Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/07/08/pers-j08.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Patrick Martin 08.07.23
Una mujer palestina camina en una calle destruida en el campamento para refugiados de Yenín en Cisjordania, 5 de julio de 2023 (AP Photo/Majdi Mohammed) [AP Photo]
Un panel de expertos de derechos humanos de Naciones Unidas emitió una declaración el miércoles condenando las operaciones militares israelíes en Yenín y el resto de Cisjordania. Afirman que “representan violaciones atroces al derecho internacional y los estándares sobre el uso de la fuerza y podrían constituir un crimen de guerra”.
El grupo de tres miembros, que opera bajo la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, señaló una serie de acciones del ejército israelí que “causaron la muerte y serias heridas a la población ocupada, destruyendo sus hogares e infraestructura, y desplazando arbitrariamente a miles”.
El ataque de dos días al campo de refugiados grande y semipermanente en las afueras de Yenín, que tiene 14.000 residentes, condujo a batallas campales con militantes palestinos y a la destrucción deliberada y a gran escala de infraestructura civil, incluyendo instalaciones eléctricas, sanitarias y de tratamiento de agua. Al menos 12 palestinos fueron asesinados, incluyendo a cuatro adolescentes. Más de 100 sufrieron heridas y una cuarta parte de la población del campamento se vio obligada a huir.
Los testigos, incluyendo a periodistas, describieron la destrucción de hogares y estructuras grandes por parte de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI), que envió a 1.000 soldados, en su mayoría de las unidades de elite, a esta zona residencial densamente poblada.
Según el panel de la ONU, “Los ataques fueron los más feroces en Cisjordania desde la destrucción del campamento de Yenín en 2002”. Incluyeron ataques aéreos, los primeros en dos décadas. El sistema sanitario fue un blanco específico, al haber múltiples reportes de que las tropas de la FDI previnieron que las ambulancias evacuaran a los heridos y atacaron el Hospital General de Yenín con gases lacrimógenos.
“Los ataques constituyen un castigo colectivo a la población palestina, que ha sido calificada como una ‘amenaza a la seguridad colectiva’ por las autoridades israelíes”, indicó el panel de la ONU.
Su declaración continúa:
Los palestinos en el territorio ocupado de Palestina son personas protegidas en virtud del derecho internacional, a quienes se les garantizan todos los derechos humanos, incluyendo la presunción de inocencia… No pueden ser tratados como una amenaza a la seguridad colectiva por una fuerza de ocupación, especialmente cuando busca la anexión de tierras palestinas ocupadas y el desplazamiento y el pillaje de sus residentes palestinos.
Sin embargo, en los medios de comunicación estadounidenses, prácticamente no se han mencionado las condiciones reales en el terreno en Yenín ni los hallazgos del panel de la ONU. Los informes de la operación israelí han estado generalmente limitados a una reproducción de las afirmaciones de que su propósito fue “contraterrorismo”.
El Washington Post solo dedicó una oración a la condena del panel de la ONU de la operación israelí como una violación al derecho internacional. El New York Times no escribió nada del todo. Las cadenas televisivas mantuvieron un silencio similar.
Esta es la brutal realidad de Cisjordania bajo ocupación israelí: violencia y represión continuas y sistemáticas contra los palestinos. Tanto los soldados israelíes como los colonos ultraderechistas están asesinando a las personas, disparándoles, destruyendo sus hogares y saqueando las tierras en las que han vivido por siglos.
El Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu consiste en una coalición de partidos de derecha, incluyendo a fascistas abiertos, con una gran base de apoyo en los asentamientos ilegales en Cisjordania. El régimen está preparando la conclusión lógica de su campaña de terror y asesinatos: el desplazamiento forzoso de millones de palestinos y la incorporación de Cisjordania a Israel.
Los dirigentes de los partidos fascistas hablan abiertamente de su determinación de eliminar a toda la población árabe de Cisjordania y anexionar el territorio. En esto, están tomando como modelo los pogromos contra los árabes que acompañaron a la fundación de Israel en 1947-48. Esta campaña, que hoy se llamaría “limpieza étnica”, transformó el territorio de mayoría árabe de Palestina en el Estado de mayoría judía de Israel.
