, nuestra ciencia ocupará un lugar central en la vida. “El salto del reino de la necesidad al reino de la libertad” plantea inevitablemente la cuestión del dominio de nuestro propio ser, de su sujeción al yo. Pavlov está en lo cierto cuando considera que nuestra ciencia es la ciencia definitiva sobre el hombre en sí mismo (himself). Hablamos de la remodelación del hombre como rasgo indiscutible de la nueva humanidad y la creación artificial de un nuevo tipo biológico. Ésta será la única y primera especie biológica capaz de crearse a sí misma».6

¿Cómo resolver un problema histórico de tal magnitud? La mejor manera de realizar experimentos para “modelar” al nuevo humano, es llevarlos a cabo en condiciones de laboratorio, en las mismas circunstancias en las que se crean nuevas “aleaciones”. Apenas puso los pies en Moscú, Vigotski cumplimentó una solicitud en la que expresó su deseo de trabajar «en el ámbito de la educación de niños ciegos sordomudos».7

La sordoceguera es una anomalía congénita que somete la educación del niño a una extrema dependencia del educador, quien debe ejercer un control absoluto del proceso, sobre todo en los primeros estadios. Es imposible que un niño sordociego experimente desarrollo mental sin intervención pedagógica meticulosa y deliberada.

Ivan Pavlov construyó una “torre de silencio” para eliminar cualquier estímulo visual o acústico superfluo que pudiera afectar al sistema nervioso de sus perros (pensaba que esto facilitaría “la implementación” de los reflejos condicionados que buscaba). La madre naturaleza encierra a los niños sordociegos en sus propias “torres de silencio”. La tarea del maestro es educarlos para que puedan desarrollarse como seres humanos.

Ivan Sokolyansky fue quien llevó a cabo por primera vez estos desafiantes experimentos humanísticos en Járkov. Seguramente soñaba con convertirse en el Pavlov de la Pedagogía y establecer, con sus experimentos con personas sordociegas, un conjunto de reflejos y “preceptos” pedagógicos adecuados para la educación (upbringing) de todos los niños.

Vigotski seguía el trabajo de Sokolyansky con mucha atención y valoraba muy positivamente sus progresos, aunque se disponía a abordar el problema de forma totalmente diferente.8 Sokolyansky era un reflexólogo de la escuela de Bekhterev que intentaba resolver los enigmas de la psique explorando el cerebro, mientras que Vigotski encontró las respuestas en la cultura. Vigotski consideraba que el cometido de la educación, común para niños con y sin discapacidades, consistía en “inculcar” al niño en la cultura, o la cultura en el niño (que es esencialmente lo mismo).

Tanto Vigotski como Sokolyansky estaban convencidos de que las leyes de la educación descubiertas en el curso del trabajo con niños «defectuosos» debían operar también en la educación de niños perfectamente normales. En ambos casos –aunque técnicamente de forma diferente– las cualidades naturales de un individuo se transforman en sus habilidades sociales; lo orgánico se reconfigura en lo cultural, es decir, en lo específicamente humano.

Vigotski encuentra en los paradójicos experimentos de Pavlov con los perros, la «mejor ilustración para probar lo que es casi un absoluto/universal: la reeducabilidad de la naturaleza humana».9 La psique humana, plástica como la cera, su capacidad para asumir cualquier forma cultural es la condición necesaria para la libertad. Así pues, la humanidad sólo abandonará «el reino animal del espíritu»10 cuando sea capaz de superar la división del trabajo: El individuo dejará de ser una «fracción», una abstracción viviente, y se convertirá en una personalidad universalmente desarrollada.

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La libertad, hija de la cultura

Muchos filósofos consideraban la libertad una propiedad del intelecto o de la conciencia. Para los estoicos, la libertad es la comprensión de la necesidad.11 Spinoza adoptó un enfoque del problema más sofisticado. La necesidad puede ser externa e interna; la sumisión del hombre a factores externos, que disminuyen su capacidad de acción (agendi potentia), es esclavitud, no actúa libremente sino situacionalmente, es decir, bajo la presión de fuerzas externas de la naturaleza o de los órganos de su cuerpo, como hacen los animales. Todo ser es libre en la medida en que puede «causarse a sí mismo»; en otras palabras, un ente es libre en la medida en que su propia naturaleza dicta sus acciones.

