La evolución conjunta del imperialismo y la guerra. Andrés Piqueras

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1.- La dinámica actual de las luchas de clase en todo el planeta está dominada por el paso del capitalismo a su fase globoimperialista, proceso que Lenin describió para su primera etapa en 1916. Es decir, nada de «tecnofeudalismo» ni otras simplezas de ese tipo, que crean más confusión que claridad. El capitalismo, probablemente en su última fase de desarrollo o comienzo de su muy difícilmente reversible fase degenerativa, sigue siendo el modo de producción hegemónico a escala mundial, aunque sus actividades rentistas adquieran cada vez más peso en él.

2.- El imperialismo es el resultado coherente e inevitable de las leyes de acumulación del capital, tal como las definió Karl Marx hace más de 150 años. Es decir, se trata a la postre del desarrollo lógico de la ley del valor.

Lenin, en su artículo «El Imperialismo y la escisión del Socialismo», escrito en octubre de 1916, sostenía que el imperialismo es una fase histórica especial del capitalismo. Su carácter específico tiene tres peculiaridades: es 1) monopolista; 2) parasitario o en descomposición; 3) agonizante.

La sustitución de la “libre competencia” por el monopolio es el rasgo económico fundamental del imperialismo. Con él, la situación monopolista de los grandes Bancos (“de tres a cinco Bancos gigantescos manejan toda la vida económica de los EE.UU., de Francia y de Alemania”, decía Lenin ya entonces). También la apropiación de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarquía financiera (proveniente de la fusión del capital industrial monopolista con el capital bancario monopolista).

“Se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre los cárteles internacionales. ¡Son ya más de cien los cárteles internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten ‘amigablemente’, hasta que la guerra lo redistribuya! La exportación del capital, como fenómeno particularmente característico a diferencia de la exportación de mercancías bajo el capitalismo no monopolista, guarda estrecha relación con el reparto económico y político-territorial del mundo”.

Sobre todo, cuando ese reparto territorial del mundo (colonias y protectorados) ha llegado a su fin.

3.- El imperialismo como pugna económica y política-territorial a escala mundial, siempre fue parte consustancial del capitalismo, desde sus orígenes, por la propia dinámica expansiva de la acumulación de capital; sin embargo, la fase que se ha señalado como estrictamente imperialista es la que ha desarrollado todo ello hasta un punto de completitud global, con las características anejas que describieron los clásicos.

Este paso del capitalismo a su fase estrictamente imperialista desencadenó un ciclo de guerras mundiales cuyo primer capítulo estalló en los años 1914-1918. Pero éste fue preparado por otras guerras anteriores: «el imperialismo, como fase superior del capitalismo en Norteamérica y en Europa, y después en Asia, se formó plenamente en el período 1898-1914. Las guerras hispano-norteamericanas (1898), anglo-bóer (1899-1902) y ruso-japonesa (1904-1905), y la crisis económica de Europa en 1900, son los principales jalones históricos de esta nueva época de la historia mundial» (Lenin, 1916).

4.- Como resultado de esa Primera Guerra Mundial, se produjo en octubre de 1917 en el imperio ruso la primera Revolución Socialista victoriosa de la Historia, que inició la transición del Modo de Producción Capitalista al Modo de Producción Socialista. Enorme avance, pues, del Movimiento Comunista de la Humanidad en post de la procuración de un mundo libre de explotación y de opresión estructurales, basado en la propiedad colectiva de los medios de producción, en la asociación, colaboración y apoyo mutuo de los/as productores/as y en la gestión comunal y cooperativa de los asuntos públicos. Sin clases sociales, ni Estado, ni patriarcado. Un mundo que exige un enorme desarrollo social e individual en todos los aspectos, con seres humanos socializados en la solidaridad y el bien común, capaces de priorizar el corto-medio y largo plazo (lo colectivo) frente a la inmediatez de lo estrictamente individual (superando en cierto punto su componente genético de pulsión egoísta).