La agresión israelí a Cisjordania cuenta con la plena aprobación del Gobierno estadounidense. El Gobierno de Biden ciertamente dio luz verde a la operación por adelantado, y expresó su aprobación después del hecho.
La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo el miércoles:
Lo hemos dicho muchas veces: Apoyamos, desde luego, la seguridad de Israel y su derecho a defender a su pueblo contra Hamás, la Yihad Islámica Palestina y otros grupos terroristas… Israel es un aliado y socio cercano, y estamos en contacto con los responsables de seguridad nacional y, desde luego, de defensa. Así que no tengo nada que leer sobre nuestra conversación, pero estamos en contacto regularmente.
La cobertura de los medios de comunicación corporativos siguió el ejemplo de Biden en su indiferencia ante la barbarie desplegada por Israel en Cisjordania, donde la violencia militar se ha combinado con los ataques de colonos armados contra ciudades y pueblos palestinos para imponer un control cada vez más asfixiante del régimen de ocupación. Al menos 155 palestinos han muerto a manos de soldados y colonos en lo que va de año, el mayor desde la segunda intifada en 2002.
Mientras tanto, los medios de comunicación persiguen a cualquiera que critique la conducta del Estado de Israel, condenándolo como antisemita. Esto se dirige especialmente contra figuras públicas, más recientemente el músico Roger Waters, fundador de la banda de rock Pink Floyd, que ha sido un defensor de principios del pueblo palestino durante muchas décadas y ahora es uno de los pocos opositores prominentes de la guerra de EE.UU. y la OTAN en Ucrania.
Los medios de comunicación estadounidenses mantienen una doble moral desvergonzada en relación con la guerra en Ucrania y los continuos ataques contra los palestinos que viven en Cisjordania. Mientras encubren la violencia y el pillaje israelíes en los territorios ocupados, los medios de comunicación llevan más de un año inmersos en una campaña histérica en la que afirman que el ejército ruso está cometiendo crímenes genocidas en Ucrania.
No hay razón para disimular o excusar la brutalidad del régimen de Putin, que representa los intereses de la oligarquía de milmillonarios capitalistas que amasaron sus fortunas mediante el desmantelamiento de la Unión Soviética. Pero el mismo rasero debería aplicarse al régimen ucraniano del presidente Volodímir Zelenski, plagado de fascistas y adoradores del aliado nazi Stepan Bandera. Y debería aplicarse también a los crímenes del Estado de Israel, que durante mucho tiempo el principal aliado del imperialismo estadounidense en Oriente Próximo.
Ni el New York Times ni el Washington Pos t se molestaron en comentar editorialmente sobre la embestida israelí en Yenín, aunque una operación de este tipo por parte de un régimen en desacuerdo con el Gobierno estadounidense habría provocado una estridente denuncia.
El día anterior al ataque, el Washington Post publicó un editorial con el titular “Rusia debe rendir cuentas por sus crímenes de guerra”. Citaba las conclusiones de una serie de organizaciones de la ONU y de derechos humanos sobre las acciones rusas en Ucrania, el mismo tipo de pruebas que ignora o desestima cuando se trata de la operación israelí en Yenín.
El editorial llega a la notable conclusión de que, además de las atrocidades específicas, “de hecho, el Sr. Putin y una camarilla de sus principales asesores han cometido un delito más amplio al desencadenar la guerra en primer lugar, el crimen del que surgieron todas las atrocidades posteriores. Deberían ser procesados por cometer un crimen de agresión, el mismo cargo utilizado contra los criminales de guerra nazis en los juicios de Nuremberg tras la Segunda Guerra Mundial”.
El World Socialist Web Site ha citado repetidamente el precedente de Nuremberg como aplicable a las acciones de todos los Gobiernos estadounidenses desde George W. Bush en Afganistán e Irak en adelante. No hay Gobierno en el mundo más culpable del “crimen de agresión” por lanzar guerras que el que reside en Washington, DC.
El Tribunal de Nuremberg también condenó por crímenes de guerra a los principales apologistas mediáticos del régimen nazi. Los editores del Washington Post, fieles defensores de toda aventura militar estadounidense, deberían tener cuidado con lo que desean.
(Publicado originalmente en inglés el 6 de julio de 2023)