De ahí se deduce que el ser humano sólo es libre cuando actúa como ser humano, cuando se comporta de forma cultural antes que situacionalmente, esto es, bajo la presión de las fuerzas naturales externas, como los animales. Vigotski define la voluntad como la «libertad respecto a la situación».12

Vigotski llega a esta definición tras analizar los experimentos de Köhler sobre el comportamiento inteligente de los primates. Las acciones de los chimpancés no pueden considerarse libres. No son el resultado de su voluntad, ya que están totalmente condicionadas por la estructura de su campo óptico, por la «situación observable». Los animales «ven» literalmente una conexión operativa entre el palo y el plátano, es decir, entre el medio y el fin. En esta situación, «para el primate, el palo no es una herramienta, no tiene el significado de herramienta.» Las manipulaciones que el chimpancé realiza con el palo «no son más que una variación intelectual del instinto, es decir, un nuevo mecanismo de la misma acción.»13

Ahora bien, una herramienta fabricada por el hombre tiene un significado que va más allá de los límites de la situación directamente observada. Lo mismo puede decirse de cualquier objeto de la cultura. No sólo los fabricados, sino también los objetos naturales de cualquier tipo adquieren significado una vez entran la órbita de la actividad cultural. Incluso las estrellas del cielo tienen una plétora de significados distintos para el marinero y el agricultor, para el astrónomo y el sacerdote.

Una herramienta cultural no solo transforma el mundo exterior sino también al agente que la utiliza. Transforma su comportamiento, su modo de pensar y sus relaciones con los demás. Desde el punto de vista de la psicología, la cultura puede definirse como un sistema de significados y signos que sirven para influir en las personas. La regulación cultural de la actividad humana es una superestructura que ha surgido de la instintiva; modifica las reacciones innatas, debilitando los instintos y relegándolos a la periferia de la vida mental. De este modo, la cultura emancipa al individuo, convierte al animal en humano. «Cada paso adelante en el camino de la cultura es un paso hacia la libertad», afirma Vigotski citando a Engels.

La cultura es la fuente y medida de la libertad, y la «psicología cultural» estudia la libertad de la vida mental.

Existe una categoría especial de herramientas cuyo propósito directo y principal es facilitar que el humano ejerza influencia sobre los humanos. Son los signos (o símbolos) en el sentido más amplio de la palabra, que van desde el lenguaje gestual primitivo hasta las imágenes simbólicas de la religión y el arte, las monedas y los billetes de banco, los escudos familiares y los emblemas nacionales. Cada tipo de intercambio psicológico «superior» (= específico de los humanos, creado artificialmente, cultural) entre las personas, incluido el diálogo interior de un individuo consigo mismo, se lleva a cabo por medio de signos. Del mismo modo que labran la tierra con el arado, los seres humanos «labran» su psique y su conducta con signos. «El signo… es un medio de acción psicológica sobre la conducta, propia o ajena, un medio de actividad interna dirigido a dominar al propio ser humano; el signo se dirige hacia el interior».14

La creación y el uso de signos, la «significación», es la base primordial de la voluntad. Vigotski pone como ejemplo las costumbres de hacer un nudo para recordar algo o de echar a suertes («una forma rudimentaria de voluntad cultural» típica de los pueblos primitivos y de los niños pequeños). «La suerte constituye un signo volitivo» y los «signos mnemotécnicos» son «estímulos-medios» artificiales que determinan la psique y la conducta. Cuanto más rico es el repertorio de medios de autoestimulación de la actividad de la que dispone una persona (tanto un individuo como la humanidad en general), más libre es.

La autoactividad es la realización de la libertad. Si tomamos el ejemplo más sencillo, dos personas se mueven mutuamente a la acción o coordinan sus acciones, vemos que ambas se desarrollan y se determinan a sí mismas mediante la otra, aumentando su propia agendi potentia. Mediante signos, la cultura vincula a todos los humanos que viven y vivieron en el mundo, en un todo, un «conjunto de relaciones sociales» (Marx), haciendo que el número de grados que puede tener la libertad de acción de cada «sujeto» sea potencialmente infinito.

Una vez creados, los signos adquieren vida propia, formando familias lingüísticas. El lenguaje es una especie de «mercado» de la conciencia social, donde los signos desempeñan la función del dinero. La mente intercambia imágenes de sentimientos e ideas de pensamiento por signos (fonemas, números, símbolos de notación musical, etc.), y viceversa.

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La palabra es libertad

Vigotski considera que la palabra es la forma más importante de significación. Las palabras son el «oro» del alma, el equivalente universal en el «mercado libre» de la conciencia. «La palabra desempeña un papel central en la conciencia«.15 «La palabra… para nosotros es libertad».16

Detrás de cada palabra se esconde una relación social entre personas en torno a cualquier tema. Cuanto mayor sea el nivel de relaciones sociales de una sociedad, más rico será su lenguaje, y viceversa.