Tal grado de desarrollo (Comunismo) requiere de un largo periodo de transición. Transición que, como las sucedidas entre anteriores modos de producción, presenta forzosamente momentos o fases más rápidas y otras de retroceso o estancamiento, y también de combinación de modos de producción en su seno.

El Socialismo es el modo de producción que comienza y desarrolla el proceso y al que tradicionalmente se le ha situado entre el modo de producción capitalista y ese Comunismo que hace de meta o desiderátum, aunque bien pude ser algo más que mera “transición”. En él, en cualquier caso, se deberán ir creando y forjando las condiciones objetivas y subjetivas que hagan posible ese salto evolutivo de la Humanidad. Metafóricamente, el fin de su Prehistoria.

5.- La victoria de la Revolución Socialista Soviética de 1917 y la posterior construcción de la URSS y del Bloque Socialista son los fenómenos que dominaron la dinámica de la lucha de clases (cuando las luchas de clase se hacen masivas y conscientes) al nivel mundial desde 1917 a 1987. Tras la II Guerra Mundial, la transición al Socialismo se extendió a Europa Oriental y Central (Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania, Yugoslavia), Asia (China, Corea, Vietnam, Laos, Camboya) y América (Cuba). Y se combatió por ella en varios lugares de África.

6.- A partir de 1917, el objetivo principal de la oligarquía imperialista mundial fue la destrucción del Socialismo por todos los medios posibles. Llevamos más de 100 años inmersos en esta guerra absoluta que reviste todas las formas imaginables. Entender esto y saber combatirlo es imprescindible para cualquier estrategia que persiga la superación del capitalismo.

7.- Hay que precisar que esta oligarquía imperialista mundial, compleja, plural y llena de contradicciones internas, que tiene intereses nacionales contrapuestos, tiene un componente central minoritario que se ha ido haciendo progresivamente dominante en su seno: el Poder Sionista Mundial, expresión de la gran burguesía financiera de origen judío Esta élite cosmopolita mundial ha ido escalando posiciones paso a paso en los últimos cinco siglos, controlando progresivamente los resortes financieros del capitalismo, y extendiendo su dominio en el área política, cultural y mediática. En el siglo XIX sedimentaría su ideología sionista (de corte nazi-fascista), si bien tampoco es homogénea, pues presenta dos tendencias en su seno, la globalista laica y la mesiánica religiosa. Las dos comparten, sin embargo, un proyecto de dominio mundial sirviéndose de la potencia hegemónica del capitalismo en cada momento. Por ello mantienen una alianza estratégica con otros sectores de la oligarquía imperialista, como es obvio fundamentalmente anglosajones, de filiación protestante en varias de sus ramas.

8.- El fracaso de la intervención imperialista liderada por el Imperio Británico que desencadenó la guerra civil rusa de los años 1917-1923, demostró que para derrotar y destruir a la URSS y a la Internacional Comunista era necesario algo completamente nuevo: sociedades militarizadas y fanatizadas al extremo, capaces de sacrificar millones de seres humanos en una Guerra Total para aplastar la Revolución Mundial y al Movimiento Comunista Internacional.

Esta novedosa fórmula de dictadura terrorista de la burguesía apareció en 1922 en Italia: era el fascismo. Recibió el apoyo entusiasta de toda la oligarquía imperialista mundial, especialmente del Imperio Británico, y se fue extendiendo progresivamente por todo el mundo, revistiendo las más diversas formas, desde el nacionalcatolicismo de Franco al nacionalsocialismo de Hitler o el nacional-autoritarismo de Hirohito. A mediados de los años treinta del siglo XX ya era una excrecencia del capitalismo lista para derrotar al Movimiento Comunista de la Humanidad cuando éste estaba adquiriendo fuerza.

