La economía rusa sigue superando las mejores expectativas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento para Rusia este año. Se espera que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) alcance el 3,6 por cien este año, 0,4 puntos más que la anterior estimación, que data de julio. El cálculo está en línea con el registrado el año pasado, que también era del 3,6 por cien.
Las nuevas previsiones también son muy cercanas a las de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que, a finales de septiembre, también las actualizó al alza. Ahora espera que el PIB ruso aumente un 3,7 por cien este año, frente al 2,6 por cien anunciado en mayo.
Desde hace casi tres años, Moscú inyecta miles de millones de dólares en su economía de guerra. El gasto militar ha sido positivo ya que ha ayudado a la economía a absorber el impacto de las sanciones occidentales.
El Kremlin ya ha previsto un aumento del 30 por cien de su gasto militar para el año que viene, alrededor de 130.000 millones de euros.
Además, Rusia ha logrado reducir su dependencia de los ingresos derivados de los hidrocarburos, para protegerse de posibles restricciones adicionales o nuevos golpes externos en los mercados mundiales.
La explosión del complejo militar-industrial está alimentando un ciclo de aumento de los salarios a causa de la escasez de mano de obra, consecuencia directa de la partida de cientos de miles de hombres al frente o al extranjero. El nivel de desempleo es históricamente bajo: 2,4 por cien en agosto, según Rosstat.
El aumento de los salarios se ha frenado, en parte, por la inflación, que en septiembre alcanzó el 8,6 por cien porque, en medio de la guerra, el Kremlin está intentando satisfacer las necesidades de su población y desarrollar su economía de guerra. Esto aumenta la presión sobre los recursos, lo que se refleja en los precios.