Ya en 1926, Vigotski subrayó la primacía de la palabra sobre otras formas de estimulación cultural del comportamiento. Así como la mano es la herramienta de las herramientas, o el alma, «la idea de las ideas» (Aristóteles), la palabra es el estímulo de los estímulos.

«La palabra es un estímulo especial para regular, para organizar el comportamiento, el de los demás y el propio… El valor de uso de la palabra no reside en la palabra en sí misma, sino en que la utilizamos para producir otras cosas; del mismo modo la conducta verbal no es necesaria en sí misma sino para generar otras conductas. De hecho, para eso usamos herramientas, y para eso usamos palabras. El hacha es un objeto entre los demás objetos y la palabra es un estímulo entre los estímulos. La naturaleza de la palabra es instrumental».17

Esta exaltación de la palabra, y sus posteriores investigaciones sobre la autodeterminación verbal de la mente, suscitaron duras críticas por parte del discípulo e íntimo amigo de Vigotski, Aleksei N., Leontiev. Leontiev (y más tarde por parte de Petr Galperin y la rama jarkoviana de la psicología cultural) rechazaba la autonomía de la conciencia en relación con la actividad práctica orientada al objeto. Vigotski fue duramente criticado por la centralidad que otorgaba a la palabra en su sistema.18

Vigotski anota esta crítica en su Cuaderno, y critica a su vez a Leontiev que éste subestime “el poder de la socialización» y «exagere el significado de la práctica» (subrayando las palabras que reproducimos en cursiva).19

Todos los procesos psicológicos superiores están mediados externamente por signos e internamente por medio de significados. La conciencia es un sistema de estos procesos superiores y a la misma vez, la «función psicológica más elevada». En el centro del sistema de la conciencia se encuentra la palabra, entendida como «unidad del fonema y significado».20 La conciencia humana avanzada está centrada en la palabra: esto es, sencillamente, una evidencia. Cuanto más primitiva es la mente, más «práctica» es. A medida que la mente evoluciona, la palabra va cobrando centralidad.

¿Por qué Leontiev investiga con tanto afán la acción de «atar los nudos», variedad externa de la mediación de la actividad y se niega en redondo a analizar de la mediación verbal, interna, de los procesos de la mente? ¿No es la palabra, al fin y al cabo, la misma cosa que el “nudo para recordar», aunque encarnada en la mente, interiorizada? La palabra difiere en que tiene una estructura interna compleja, y se puede utilizar de forma diferente en diversos contextos. Por otro lado, el camino que lleva de un pensamiento a una palabra nunca es directo, sino que atraviesa una matriz de significados histórico-cultural.

El espíritu alcanza la libertad con la conquista del habla, con la incorporación de la riqueza de los significados verbales (y, por tanto, de las relaciones sociales encapsulados en ellos). Leontiev no se dio cuenta de que «la palabra es libertad». Toda su atención estaba centrada en los procesos cognitivos, que iban desde la sensación más simple hasta las formas más elevadas del pensamiento. Trataba el lenguaje como una mera herramienta cognitiva, o un «prisma» a través del cual se refracta el reflejo consciente de la realidad.21

Ante esto, Vigotski señala la importancia de las declaraciones y acciones sin sentido. Los «sinsentidos sólo son posibles en los humanos».22 Un acto sin sentido es volitivo, ya que requiere un cierto grado de libertad frente al poder del contexto, aunque ese grado pueda ser infinitesimal –libertad en las palabras, no en los hechos–.24 Vigotski considera que la «la principal propiedad psicológica de la palabra»  es que permite la desvinculación de la situación real percibida, al «crear un equivalente de la percepción en el pensamiento»23 Escribe: «Como dice Gelb, la palabra nos hace humanos. Nos emancipa del contexto y nos dota de libertad de percepción y acción».24

Durante su investigación sobre las anomalías en las funciones superiores del cerebro en la afasia, el psicofisiólogo alemán Adhémar Gelb se dio cuenta de que los afásicos tenían deterioros en la capacidad de control de la atención y la fijación de objetivos. El afectado volvía a tener los comportamientos imitativos propios de un niño pequeño, determinado por las impresiones contextuales. Vigotski considera que la razón es la ruptura de la conexión entre la palabra y el concepto. La afasia es la pérdida de la capacidad de formar conceptos mediante palabras.