9.- La Primera Guerra Mundial supuso un reordenamiento profundo del sistema capitalista. Produjo la derrota y el hundimiento de cuatro imperios: el Imperio Ruso, el Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano. También dio paso a la victoria pírrica de los imperios británico y francés que se vieron extraordinariamente debilitados por la guerra y el esfuerzo bélico. Finalmente desencadenó el ascenso de dos formaciones imperiales hasta entonces semiperiféricas: la japonesa y la estadounidense. También el de una potencia radicalmente nueva, la URSS: por primera vez en la historia una formación socioestatal se ponía al servicio del Movimiento Comunista de la Humanidad (y de su Revolución Socialista Mundial).

10.- En este complejo tablero de ajedrez geopolítico, la fracción dominante de la oligarquía imperialista mundial, correspondiente al Eje Anglosajón-sionista, tenía dos objetivos principales: destruir la URSS y la Internacional Comunista utilizando para ello a los Estados nazifascistas como ariete principal, e iniciar la colonización de Palestina, como punta del iceberg del proyecto de dominación mundial del sionismo, instalando un Estado racista, genocida y colonial, atalaya del Imperio Occidental en la encrucijada entre Asia, África y Europa, para ayudar al control de las mayores reservas de petróleo mundiales. El inicio de la colonización sionista de Palestina fue posible gracias a la destrucción del Imperio Otomano y a la balcanización, subordinación y fragmentación del mundo árabe. El apoyo a tendencias y organizaciones islámicas extremistas, o la creación expresa de ellas, sería el segundo paso en ese sentido, para desbaratar el panarabismo laico y el arraigo del marxismo en él.

11.- Ante el riesgo mortal de un Frente Unido del Imperialismo, una alianza entre los Estados liberales y los nazi-fascistas para destruir a la URSS y a la Revolución Socialista Mundial, la Internacional Comunista en su VII Congreso de 1935 tuvo que aceptar una retirada táctica y plantear la lucha contra el fascismo como prioritaria. El objetivo era romper a cualquier precio la alianza anticomunista del Imperio Occidental, que pensaba desencadenar una guerra para destruir y exterminar a la URSS, de la misma forma que aplastaron a la Segunda República Española y su proceso revolucionario, enviando contra ella a las fuerzas de choque nazi-fascistas, en la que sólo espuriamente se puede llamar “guerra civil”.

El Eje Anglosajón-sionista, junto a su satélite subimperial francés, contaban con utilizar a los Estados nazifascistas como línea avanzada para acabar con la primera revolución socialista, sin verse obligados a participar directamente, desgastando a sus competidores y manteniendo su hegemonía.

Para ello, y a partir de 1933, hicieron constantes concesiones al III REICH, a la Italia fascista de Mussolini y al imperio japonés, con el objetivo de que atacasen y destruyesen a la URSS.

Estos crímenes de lesa humanidad incluyeron, entre otros, el exterminio de la II República Española (1936-1939), ya dicho, la incorporación de Austria al III REICH y el desmembramiento y anexión de Checoslovaquia (1938-1939). También las invasiones genocidas de Etiopía (1935-1941), Albania (1939-1944) y China (1931-1945).

12.- Ante tamaña ofensiva del Frente Único del Imperialismo contra el Socialismo, la URSS y la III Internacional tuvieron que intentar romper el cerco capitalista por la parte nazifascista. Este es el sentido profundo estratégico del pacto Ribbentrop-Molotov o germano-soviético de agosto de 1939 (contra el que, por supuesto, toda la burguesía y pequeñaburguesía mundial puso el grito en el cielo, desde los conservadores a los liberales, desde los socialdemócratas a los trotskistas).

13.- Esta jugada maestra, pero realizada a contrarreloj y con muy poco tiempo para poder explicarla al Movimiento Comunista Internacional, desvió el golpe mortal del Imperio Occidental contra la URSS, priorizando el enfrentamiento de los Estados imperialistas entre ellos (en su versión liberal y en su versión nazifascista) a partir de septiembre de 1939. Se había ganado un tiempo precioso para preparar la inevitable guerra. Hasta que el Eje Anglosajón logró nuevamente desviar el golpe nazi hacia la URSS en 1941 (Hitler no parece haber albergado intención de invadir Inglaterra -entidad de clara filiación germánica para él-, sino de obtener un mejor reparto del mundo con ella -por eso dejó que las tropas británicas escaparan en Dunkerque-).

