El Sudamericano 26/10/25
Una aguda lucha en torno al papel desempeñado por Bolívar en el devenir de la independencia de los Estados americanos se desenvolvió todavía en vida de aquel. Sus enemigos lo calificaron de tirano y usurpador, comparándolo con Napoleón. Empezó a elaborarse un estereotipo propio, cuando el elevado nivel de elogios a bolívar por parte de algunos biógrafos denoto una búsqueda de rasgos semejantes a los del emperador francés.
Estos clichés y estereotipos impidieron valorar correctamente la dimensión de la personalidad de Bolívar y de su significado histórico, penetrar en su mundo espiritual, tener conciencia del verdadero brío de su actividad histórica. Esto no podía por menos turbar y alarmar a los representantes de su generación, que se consideró como continuadora inmediata de la causa de Bolívar y de otros dirigentes y héroes de la revolución liberadora.
Reflexionando sobre el significado de Bolívar para los pueblos latinoamericanos, en su famoso libro Facundo (1845), el argentino Domingo Faustino Sarmiento escribió que en las biografías se reconoce el talento e incluso el genio de Bolívar. Sin embargo, Sarmiento anotó con perspicacia que en muchas de ellas:
«he visto al general europeo, a los mariscales del imperio, a un Napoleón menos colosal, pero no he visto al caudillo americano, al jefe de un levantamiento de masas (…) Bolívar, al verdadero Bolívar no lo conoce ahora el mundo, y es muy probable que cuando lo traduzcan a su idioma natal aparezca más grande y más sorprendente aún.»[1]
Simón Rodríguez y Andrés Bello comenzaron a traducir su acción a la “lengua materna”. Su amigo y maestro Simón Rodríguez (1771-1845) fue un hombre a quien sus contemporáneos, por la dimensión de su personalidad, su valor, su profundidad y escala de ideas compararon con Saint-Simon, Fourier y Owen. Todavía en vida de Bolívar, publicó un libro sorprendente por la profundidad y originalidad de ideas, bajo la memorable dominación de la defensa de Bolívar. Defensa del libertador del medio día de América y de sus compañeros de armas, por un amigo de la causa social: Rodríguez caracterizó a Bolívar como
«jefe popular republicano convencido, revolucionario, quien al investirse de poderes extraordinarios inclusive dictatoriales, lo hacía en nombre de la defensa y consolidación de las conquistas de la revolución liberadora y de la ejecución de las reformas sociales.»
Refutando las acostumbradas acusaciones a Bolívar con motivo de sus supuestas aspiraciones a erigirse en el Napoleón americano, Simón Rodríguez escribió con indignación que tal comparación había sido inventada desde el principio hasta el fin. Napoleón Bonaparte pasó por el sendero general republicano hasta convertirse en enemigo de la libertad, en emperador cubierto de halagos palaciegos. En cambio Bolívar, en las palabras de Rodríguez, encabezó la guerra de independencia, fundó la república y permaneció fiel a los ideales de la libertad. Al ejército napoleónico, que combatió por una causa injusta Rodríguez contrapuso el ejército de Bolívar, animado por elevados ideales, en bien de los cuales realizo hazañas sin precedentes.[2]
En Bolívar, Rodríguez vio un estadista que no solamente estaba creando estados, sino que se esforzaba también por orientar su desarrollo por el camino de una “nueva filosofía social”. Ardiente partidario de las ideas del socialismo utópico, Rodríguez expreso la esencia de ese pensamiento en su conocida fórmula de “pensar cada uno en todos para que todos piensen en uno”[3] contrapuesta según sus palabras, a la hipócrita formula “cada uno para sí y Dios para todos”.[4]
Andrés Bello (1781-1865), cuyo trabajo tiránico en el campo de la cultura y de la ilustración le granjeó la gloria inmemorial de libertador espiritual, llamo a Bolívar dirigente estatal, sabio y clarividente, que irrumpe violentamente en las inexploradas esferas de la estructura y forma del Estado, así como la de gobierno, rechazando toda copia mecánica de constituciones políticas extranjeras, reflexionando sobre la forma de garantizar una verdadera libertad para los jóvenes Estados latinoamericanos, no limitándose a una repetición de los viejos principios filosóficos y políticos.[5]
La evolución de las valoraciones marxistas sobre la personalidad de Simón Bolívar tiene su propia historia. En el curso de un largo periodo de tiempo, en tales valoraciones ejercieron influencia los juicios de Carlos Marx sobre Bolívar expuestos en el articulo “Bolívar y Ponte” escrito a comienzos de 1858.