«Junto con el habla [los afásicos] pierden muy a menudo la actitud libre típica de los humanos ante la situación, la capacidad de generar libre intencionalidad, y se muestran tan esclavos de su campo sensorial como lo eran los chimpancés en las investigaciones de Köhler. Sólo los humanos, según la brillante expresión de Gelb, pueden hacer algo sin sentido, es decir, algo que no surge directamente de la situación percibida y carece de sentido desde el punto de vista de la situación real dada».25

Las acciones sin sentido implican la existencia –junto con el campo de la percepción externa– de un cierto «campo interior de significado». Este campo de significado se forma en la primera infancia, principalmente en el juego, donde el significado se libera, por primera vez, del objeto con el que hasta el momento estaba directamente fusionado, y «emancipa la palabra del objeto».26 El juego proporciona al niño su primera experiencia de libertad. El niño empieza a actuar independientemente de lo que vea en ese momento. Lo que pierden los afásicos es esta preciosa capacidad –y, junto con ella, el plano ideal de la acción. En sus mentes, el campo significativo se funde con el sensorial (aunque no desaparece ni se desvanece por completo, como en el caso de los chimpancés).

La libertad de acción e intención, y no la superioridad intelectual, es la diferencia más significativa del «humano como ser cultural» con respecto a sus parientes del reino animal: Vigotski solía repetir estas palabras de Kurt Lewin.

Los Cuadernos de Vigotski nos permiten rastrear la evolución de sus puntos de vista sobre la relación entre lenguaje y conciencia. Al principio, sostenía que «la conciencia se origina en la sociedad con el lenguaje (Marx)».27 Citando La ideología alemana, Vigotski definió el lenguaje como » conciencia práctica, en acción», y la conciencia como el «diálogo con uno mismo» interior, «el habla en sí misma». En la década de 1930 reexaminó ese punto de vista. A partir de ese momento, habla de «conciencia sin palabra», de la revolución que el lenguaje verbal produce en el pensamiento, «objetivando el pensamiento» e incorporándolo a los procesos comunicativos. La palabra «duplica la conciencia»,28 creando así la posibilidad de la autoconciencia.

La capacidad de ser consciente de uno mismo permite dominar los procesos de la conciencia y controlar el mundo interior –la atención, la memoria, la actividad mental, etc.– del mismo modo que controlamos los procesos naturales del mundo exterior. Ese es el objetivo último de la «psicología de las cumbres».

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Psicología acmeísta, o de las cumbres

La evolución de la psique culmina en la mente humana, pero no debemos olvidar que la conciencia no es más que un elemento del proceso material de la vida. «La conciencia… en sí misma se desarrolla a partir de la vida y constituye uno de sus aspectos: Ergo, la vida determina la vida mediante la conciencia», observa Vigotski.29

En consecuencia, la teoría psicológica de la conciencia incluye tres niveles:

(I) el origen de la conciencia a partir de la vida;

(II) la estructura interna de la conciencia;

(III) el dominio consciente de la vida [por el humano].30

El nivel inferior es la «psicología instrumental» que Vigotski y su equipo llevaban desarrollando desde 1925. Abarca la «historia natural de los signos», el estudio del «crecimiento externo (de un signo)» y de las formas e instrumentos más simples de liberación de la conciencia de «la esclavitud del campo sensorial» (echar a suertes, hacer nudos para recordar), y el desarrollo de los «métodos de doble estimulación».

En 1930, Vigotski comenzó a construir el segundo nivel, investigando sobre «el crecimiento interno (del significado)» y la estructura semántico-sistémica de la conciencia, así como sobre la relación entre intelecto y afectos, pensamiento y habla. Para Vigotski, el significado de una palabra es la partícula elemental, la «célula» del pensamiento, basado en el habla, mientras que la perezhivanie (experiencia emocional) es la unidad de la conciencia en su conjunto.

Antes de la publicación de los Cuadernos de Vigotski, la teoría de la estructura semántico-sistémica de la conciencia se consideraba el objetivo último de sus estudios teóricos. Incluso los editores de sus Cuadernos, Ekaterina Zavershneva y René van der Veer, compartían esta idea errónea a pesar de todas las veces que Vigotski afirmó que el objetivo último de la ciencia es la transformación consciente de la vida, de la existencia humana, y la consecución de la libertad «al final del camino».

