Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2022/11/03/la-lucha-de-liberacion-nacional-en-argelia/
ARGELIA: RASGOS DE LA LUCHA ARMADA
Editorial de la revista comunista argelina, Réalités Algériennes et Marxisme, N.° 1, noviembre-diciembre 1956, según fue reimpreso en Réalités Algériennes et Marxismo, ediciones El Houraya. Argelia, 1962, pp. 11-20.
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La lucha armada del pueblo argelino tiene ciertas características en común con las luchas de liberación nacional de China, Vietnam, Indonesia, Marruecos y Tunes, una guerra de liberación nacional conducida en un país agrario en donde las masas campesinas se encuentran sin tierra, en un país con una gran población de gente sin trabajo, con abundancia de comerciantes en pequeño y artesanos. Pero también cuenta con características propias:
1) La existencia de un proletariado argelino relativamente numeroso, políticamente desarrollado y con un partido comunista en existencia desde hace 20 años, con experiencia en la lucha y en cuya composición se encuentran representadas todas las clases sociales del país.
2) La población de origen europea es relativamente más importante que en otras colonias, y está compuesta en su mayoría por trabajadores.
3) La unidad de las fuerzas nacionalistas se lleva a cabo en la práctica. Existe un solo ejército de liberación nacional, y los Luchadores por la Liberación1 se han integrado a ése ejército.
4) Las fuerzas expedicionarias francesas están compuestas por un gran número de no-mercenarios, conscriptos o tropas regulares (200.000 de 600.000), al contrario de lo que sucedió en Indochina, por ejemplo.
5) La situación geográfica de Argelia tiene ciertas peculiaridades que la sitúan en un contexto aparte de los problemas ordinarios de la lucha armada.
Todos estos aspectos económicos, sociales, políticos y geográficos entran en la estrategia y táctica de las fuerzas armadas populares argelinas.
La estrategia militar se encuentra subordinada a los objetivos políticos que uno persigue. En repetidas ocasiones, el Partido Comunista de Argelia desea su independencia nacional pero está preparada para acabar con la guerra y negociar sobre la base de la realidad de la nación argelina. El objetivo de la lucha armada de los patriotas argelinos no tiene que ser el destruir el cuerpo expedicionario o, en un futuro inmediato, lograr un Dien Bien Fu. Un corresponsal de “Le Monde” en Buenos Aires ha preguntado: “¿Los guerrilleros buscan una victoria militar?, ¿no le temen a una nueva campaña de invierno?”
Ferhat Abbas2 contestó, con toda justeza:
“Los luchadores guerrilleros jamás han buscado ganarle una victoria militar al ejército francés. Sabemos que una gran nación puede exterminar a un pueblo pequeño. Pero los guerrilleros existirán y permanecerán invencibles en tanto no alcancen sus objetivos políticos. Puede decirse que podrán soportar muchas campañas de invierno, si fuera necesario.”
Lo que los patriotas argelinos buscan no es tanto una victoria espectacular, sino asestar prolongados golpes dolorosos a la fuerza expedicionaria, a la administración colonial y sus agentes, a los ultra-colonialistas. Los éxitos obtenidos en Palestro, Aflón, Tébessa y otros sitios han sido con el propósito de hacer la vida imposible a los colonialistas. Las guerrillas españolas forzaron al ejército de Napoleón a abandonar España sin la necesidad de librar grandes batallas. Para alcanzar ese objetivo, es necesario contar, hasta cierto punto, con un ejército organizado, cuadros, armas y municiones y conocimientos militares, pero la lucha del pueblo argelino es semejante a otras luchas que han demostrado que cuando un pueblo ha luchado por su libertad, los recursos materiales que posee tienen un valor cien veces más grande que los del ejército del opresor. El contenido político, el “aspecto psicológico”, siempre se encuentra a favor de las guerras revolucionarias, de las guerras justas. La situación geográfica de Argelia, que es prácticamente la de una isla, ha creado desde el principio ciertas dificultades desde el punto de vista del aprovisionamiento de armas y municiones. Pero aquí también, la iniciativa popular ha suplido esa inconveniencia: el pueblo arrebata las armas al enemigo, las hacen ellos mismos, recurren al acero “frío”, etc.
La táctica militar se encuentra íntimamente ligada con la táctica política y con la situación en nuestro país. Políticamente, los comunistas siempre han aconsejado la táctica antiimperialista de la unidad de todas las fuerzas nacionales: un Frente Democrático Nacional Argelino. La unificación de las fuerzas armadas constituye una gran victoria antiimperialista. La unidad sindical y la unidad política también constituyen grandes victorias. La unidad de las fuerzas nacionales permitiría también hacer esfuerzos continuos para aislar a los ultra-colonialistas de los trabajadores de origen europeo –una fuerza importante–, la mayoría de los cuales consideran las demandas argelinas justas, y algunos de ellos, mientras conservan cariño por su país de origen, no desean algo mejor sino adoptar un segundo país.
Si la lucha armada constituye el rasgo principal de la escena política argelina, no se encuentra separada de la acción masiva, la huelga general del 5 de julio, las demostraciones callejeras del l° de mayo, la huelga estudiantil y de escolares, de comerciantes y artesanos, el boicot al tabaco y a las bebidas alcohólicas, constituyen algunas de las acciones que se han originado en las masas y que han prestado una ayuda valiosa a la causa nacional. Su aumento y su crecimiento no pueden sino debilitar al enemigo. Estas son las formas diversas y variadas de acción descubiertas en la lucha diaria gracias a la iniciativa popular…
Es obvio que el Ejército de Liberación Nacional y los grupos armados tienen un papel político a desempeñar en el campo.
Los Moudjahiddines son, en general, campesinos conectados con las masas. No les satisface sólo hostigar al enemigo, capturarlo en emboscadas, causarle una destrucción implacable, capturar sus armas, etc. Son hombres identificados con la causa nacional, de conciencia patriótica, que quieren llevar la lucha adelante de la manera más amplia, orgullosamente unidos al pueblo.
Son ellos los propagandistas, son ellos los que explican al pueblo el carácter de la guerra, las metas del Ejército de Liberación Nacional; ellos explican quiénes van a liberar al país y dar la tierra a los campesinos. Son al mismo tiempo los organizadores que se han impuesto la tarea de preparar al pueblo para que se autogobierne, la tarea de comenzar a crear en las aldeas y distritos rurales los órganos revolucionarios locales que se convertirán en los órganos locales de gobierno. Una vez más, la iniciativa popular, como en este caso, no puede sino desempeñar un papel de gran ayuda.
Al mismo tiempo, el Moudjahid es amigo del campesino, el que le ayuda en sus problemas cotidianos, el que le ayuda en la medida de sus posibilidades y en la medida que le permite hacerlo las exigencias militares, en su trabajo, en su cosecha, y en general, en todo el trabajo del campo. El Moudjahid sabe muy bien que es impotente si hace que las masas campesinas se levanten en su contra. Sabe muy bien que no gana nada al no proporcionar a los colaboradores y a otros responsables de actos dañinos a la causa nacional los castigos adecuados a la gravedad de los actos cometidos. Siempre, la buena opinión popular de guerrilleros y francotiradores ha sido conmovida por una escala de castigos variados y originales, desde la lista negra hasta el corte de orejas por los guerrilleros españoles, al cabello rapado a las mujeres colaboradoras durante la liberación francesa, a la nariz dividida para los colaboradores impenitentes en la campaña argelina.
Los Moudjahiddines saben también que la fuerza expedicionaria francesa incluye a gran número de soldados –conscriptos o regulares–, enviados por la fuerza a Argelia, quienes con frecuencia, antes de partir, han hecho protestas, en ocasiones violentas, en contra del carácter injusto e inútil de la guerra para el pueblo francés. En la historia de toda lucha revolucionaria, al pueblo se le da la tarea de ganar para su causa al ejército de los opresores y explotadores…
En las ciudades, la táctica del Ejército de Liberación Nacional es también una táctica de hostigar al enemigo: al ejército, a la policía, a la administración y a los colaboradores. No es cierto como el “ministro residente” Lacoste nos quisiera hacer creer, que la lucha armada ha sido desalojada del campo a la ciudad. Ha crecido en el campo y se ha extendido a las ciudades: estos son los hechos.
Lenin ha demostrado con respecto a la insurrección de Moscú en 1905, cómo la “guerra de guerrillas” en las ciudades progresó más allá de la táctica de las barricadas, que hasta aquel entonces se empleaban en la lucha armada en las ciudades: “La organización requerida para esta táctica consiste de unidades móviles sumamente pequeñas, unidades de diez, tres, y hasta de dos personas.”3
Así, los grupos de patriotas conducen la lucha armada en nuestras ciudades, como lo han demostrado los grupos de Marruecos y Tunes. Instintivamente han adoptado la táctica de los grupos guerrilleros en las ciudades: el ejército, la policía, la administración colonial y los colaboradores rinden un homenaje sumamente torpe a esas acciones heroicas, eminentemente patrióticas. Cada día, decenas de nuestros héroes caen oscuramente en esta batalla de gigantes. Nuestro deber es siempre mejorar esta forma de lucha, llevarla siempre con orgullo, engrandecerla políticamente y eliminar sus defectos.
Lenin habló del terror ejercido por las masas, y declaró también que los grupos no saben como “controlar al populacho”. Esto es, la acción de los grupos armados tiene que ser una acción político-militar de las masas. En el Casbah de Argelia, en Bône, en el mercado de Tébessa, hemos sabido durante los últimos tiempos de luchas similares de grupos armados que han entrenado a cientos y a miles de personas en la lucha. La protección de grupos armados por la población de los distrios y las ciudades, el silencio, la ausencia de delatores que se quejan a los colonialistas, todas estas son formas elementales de la participación de las masas en la lucha armada que se desarrolla, que llega a nuevas alturas.
Este “terror” ejercido por las masas en contra de la pequeñísima minoría de opresores y colonialistas también exige “ser organizada y controlada”. Y se hace más necesario aún porque nuestro país está compuesto casi totalmente de campesinos y de una burguesía urbana (comerciantes y artesanos) que, como es natural, proporcionan una fuerza importante a la lucha patriótica. Pero en su carácter de “pequeños productores”, le confieren una ideología que en ocasiones se llega a expresar en actos de un carácter deformado, desacreditando así el carácter justo de la lucha nacional; como la atrocidad camionera en Diar es Saada, que creó la impresión de una lucha chovinista, racista, fanática, haciendo un mal servicio no sólo a las clases sociales y grupos étnicos argelinos (lo cual no ayuda a su causa), sino a la opinión pública internacional.
Es cierto que un hombre de buen carácter comprende la reacción de ciertos elementos, con frecuencia sin organización y sin control que, exasperados por un colonialismo sanguinario y sus atrocidades represivas, se inclinan a cometer actos semejantes, pero no podrá justificar esa reacción. Los hombres políticos, concientes de sus responsabilidades, no se someten a la espontaneidad de las masas. Con toda justicia, los marxistas dicen que un partido que se respeta a sí mismo no se queda rezagado atrás de las masas, sino que se coloca con audacia a la cabeza de las masas, para guiarlas. Esto se hace incluso más necesario, ya que los ultra-colonialistas, tal y como han hecho en Tunisia y Marruecos, tratan y seguirán tratando de atribuir al Ejército de Liberación Nacional actos terroristas llevados a cabo por ellos, con el objeto de desacreditarlo en los momentos en que las Naciones Unidas se encuentran a punto de discutir el problema argelino. (Ejemplo: el ultraje cometido en contra de la capilla en Darboussa Bône.) Es más, tratarán, como lo han hecho muchas veces, de introducir agents provocateurs en las organizaciones patrióticas, ya sea políticas o militares, que tienen la tarea de desorganizar y desacreditar la lucha. Por eso es esencial una vigilancia minuciosa. Pero la mejor manera de eliminar las limitaciones es elevando constantemente el nivel político de la lucha, proporcionar educación política a las innumerables masas que se incorporan a la lucha cada día; asimismo, reforzar a los cuadros del Ejército de Liberación Nacional con elementos proletarios extraídos de los portuarios, mineros, trabajadores del transporte, obreros agrícolas, etc. El proletariado, por principio, es ajeno a cualquier ideología dañina.
El Partido Comunista Argelino, íntimamente ligado al proletariado argelino, juega un papel de primera importancia en esa esfera. En la medida en que los comunistas participen activamente en la lucha, contribuirán con su experiencia y su comprensión a favor de los intereses del movimiento nacional y de su lucha decisiva.
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ALGUNAS LECCIONES DE LA LUCHA DE LIBERACIÓN EN ARGELIA
por Bashir Hadj Alí4
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“Some Lessons of the Liberation Struggle in Algeria”, World Marxist Review, enero 1965, pp. 41, 43-46.
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¿De qué manera comenzó la lucha armada? ¿Cuáles fueron los factores internos y externos cuyo efecto cumulativo hizo prender la chispa de esa lucha?
El primer factor interno fue el surgimiento del movimiento de liberación nacional en vísperas del levantamiento que fue producto de un trabajo organizativo y político entre las masas, huelgas obreras y campesinas, acciones solidarias con los pueblos de Vietnam, Tunisia, Marruecos, etc., en una escala sin precedentes. El Partido Comunista jugó un papel importante en esta lucha.
El segundo factor interno fue el agravamiento de las contradicciones entre nuestro pueblo y el imperialismo francés. El pueblo argelino, en general, se dio cuenta de la inutilidad de los métodos “legales” y de la necesidad de encontrar otros medios que pusieran término a la dependencia colonial. Esto dio como resultado la aparición de los maquis, destacamentos guerrilleros compuestos de patriotas que evadían la represión, así como el surgimiento de una organización secreta semi-militar, organizada a instancias del ala más revolucionaria del principal partido nacionalista de aquel tiempo, el Movimiento por la Victoria de la Libertad Democrática (MVLD). Pese a la represión, esta organización aún contaba con centros en algunas partes del país. Además, había una cantidad considerable de armas y equipo que se encontraban abandonados, sobre todo en las aldeas, después del desembarque de las fuerzas aliadas en el Norte de Africa en noviembre de 1942.
La crisis política del MVLD –que la partió en dos– aceleró el crecimiento de la conciencia política tanto de las masas como de sus dirigentes. Los revolucionarios que abandonaron ese partido buscaban restaurar la unidad del partido al pasar a una forma más elevada de lucha, esto es, el levantamiento armado.
A estos factores internos objetivos y subjetivos, deberán agregarse dos factores externos: primero, la derrota de los franceses en Dien Bien Fu, la cual mostró a los patriotas argelinos que el imperialismo francés podía ser derrotado. Segundo, el surgimiento del campo socialista, lo cual ejerció una enorme influencia sobre las masas, hasta en las aldeas más apartadas, ayudándolas a comprender la necesidad de poner fin a la dominación de los franceses por la fuerza de las armas.
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El Papel de las Clases y Capas Sociales
Argelia tiene una población de 10 millones, y casi el 80 por ciento son campesinos. La expropiación de las mejores tierras por los colonialistas había dejado a 600,000 campesinos sin ninguna tierra, mientras que otros 450,000 campesinos se ganaban una existencia miserable en sus parcelas minúsculas.
En vísperas del levantamiento armado había como un millón de gentes en el campo sin medios de subsistencia, y unos 500,000 sin empleo en las ciudades. También había como 120,000 tenderos y artesanos en pequeño que se encontraban en dificultades económicas debido a la competencia francesa. Entre la burguesía media se encontraban 11.000 familias que eran dueñas de 7.000 empresas pequeñas, ninguna con más de 15 trabajadores. La burguesía europea era propietaria de 30.000 empresas. La gran burguesía nacional era débil y numéricamente pequeña. La clase obrera estaba compuesta por aproximadamente 300.000 trabajadores permanentes y de temporada, la mayoría no calificada o de baja calificación. Esta clase obrera comenzó a formarse en el transcurso de la lucha en contra de la burguesía europea, y no la burguesía argelina. La mayoría de los obreros mantenían fuertes ligas rurales. En un país en que las diferenciaciones de clase no se encontraban bien definidas, el proletariado aún no se había transformado en una clase “para sí”.
Así, no fue la gran burguesía la que jugó el papel dirigente en la revolución, sino la burguesía media y pequeña, especialmente esta última. La clase obrera, aunque activa y organizada en los sindicatos, en el Partido Comunista, y en el MVLD, jugó un papel importante, mas no un papel dirigente. Sin embargo, según se fue desarrollando la lucha liberadora, su papel político fue creciendo constantemente.
El ejército principal de la revolución estaba compuesto de campesinos. La guerra de Argelia fue una guerra de liberación nacional, una guerra por la tierra. La mayoría del pueblo, incluidas las mujeres, tomaron parte en esa guerra. Todas las clases, todas las capas sociales, participaron de uno u otro modo, pero la carga más pesada recayó sobre los hombros del campesinado pobre. La alianza política de todas las fuerzas nacionales, con la excepción de los señores feudales, se realizó dentro del marco y alrededor del Frente de Liberación Nacional, la fuerza dirigente de la lucha. La alianza de las fuerzas armadas se efectuó a través del Ejército de Liberación Nacional bajo la dirección del FLN. La unidad de los sindicatos se logró por medio de la Federación General de Trabajadores. El apoyo unánime prestado al FLN por el pueblo se manifestó una y otra vez, especialmente en la acción masiva del 20 de agosto de 1955 y en la huelga general del 5 de julio de 1956…
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Las Fallas y los Errores del Movimiento de Liberación
Ningún movimiento en que se encuentran comprometidas las más amplias masas populares se ha podido librar totalmente de errores. Esta verdad también se puede aplicar al FLN, cuyas contribuciones –que hicieron época– no podrán olvidarse jamás. Es necesario decir, sin embargo, que los errores nunca llegaron a ser tan graves como para poner en peligro los éxitos logrados. Además, nos percatamos de ellos a buen tiempo, y algunos fueron rectificados parcialmente durante el transcurso de la lucha. Estas debilidades y errores fueron planteados por el Partido Comunista en dos cartas confidenciales dirigidas al Gobierno Provisional en noviembre de 1958 y en la segunda mitad de 1959 (las cartas fueron publicadas después de lograda la independencia…
Al hacer un examen más minucioso, encontramos que los errores cometidos por el movimiento fueron debidos, principalmente, a circunstancias objetivas, esto es, a las tremendas dificultades con que el FLN tuvo que enfrentarse durante el transcurso de la guerra. Pero también hubieron razones subjetivas. Por ejemplo, la consigna “Todo para la guerra, para la lucha armada”, era fundamentalmente correcta, pero en ocasiones se aplicó con demasiada estrechez. No quedó bien entendido durante mucho tiempo que el subordinar todo a la lucha armada de ninguna manera implicaba que se debía descuidar el trabajo político. Al contrario, la lucha armada debía estar íntimamente ligada al trabajo político y subordinada a los objetivos políticos, en interés de la revolución.
Aquí apuntamos un ejemplo. Los hechos posteriores vinieron a demostrar que la Batalla de Argelia en 1957 había sido concebida incorrectamente. En primer lugar, la dirección política central del movimiento tenía su cuartel general en la ciudad. Segundo, el equilibrio de fuerzas no favorecía a los patriotas, ya que aproximadamente la mitad de la población era europea, la mayoría de ella hostil al movimiento nacional. La ciudad se encontraba inundada con tropas francesas. Además, Argelia servía algo así como base de aprovisionamiento de retaguardia para las guerrillas que operaban en el interior del país. Desde aquí, se reclutaba a trabajadores y estudiantes para re- aprovisionar las filas del Ejército de Liberación.
La batalla por la capital comenzó como una maniobra para distraer a una parte del ejército francés que operaba en contra del Ejército de Liberación en las regiones rurales, principalmente en la región de Ouarsenis, hacia la ciudad, y así aliviar la presión sobre el Ejército de Liberación. La Batalla de Argelia duró unos siete u ocho meses. El pueblo luchó valientemente en contra de las bien armadas fuerzas colonialistas. Los trabajadores y tenderos sostuvieron una huelga que duró ocho días.
Pero debido a que el equilibrio de fuerzas en la ciudad favorecía a los colonialistas, los patriotas sufrieron una derrota. Esta nos costó la vida de 7.000 jóvenes luchadores. Nuestra organización en la capital fue destrozada y decapitada. Los cuerpos dirigentes del FLN, sin provisiones y cuadros, fueron expuestos y neutralizados. La dirección política del FLN se vio obligada a abandonar el país, y este hecho tuvo consecuencias políticas muy serias. Durante un tiempo, la centralización estratégica que había quedado establecida en el Congreso de Soummam en 1956, dejó de existir. El FLN y el Ejército de Liberación se encontraron sin una dirección centralizada. Desde ese momento, grupos del FLN y del Ejército de Liberación comenzaron a operar independientemente los unos de los otros. Esto hizo que el país se dividiera en distritos. Surgieron nuevos problemas que a menudo se resolvían no sobre la base de los principios sino según los intereses de clanes, grupos, o distritos particulares, etc.
Fue esta lucha entre los clanes y los agrupamientos –que comenzó en 1957 debido a la falta de una dirección centralizada y al advenimiento de distintos grupos políticos– la que vino a agravar la situación en Argelia después de lograda la independencia, complicando el desarrollo de la lucha de clases, tanto dentro como fuera del FLN…
El error de raíz fue no haber realizado una evaluación realista de la correlación de fuerzas; la falta de información suficiente en cuanto a la fuerza del enemigo en el sector dado y las condiciones generales prevalecientes en la capital, así como el no haber visto otra cosa que no fuera el aspecto puramente militar de la operación en el momento dado. Es necesario agregar otra falla, la impaciencia. Fue debido a la impaciencia que surgió la consigna “un Dien Bien Fu argelino” por parte de algunos dirigentes, a pesar de ser ésto imposible bajo las condiciones argelinas… El subjetivismo y la impaciencia son productos típicos del pensamiento pequeño burgués Y en combinación con una subestimación del trabajo político en aquella etapa, estos errores pudieron haber tenido consecuencias fatales, de no haberse corregido a tiempo.
Una subestimación de la educación política dio como resultado una escasez de instructores en los pueblos y especialmente en las unidades guerrilleras, lo cual propició el hecho de que no se prestara la suficiente atención a la lucha no-violenta de las masas. Por nuestra parte, nosotros siempre hemos enfatizado la necesidad de utilizar diversas formas de lucha, de estar preparados para las acciones masivas que exigen demandas económicas bien definidas. Por ejemplo, trabajamos para organizar los sindicatos, apoyamos la lucha de las mujeres que pedían que sus maridos fueran liberados de las cárceles, de los trabajadores agrícolas por aumento de salarios, de los estudiantes argelinos en contra de los estudiantes de la OAS. Todas estas acciones prepararon a las masas para librar batallas más importantes y objetivamente apoyaron la lucha armada en cuanto que distrajeron la atención de la policía imperialista…
El Gobierno Provisional representaba a aquel sector de la burguesía que deseaba llegar a un compromiso. Ya desde entonces temía al movimiento masivo y a su contenido social. Fue por esta razón que en diciembre de 1960 el Gobierno prohibió las demostraciones en Argelia y otras ciudades. Públicamente criticamos esta disposición y pedimos que las acciones masivas debían continuar, finalizando en una localidad para volver a empezar en otra. En la actualidad, generalmente se reconoce que las acciones masivas de diciembre de 1960 señalaron el punto de transición en la guerra de liberación. Ayudaron al desarrollo de la conciencia social de las masas y proporcionaron un apoyo poderoso a la lucha armada…
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Las Fallas y los Errores del Partido Comunista
La lucha armada tomó a todos los partidos nacionales por sorpresa, y el Partido Comunista, al igual que los otros, subestimó al principio el significado de esa lucha y su potencial. Pero no condenó la utilización de la fuerza armada. Hizo una evaluación correcta de las causas de la lucha, y en una forma dictada por las restricciones a la libertad de expresión, salió en apoyo de las aspiraciones populares (antes de disolverse el partido)…
Aunque el Partido Comunista jamás condenó la violencia o la lucha armada, la advertencia que emitió el 13 de enero de 1955, en contra de ciertas formas de actos individuales que pudieran hacer el juego a los colonialistas, fue inoportuna, ya que el mejor modo de evitar tales actos hubiese sido incorporándose a la lucha armada sin titubeos.
¿Cuál fue la razón para que el Partido Comunista –al principio– titubeara y subestimara las perspectivas de la lucha armada?
Este error –pese a nuestros esfuerzos por corregirlo desde 1946– surgió a causa de una tendencia persistente en subestimar el factor nacional y el campesinado y sobreestimar el papel de los trabajadores europeos. El resultado fue que el partido no prestó una atención seria y oportuna a la cuestión de la lucha armada. En realidad, no fue sino hasta 1953, después del éxito de las luchas de liberación nacional en Vietnam, Tunes y Marruecos, que el partido comenzó a estudiar este problema desde el punto de vista teórico. Existe otra razón para la subestimación inicial de la acción armada. Durante bastante tiempo, el partido había contado demasiado en la posibilidad de una revolución proletaria en Francia, y ésto llevó a la creencia de que la victoria en Argelia se lograría a través de la victoria del proletariado francés.
Existe aún otra razón –más inmediata– para explicar nuestra falla en hacer una evaluación correcta de la situación –y, a propósito, puede aplicarse también a los demás partidos nacionales–; esta es, un enfoque superficial al evaluar el desarrollo de lo que es una situación revolucionaria. El Partido Comunista creía, cuando menos, que el lanzamiento de la guerra de liberación nacional en noviembre de 1954 era un acto prematuro, porque las condiciones para un levantamiento armado, según habían sido formuladas por Lenin, no existían aún. Pero olvidamos, por un lado, que las condiciones a que se refería Lenin debían ser aplicadas a los países capitalistas y, por el otro, que las operaciones militares y un levantamiento general son dos cosas mucho muy distintas.
Además, como cualquier nueva forma de lucha, la lucha armada significaba apartarse drásticamente de las formas cotidianas de trabajo llevadas a cabo por los partidos y organizaciones nacionales. Esto es lo que Lenin decía a este respecto: “Toda acción militar en cualquier guerra, hasta cierto punto, desorganiza las filas de los luchadores. Pero esto no quiere decir que uno no debe luchar. Quiere decir que uno tiene que aprender a luchar.”5
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Algunas Enseñanzas
Con el objeto de asegurar el mejor clima para el éxito de una lucha armada, creemos que es necesario:
– tener una dirección centralizada única y un cierto grado de descentralización durante las hostilidades;
– ligar la lucha armada íntimamente con la lucha política de las masas;
– apoyar la guerra por medio de la lucha en los poblados, pero salvaguardando los poblados que se utilizan como bases de la retaguardia para la lucha armada;
– dirigir constantemente el trabajo político entre las masas, en el ejército enemigo, entre la población campesina que libra una guerra injusta, y entre la opinión pública mundial;
– presentar proposiciones consecuentes y concretas para la terminación de la guerra sobre la base de satisfacer las demandas nacionales del pueblo, tomando en cuenta las demandas concretas de cada sector de la sociedad, y ligándolas con el objetivo principal;
– utilizar las contradicciones entre el enemigo y sus aliados, y fortalecer la alianza del pueblo con sus aliados naturales fuera del país.
– Estas son algunas de las enseñanzas que se pueden extraer de la guerra argelina. Naturalmente que no pretendemos dar una especie de recetario, ya que la organización y los métodos para librar una lucha armada son determinados por las condiciones concretas, y por los rasgos económicos, sociales y nacionales de cada país. Sin embargo, estas enseñanzas surgidas de la experiencia argelina quizá puedan ser útiles en otros encuentros con el imperialismo.
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NOTAS:
1. Los grupos armados comunistas que luchaban al principio de la guerra de liberación.
2. En aquel tiempo, uno de los dirigentes del Frente de Liberación Nacional en Argelia.
3. Ver V. I. Lenin, “Las enseñanzas de la insurrección de Moscú”, Proletari, n.° 2, 29 de agosto de 1906. Obras Militares. Editora Política. La Habana, Cuba, pp. 133-39.
4. Bashir Hadj Alí era el secretario general del Partido Comunista Argelino.
5. Ver V. I. Lenin, “La Guerra de Guerrillas”, 1906