Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2024/02/06/pers-f06.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Andre Damon 06/02/24
El viernes, Estados Unidos llevó a cabo ataques aéreos en siete ubicaciones de Irak y Siria, anunciando que era solo el comienzo de varias semanas y meses de ataques en la región. En los siguientes dos días, el sábado y domingo, Estados Unidos y Reino Unido emprendieron más bombardeos contra los rebeldes hutíes en Yemen.
Los ataques representan “el inicio de nuestra respuesta y tomaremos pasos adicionales”, dijo el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, el domingo en el programa “State of the Union” de CNN.
En otras palabras, la “guerra interminable” de Estados Unidos en Oriente Próximo, que ha matado a millones y destruido sociedades enteras en las últimas tres décadas, está entrando en una etapa nueva y más mortal.
Los funcionarios estadounidenses han dejado claro que un blanco prioritario de la ofensiva militar estadounidense es Irán. El domingo en “Meet the Press”, se le preguntó a Sullivan si Estados Unidos evitaría llevar a cabo ataques “dentro de Irán”. Sullivan declaró que ese no es el caso, afirmando: “No voy a entrar en lo que está sobre la mesa y fuera de la mesa en lo que se refiere a la respuesta estadounidense”.
Cuando el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, siguió a Sullivan en el mismo programa, hizo una amenaza aún más explícita de atacar Irán. Cuando se le preguntó: “¿Quiere ver ataques dentro de Irán?”. Johnson respondió: “No debería estar fuera de la mesa”.
Las comparecencias consecutivas de funcionarios tanto de la Casa Blanca, controlada por los demócratas, como de la Cámara de Representantes, dirigida por los republicanos, pretendían transmitir la unanimidad que existe en el seno de la élite política estadounidense a favor de la escalada bélica en Oriente Próximo.
La Administración de Biden está procediendo con una temeridad pasmosa, atizando una guerra regional que amenaza con arrastrar a todo el mundo. Una guerra a gran escala de Estados Unidos con Irán tendría consecuencias humanas, políticas y económicas catastróficas, eclipsando incluso el baño de sangre causado por la invasión de Irak en 2003.
Cada declaración hecha por la Casa Blanca para justificar esta guerra es una mentira. La Casa Blanca declara que “no busca la guerra con Irán”, y cada ataque aéreo se justifica con la afirmación de que no constituyó una “escalada”.
Cada nuevo ataque aéreo ilegal se presenta como una acción “defensiva” para proteger a las tropas estadounidenses. Pero la mera presencia de estas tropas en la región es la continuación de décadas de sangrientas guerras estadounidenses en todo Oriente Próximo, que han matado a más de un millón de personas y han ido acompañadas del uso sistemático y deliberado de la tortura como política de Estado. Estados Unidos mantiene más de 45.000 soldados en toda la región, además de decenas de buques de guerra y cientos de aviones militares.
La última ofensiva estadounidense en Oriente Próximo es un elemento clave de una guerra global en ciernes, cuyos principales objetivos son Rusia y China. La subyugación de Irán, ubicado en el corazón de Eurasia, es un componente crítico de la campaña de Estados Unidos para la dominación militar mundial.
En su intento de cercar militarmente y estrangular económicamente a China, Washington trata de abrir una brecha entre Beijing e Irán, que es un importante proveedor de petróleo de China.
Un factor importante que instigó la escalada contra Irán es el enorme revés sufrido por Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas en Ucrania. Mientras el imperialismo estadounidense redobla su lucha contra Rusia hasta el último ucraniano, ha abierto otro frente en esta guerra global.
En sus declaraciones del domingo, Sullivan se afanó en señalar que los ataques estadounidenses contra Yemen y el conflicto con Irán “no tienen absolutamente nada que ver con Israel”. Esto también es mentira.
La Administración de Biden ha dado luz verde a Israel para destruir Gaza con el fin de obtener la ayuda israelí para librar la guerra en Siria, Yemen, Irak y, en última instancia, Irán. La “solución final del problema palestino” de Israel, que consiste en la masacre y expulsión de la población de Gaza, es un componente crítico de la campaña estadounidense para reorganizar Oriente Próximo bajo su dominio.
Menos de 10 días después de los acontecimientos del 7 de octubre, el World Socialist Web Site advirtió que “EE.UU. está utilizando la crisis actual para poner en marcha planes de larga data para una guerra con Irán, como el frente de Oriente Medio de la guerra de EEUU contra Rusia y los planes de guerra contra China”. El WSWS escribió que la armada masiva que Estados Unidos envió a Oriente Próximo no solo fue una “demostración de fuerza”; estaba destinada a ser utilizada.
Desde entonces, Estados Unidos ha utilizado esta armada para bombardear repetidamente Irak y Siria, mientras que los ataques contra Yemen se han convertido prácticamente en un hecho diario.
El imperialismo estadounidense se enfrenta a una crisis interna asombrosa, en la que las formas democráticas de gobierno se están desmoronando bajo la presión de una desigualdad social enorme y en constante expansión. Incluso mientras están inmersos en una amarga lucha entre facciones que se está intensificando rápidamente hasta convertirse en una crisis constitucional a gran escala, ambos partidos políticos estadounidenses están comprometidos con una escalada masiva de la guerra en Oriente Próximo y en todo el mundo.
La crisis política interna de Estados Unidos supone un factor importante en la erupción global del imperialismo estadounidense. Cuanto más profunda es la crisis, más agresivo se vuelve el Gobierno estadounidense en el extranjero, con la esperanza de proyectar todas sus tensiones internas hacia el exterior.
La descarada temeridad con la que la Administración de Biden está escalando la guerra es posible gracias a la desmovilización sistemática de la clase obrera por el aparato de los sindicatos. La semana pasada, antes de anunciar el apoyo del sindicato United Auto Workers a Joe Biden en las elecciones, el presidente del UAW, Shawn Fain, declaró: “Señor presidente, es hora de que vayamos a la guerra”.
Esta declaración amenazante explicitó el papel que cumplen los sindicatos en esta erupción global del militarismo estadounidense. La Administración de Biden, tras haber declarado que ha “roto la línea divisoria entre política interior y exterior”, considera la supresión de la lucha de clases por parte de los sindicatos como un elemento clave de la campaña bélica estadounidense. El aparato sindical funciona como adjunto directo de las operaciones militares estadounidenses en todo el mundo.
La lucha contra la guerra imperialista requiere la movilización independiente de la clase obrera, libre de la dominación de todos los organismos que tratan de suprimir la lucha de clases, en una lucha por acabar con el sistema capitalista de Estados nación, que es la causa fundamental de la guerra imperialista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de febrero de 2024)