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Cambiar la vida es la función principal de la conciencia.31

«La libertad no se da, se toma.32 No es originaria, sino que se consigue en una dura lucha interior. El hombre puede llegar a ser libre, pero eso es tan excelso como raro. El camino hacia la libertad pasa por cumbres escarpadas. La libertad no se encuentra en la llanura, no es accesible ni está al alcance de todos. No está al principio, sino al final del camino. Es inaccesible para el niño. No se encuentra en las profundidades, sino en las cumbres de la mente».33

Vigotski denomina psicología “acmeísta”, o de las cumbres, a la doctrina del dramático ascenso del humano hacia la libertad. Se basa en dos postulados:

(I) Todos los fenómenos superiores de la conciencia están determinados desde arriba, por el «campo significativo» de la cultura, por conceptos y valores, no desde abajo, es decir, por instintos y pasiones procedentes del inconsciente y del plano sensorial.

(II) Del mismo modo que «la anatomía del humano nos da la clave para comprender la anatomía del mono», la psicología del humano libre es la clave para descubrir la prehistoria de la evolución psicológica (incluyendo los experimentos con chimpancés de Köhler y con perros de Pavlov).

Este tipo de psicología se denomina «acmeísta» por contraste con la «psicología profunda» de los freudianos (Tiefenpsychologie) y la «psicología superficial/de la superficie» (Flächenpsychologie) que se limita a la descripción de los fenómenos de la conciencia. El significado del término «psicología acmeísta» no es evidente. En griego clásico, ἀκμή significa «un punto, borde; el punto más alto; el florecimiento, florecer, madurez». En la poesía rusa se aplicó el nombre de «acmeísmo» a la escuela a la que pertenecía Osip Mandelstam, el poeta favorito de Vigotski.34 El objetivo de la psicología histórico-cultural está en línea con la definición de Mandelstam: «El acmeísmo es un anhelo/nostalgia de una cultura universal».

La Ética de Spinoza se convirtió para Vigotski en el Antiguo Testamento de la psicología acmeísta. El propio Spinoza estableció un modelo de hombre libre.

«Spinoza y su vida son la materialización de su teoría de la libertad… La teoría Spinoza contiene de forma implícita toda la psicología acmeísta, toda la teoría sobre conceptos, afectos y volición, la estructura semántica y sistémica de la conciencia, que hemos desarrollado explícitamente. La idea del ser humano en Spinoza puede servir de modelo de naturaleza humana, lo que convierte su teoría de las pasiones en prolegómeno para una psicología humana».35

Según Spinoza, la psique es una corriente de afectos. De la misma manera que un cuerpo vivo está compuesto de células, la psique está compuesta de afectos. Son sus componentes básicos. «El afecto es el alfa y el omega, el primer y último eslabón, el prólogo y el epílogo de todo el desarrollo mental», se hace eco Vigotski.36

La naturaleza hizo al humano, como al resto de animales, esclavo de sus pasiones. El problema psicológico de la libertad se resuelve al someter los elementos que constituyen los afectos a la voluntad y la mente humanas. El concepto deviene la herramienta de emancipación cultural del alma respecto a la esclavitud de las pasiones naturales. La naturaleza de un concepto es lógica, y no psicológica como en el caso de los afectos. El orden y la relación de los conceptos reflejan y expresan el orden y las relaciones causales en la naturaleza, la interrelación de causa y efecto de los objetos.

Los afectos representan, por así decirlo, la población originaria de la psique, mientras que los conceptos son elementos foráneos, misioneros de la cultura.

Según Vigotski, el concepto constituye la «célula» de la mente, y es, al mismo tiempo, el embrión de la libertad.

«El concepto es la clave de todo lo humano, lo genuinamente humano: la percepción de la realidad, la autoconciencia de la persona. El concepto contiene ya toda la libertad, así como una célula contiene todo el organismo».37

Los afectos son el único medio de transferencia que garantiza el desarrollo interior (in growing) de los conceptos en la psique. Un concepto sin tono afectivo no dejaría huella en el alma, simplemente pasaría desapercibido a nuestra atención.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando es el afecto en sí mismo el objeto de un concepto, y el individuo logra darse cuenta de la causa de sus experiencias emocionales? La respuesta de Spinoza es: El poder (potentia) de los afectos activos aumenta, mientras que los afectos pasivos («pasiones») son sometidos o incluso se transforman en activos: el miedo se convierte en valor, la envidia en respeto, la compasión en generosidad, la ansiedad en serenidad (acquiescentia), etc. Los afectos activos, a su vez, aumentan la capacidad del alma para conocer, para formar nuevos conceptos.

«El afecto en el concepto se vuelve activo».38 Este principio de emancipación psicológica del individuo es «la gran idea filosófica» de Spinoza con la que Vigotski pretendía resolver los problemas de «toda la psicología humana…como el diamante corta el vidrio».

