La guerra empieza a pasar factura a la economía rusa

mpr21                                                                                                                             Redacción

 

El periódico The Economist apenas puede disimular su alegría: por fin la guerra empieza a pasar factura a la economía rusa. La inflación aumenta y el rublo lucha por mantenerse estable y el banco central se ve obligado a subir los tipos de interés al 21 por cien.

Después de mil días, para Rusia la guerra guerra va bien pero la economía va mal. Entonces los intoxicadores tienen que centrarse en la economía para demostrar que a Rusia todo le va mal siempre.

Desde febrero de 2022 la capacidad de resistencia de la economía rusa estaba desconcertando a los “expertos”. A pesar de estar sujeta a uno de los regímenes de sanciones más severos, Rusia estaba experimentando una rápida expansión de su economía, con un crecimiento del 3,6 por cien el año pasado y se espera que este año mantenga el mismo ritmo.

Pero el Banco Central acaba de subir los tipos al 21 por cien, un nivel que no se había alcanzado en dos décadas. Los “expertos” esperan que alcance el 23 por cien a finales de año, que The Economist considera como una advertencia de las dificultades que se avecinan.

El gasto público es cada vez más difícil de mantener. El presupuesto de Rusia, presentado en septiembre, preveía aumentar el gasto en defensa en una cuarta parte el próximo año. En total, se espera que el gasto anual en defensa y seguridad alcance los 170.000 millones de dólares, lo que representa más del 40 poor cien de todo el gasto público y el 8 por cien del PIB de Rusia, la cifra más alta desde la Guerra Fría.

El costo es significativo, pero no inusual para un país en guerra. El gasto en defensa de Estados Unidos, por ejemplo, fue del 8 al 10 por ciento del PIB durante la Guerra de Vietnam. Durante la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias dedicaron entre el 40 y el 60 por ciento de su producción económica total a fines militares.

Pero los voluminosos gastos siguieron siendo financiables. A principios de la década de los cuarenta del pasado siglo, los británicos libraron con éxito lo que llamaron la “guerra del 3 por ciento”, manteniendo las tasas de interés aproximadamente en ese nivel. La Reserva Federal de Estados Unidos mantuvo sus tipos en el 2,5 por cien durante el mismo período. Los bajos costos de endeudamiento ayudaron a mantener asequibles los elevados déficits. En cambio, en Rusia, el rendimiento de la deuda soberana a diez años aumentó de alrededor del 6 por cien antes de la guerra al 16 por cien por cien.

Moscú está movilizando toda su capacidad para la guerra y la economía muestra los signos típicos del sobrecalentamiento. La tasa de desempleo de Rusia es sólo del 2,4 por cien. La inflación anual supera el 8 por cien, lo que requiere aumentar las tasas de interés, incluso si eso significa aumentar los costos de endeudamiento.

En la década de los cuarenta, Estados Unidos y Reino Unido controlaron la inflación mediante una combinación de grandes aumentos en los impuestos, destinados a frenar el gasto de los hogares tanto como a aumentar los ingresos, y mediante el racionamiento. En la Rusia actual, tales medidas serían profundamente impopulares.

El rublo se debilita

Hay otra razón por la que Moscú se vio obligado a endurecer la política monetaria. Durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, ni Estados Unidos ni Reino Unido tuvieron que preocuparse por el valor externo de sus monedas. El dólar se benefició de su condición de refugio seguro, mientras que el programa estadounidense “Lend Lease” proporcionó a Londres equipo y recursos militares como petróleo y alimentos, prácticamente de forma gratuita. Si el gobieerno británico no hubiera tenido un aliado con los bolsillos muy grandes y la capacidad industrial de Estados Unidos, dispuesto y capaz de suministrar dos tercios de sus importaciones, la caída del valor de la libra esterlina se habría convertido en un problema militar.

El problema para Putin es que no tiene un aliado equivalente. China se ha convertido en su mayor socio comercial, suministrando un tercio de todas las importaciones y más del 90 por cien de la microelectrónica utilizada en drones, misiles y tanques. Sin embargo, esta ayuda no es gratuita.

Por lo tanto, los rusos deben vigilar de cerca el valor de su moneda frente al yuan; este año cayó un 10 por cien, alcanzando casi su nivel más bajo desde el inicio de la guerra. A diferencia de sus aliados de la Segunda Guerra Mundial, Rusia enfrenta una vulnerabilidad externa que, más que la inflación, ha llevado los tipos de interés a niveles récord.

Hasta hace poco, el gobierno ruso había logrado proteger la economía del aumento de los costos de endeudamiento. Varios programas han facilitado que los hogares suspendan los pagos de la deuda y que las empresas obtengan préstamos a tasas subsidiadas más bajas, y el gobierno ha intervenido para compensar la pérdida de ingresos de los bancos.

Pero esos programas se están volviendo inasequibles. El 1 de julio finalizó un programa de subsidio hipotecario, que permitía obtener préstamos a un costo de sólo el 8 por cien. El volumen de préstamos hipotecarios se redujo a la mitad el mes siguiente. Las quiebras de empresas han aumentado un 20 por cien este año. Los planes de inversión empresarial para el próximo año están suspendidos debido a unos costes de endeudamiento excesivamente elevados.

El aumento de las tasas de interés frenará el gasto de las empresas y los consumidores. El FMI espera que el crecimiento económico ruso se desacelere drásticamente hasta el 1,3 por cien el próximo año. La combinación de caída de la inversión y pérdida de mano de obra está pasando factura. La necesidad de mantener el valor del rublo para pagar importaciones cruciales es un punto débil para el Kremlin.

La guerra empieza a pasar factura a la economía rusa

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