Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2024/05/28/pers-m28.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Andre Damon 28/05/24
Desafiando la orden de la Corte Internacional de Justicia el viernes, Israel ha llevado a cabo más de 60 bombardeos en la ciudad de Rafah en los últimos dos días. El domingo, millones en todo el mundo se horrorizaron de las imágenes de una masacre israelí en un campo de refugiados ubicado en un área “segura” de Rafah, que se cobró la vida de al menos 35 personas, incluyendo mujeres y niños.
Rafah lleva tres semanas sometida a bombardeos continuos. Los tanques israelíes avanzan calle por calle todos los días. La intensidad de los bombardeos y los ataques terrestres ha provocado la suspensión total de la distribución de alimentos humanitarios en la ciudad, e Israel ha cerrado casi toda la ayuda alimentaria al territorio.
En contraste con lo que millones de personas ven con sus propios ojos, los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido han declarado públicamente que no hay ninguna ofensiva a gran escala en Rafah. Afirman que, en la medida en que Israel está llevando a cabo operaciones militares “limitadas” en la ciudad, está haciendo, en palabras de Biden, “todo lo posible para garantizar la protección de los civiles”.
Esta mentira absurda y descabellada fue el tema de un intercambio muy revelador el martes en la Cámara de los Comunes británica.
El viceministro de Asuntos Exteriores británico, Andrew Mitchell, fue preguntado por el diputado laborista de la oposición Andy McDonald sobre cómo podía declarar el Gobierno que no había una ofensiva militar “significativa” en Rafah cuando 800.000 personas habían sido desplazadas por la fuerza de la ciudad.
A esto, el viceministro respondió que los 800.000 desplazados habían “elegido” irse.
McDonald preguntó: “¿Qué opción tenían más que mudarse? ¿Fue simplemente ‘creo que quiero irme a vivir a otro sitio’? ¿No es esta una sugerencia absurda?”.
La declaración de que los palestinos habían “elegido” huir, aunque ciertamente absurda, conlleva una inmensa resonancia histórica.
Es una reafirmación de lo que el renombrado historiador israelí de renombre mundial Ilan Pappé (quien fue interrogado durante horas en un reciente viaje a Estados Unidos) llamó el “mito fundacional” del sionismo: que la “Nakba” de 1948, cuando 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares, fue un reasentamiento voluntario por parte de los palestinos y que no fue provocado por las acciones de las fuerzas israelíes.
El libro de Pappé de 2006, La limpieza étnica de Palestina, es una exposición devastadora de todas las mentiras de la historiografía oficial israelí. Demuestra que el desplazamiento y la matanza masiva de palestinos en 1948 fue el resultado de un plan detallado y consciente.
En un escalofriante paralelismo con los acontecimientos actuales, Pappé explicó que Israel encubrió sus planes como una respuesta a los ataques de una milicia árabe, señalando: “La política sionista se planteó inicialmente como una represalia contra los ataques palestinos de febrero de 1947, pero finalmente evolucionó hacia una iniciativa de limpieza étnica de todo el país en marzo de 1948”. Añadió:
Una vez tomada la decisión, se tardó seis meses en completar la misión. Cuando terminó, más de la mitad de la población nativa de Palestina, cerca de 800.000 personas, había sido desarraigada, 531 pueblos habían sido destruidos y once barrios urbanos vaciados de sus habitantes. El plan decidido el 10 de marzo de 1948, y sobre todo su aplicación sistemática en los meses siguientes, fue una clara operación de limpieza étnica, considerada hoy en día por el derecho internacional como un crimen de lesa humanidad. (pág. 14)
El genocidio de Gaza supone la culminación de los objetivos identificados por Pappé, que fueron “fijados por el movimiento sionista desde muy temprano tras aparecer en Palestina: tener la mayor parte posible de Palestina con el menor número posible de palestinos en ella”.
El hecho de que el genocidio actual es la expresión de un plan consciente no es ningún secreto. El 22 de septiembre de 2023, un mes antes de la embestida contra Gaza, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu mostró en la Asamblea General de las Naciones Unidas un mapa del “nuevo Oriente Próximo”. El mapa mostraba a Israel abarcando todos los territorios palestinos, como parte de una asociación geopolítica con los Estados alineados con Estados Unidos en Oriente Medio: Egipto, Sudán, Jordania y Arabia Saudí.
Netanyahu hizo esta provocadora exhibición solo dos días después de reunirse en Washington con el presidente estadounidense, Joe Biden, y el secretario de Estado, Antony Blinken. Durante esa reunión, Biden declaró que “se cumplirá el sueño de generaciones” sobre la reorganización de Oriente Próximo liderada por Estados Unidos, y añadió: “Me han oído decirlo muchas veces: Si no existiera Israel, tendríamos que inventarlo”.
Esa reunión tuvo lugar tres semanas antes de los sucesos del 7 de octubre, en los que las fuerzas de Hamás invadieron la frontera de Gaza tras la retirada deliberada de las tropas israelíes de la zona. El Gobierno israelí tenía en su poder el plan de Hamás desde hacía más de un año. Los acontecimientos de ese día pusieron en marcha lo que el miembro del gabinete de seguridad israelí y ministro de Agricultura, Avi Dichter, denominó “la Nakba de 2023”.
La semana pasada, Blinken cometió lo que parecían ser dos deslices verbales idénticos en dos comparecencias distintas ante el Comité del Senado, que revelaron la intención genocida subyacente del imperialismo estadounidense. En su testimonio del 21 de mayo ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Blinken declaró:
Israel tiene la oportunidad de integrarse en la región, de conseguir la seguridad fundamental que necesita y desea, y de mantener las relaciones que ha buscado desde su fundación. Pero para que eso realmente avance, se debe poner fin a Gaza.
En otra comparecencia ante la comisión del Senado el mismo día, Blinken utilizó la misma formulación, declarando que la “normalización” exige el “fin de Gaza”.
Cada día está más claro que la verdadera política estadounidense-israelí consiste en un genocidio y limpieza étnica. La reorganización de Oriente Medio bajo el control de Estados Unidos, lo que Biden llamó el “sueño de generaciones”, requiere, de hecho, el “fin de Gaza”, es decir, el aplastamiento sistemático de toda resistencia organizada del pueblo palestino a la dominación israelí.
El estallido de una guerra mundial, con las potencias imperialistas poniendo en la mira a Rusia, China e Irán, está dando a Israel y a sus patrocinadores imperialistas la oportunidad de llevar a cabo la “solución final” de la cuestión palestina.
Durante décadas, todas las guerras emprendidas por Estados Unidos y todas las potencias imperialistas se han justificado como operaciones para preservar los “derechos humanos” y detener el genocidio. Todas, desde el bombardeo de Yugoslavia hasta la operación de cambio de régimen en Libia, se vendieron como la única manera de impedir un genocidio inminente. Incluso la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania se vendió al público como un esfuerzo para detener lo que Biden llamó un “genocidio” en el que “Putin solo está tratando de acabar con la idea de siquiera poder ser ucraniano”.
Sin embargo, los acontecimientos de los últimos siete meses han dejado claro que los mayores patrocinadores estatales del genocidio y la limpieza étnica son Estados Unidos y sus aliados imperialistas.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de mayo de 2024)