«Como bien dijo Spinoza, la cognición sobre nuestros afectos, los cambia y los transforma de pasivos a activos. El hecho de pensar en ellos no cambia los objetos que existen fuera de mí, pero el hecho de pensar en mis afectos, de ponerlos en relación con mi intelecto y otros procesos, genera muchos cambios en mi vida psíquica».39

Esta idea ha sido interpretada y desarrollada por Vigotski en clave histórico-cultural. Investiga la génesis de los «sistemas psicológicos»: los cambios específicos de la edad en la interrelación afecto-concepto, la ruptura de esa interrelación inducida por la esquizofrenia (embotamiento afectivo), las distintas variedades sociales de conciencia, hasta llegar al estadio último: un «sistema con un único centro», es decir, una persona íntegra y completa como Spinoza.

La percepción humana también se transforma, liberada por el concepto de la esclavitud de los afectos y el campo sensorial. «La psicología de las alturas/cumbres es un nuevo tipo de movimiento que yo no comprendía del concepto a la percepción».40 El intelecto transforma la percepción de lo que ven los ojos –vemos a través de un prisma de conceptos de belleza y fealdad. El control de los sentimientos deja de responder al impulso biológico para responder al cultural (lo que en sus primeros estudios Vigotski denominó «reacción estética»). En el arte, la relación concepto-afecto es más visible. El arte nos enseña a manejar las emociones de forma racional y libre, a despertar afectos que deseamos evocar en nosotros mismos y en los demás.

Vigotski tan solo nos ha dejado un esbozo del tercer “nivel” de su teoría histórico-cultural de la conciencia. Sólo podemos juzgar su «psicología de las cumbres» basándonos en las notas inconexas de sus cuadernos y en trozos de papel sueltos. Entre ellos se cuenta el borrador del guión de un libro que planeaba escribir41 : (I) cognición y conceptos; (II) afectos; (III) libertad; (IV) la teoría de la estructura semántica y sistémica de la conciencia; (V) la psicología de las alturas que representa «el movimiento inverso de la conciencia a la vida».

La definición final, «cumbre», del concepto de libertad en los Cuadernos es la síntesis del concepto y el afecto en el modo de vida del hombre.

(I) El afecto es un estado activo y es la libertad.

(II) Libertad: el afecto en el concepto.42

(III) El concepto que se ha convertido en afecto, tiene su análogo en la libertad que ha vuelto vida (modo de vida).43

Yo añadiría que el problema de la libertad en Vigotski es su versión de «la gran cuestión básica de la filosofía» –la relación entre pensamiento y ser, entre lo ideal y lo real (en psicología, concepto y afecto). La libertad es hermana gemela de la verdad; ambas categorías expresan la unidad concreta de la conciencia y la vida, su mutua transformación la una en la otra.

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Epílogo

No podemos decir que la interpretación de Vigotski que proponemos aquí sea una novedad. La tesis principal ya fue formulada por sus camaradas más cercanos en el Prólogo a la edición de 1956 de sus obras selectas: «En la afirmación de la racionalidad y libertad humanas… reside el núcleo principal de la doctrina de la conciencia de L. S. Vigotski».44

Sin embargo, hasta hace poco no se había publicado ni una sola obra dedicada expresamente al concepto de libertad en la psicología histórico-cultural en general y en los estudios de Vigotski en particular. Siempre que se hablaba de la libertad,45 se hacía sin analizar la interrelación concepto-afecto y sin comprender el papel central del concepto de libertad en la teoría de Vigotski. Sólo las obras recientes de Ekaterina Zavershneva han tratado el tema en profundidad.46 Sin embargo, como la autora no compartía las simpatías filosóficas de Vigotski, vio en sus escritos más tardíos una «liberación gradual de los dogmas» de Spinoza y Marx. Lamentablemente, Zavershneva omitió informar al lector de la diferencia exacta entre la interpretación «dogmática» y la «no dogmática» de la libertad. Lo que importa, sin embargo, es que ha señaló con precisión infalible el eje en torno al cual giraba la investigación de Vigotski:

«La libertad es la característica distintiva del humano: la conquista de niveles superiores de libertad está asociada al desarrollo, mientras que las pérdidas son uno de los indicios más significativos de la desintegración de la personalidad. El problema de la libertad es un tema omnipresente en todas las obras importantes de L. S. Vigotski de principios de la década de 1930. También lo encontramos abordado en una treintena de notas personales halladas en el archivo familiar del científico».47

Pocas personas comprenden esta verdad, pero sin ella el curso general del pensamiento de Vigotski no puede entenderse. Sólo quiero subrayar que la libertad es un tema omnipresente en su obra que se remonta a sus primeros pasos en la psicología, a la época en que todavía pensaba en el «superhombre» y en «el dominio de la propia conducta» por medio de signos. Aunque no utilizara la palabra concreta «libertad”. Pero también es cierto que, a partir de 1930, el desarrollo que hace Vigotski del tema de la libertad alcanza una profundidad y concreción incomparablemente mayores.

Tras su muerte, el desarrollo de la psicología histórico-cultural viró en una dirección totalmente distinta, en parte debido a las circunstancias históricas pero también porque el estilo de investigación «metafísico» de Vigotski requiere un talento extremadamente raro, por no decir sobrehumano- tanto para la filosofía como para la psicología. La «gran idea filosófica» de Spinoza, y los problemas de la conexión afecto-concepto en general fueron olvidados por sus discípulos y colaboradores. La pieza que desecharon los constructores puede convertirse mañana –¿quién sabe?– en piedra angular. No sería la primera vez que algo así ocurre en la historia…

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Artículo completo en PDF

Traducción de Mercedes Amado para Marxismo Crítico.

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Notas

  1. L. S. Vigotski, «La enseñanza sobre las emociones», en The Collected Works of L. S. Vigotski, 6 vols. Nueva York, NY: Plenum Press/Kluwer Academic, 1987-1999, vol. 6, p. 105.

  2. Ibid.

  3. Cuadernos de Vigotski. A Selection, ed. Ekaterina Zavershneva y René van der Veer. Singapur: Springer, 2018, p. 63.

  4. La expresión «idiotismo del oficio» aparece en El sobrino de Rameau (Le Neveu de Rameau) de Denis Diderot y se refiere a la deformación de «la conciencia universal» a causa del desarrollo desigual de las capacidades humanas. En su Misère de la Philosophie (La pobreza de la filosofía), Marx utilizó esta expresión en el sentido de «desmembramiento del hombre» (lhomme a été dépecé). La división del trabajo multiplica la capacidad de producción de la sociedad, pero paraliza la personalidad humana en el proceso: «El individuo se ha convertido en una fracción» (L. S. Vigotski, «The Socialist Alteration of Man», en The Vigotski Reader, ed., R. van der Veer and R. Vigotski Reader, pp. R. van der Veer y J. Valsiner. Oxford, Reino Unido: Blackwell, 1994, p. 179).

  5. Trotsky llamó a los críticos teatrales «la clase más revolucionaria de la Unión de Repúblicas Soviéticas» (L. D. Trotsky, Literatura i Revolutsiya [Literatura y Revolución]. Moscú: Krasnaya nov’, 1923, p. 176). Las críticas teatrales del joven Vigotski ocupaban un tomo entero. Véase L. S. Vigotski, Polnoye Sobranie Sochineniy, T. 1, Dramaturgiya i Teatr [Obras completas, Vol. 1, Drama y teatro], ed. V. S. Sobkin. V. S. Sobkin. Moscú: Lev, 2015.

  6. L. S. Vigotski, «The Historical Meaning of the Crisis in Psychology», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 3, p. 342.

  7. G. L. Vygotskaya y T. M. Lifanova, Lev Semiónovich Vigotski: Zhizn. Deyatelnost. Shtrikhi k Portretu [Lev Semiónovich Vigotski: Vida. Obra. Esbozos de un retrato]. Moscú: Smysl, 1996, p. 76.

  8. Para más detalles, véase A. D. Maidansky, «L. S. Vigotski, I. A. Sokolyansky i Zagorskiy Eksperiment» [L. S. Vigotski, I. A. Sokolyansky y el experimento de Zagorsk], en Psykhologiya Lyudyny: L. S. Vygotskiy ta Suchasna Nauka [La psicología del hombre: L. S. Vigotski y la ciencia contemporánea], vols. 2-3. Nizhyn: NDU Im. M. Gogolya, 2020, pp. 44-57.

  9. L. S. Vigotski, «La dinámica del carácter infantil», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 2, p. 155.

  10. Esta expresión está tomada de La fenomenología del espíritu de Hegel: das geistige Tierreich.

  11. Vigotski se refirió a esta fórmula, santificada por la autoridad de Engels, en numerosas ocasiones.

  12. L. S. Vigotski, «El problema de la conciencia», en The Collected Works o L. S. Vigotski, vol. 3, p. 131.

  13. Ibid.

  14. L. S. Vigotski, «The History of the Development of Higher Mental Functions», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 4, p. 62.

  15. Cuadernos de Vigotski, p. 272.

  16. Ibídem, p. 136.

  17. Ibídem, p. 75.

  18. A. N. Leontiev, Filosofiya Psikhologii: Iz Nauchnogo Naslediya [La filosofía de la psicología: extractos del legado erudito]. Moscú: MGU, 1994, p. 23.

  19. Cuadernos de Vigotski, p. 261.

  20. Ibídem, p. 258.

  21. «La conciencia es la reflección de la realidad refractada, por así decirlo, a través del prisma de los significados o conceptos lingüísticos socialmente desarrollados» (A. N. Leontiev, Problems of the Development of the Mind. Moscú: Editorial Progress, 1981, 221).

  22. Cuadernos de Vigotski, p. 294.

  23. Ibídem, p. 394.

  24. L. S. Vigotski, «Development of Higher Mental Functions during the Transitional Age», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 5, p. 135.

  25. L. S. Vigotski, «El problema del desarrollo en la psicología estructural. A Critical Investigation», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 3., ed. inglesa, pp. 208-209.

  26. L. S. Vigotski, «El juego y su papel en el desarrollo mental del niño», en Psicología soviética, 5(3), p. 13.

  27. Cuadernos de Vigotski, p. 74.

  28. Ibídem, p. 272.

  29. Ibídem, p. 497.

  30. En su borrador de libro sobre el problema de la conciencia, Vigotski dispone estos tres niveles (literalmente, «historias» en el original ruso-Trans.) en orden inverso: «la estructura de la conciencia», «el movimiento inverso (conciencia-vida)», «el movimiento directo (vida-conciencia)». Véanse los Cuadernos de Vigotski, p. 280.

  31. Cuadernos de Vigotski, p. 221.

  32. Es decir, no le viene dada al hombre por naturaleza, como afirman Ivan Pavlov (con su «reflejo de la libertad») y Jean Jacques Rousseau (con su «El hombre nace libre… «).

  33. Ibídem, p. 435.

  34. Frente a los simbolistas y los futuristas, los acmeístas exhortaban al público a prestar oído atento al «sentido consciente de la palabra, Logos» y a «la voz de la materia» (O. A. Mandelstam, «Utro Akmeizma» [La mañana del acmeísmo], en Slovo i Kultura: Stati [Palabra y cultura: artículos]. Moscú: Sovetskiy Pisatel’, 1987, p. 169). En Psicología del arte, de Vigotski, se critica el «brillante fracaso» de los futuristas rusos en sus experimentos con la palabra.

  35. Cuadernos de Vigotski, p. 375.

  36. L. S. Vigotski, «Infancy», en The Collected Works of L. S. Vigotski, vol. 5, 227.

  37. Cuadernos de Vigotski, p. 134.

  38. Ibídem, p. 410.

  39. L. S. Vigotski, «On Psychological Systems», en The Collected Works ofL. S. Vigotski, vol. 3, p. 103.

  40. Cuadernos de Vigotski, p. 293.

  41. Véase ibídem, p. 224.

  42. Ibídem, p. 209.

  43. Ibídem, p. 374.

  44. A. N. Leontiev y A. R. Luria, Psikhologicheskie Vozzreniya L. S. Vygotskogo [Puntos de vista psicológicos de L. S. Vigotski], en L. S. Vigotski, Izbrannye Psikhologicheskie Issledovaniya [Estudios selectos de psicología]. Moscú: Izdatel’stvo APN RSFSR, 1956, p. 17.

  45. Por ejemplo, véase Jan Derry, «The Unity of Intellect and Will: Vigotski y Spinoza». Educational Review, 2004, vol. 56, nº 2, pp. 113-120; Jan Derry, Vigotski: Philosophy and Education. Hoboken, NJ: Wiley, 2013 (cap. 5, Spinoza y el libre albedrío).

  46. Ekaterina Zavershneva, «‘El camino hacia la libertad’ (Sobre la publicación de documentos del archivo familiar de Lev Vigotski)». Revista de Psicología Rusa y de Europa del Este, 2010, vol. 48, nº 1, pp. 61-90. E. Yu. Zavershneva, «Problema Svobody kak Otlichitel’noy Kharakteristiki Cheloveka v Rabotakh L. S. Vygotskogo» [El problema de la libertad como rasgo específico del hombre en la obra de L. S. Vigotski]. Voprosy Psikhologii [Problemas de psicología], 2015, no. 5, pp. 89-106.

  47. E. Yu. Zavershneva, «Problema Svobody kak Otlichitel’noy Kharakteristiki Cheloveka v Rabotakh L. S. Vygotskogo», p. 89.

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