  1. Una vez derrotada la versión nazi-fascista del capital el Eje Anglosajón-sionista corrigió su error de cálculo, iniciando la III Guerra Mundial anticomunista (o II Guerra Mundial extendida -prolongación de la ofensiva nazi contra la URSS-) (1945-1990). Tontamente llamada «Guerra Fría».

Para ello recuperó e incorporó a buena parte de las élites nazi-fascistas en el nuevo instrumento de terror y acoso al que el Eje Anglosajón dio vida contra el Mundo Socialista: la OTAN. También absorbió el potencial japonés (dejando incluso impunes los crímenes de guerra de su oligarquía).

15.- El Eje Anglosajón-sionista tenía en 1945-1948 el monopolio del arma atómica, y había obligado a la disolución de la Internacional Comunista como condición sine qua non de la apertura de un segundo frente en Europa contra Hitler.

Tras ello, el Mundo Socialista atravesó un momento muy delicado que exigió numerosos y dolorosos sacrificios para evitar que se abortaran bien pronto los primeros pasos de la Revolución Socialista Mundial. Entre otros, no intervenir militarmente en apoyo de la revolución griega.

16.- Esto cambió radicalmente en 1949-1950, con la victoria de la Revolución China, el logro de la bomba atómica soviética y el intento de liberación del sur de Corea. El mundo se había claramente polarizado, en un enfrentamiento sin cuartel del Capitalismo contra el Socialismo que estaba en gran desventaja en el campo económico-tecnológico, y por tanto en el militar. Sólo el desarrollo de la economía planificada soviética permitió acortar esas distancias.

17.- Para la fracción hegemónica de la oligarquía capitalista mundial, el objetivo principal fue siempre la ruptura entre la URSS y la República Popular China, ya que estas dos formaciones socioestatales controlaban el llamado «Heartland», el corazón geopolítico del planeta, lo que hacía al Mundo Socialista prácticamente invencible.

Este plan se desarrolló en tres fases: la primera fue el posible asesinato de Stalin, en 1953, por medio de agentes médicos sionistas, o en su caso con la erradicación de los estalinistas. La segunda fue favorecer el ascenso del revisionista Kruschev y la ruptura con el Partido Comunista Chino, en 1962. La tercera fue la visita de Nixon a China, en 1972. La ruptura del Mundo Socialista garantizó la victoria del Imperialismo en la III Guerra Mundial (o Segunda Guerra Mundial prolongada).

18.- Con la destrucción de la URSS y de los países socialistas del Este de Europa, y el retroceso de China a posiciones de mercado (aunque con control del PCCh) ensamblado en el capitalismo global, el mundo volvió a ser unipolar, de 1991 a 2021, como lo fue durante los 100 años de hegemonía total del Imperio Británico, entre 1815 y 1915. Esta vez, el Estado imperialista dominante era USA. Pero en ambos casos, buena parte de la dirección estratégica de estas dos formaciones imperialistas anglosajonas estaba en manos del Poder Sionista Mundial, sólidamente instalado en todos los sectores claves de ellas (y también de los núcleos clave de la OTAN).

19.- Todas las sociedades humanas desigualitarias están atravesadas por las luchas de clase, formando entre sí un entramado (mundial desde el siglo XIX) extremadamente complejo y con fuertes componentes caóticos, y por lo tanto imprevisibles. El desarrollo de la Historia no es una conspiración perfecta de las élites dominantes que avanza sin problemas, sino un campo de batalla en el que va triunfando en cada momento la mejor estrategia global. El Sistema Mundial capitalista liderado por EE.UU. no tardaría mucho en perder su solidez.

En 1979 surge una Revolución Popular Antiimperialista de nuevo tipo: la República Islámica de Irán. Se trata de una ruptura situada en los escalones más elementales en términos políticos. Sin embargo, fue un aldabonazo de corte civilizacional en otros aspectos, ya que el sustrato de esta revolución es religioso (donde el capitalismo ha desarrollado poco las fuerzas productivas y no hay vía alternativa construida de antemano, las condiciones imponen posibilidades comportamentales limitadas a escala colectiva, lo que tiende a requerir un mayor control del comportamiento; la religión, más ascética cuanto menor es la capacidad relativa de consumo en relación al desarrollo del mismo en los centros del Sistema que fungen de escaparate, bien puede cumplir ese papel; bajo ciertas circunstancias, la religión suele sustituir a la conciencia de clase y servir de aglutinante popular hasta que se puede conseguir cierto desarrollo planificado socioeconómico) y claramente enfrentado a los esquemas y modelos de la Modernidad Occidental (1492-2022). Una religiosidad política cuyo liderazgo y guía traza un claro antiimperialismo y antisionismo, como también en los casos de Líbano, Yemen y Palestina.

20.- La Revolución Islámica de Irán va dando paso poco a poco al surgimiento de la Multipolaridad, un mundo que ya no está dominado totalmente por el Imperio (la Civilización) Occidental, y frustra el objetivo del Poder Sionista Mundial de colonizar por completo Palestina y el resto de Asia occidental. El sionismo se verá frontalmente enfrentado.

21.- Así, tras 30 años de Unipolaridad yanki-sionista, de poder sobre las conciencias por parte de quienes se autodenominaron “Occidente”, el proceso de resoberanización de Rusia, la industrialización y gran desarrollo de China bajo la dirección de su Partido Comunista, la lucha sin cuartel del Eje de la Resistencia Antisionista, liderado por Irán, el afianzamiento de Corea, la aunque con retrocesos resistencia más o menos firme de procesos que habían iniciado su transición socialista (Vietnam, Cuba, Laos) y la supervivencia de formaciones socioestatales antiimperialistas multipolares en Nuestramérica (Venezuela, Nicaragua y, en menor medida, Bolivia), han posibilitado la emergencia de un nuevo mundo o un Mundo Emergente que reclama su espacio, y que ya tiene sus manifestaciones soberanas también en el Sahel africano (con Mali, Níger y Burkina Faso a la vanguardia), además de incorporar ambiguamente en su entorno, pero al fin y al cabo en su entorno, a formaciones socioestatales de creciente relevancia, previamente tercermundizadas por el Imperio Occidental (India, Brasil, Sudáfrica…).

22.- Ante este desafío sin precedentes, el Eje Anglosajón-sionista se ha visto forzado a reaccionar. Dentro de las facciones de poder del hasta ahora hegemón mundial se encuentran los globalistas-financieros (sobre todo aglutinados en torno al Partido Demócrata) y los continentalistas imperiales-financieros (en buena parte republicanos). Hasta ahora ambas facciones han desarrollado una guerra multidimensional y multifacética (Guerra Total) contra el Mundo Emergente, con el objeto de abarcar dos objetivos: impedir el relevo histórico del Imperio Occidental y sobre todo abortar cualquier posible articulación del Socialismo o el renovado impulso del mismo a escala planetaria.

Esa Guerra Total desatada durante las últimas tres décadas de Unipolaridad USA ha tenido el efecto paradójico de dar nueva vida a la peor pesadilla geopolítica del Eje Anglosajón-sionista: la vinculación de China y Rusia, una alianza que domina el «Heartland» euroasiático. Lo cual resulta aún más grave cuando a ella se suma Irán, enemigo básico del sionismo.

23.- Nuevamente, como en 1949-1989, la prioridad absoluta del Imperio Occidental ahora ya en decadencia (liderado por el Eje Anglosajón-sionista y seguido por sus otros anglosajones subalternos, así como por Europa y Japón) es fracturar el Frente Multipolar, a cualquier precio. Esta es la razón profunda de todos los movimientos geopolíticos de los USA bajo dirección de Trump.

La facción continentalista-productivista asociada a Trump, hoy al frente, ha decidido que es imposible ganar la IV Guerra Mundial contra el Frente Multipolar y el Eje de la Resistencia Antisionista simultáneamente. Por ello debe romper la alianza entre la Federación Rusa y la República Popular China como sea, para destruir Irán y el Eje de la Resistencia en un primer momento, luego derrotar a China desde varios frentes, comenzando por el de Taiwan y los mares adyacentes, para más tarde lanzar una nueva operación Barbarroja 2.0 contra Rusia. Puede cambiar el orden de los dos pasos finales, pero el primero pasa por la eliminación de Irán como sujeto antagónico, dejando al Frente Multipolar seriamente afectado (el Imperio busca siempre el presumible punto más débil donde atacar de inicio). La destrucción de Siria (última formación socioestatal árabe seglar de la región, heredera del panarabismo) y su ‘yihadización’, así como la directa invasión militar de lo que queda de Palestina no ocupada, más la nueva gran agresión al Líbano, son, a su vez, pasos necesarios en ese camino y un duro golpe al Eje de la Resistencia (Irán acaba de rechazar las tramposas negociaciones que le propone EE.UU., que ha amenazado a la República Islámica con la guerra; Hezbollah está en una muy delicada posición en un Líbano al borde de otra guerra civil, y Palestina enfrenta el pleno genocidio con un ultimátum de Trump para Gaza y el proyecto de un nuevo canal desde el Mar Rojo, bajo control sionista, con deportación del pueblo palestino incluida). No obstante, el Eje de la Resistencia ha demostrado su capacidad de resistir y rehacerse desde abajo en numerosas ocasiones (los ideólogos del Sistema hablarían de “resiliencia”, ese término que tanto utilizan hoy para que aguantemos al máximo lo que nos echen).

24.- Esta es la razón del cambio de postura estadounidense con respecto a Ucrania. Busca ganar tiempo para su rearme e infiltración de tropas, mientras intenta atraer a Rusia para que abandone su alianza con China e Irán. De paso lanza a Europa de ariete, obligada a comprar armamento estadounidense, abocándola a la irrelevancia mundial si no directamente al suicidio.

Por su parte, EE.UU. está preparando la fortaleza-continente en América y el Ártico, a la vez que planea “limpiar de enemigos internos” el continente, con la definitiva subyugación de Cuba y el destrozo de los procesos de Venezuela y Nicaragua, para las que contempla incluso la invasión como opción “concluyente”.

Mientras, China se prepara también para la guerra.

La Guerra Total de un Sistema en decadencia adquiere, entonces, dimensiones cada vez más planetarias, más escalofriantes (económicas, político-ideológicas, mediáticas, biológicas-bacteriológicas, cibernéticas, cognitivas, estrictamente militares y paramilitares, médicas, genómicas, satelitales, químicas, atómicas…).

Frente a ella, es más perentorio cada vez alzar la tradición de Paz con Dignidad y Justicia del Movimiento Comunista de la Humanidad. De fraternidad entre los pueblos.

25.- Los próximos meses nos indicarán la evolución de las luchas de clase al nivel mundial. La cuestión ahora ya no es sólo si el Imperio Occidental se desmorona, sino si con él puede caer también el Sistema Mundial capitalista al que engendró y mantuvo durante cinco siglos, causando esclavitud, miseria, hambre, exterminio-genocidio, padecimientos sin nombre, cientos de millones de migraciones forzadas, guerras, desposesión de buena parte de la humanidad y esquilmación de sus recursos en el conjunto de él.

De todas las luchas del mundo y de su correcta estrategia depende que esta coyuntura histórica que sólo se da cada mucho tiempo pueda abrir las puertas a que fluya impetuoso de nuevo el Movimiento Comunista de la humanidad. Su necesaria Revolución Socialista.

(Publicado en Observatorio de la Crisis, el 13 de marzo de 2025)

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