En ese tiempo, Marx no disponía de fuentes sólidas y se vio obligado a utilizar libros y memorias de personas que por una serie de causas estaban predispuestas contra el libertador y se dedicaban a veces simple y llanamente a la calumnia y la falsificación. Tal ocurrió, por ejemplo con las memorias del francés Ducoudray-Holstein y del inglés Hippisly. Todo ello imprimió su huella, influyendo en el contenido del artículo de Marx y en su calificación de la personalidad de Bolívar. Ella fue en general negativa, Bolívar era representado como un separatista criollo inconsecuente y en extremo irresoluto en su acción, ambicioso además de poder personal a imitación de Napoleón.[6] En la valoración de la actividad bolivariana por Marx jugó un papel no despreciable la lucha contra el bonapartismo, así como el hecho de que en los trabajos del enemigo del libertador se le dibujaba como obsesionado por las ideas del bonapartismo.[7]
En una u otra medida estas valoraciones se reprodujeron en investigaciones marxistas extranjeras y en alguna de investigadores soviéticos.
Esta circunstancia fue utilizada como pretexto por los opositores del marxismo y del socialismo científico par especulaciones ideológicas y políticas de especie diversa. Unos afirmaban que se trataba de una negación general del marxismo del papel de la personalidad de la historia, al ignorar los valores morales esenciales y reducir el proceso histórico a un cruel y unilateral determinismo económico. Otros llegaron incluso a formular la existencia de cierto “odio estratégico soviético hacia Bolívar”, argumentando para ello que el Libertador había intervenido acerbamente contra la política expansionista de la autocracia zarista, como si la Unión Soviética continuara tal política.[8]
Sin embargo, la dialéctica inmanente e inherente al mismo marxismo y el enfoque histórico-concreto de un problema como el del papel de la personalidad en la historia predeterminaron la evolución lógica de las valoraciones marxistas de la personalidad de Simón Bolívar.
Gran papel en el enfoque creador del significado de Bolívar jugó el ensayo “Sobre la estela del Libertador”, escrito en 1942 por el dirigente comunista colombiano Gilberto Vieira. En las páginas de ese trabajo Bolívar fue caracterizado como el hombre que encabezó la revolución liberadora de los pueblos de América Latina, y la condujo hasta la victoria final.[9]
En la superación de las equivocadas apreciaciones del juego bolivariano tuvieron también destacada actuación los pronunciamientos de los latinoamericanistas soviéticos en las páginas de la revista Cuestiones de Historia (Numero 11, 1956), aportes ellos altamente valorados por la opinión pública democrática latinoamericana. Los científicos soviéticos subrayaron la sobresaliente actuación de Bolívar en la liberación de los pueblos de América Latina, señalando que por sus aspiraciones e ideales estuvo inconmensurablemente por encima de los representantes de la clase de cuyas filas salió.[10]
Importante significado para la interpretación marxista de la vida y lucha de Bolívar tuvieron los trabajos de I. R. Lavretski, que han merecido en español.
A medida que se profundiza la investigación del complejo de problemas relacionados con la vida y la actividad de Bolívar, se descubren nuevos rasgos de su personalidad, y la consonancia de sus ideas con nuestro tiempo se revela con la fuerza de los argumentos incontrovertibles.
«Creemos en el Bolívar de masas –se dice en la resolución del XIII° Congreso del Partido Comunista Colombiano–, el que soportó durante 15 años al nivel de sus soldados, los rigores de un naciente ejército de pobres que fraternizó material y espiritualmente con pardos, esclavos e indios. Que desbordó a su propia clase social al bregar porque la liberación de la patria trajese la liberación de los hombres y la devolución de tierras a los despojados. Que imaginó una guerra de independencia de contenido social con formas y estilo americanos. Que amasó una concepción de democracia no con teorías abstractas, sino con las esencias de la América en marcha.»[11]
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NOTAS: