La industria nuclear ya no tiene ninguna ‘carga ideológica’

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Suecia quiere construir nuevos reactores nucleares, ha anunciado Ebba Busch, dirigente del partido democristiano, que forma parte de la nueva coalición de gobierno que llega al poder el viernes tras las elecciones parlamentarias de septiembre.

“Se construirán nuevos reactores nucleares”, dijo Busch al presentar el nuevo gobierno, que incluirá por primera vez a los fascistas en el parlamento, mientras la vecina  Finlandia  inauguraba el jueves su primer reactor EPR tras casi 20 años de construcción.

Durante los ocho años de gobierno socialdemócrata, Suecia inició un declive en la producción de energía nuclear. Seis de sus doce centrales eléctricas fueron cerradas. En la actualidad, la energía nuclear proporciona un tercio de la producción local de electricidad.

El pretexto es siempre el mismo: necesitan salir desesperadamente de la crisis energética. Sin embargo, hay otro aspecto más oscuro: estamos en guerra, Suecia entra en la OTAN y la tecnología nuclear es de doble uso. Se está comprobando en Irán, donde Estados Unidos vigila cada uno de sus reactores.

Fuera de Escandinavia, la energía nuclear experimentó un notable resurgimiento incluso antes de que estallara la crisis energética. Hasta Japón se ha olvidado de Fukushima y ha reactivado su industria nuclear. La nuclearización ha destapado el mito de la transición ecológica y la Agenda 2030. En todo el mundo los movimientos verdes han acabado en el polo opuesto al que empezaron hace 50 años.

Francia va a construir seis nuevos reactores EPR, y SMR más pequeños para 2035 como parte de la estrategia energética de Francia. La Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), dependiente de la ONU, impulsa el desarrollo de la energía nuclear con el pretexto de reducir el calentamiento.

“La energía nuclear es parte de la solución al calentamiento planetario. No es una panacea, puede que no sea para todos, pero ya proporciona más del 25 por cien de la energía limpia. Sin ella, no lo conseguiremos”, dice Rafael Grossi, director de la OIEA.

El organismo internacional apoyó a la industria nuclear en la COP 26 de Glasgow en noviembre del año pasado, antes de las sanciones contra Rusia y del estallido de la Guerra de Ucrania. “La COP 26 es tal vez la primera vez que la energía nuclear ha tenido un asiento en la mesa, donde se ha considerado e intercambiado sin la carga ideológica que existía antes”, afirma.

En efecto, una vez que los seudoecologistas se han liquidado a sí mismos, la industria nuclear ya no tiene ninguna “carga ideológica”. Ya todo es ciencia, industria y tecnología.

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