La mentira sobre el laboratorio en Wuhan y la propaganda de guerra estadounidense

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/04/18/pers-a18.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws                       Andre Damon                                                                                  18.04.23

El senador Rand Paul (republican de Kentucky), hace preguntas al Dr. Anthony Fauci, entre los mayores expertos de enfermedades infecciosas, durante una audiencia del Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado sobre el COVID-19, Capitol Hill, Washington, 20 de julio de 2021 (AP Photo/J. Scott Applewhite)

El domingo, el Washington Post publicó un editorial promoviendo la teoría conspirativa de que el COVID-19 fue liberado desde el Instituto de Virología de Wuhan.

Pero su último editorial, titulado “Hay nueva información —y preguntas pendientes— sobre el misterio de Wuhan”, va incluso más lejos que sus declaraciones previas en separar completamente su sarta de acusaciones infundadas de cualquier examen de los orígenes del COVID-19 como cuestión científica.

En sus editoriales anteriores, la junta editorial del Washington Post se sintió obligado al menos a mencionar que el contundente consenso científico rechaza la teoría conspirativa de “una fuga de laboratorio”. Pero la tarea del periódico de nadar contracorriente en relación con tal consenso científico se ha dificultado en la medida en que aumenta la evidencia científica de un origen natural.

En el último mes, los científicos descubrieron directamente el modo de transmisión del SARS-CoV-2 de animales a humanos mediante zoonosis, los virus que han generado todas las otras pandemias humanas en la historia. El estudio más reciente de la Dra. Florence Débarre, bióloga de la evolución del Centro Nacional Francés para la Investigación Científica, descubrió muestras en el mercado mojado de Wuhan que contenían SARS-CoV-2 y el ADN de animales susceptibles, como perros mapache.

El editorial del Washington Post refuta la evidencia científica cada vez mayor simplemente ignorándola.

El editorial fue atacado fuertemente por científicos. “Hay algo claro: si de hecho ‘hay nueva información’ sobre este tema no proviene del WashPost”, escribió el vacunólogo Peter Hotez. “Consiste completamente en especulación imprudente que ignora la preponderancia de evidencia científica publicada en las revistas importantes”.

Hotez continuó:

¿Se incluyó al menos un enlace a un estudio científico que apoya esta declaración de la Junta Editorial? No encontré ninguno. ¿Y saben por qué? Porque no existe.

Esta es la tercera o cuarta vez que el Wash Post hace esto sobre este tema en particular. Así que no es un error de principiante ni un accidente. Tienen una agenda. Está comenzando a parecerse al periodismo amarillista de la vieja escuela de Pulitzer y Hearst y comienza a oler mal…

Esta es una referencia a William Randolph Hearst, el dueño del New York Journal, que agitó sistemáticamente a favor de la entrada de EE.UU. en la guerra hispano-estadounidense de 1898 mediante reportajes demagógicos y sensacionalistas.

El papel de Hearst fue resumido por su presunto telegrama al artista Frederic Remington, “Tu me facilitas las imágenes y yo facilitaré la guerra”. Una semana después de que EE.UU. declaró la guerra contra España, Hearst publicó el titular “¿Qué les parece la guerra del Journal ?” en su portada.

Como la propaganda de Hearst, el intento de culpar a China por la pandemia de COVID-19 es una campaña de odio orquestada por los medios de comunicación y diseñada para fomentar xenofobia contra los chinos y justificar así una guerra.

Como lo indica correctamente Hotez, este no es un error, sino una política deliberada. Pero el Washington Post no solo representa a su dueño, al milmillonario Jeff Bezos, sino que representa al Estado americano.

En febrero, Christopher Wray, el director del FBI, afirmó públicamente que “lo más probable es que el origen de la pandemia sea un incidente en un laboratorio en Wuhan”.

Wray dijo esto cuando Estados Unidos intentaba instigar deliberadamente un conflicto con China en torno a Taiwán. En los últimos tres meses, Estados Unidos ha cuadruplicado sus tropas en Taiwán, puesto fin a la política de “una sola China” y armado directamente a Taiwán para provocar una invasión china de la isla, que EE.UU. utilizaría para alegar que China disparó el “primer tiro” de una guerra sino-estadounidense.

La acusación de Wray supone, de hecho, una mentira deliberada, acorde con las mentiras de la Administración de Bush para justificar la invasión de Irak en 2003.

El nuevo impulso del WashingtonPost a la mentira del laboratorio de Wuhan se produce cuando todos los medios de comunicación estadounidenses y occidentales están adoptando el principio de que el Gobierno tiene derecho a mentirle al público.

A principios de este mes, una serie de documentos filtrados revelaron que el Gobierno de EE.UU. ha estado engañando sistemáticamente al público estadounidense sobre la participación de EE.UU. en la guerra de Ucrania. Los documentos han demostrado que más de 150 tropas de la OTAN están desplegadas en Ucrania, y que la OTAN considera que las operaciones de las fuerzas armadas ucranianas son esencialmente interoperables con las suyas.

En respuesta, el New York Times delató al individuo que divulgó los documentos, lo que provocó su detención apenas unas horas después, mientras que el Washington Post declaró: “Guardar secretos es esencial para el funcionamiento de un Gobierno”, una declaración que repudia por completo los principios democráticos articulados por Thomas Jefferson y otros líderes de la Revolución estadounidense.

Pero quizás la defensa más atroz de las mentiras del Gobierno vino del periódico británico The Guardian, que declaró en un editorial que la filtración de información verdadera que expone las mentiras del Gobierno “pone vidas en peligro” y “nunca debió haber sido vista”.

En un caso especialmente grave, o en un momento especialmente grave, como durante una guerra, una filtración puede ayudar al enemigo, consternar a los aliados, debilitar la moral y, al menos potencialmente, cambiar el equilibrio militar y poner vidas en riesgo.

La declaración del Guardian, que colaboró con Edward Snowden en 2013 para destapar el programa masivo de espionaje doméstico sin orden judicial creado por la Administración Bush detrás la excusa de “la guerra contra el terrorismo”, de que la publicación de información veraz “debilitaría la moral” atestigua hasta qué punto los medios de comunicación se han convertido simplemente en un apéndice del Estado.

El calificativo de que sería inadmisible publicar información veraz “durante una guerra” carece de sentido, porque Estados Unidos ha estado perpetuamente en guerra por décadas. De hecho, Estados Unidos estaba en guerra cuando el Guardian informó sobre las revelaciones de Snowden. Según esta lógica, las revelaciones del Guardian en 2013 “nunca deberían haberse visto” porque también habrían debilitado “la moral”.

El Guardian concluye el editorial afirmando:

El aspecto más importante desde una perspectiva europea son las dudas documentadas sobre la capacidad de Ucrania para defenderse del poder aéreo ruso. Esa información nunca debería haberse hecho pública de esta manera. Podría sugerir que la escasez de armas de Ucrania vuelve difícil su esperada ofensiva de primavera, dejando a Kiev muy vulnerable a los contraataques rusos. Esto podría significar una ofensiva menos decisiva y, en su lugar, un conflicto prolongado de menor intensidad. Si ese es el resultado, entonces estas filtraciones también han alterado el curso de la historia.

En otras palabras, al demostrar que no existe una solución militar a la guerra, las filtraciones “debilitarán la moral” animando al público a apoyar una solución pacífica de la guerra.

Esto no es más que la glorificación de la mentira. Detrás de todo el furor sobre las “filtraciones” y los “secretos de Estado”, los medios de comunicación simplemente defienden el principio de que la población no debe saber lo que está ocurriendo.

Al mismo tiempo, los medios de comunicación están intentando utilizar sus reportes sobre las filtraciones para justificar una mayor escalada de la guerra. En un artículo sobre las filtraciones publicado el sábado, el New York Times escribió que “algunos en Ucrania acogieron con satisfacción las revelaciones ya que confirman lo que han estado diciendo durante meses: que sus fuerzas necesitan desesperadamente más armas y municiones”.

Esto nos lleva de nuevo a la mentira del laboratorio de Wuhan. Si los medios de comunicación se oponen a la divulgación de información veraz sobre la guerra en Ucrania a fin de impulsar el conflicto con Rusia, la mentira del laboratorio de Wuhan tiene como objetivo promover una guerra con China.

No es fundamentalmente diferente de la mentira de Biden de que “no enviaré a soldados estadounidenses a luchar en Ucrania”, o la mentira de la Casa Blanca de que “la OTAN no está involucrada” en la guerra de Ucrania.

En última instancia, el intento del Gobierno y los medios de comunicación estadounidenses de mentirle sistemáticamente al público se tropieza con el internet y las redes sociales, donde las que las declaraciones, la información y los documentos verdaderos que contradicen la narrativa propagandística del Gobierno siguen siendo accesibles.

Esta realidad explica los esfuerzos sistemáticos del Gobierno estadounidense y de los principales medios de comunicación para censurar el internet y perseguir a quienes sacan a la luz los crímenes de guerra de Estados Unidos. Julian Assange, editor de Wikileaks, lleva cuatro años encarcelado y se enfrenta a una extradición y a ser procesado en Estados Unidos en virtud de la Ley de Espionaje. Y los opositores de izquierda de la guerra han sido objeto de una implacable campaña de censura.

Hay un dicho muy conocido que dice que, si los axiomas geométricos afectaran a los intereses humanos, sin duda se intentaría refutarlos. Ahora bien, el interés del Estado en provocar una guerra con China exige la promoción de la teoría conspirativa sobre el laboratorio en Wuhan, pese al consenso científico contundente.

El impulso bélico de la clase gobernante estadounidense representa es el instrumento para subordinar toda la vida social al Estado, cuando la prensa estadounidense defiende principios cada vez más dictatoriales. Dondequiera que la ciencia contradiga los intereses de la clase gobernante, la prensa estadounidense ha dejado en claro que se debe sacrificar la verdad científica ante el altar de la guerra.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de abril de 2023)

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